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Camino a la perdición por zandaleesol

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No sabía como había conseguido dormirse sintiendo tremendo frío la pasada noche, pero lo comprendió al ver las gruesas mantas que lo cubrían, eso era extraño no estaban ahí cuando se había dormido. No le mereció mayor análisis el cómo habían llegado ahí, su ropa estaba limpia a los pies de la cama, era el día que le permitían bañarse, se envolvió en una de las sábanas, de un momento a otro llegaría Lucius y abriría aquella puerta donde estaría esperándole una tina con agua caliente y jabón, presentía que si el asunto del baño dependiera de Lucius el podría bañarse a diario, Harry estaba seguro que el rubio lo destestaba más cuando no se bañaba.

Un instante después la puerta se abría, Lucius con la misma cara de fastidio con la que Harry ya estaba acostumbrado a verlo cada día, sin mirarlo abrió la puerta del pequeño cuarto de baño, tras unos cuantos hechizos volvió a salir y recién miró a Harry

- ¿Qué haces ahí?... esperas una invitación formal - escupió el rubio enojado

Harry conciente de que no tenía nada puesto no pensaba moverse de la cama

- Estoy desnudo... mi ropa está ahí - dijo el chico señalando el bulto a los pies de la cama

- ¿Y eso qué? -

- Pues eso... que no tengo ropa... no pienso ir hasta la bañera desnudo -

Lucius estaba con su habitual mal humor y el chico lo desquiciaba más

- Estúpido mocoso... tienes exactamente diez segundos para salir de la cama e ir a la bañera -

- ¡Demonios!... está bien ya voy - dijo Harry mientras apartaba las mantas y tiraba de la sábana para envolverse en ella

- Déjate de idioteces Potter... esto no es Hogwarts... aquí no hay nadie más que tú y yo... y te aseguro que no tienes nada que valga la pena ver -

Harry ya estaba sosteniendo la sábana alrededor de su cuerpo, las últimas palabras de Lucius le hicieron enrojecer de rabia y verguenza, sin mirarlo siquiera me metió al cuarto de baño y cerró de un portazo. La bañera estaba casi al tope de agua, introdujo la mano para comprobar la temperatura, no lo pensó más y se metió al agua, la sensación le resultó maravillosa, dejó de tener frío, el agua ideal a la temperatura de su cuerpo  llena de espuma y burbujas le hacian olvidar por un momento la realidad de su situación, cuando salió de la bañera los dedos de sus manos y pies estaban arrugados, pero se sentía de maravilla, más relajado y liviano.

Con toda lentitud procedió a secar su cuerpo, se dió una rápida ojeada en el viejo espejo, pero luego volvió a mirarse con detenimiento, estaba tan delgado como cuando estaba con los Dursleys y lo mataban de hambre, recordó lo dicho por Lucius, era cierto no tenía nada que valiera la pena ver, era demasiado delgado, no había músculos, su cuerpo no se había desarrollado como cualquier chico de diecisiete, se acordó en aquel momento de las veces que habia mirado con cierta envidia a sus compañeros de cuarto infinitamente más desarrollados que el.

Envolvió su cuerpo con una toalla y salió del baño, Lucius ya se había marchado, terminó de secarse y se puso la ropa otra vez, luego de eso ya no tenía nada que hacer, el desayuno aún estaba en la bandeja pero no tenía apetito, se recostó en la cama  y sin saber como se volvió a dormir. Unas horas después despertó la bandeja del desayuno había desaparecido, pensó que ahora sólo le restaban diez días  para su cumpleaños, volvió a derramar lágrimas, habían sido tan poco los momentos de felicidad en su vida y en diez días estaría muerto.

Hizo una especie de balance de esos casi diecisiete años, lo que había vivido y lo que no, aquello que no tendría ni tiempo ni oportunidad de vivir. Jamás se graduaría, no volvería a ver a sus amigos, no se enamoraría, no tendría hijos, el apellido Potter moriría con él, tal como había sucedido con su padrino Sirius. Estaba tan lejano el día que había besado a Cho que ya ni siqiuera se acordaba de esa sensación, era como si jamás hubiera sucedido, entre lágrimas volvió a dormirse.

Cuando despertó ya estaba oscuro, sintió un dolor en el estómago, hambre, había estado todo el día sin comer, pero que importancia tenía ya eso, no quiso levantarse. Poco tiempo después escuchó que la puerta se abría y el cuarto se iluminaba, no se movió

- Potter otra vez queriendo morir de hambre... pensé que esa etapa ya la habíamos superado - dijo Lucius secamente

- Déjeme tranquilo - fue toda la respuesta de Harry

Pero Lucius perdió la poca paciencia que le quedaba, esos casi tres mese de hacer de niñera del "niño que vivió" lo tenían fuera de sí, se acercó a la cama y lo sacó arrastrando con toda brusquedad, Harry estaba tan delgado y sin fuerzas que no pudo resistirse, un instante después había sido sentado en la mesa donde estaban los platos de la cena.

