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Exodus por katzel

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Hasta ese momento había intentado evitar todas las preguntas esenciales sobre mi amor ideal.

¿De dónde venía? ¿qué era? ¿Qué tipo de maleficio le obligaba a volver con los últimos rayos del sol?

Siempre lejos en el pensamiento ¿Algún día llegaría a alcanzarle?

La última pregunta era la que más temía.

¿Se trataba de un ente maligno?

Me negué automáticamente esa posibilidad.

"No, mi Agnus, no... mi Agnus jamás lo haría. Deben ser los otros... los que le retienen a su pesar y lo obligan a cometer monstruosidades..."

Esa era para mí la más pura verdad.

Dicen que uno no tarda en convencerse de sus propias mentiras.

Tomé lo necesario de mi desvencijado hogar y luego incendié la casa.

No quedaba nada en ella que pudiera llamar mío. Borrarlo todo y empezar de nuevo. Estaba listo para ser como Agnus y viajar incansablemente a cualquier sitio.

Llegué al altillo con mis objetos liados a la espalda.

Se demoró demasiado esa tarde.

Cuando hizo su aparición estaba a punto de salir en su búsqueda.

- He traído a alguien...-dijo tímidamente. Se mostraba algo apagado y sombrío.

Avanzó hacia mí y pude contemplarlo a totalidad.

Se llamaba Fiance, sus rasgos eran diferentes pero en el fondo compartían la misma naturaleza.

- ...¿Este es Marcus?...- la voz del recien llegado era apenas un susurro - ...¿éste es tu juguete?...

Agnus no hizo nada por desmentir aquella afirmación.

- Esta noche nos iremos... - dijo Agnus - ... y nunca más volveremos a vernos...

- Esta noche... - las lágrimas se asomaron a mis mejillas.

Fiance se acercó a mí tomando las lágrimas con las puntas de sus dedos sonrosados.

- Es conmovedor... lo siento vibrar... ¡es impresionante, Agnus!... este muchacho realmente te ama..

- Sí, me ama... y no podrá sobrevivir si me voy... será muy duro... será muy duro... pero... YO SI PUEDO VIVIR SIN TI.

Lo que dijo me dolió infinitamente. Era la primera herida de amor que me inflingían.

De repente sólo con un movimiento a la distancia de sus manos fui lanzado contra los restos de los oxidados aviones.

Caí de espaldas en los carcomidos fierros que se clavaron sin piedad en mis brazos y piernas.

Estaba aterrorizado.

La vida se escapaba como un manantial que no podía ser detenido.

Agnus se acercó a mí. Su expresión de pasividad seguía siendo la misma.

- ¡Agnus!

Mis manos se estiraban hacia su rostro lejano.

Tentáculos transparentes se alzaron sobre mi cuerpo. Eran fríos y a la vez ardientes.

- No puedo dejar que sufras más, Marcus, simplemente no puedo...

Y se acercó dispuesto a apagar la llama de la vida.

Fue un reflejo.

De haberlo pensado jamás lo hubiese hecho.

Con una fuerza de la que no me creía capaz cerré mis brazos sobre él y le traspasé con los filudos bordes clavados en mi propio cuerpo.

Primero retrocedió y luego cayó apoyado en mi pecho.

Fue la única vez que me habló directamente... sus palabras no eran divagaciones al aire... eran para mí... sólo para mí.

- Tú... has... podido...- los tentáculos blancos empezaron a consumirle - tú... has logrado...- su cuerpo iba desapareciendo - ...has hablado a mi corazón dormido...

Sólo quedaron sobre mí sus ropas que en ese momento se deshicieron en el viento mortecino.

- ¡Agnus!- dijo Fiance a mis espaldas - ... le has matado... Agnus...

Intenté levantarme, gritar, llorar, mas fue inútil.

El brazalete oscuro se apretó contra la muñeca herida y sangrante.

A su contacto sentí que todo lo que quedaba fue expulsado de mi cuerpo. Todas mis emociones, la capacidad de sentir se disolvía soporíferamente.

Deseaba más que nada en el mundo sufrir la pérdida de Agnus.

Pero en esos momentos no me fue posible.

Cuando por fin pude ponerme en pie vi una larga cadena atada al brazalete.

- Ya no eres un juguete... - dijo Fiance - ahora eres un perro... el perro de Eriol.


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