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Wish upon a star... por wlanki

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Notas del fanfic:

Hoi hoi!! Éste es mi primer fanfic así que... un poquito de compasión!! ^^ Espero que os guste!! Siempre me han gustado las historias de incesto entre dos hermanos, y si son gemelos mejor... y si son los Hitachiin... geniaal!! ^^ De momento dudo que tenga nada de lemon, lo siento mucho pero no quiero estropear mi primer fanfic con lemon de mala calidad... jeje ^^U

 Cada cap. tiene su canción, porque me gusta eso de atribuir a cada canción algo... Así que ahora cuando las escuchéis podéis pensar en los gemelitos Hitachiin!! Jeje ^^ (O eso se intenta ^^U)

 Disclaimer: los personajes de Ouran Koukou Host Club no me pertenecen (ya se sabe que pertenecen a Bisco Hatori, ya me gustaría dibujar y hacer tramas tan interesantes como ella... Ò.ó). Esto es tan sólo una historia, para diversión y entretenimiento, sin ánimo de lucro (hoi hoi!! ^^).

Notas del capitulo:

 Este capítulo tiene incorporado la canción "Nadie como tú" de La Oreja de Van Gogh. Una delicia de canción, que aconsejo oír antes de leer esto, o después o mientras si queréis, pero si la oís antes... podéis imaginar lo que va a pasar, no?? ^^

 Weno, no os entretengo más!! Espero que os guste y... a leer!! Thanx!! ^^

 

 

El viento de aquella mañana de marzo era frío. Los árboles ya estaban completamente verdes, y se disponían a florecer de cara a una bonita primavera. A los lados, el césped más brillante y fresco que se puede imaginar: un paisaje digno de aquel instituto, que englobaba aquellos jardines y miles de instalaciones distintas más.

 

 A pesar del frío, era una mañana preciosa.

 

Y en aquella mañana de Marzo, un niño corría. El niño, de unos ocho años, atravesaba alegremente aquel sendero, ataviado con un abrigo gordo, un gorro y unas manoplas, que le atribuían una prejuiciosa primera impresión de inocencia. Algo que, paradójicamente, se alejaba y se acercaba demasiado de la realidad...

 

 

El niño de los ojos color miel corría despreocupadamente por aquel camino rodeado de los frondosos árboles. A pesar de su soledad, sonreía. Es más, reía. Sus ojos brillaban a causa de la emoción, y sus mejillas sonrojadas reflejaban una mezcla producida por la felicidad y el frío de aquella mañana invernal.

 

 

Tuvo que parar. A pesar de ser tan joven y activo, tuvo que parar a coger aire. De pie, con el tronco flexionado y las manos sobre las rodillas, se dio cuenta de que le sería imposible recuperar el aliento porque no podía parar de reír.

 

 

- Nadie como tú para hacerme reír - cantó con una sonrisa en la cara y lágrimas resbalándose por las mejillas.

 

- ¿De qué vas?

 

 

Kaoru se sobresaltó. Alguien había salido de la nada... Ah, les conocía: aquellos chicos iban a su clase, pero no recordaba sus nombres.

 

Kaoru les miró con ojos curiosos, porque no sabía a qué se referían los pequeños. Pero éstos, al verle con los ojos enjuagados en lágrimas, creyeron darse más cuenta de lo que estaba pasando.

 

 

- No llores, Kao-kun... Hika-kun llegará pronto - ironizó alguien que parecía el líder de aquella panda, en un tono bastante irritante. Todos se rieron-. Vamos a hablar de hombre a hombre, aunque dudo que seas capaz de hacerlo - de nuevo, risas.

 

- ¿Qué... qué queréis? - a Kaoru le faltaban las palabras. No sabía ya que hacer. Tan sólo podía esperarse lo peor... una vez más. Decidió echar a correr, pero aquel grupo le había vuelto a acorralar, sin salida posible. A Kaoru se le escapó una risa sarcástica. Por fin, tras varios intentos, habían acabado de conocer qué hacer para evitar la huída. No tenía otra escapatoria posible que enfrentarse a ellos...