- ¿Qué mas le da que yo coma o no?... para qué me obliga... en diez días estaré muerto -

- Si por mí fuera Potter ya estarías muerto... me tienes realmente cansado, pero el Señor Tenebroso te necesita vivo... por ahora... ya te lo dije antes... morirás cuando él lo decida -

Las lágrimas de Harry no se hicieron esperar y resbalaron abundantes pero silenciosas por su rostro

- ¿Se puede saber por qué lloras?... realmente te has vuelto patético... aunque en realidad siempre...

Harry se levantó furioso

- ¡Déjeme en paz!... no me importa lo que usted piense estúpido Mortífago -

Lucius que tenía sus reservas de paciencia agotadas se acercó al chico y le asestó un bofetón, con lo débil que estaba Harry no pudo resistir, se tropezó con la misma silla de la que recién se había levantado y fue a dar al piso, pero ni siquiera hizo el intento de levantarse, había caído sobre su brazo derecho, la muñeca le había crujido y ahora le dolía horrores y rápidamente se inflamaba, Lucius le miraba con total enojo

- Levántate - ordenó con frialdad

Harry hizo un esfuerzo y como pudo se levantó intentando ignorar el dolor que se acrecentaba, acomodó la silla y volvió a sentarse, intentó tomar la cuchara pero su mano se inflamaba cada vez  más. Lucius miró la mano y el rostro pálido cubierto de sudor del chico le indicó que estaba haciendo un gran esfuerzo para no quejarse, era extraño pero no le resultaba placentero verlo así aguantando el dolor, el mejor que nadie sabía lo orgulloso que era Harry, demasiado para mostrar que le dolía. Casi sin pensarlo se acercó a mirar, sin que Harry se diera cuenta murmuró un hechizo y la muñeca del chico volvía a estar en perfecto estado, antes que la sorprendida mirada esmeralda se levantara el ya había volteado y salía de la habitación en completo silencio.

&&&&

Harry tenía noción del tiempo sólo porque Lucius se lo permitía, en aquella habitación sin ventanas, sin luz natural no sabía cuando terminaba un día y comenzaba otro, las horas sólo las calculaba guiándose por las tres comidas que le daban todos los días, se suponía que ya era de noche, recién había terminado de medio comer, otra vez el pensar que le restaba un día más a los pocos que le quedaban por vivir, al siguiente día cuando recibiera su primera comida sólo le quedarían nueve días de vida.

Los planes que tenía Voldemort para la batalla final de momento sólo los conocía el, ni siquiera sus Mortífagos de más confianza como era el caso de Lucius o Severus sabían a ciencia cierta de sus planes y no tenía pensado dárselos a conocer aún, parte de su estrategia era guardarse varios detalles sobre el asunto.  La reunión de aquella noche había concluído y había ordenado retirarse a todos excepto a Severus, esto le pareció muy extraño a Lucius, pero no se permitió manifestar nada al respecto y salió del salón.

Harry había pasado la mayor parte de ese día echado en la cama, la última cena del día aún permanecía sobre la mesa sin que el la tocara, desde esa mañana después de que Lucius compusiera su mano sin ningún aviso, una idea había comenzado a rondarle la mente y no lo había abandonado ni un instante, sabía que era una completa locura pero por otra parte se decía que en las presentes circunstancias era casi lógico que su cerebro de adolescente pensara aquellas cosas, miró la mesa donde estaba la cena, cuando apareciera ahí la próxima comida  ya sería mañana y le quedarían sólo ocho días de vida antes de su cumpleaños número diecisiete.

Una mezcla de miedo y verguenza lo invadía cada vez que su mente se  sumergía en esa inquietud que le acometía, pero no podía evitarla, si por algún motivo conseguía reunir el valor necesario para expresar a su guardián la idea tan descabellada que había nacido en su cerebro, aunque el era un Gryffindor y no dejaría de serlo nunca ni aún en las peores circunstancias de su vida, corría el serio riesgo de que Lucius le mandara un Cruciatus, estaba decidido a pedírselo aunque casi presentía la respuesta que le daría el rubio, no dejaría de intentarlo, en semejante trance dignidad ya le quedaba muy poca o casi nada.


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