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Exodus por katzel

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Se desplazaba a corta distancia.

El viento traía rezagos de sus cabellos largos y sedosos que flotaban golpeando mis mejillas.

Avanzaba siguiendo el sendero creado por sus huellas.

¿Qué significaba ser un perro?

Un completo misterio.

Y un lazo poderoso que nos unía más que la cadena misma.

Durante la marcha estaba pensando en Agnus

¿Qué tipo de relación había llevado mi amo con él? ¿Se habrían amado? ¿Podría Eriol ofrecerle un amor igual al mío?

Quizás sí. Quizás pasaron mucho tiempo juntos antes de mi llegada trágica e intempestiva.

Entonces yo sólo podía significar su cruel separación, su horrorosa muerte...

Pero no me explicaba por qué él continuaba andando tranquilamente sin dejar traslucir odio fulminante o profundo amor.

Bajo su capa raída podía ver su armadura sobre la anatomía delgada y hermosa.

Nos detuvimos de pronto.

- Perro... señala el camino correcto...

Mis ojos aún no acababan de abrirse y dudaba en poder realizar tal acción con mi limitada visión.

Entonces con la yema de los dedos colocadas sobre mí separó mis párpados.

- ¡Ah!

- Shhhhh- silencio.

La luz ingresaba en cascadas a mi retina.

- No te muevas... enfócate... busca el rastro...

Mi pupila errante se lanzó a la lejanía y pude ver las enseñas de un campamento militar.

- Izquierda...

- Continuemos...

El campo raso transcurría bajo una luz azul.

Rompiendo la monotonía se erguían árboles de retorcidas ramas y oscuras hojas muertas.

Por fin llegamos a la empalizada dos heraldos de un solo ojo nos examinaron.

- ¡Bienvenido Eriol combatiente de primer orden!

Y nos abrieron el paso.

A nuestro alrededor se presentaban tiendas de negra lona adornadas con detalles y extrañas figuras.

Oscuros y densos seres como sombras colocaron delante de nosotros un cuenco de agua.

Le quitaron la capa y lavaron su rostro.

Yo seguía atado a él y a nuestra prisión de hierro.

Su lecho estaba conformado por telas superpuestas, mullido y cálido.

El mío era una piel de zorro extendida sobre el suelo.

Tenía demasiadas preguntas, no podía aceptar semejante condición tan fácilmente. Sin embargo el cansansio se apoderó de mi cuerpo muy pronto.

Eriol no demostró intención alguna de amainar mi confusión y se limitó a descansar.

Ni aún entonces soltó la cadena que nos ataba.

Apoyé la cabeza y fui apagándome, cayendo en el pozo del sueño.

Soñé con mi casa ardiendo en rojas llamas y el cuerpo horrorosamente deformado de mi tío. Luego un Agnus hermoso y adornado de guirnaldas.

"No me olvides"- rogaba sentado en el viejo hangar donde había sido tan feliz.

Me desperté.

Para mi sorpresa Eriol también estaba despierto.

Su rostro inescrutable dirigido hacia mí me hizo temblar.

Descendió a mi altura y colocó sus manos sobre mis cabellos. El sólo roce provocó un placer encendido en cada átomo de mi cuerpo.

- ...aún... no estás listos... tu cambio está demorando considerablemente...- murmuró.

Tan cerca...

Tan cerca...

que hacía palpitar mi corazón.


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