- El color de tus cabellos, aún no ha terminado de cambiar... hay algo en ti demasiado reticente... demasiado salvaje...
Posó su mano sobre mi pecho y tras la fina tela de mi túnica sentí que incendiaba mi piel.
Di un suspiro.
Él se alejó dejándome caer en las sombras del sueño.
Temprano, cuando todo era azul el instinto animal me hizo despertar para apreciar la nebulosa claridad.
Sentí que la cadena era más delgada y más larga.
Eriol reposaba despreocupadamente.
Era una delicia verlo dormir.
Sus labios apenas entreabiertos susurraban, la expresión era de paz profunda, parecía el ser mas dulce de la tierra.
"Agnus"...- dijo en un suspiro.
Me aparté de él algo afectado por sus palabras.
Ingresaron los seres oscuros trayendo de nuevo el cuenco ceremonial.
- Despierta a tu amo - se dirigieron a mí con dureza, casi con repugnancia.
Toqué el borde de su hombro.
Se levantó en el acto.
- No es necesario que me toques. Simplemente aprieta la cadena, yo sabré lo que significa.
Estaba ofendido en su amor propio. Yo parecía haber cometido una falta imperdonable.
Los oscuros le desnudaron copletamente vertiendo sobre él un líquido blanco de suave aroma.
Intentaba no apreciar el espectáculo de su desnudez pero mis ojos no me obedecían y volvían a recaer en su cuerpo.
Delgado pero cuerpo firme y armonioso era de hecho un gerrero de élite.
Su curveada cintura, y sus caderas permanecían veladas por los cabellos negros que descendían sobre la blanca piel.
En la espalda, la cicatriz de un corte fiero lo marcaba en diagonal desde el hombro derecho hasta la cintura.
Cuando encontró mi mirada posada sobre esa cicatriz sonrió con malicia.
- Es el premio para quienes desconocen su lugar en el mundo...
Los densos sirvientes se acercaron a mí.
- ¿Desea que lavemos al perro?
- Sí - respondió lacónicamente Eriol
Intentaron quitarme las ropas pero me resistí en todo momento.
- Qué sucede...
- Yo no...
Imposible razonar con él.
Destrozó mi túnica con las manos dejándome al descubierto. A diferencia de mí el no dejaba de mirarme durante la duración de todo el proceso.
No pude evitar que se escaparan algunas lágrimas.
Me sentía vejado, humillado.
Los seres se sorprendieron muchísimo.
- Está... llorando...
Eriol mismo se arrodilló y tomó mi lágrima con sus dedos. Recordaba la misma reacción en Agnus el día que murió.
- Le ha tocado a usted un perro muy extraño - dijeron los sirvientes...
En ese momento ingresó otro amo sin avisar.
Era un joven más bajo que él y de rostro más sencillo.
- Eriol, señor de primer orden...espero no interrumpir... vengo con noticias importantes.
Atado a su mano llevaba a Fiance
- Habla.
- Nos envían a cazar a un espíritu... uno que se ha escapado... el capitán Exodus dice... que debe ser usted quien le de caza...
- ... cuál es su nombre...
- Usted ya lo sabe... prefiero no decirlo...
- Dímelo... estoy preparado para oírlo de tus labios...
- Se trata de Agnus... señor... debe cazar y matar a Agnus... el ha dejado de ser un perro... ya no nos pertenece más...
Eriol golpeó uno de los tótems de madera erguidos a su lado.
- ¡Maldita sea!