 

- ¿De qué vas con Hika-kun?- prosiguió el líder.- ¿Acaso crees que en este instituto vamos a permitir a nenazas como tú?

 

- ¡Sí, eso! ¿Qué es eso de estar tanto y tan cerca de Hika-kun?

 

- Pero... somos hermanos... y...

 

- ¡Eso es lo peor! ¡Hermanos! ¿Oísteis? ¡Y encima, gemelos! - ésta, una voz femenina.

 

 

De nuevo un bufido sarcástico por parte de Kaoru. ¿Así que habían conseguido traer al final chicas entre ellos? Levantó la mirada para ver quién era la verdadera víctima de aquel aire superficial y egoísta que se cernía sobre aquel grupo.

 

 

A Kaoru se le heló la sangre. ¿Por qué ella? ¿Por qué tenía que ser justamente ella? Ella... Se le desgarró el alma al recordar todas las sonrisas y conversaciones que habían mantenido entre ambos. Le había llegado a considerar su amiga. ¡Su amiga! ¿Qué clase de amiga resultó ser alguien que le acabó traicionando? Kaoru no quiso hacer otra cosa que llorar. Pero apretó los dientes. No era ocasión de llorar ante ellos... No después de tantas veces delante de...

 

 

Agitó la cabeza, y desvió la mirada al chico que estaba realizando su pequeña intervención.

 

 

- ¡Puaj, me das asco!

 

 

No... No podía ser cierto. Él no... Había estado con él desde la guardería. Le había hecho muchos favores... Le había prestado muchos juguetes y demasiada confianza... Resultó ser que, todo aquello, en aquel instante, eran cosas que no tenían especial interés.

 

 

Kaoru cayó al suelo, totalmente vencido y llorando (con los dientes dolorosamente apretados) ante aquel instante que se estaba volviendo demasiado doloroso. Cada uno de los integrantes de aquella banda decidió dar su pequeño comentario y criticar la supuesta relación entre los Hitachiin.

 

 

“¿Le doy asco? ¿A ella? ¿A él? ¿A... todos?”

 

 

- ¡¿Asco?! ¿Habéis probado a miraros en el espejo, estúpidos? - una voz sonó a sus espaldas. Todos enmudecieron de golpe.

 

 

Y ahí estaba. La parte que le faltaba. Su otra mitad.

 

 

El, en principio, idéntico a Kaoru permanecía con ojos impasibles ante la situación que estaba contemplando.

 

 

- ¡Hikaru! - exclamó Kaoru, con un atisbo de esperanza en sus ojos, totalmente revitalizado. Su gemelo estaba ahí; nada ni nadie podían ya pararles.

 

 

Hikaru miró a su hermano a los ojos. Al ver éstos brillantes a causa de las lágrimas, los suyos cambiaron completamente, de tal forma que pudo leerse una gran tormenta de sentimientos que ya no podían ser ocultados tras esa impasible mirada; empezando por el de compasión por su hermano, seguido del de la furia por aquella pandilla de ignorantes que estaban haciéndoles llorar, y acabando por el de alivio por haberle encontrado al final.

 

 

- Kao-chan... - se acercó a su hermano, de tal forma que el círculo callado se abrió a su paso. Se arrodilló ante su gemelo y le levantó la cabeza.

 

 

Hikaru encontró a su hermano con los dientes totalmente apretados, con el ceño fruncido y desviando la mirada. Una mirada cargada al 100% de lágrimas imposibles de evitar. Pero sobre todo, encontró a su gemelo totalmente rojo, debido al frío, cosa que le hizo enternecer.

 

 

Por la mente de Kaoru, otra clase de pensamientos totalmente diferentes cruzaron su mente. Kaoru estaba aguantando de una manera sobrehumana las ganas de llorar con toda su alma, expulsándolo todo afuera. No lloraría por las palabras insensatas que los demás le habían dicho, no. Kaoru sentía en ese preciso instante un gran sentimiento de vergüenza: su hermano le ha visto de nuevo en esa situación. A pesar de todo el esfuerzo, grandes lágrimas salían indiscretamente de sus ojos, hasta llegar al suelo.

