Camino hacia Yuna...
Todo se hace más nebuloso.
Nebuloso... nebuloso...
La arena bajo nuestros pies hierve.
Pero en mi corazón...
sólo puedo sentir...
su terrible frialdad...
Estos son los días sin rumbo en los que la esperanza nos ha abandonado.
Y sólo deseamos escapar hacia cualquier lado... lejos, lejos, lejos...
Alguien respira lentamente a mi lado.
Es Vernhart.
Y cada vez que le veo caer suavemente,
la culpa me sume en profunda aflicción.
Ahora también considero...
... que el amor es quizás una de las fuerzas tentadora de la muerte.
Mi amo sin decir nada aguanta la marcha esperándole.
Pero yo sé que pronto me pedirá que le deje morir en medio del páramo.
Nuestra cadena ahora esta tan delgada... tan larga y lejana... como dispuesta a romperse.
Me desprecia.
O quizás sólo me aborrece.
Como yo a mí mismo.
Y yo le extraño.
Demasiado.
- Se acerca la tormenta - dice mirando los signos del aire.
Y otra vez el velo de sus cabellos brillantes es acariciado por las ráfagas de viento.
Por qué tenía que ser tan hermoso.
Tan imposible para mí.
Nos detenemos.
Entonces siento que Vernhart me mira con unos ojos que no son suyos.
Parece que en esencia es otra persona.
Señala con la mano temblorosa a mi amo y se yergue.
- De modo... que se dirigen a Yuna - dice resoplando...
- Vernhart...
Esa voz.
La conozco.
Esa terrible voz...
- ¡Velvet!
El sabueso de Exodus, a través de Vernhart lanza una macabra carcajada.
- Mi amo, Exodus os manda saludos, ilustres viajeros.
Eriol le mira... intenta encontrar la raíz de la técnica de posesión.
- Pero que bajo has caído... soldado de Primer Orden, Eriol...
Siempre la envidia.
Debe ser que Exodus no consigue olvidarle.
- ... has dejado que un perro inútil guíe importantes desiciones... quien diría que la élite de entre nosostros sea capaz de fallar de semejante forma...
- Supongo que no has aparecido sólo para insultarme, sabueso de Exodus...
- Me agrada tu buen humor, Exiliado... sabrás que les seguimos el rastro muy de cerca... y ahora impediré que sigan avanzando... nada personal, sólo órdenes...
- Antes de expulsarte deseo hacerte una pregunta...
- Me honras al cuestionarme - Velvet estaba sumamente sarcástico.
- Mi exilio se debe a que soy el único que puede encontrar Babylon... por qué siendo Exodus, El Elegido no es capaz de hallar su propio rumbo...
- ¡Blasfemo!
Vernhart corrió a atacarle poseído por Velvet a la distancia.
- Entonces no tenemos nada más de qué hablar.
Sólo se cruzó con él y sus lacios cabellos negros cortaron los ojos de Vernhart diametralmente.
- ¡No!
Fui corriendo a recibir al perro entre mis brazos.
- Que has hecho ahora...
- Velvet había parasitado sus ojos... a la larga la oscuridad terminaría devorándolo desde allí... es mejor sacrificarlos antes que terminen de infectar el resto... pero creo que de todas maneras no durará mucho.
Desgarré parte de mis ropas y le vendé la cabeza sangrante.
La noche extraña cayó con una rara penumbra.
- ¡Mira!
Señalé atónito la aparición de un milagro.
La luna llena surgía entre las nubes.
- Qué es eso... - preguntó Eriol.
Me parecía casi imposible creer que nunca la había visto.
Vernhart extendió sus manos hacia el brillo lunar como si pudiese verlo.
Sobre nuestros rostros se marcó una suceión de luz y oscuridad...
... se trataba de Yuna, la fortaleza flotante.