 

 

En ese momento, se sentía el ser más despreciable del planeta. Su hermano se merecía mucho más que a ese débil niño que a la mínima ya estaba llorando... No podía más. Quería desaparecer para siempre...

 

 

Sin embargo...

 

 

- Kao-chan... Te estaba buscando.- ¿Hikaru le estaba buscando? ¿A él? -. ¡La profe finalmente me riñó por la broma del cubo de agua! - Una gran sonrisa dejó al descubierto varios huecos entre los dientes, que le dio un aire aún más travieso. - ¡Pero sabía que estarías aquí!

 

 

- Nadie como tú sabe tanto de mí... - la voz de Kaoru sonaba distante y frágil.

 

 

Alrededor de ellos, los otros niños contemplaban la escena, mudos y curiosos.

 

 

- Nani? ¿Qué has dicho, Kao-chan? - Pero Hikaru, como respuesta, le vio llorar de nuevo y ya no pudo seguir más. Concluyó que era hora de salir corriendo.

 

 

Agarró a su reflejo de la mano y ambos se echaron a correr hasta el final de aquel sendero interminable, hasta llegar a un lugar únicamente alcanzable por los dos Hitachiin. Se sentaron en un banco, sin soltarse.

 

 

- Hikaru... Ellos... Ellos decían cosas... terribles de nosotros -. Kaoru prácticamente no podía hablar. Finalmente no lo pudo evitar y acabó llorando en los brazos de Hikaru.

 

 

Hikaru le acomodó entre sus brazos y le dio un beso en la cabeza. Su hermano cerró los ojos, y se calmó notablemente al oír las palabras tranquilizadoras de su gemelo y su corazón latiendo suavemente al ritmo de sus palabras. En los brazos de aquel niño se sentía en el mejor sitio del mundo, y sabía que, a pesar de todo, siempre tendría un hueco ahí.

 

 

Hikaru rió silenciosamente. A veces, le costaba recordar que él era el hermano mayor.

 

 

- Tienes ese don de dar tranquilidad, de saber escuchar, de envolverme en paz.

 

- No digas tonterías, Kao-chan.

 

- Es cierto!!

 

 

Hikaru rió, y para Kaoru, eso era algo que le devolvía las ganas de vivir el mundo.

 

 

(K)- “Tienes la virtud de hacerme olvidar el miedo que me da mirar la oscuridad.

        Solamente tú lo puedes entender y solamente tú te lo podrás creer.

 

 

- Nee, Hikaru.

 

- Ya lo sé, Kao-chan. El mundo es una mierda. La gente no tiene nada dentro de sus cabezas, y tampoco dentro de sus pechos. Si no quiere mirar más allá de sus propias narices con algo que se llama corazón, dejémosles; será entonces que no se merecen nada de nosotros. Aunque suene egoísta, viviremos solos.

 

 

-“Eso no es egoísta, Hikaru. Viviremos solos porque ellos nos han forjado así”

 

En silencio y sin cruzar una palabra.

Solamente una mirada es suficiente para hablar.

 

 

- Nee, Hikaru...

 

- Te lo prometo, Kao-chan.

 

- Entonces... ¿no me abandonarás nunca, Hikaru?

 

- Estaremos para siempre juntos... Te lo prometo.

 

- Yo también te lo prometo... - Kaoru pudo al fin sonreír, todavía abrazado al cálido pecho de su hermano.

 

 

.......................................................................................................................................

 

 

Ya son más de veinte años de momento congelados.

en recuerdos que jamás se olvidarán.

 

 

- ¡Qué cruel! ¡Has sido muy cruel!

 

- La cruel, fuiste tú. Decir que cualquiera de los dos te basta... significa que realmente no nos quieres a ninguno de los dos.

 

 

La chica no pudo más. Huyó de ahí, llorando completamente. Los gemelos... los gemelos se habían pasado mucho con ella. Y lo peor... es que ellos tenían razón. Se sintió la peor persona del mundo.

 

 

- ¡Y ni se ha perdonado por lo que acaba de hacer! - Hikaru estaba furioso. Que le tratasen así; que le dijesen que le querían, y luego...

 

- Nadie como tú para... pedir perdón... - Kaoru estalló de risas acumuladas. ¡Cómo podían haber acabado así! Perdonando sólo para obtener el postre tras alguna vil travesura...

 

- ¡Qué pasa, Kao-chaaaaan! - su furia se disipó y sólo quedó curiosidad y alegría al ver reír a su hermano. - Nee, Kao-chaan, ¡dímelooo!

 

- La... gente... es... muy... superficial xD -acabó diciendo, entre carcajada y carcajada.

 

Ni Kaoru sabía a qué venía aquel episodio de risas sin contener, pero Hikaru respiró aliviado al ver que su hermano no se encontraba en el estado de furia en el que se encontraba él.

 

 

- Nee, Hikaru!! ¡Vamos a probar esos juegos nuevos que tienes! - propuso Kaoru con una sonrisa en la cara, a la cual Hikaru no pudo si quiera resistirse...

 

Y así, ambos se apoderaron de uno de sus sitios habituales, que se localizaba al lado de la ventana de clase. Hikaru jugaba, y parecía concentrado en eliminar a cuantos más marcianitos mejor. Se veía tan mono.

 

 

Esta vez, fue Kaoru el que se alivió. A veces, Hikaru podía tener ataques de furia que rara vez podía contener.  En esos momentos, se enfadaba con el mundo entero, y gritaba a todo el mundo, incluido el propio Kaoru. Pero que le gritase le daba igual, a veces se lo merecía. Lo que peor soportaba es ver arrepentido a su reflejo. Podía resistir cualquier burla, cualquier daño tanto físico como moral; pero jamás soportar al ver a su hermano llorando. Cuando la primera lágrima corría por su mejilla sentía como si el corazón le explotase en mil pedazos. No podía hacer nada para evitarlo; ninguna palabra era suficiente para acallar ese remordimiento en lo más profundo del corazón de su hermano...

 

 

Kaoru se puso a jugar con el pelo de su hermano. Era demasiado liso, y el color, perfecto... Se dio cuenta que era igual que el suyo, pero pensó que le quedaba mejor a Hikaru. Él era el más serio cuando hablaban entre ellos... Kaoru no podía evitar sonreír al mínimo comentario o gesto. Hikaru le decía que se cambiase el peinado a uno más revuelto y juvenil. Le gustaría, pero cuando Hikaru lo decía, había algo en su mirada que temía que lo hiciese. Prefería mil veces más que Hikaru fuese feliz, antes que su imagen. Ya habría tiempo...

 

Cuando salió de sus pensamientos, se encontró a un Hikaru cantando la canción del Super Mario. No pudo evitar sonreír. Le miró a los ojos. Ahora mismo, eran unos ojos iguales a los que tenían hace ocho años: tan infantiles... Pero habían ocurrido demasiadas cosas, que les habían forjado... hasta hacer que sus ojos acabasen siendo tan fríos como el hielo.

 

 

- Nadie como tú valora esta canción. - Hikaru le pilló mirándole a los ojos.

 

> Nadie como tú me da su protección... - prosiguió Kaoru, manteniendo la mirada.

 

 

Al final, le dedicó una sonrisa y le musitó un alegre “Nani?”.

 

 

- No, nada... Es sólo que... Me hace gracia que suelas cantar esas canciones tan... cursis.

 

- Ups! Perdóooon!! ¡No lo volveré a hacer, te lo prometo! - “Jope... no le gustan mis canciones... joo!!”

 

- Claro que puedes cantar, baka. Toma - le contestó, tendiéndole la consola.

 

- ¡Gasiaas!

 

 

Hikaru le vio jugar. Se alegraba de tenerlo cerca siempre. Miró a su alrededor; era increíble cómo Kaoru podía cambiar cuando había gente cerca o no. A solas con él, reía, hablaba, hacía bromas; vivía. Cuando había alguien alrededor, era un Kaoru frío y distante. La verdad, le gustaban las cosas así; le asustaba la idea de que Kaoru le abandonase...

 

 

- ...me ayuda a caminar, me aparta del dolor - Hikaru acabó la frase que había empezado su hermano de la canción, y, mirando a Kaoru, esperó resultados.

 

Y consiguió que Kaoru levantara la cabeza y le sonriese con toda su felicidad. Estaba tan bien a su lado... Ya podía el mundo caer; ya podían venir aliens a conquistar la Tierra; ya podía quemarse, derrumbarse, inundarse ese edificio; con Kaoru a su lado no tenía miedo a nada. Y eso le hizo feliz.

 

 

 

 

La mayoría de las personas del instituto se preguntaban qué harían los Hitachiin cuando se retiraban a su mansión. Había gente que les imaginó jugando a videojuegos; otros tenían claro que torturaban a niños con sus bromas; hasta hubo alguien que dijo que perseguían a su gato, si tenían, por toda la mansión. Pero la verdad, cuando los gemelos llegaban, no tenían nada que hacer. Habían hecho “demasiadas” cosas durante el día y ya les hartaba eso de hacer lo de siempre. Había veces que hablaban de todo. Otras, paseaban por los jardines antes de la cena. No se aburrían, porque les sobraba poco tiempo libre entre la vuelta de la escuela y acostarse. Y, en raras ocasiones, su madre les llamaba para que les hiciesen de modelo. Su madre acababa llorando de la emoción de ver a sus hijitos tan mayores y tan guapos, cosa que los gemelos no lograban entender.

 

 

 

Ésta, era una noche como todas las demás. Acababan de cenar y se disponían a acostarse. Cuando eran pequeños, solían jugar antes de dormir, pero ahora, no tenían fuerzas. Se les exigía mucho en el instituto, y acababan agotados de tanto estudiar. Y nunca nadie les había leído un cuento antes de dormir...

 

 

Kaoru se encontraba sentado en la cama, descansando un poco antes de prepararse para ir a dormir. Contemplaba a su hermano cambiarse mientras pensaba cómo de rápido había pasado el tiempo. A pesar de ser cada día igual, a pesar de toda esta monótona vida en la que no sabía ni en qué día vivía, porque todos son idénticos, se dio cuenta que el tiempo pasaba. Parecía ayer cuando aquella sirvienta era la que les vestía; la sirvienta que desapareció entre la noche. Jamás la olvidarían.

 

 

Se acordó de pronto de una imagen: ambos de pequeños, acostados. Hikaru le prometía millones de cosas, a las que Kaoru, emocionado, asentía sin parar. Hablaban de viajes infinitos, lejos de toda esta gente. Hablaban de llegar a encontrar a aquella sirvienta que se les había quedado grabada en la memoria. Hablaban de enfrentarse al mundo. Hablaban de promesas infinitas que dudaba que se llegasen a realizar. Hablaban de sueños de niños...

 

 

- Y pasarán los años y siempre estarás buscando un plan para que se hagan realidad los sueños que soñábamos antes de ayer al dormir hablando del tiempo que nos quedará por vivir.

 

- Kao-chaaan!! Cámbiate ya, que tengo mucho sueño... ¡Levántate! ¡Vamos!

 

 

Kaoru finalmente tuvo que levantarse. Se colocó enfrente del armario, y sacó su pijama. Éste, al igual que el de su hermano, consistía únicamente en un pantalón largo. Sólo en invierno se ponían además una camiseta, pero ellos preferían dormir así, ya que el edredón de su cama era gordo.

 

 

Hikaru, mientras tanto, se encontraba lavándose los dientes, apoyado contra la pared. Observaba a su hermano y sonrió feliz al verle que volvía a la cama para cambiarse.

 

 

- Nani?! Ò.ó

 

- Nada, nada ^^”

 

 

Hikaru sabía de sobra que su hermano era un perezoso nato. Solía bostezar de sueño, y a la más mínima se sentaba o se dormía. Eran innumerables las veces que se había quedado dormido en clase, pero Hikaru le había despertado con discreción antes que nadie se diera cuenta. Eso de estar en la última fila finalmente tenía sus ventajas.

 

Volvió al baño y se enjuagó. Con la toalla que llevaba al hombro se secó y volvió a entrar en la habitación. Kaoru estaba dormido, aún sin cambiar, con el pijama en la mano. Rápidamente fue hasta él y le ordenó levantarse y cambiarse. Un enfurruñado Kaoru le contestó que ya iba y le prometía que no se había dormido, que solamente estaba descansando un poquito.

 

 

Hikaru le volvía a observar sentado en la cama, para que no ocurriese otra vez. Sin quererlo, volvió a entonar aquella canción.

 

- En silencio y sin cruzar una palabra. Solamente una mirada es suficiente para hablar. Ya son más de veinte años de momentos congelados en recuerdos que jamás se olvidarán. - agitó la cabeza. - Tsk! Kaoruuu!! ¡Ya me has metido la canción...!

 

Como disculpa, obtuvo una risa proveniente de la boca de su gemelo. Le lanzó una mirada asesina, pero pronto la cambió ante la mirada llena de dulzura que le mandó su otro yo.

 

- Así no se puede... - Hikaru totalmente vencido salió de la habitación, alegando que quería ir a coger una botella de agua para la noche.

 

 

Kaoru decidió esperarle, sentado en la repisa de la ventana, susurrando la canción.

 

 

- Y sin hablar. Sólo al mirar sabremos llegar a entender que jamás ni nada ni nadie en la vida nos separará.

 

 

Miraba la noche. Miraba la Luna llena rodeada de estrellas brillantes. Bajó la vista al jardín. La fuente hacía rato que había parado, y los pájaros que solían rondar la fuente ya estarían durmiendo. Sólo lograba oír algunos cantos nocturnos de los búhos, y de algún grillo. Pensaba que esa noche no tendría belleza sin estar en la habitación de su hermano. La verdad, ambos tenían cada uno su propia habitación, desde los diez años. Pero desde pequeños habían dormido juntos, y ya no podían quitarse esa costumbre, de tal forma que acabaron compartiendo de nuevo habitación. Pero el simple hecho de que tenía una habitación limpia y ordenada, sólo para él, en un lugar de la mansión, le hacía estremecer. No quería dormir sólo... Nunca lo había hecho.

 

 

Alguien abriendo la puerta le sacó de sus pensamientos. Hikaru había cogido ya la botellita y se disponía a meterse en la cama. Kaoru se lavó rápidamente y se metió en la cama a su vez, al lado de su hermano.

 

 

Estaban a punto de caer dormidos cuando Kaoru...

 

 

- Nee, Hikaru...

 

- Ya te lo dije... Para siempre.

 

- Entonces...  Hika-chan no me abandonará nunca, ¿no?

 

- ¿Cómo puedes pensar eso? ¡¿Te imaginas una vida separados?!

 

 

Kaoru se acurrucó en el pecho de su hermano. Sentía los latidos de su corazón; ellos nunca le traicionarían. Siempre latirían para él. Entre el aroma y la calidez de su reflejo, Kaoru pensó que no encontraría mayor paz que ésa.

 

 

 

- La vida sin ti, no sería vida...- alcanzó a susurrar, antes de que el sueño batiera sus alas sobre ellos.  

 

 

Notas finales:

 Weno... Ya está!! Espero que os haya gustado, y os espero en el próximo capítulo, que será con la canción "Tu pelo" de La Oreja de Van Gogh, también (siento por seguir con un mismo artista, pero sus letras encajan muy bien con mi historia!! ^^U).

 Espero vuestras críticas, saludos, opiniones, etc. en los reviews con impaciencia!!

 Hasta el próximo cap.!!!!

                             See you!!

                                          :[wlanki]:


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