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Camino a la perdición por zandaleesol

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Notas del capitulo: Hola queridos lectores, este capitulo es el último que subiré en un par semanas, estaré de regreso por ahí por mediados de febrero, me voy de vacaciones, hasta entonces suerte para todos y besos, bye bye.

Lucius sabía que debía ser muy cuidadoso con cada una de sus acciones, Fudge ya lo había espiado una vez perfectamente podía volver a hacerlo, no se daría el lujo de cometer errores nuevamente, había conversado del asunto con Kingsley, en los últimos días su relación con el Auror se encaminaba más por el lado de la amistad que la de guardián y custodiado, estaba pensando seriamente en hablarle sobre la extraña actitud de Cornelius Fudge, aún no podía comprender porque estaba tan interesado en que no se acercara a Harry, tanto que inclusive le había ofrecido ayuda para Draco.   

Kingsley sin estar enterado de la visita y oferta que le había hecho el Ministro a Lucius, le había recomendado que actuara con cautela, cualquier comunicación que deseara tener con Harry, lo hiciera sólo a través de él, todos sabían que a pesar de que el Auror era un empleado del Ministerio era muy apegado a Dumbledore no sería extraño que se le viera continuamente cerca de la escuela.   

Habían pasado varios días desde que había estado con Harry en la taberna “El Cabeza de Puerco”, lo extrañaba muchísimo ahora que sabía que ese chico de diecisiete años  llevaba en su cuerpo a su hijo, sentía que lo necesitaba más que nunca, lamentaba de corazón no ser libre para poder estar con Harry, deseaba cuidarlo y protegerlo, pero sobretodo darle todo el amor que sabía que Harry y el bebé necesitaban, pero también deseaba el amor de Harry, necesitaba esas miradas apasionadas y dulces que le regalaba el chico, necesitaba los besos y caricias, cada minuto sin aquello se volvía  un horrible martirio para su corazón, ávido del amor que había despertado en él y que inundaba cada espacio de su alma.   

El tener que estar en aquel lugar la mayor parte del tiempo, comenzaba a parecerle un suplicio peor que el estar encerrado en Azkabán, aislado del mundo y solo, tendía a caer en el pesimismo, pero aquellos eran breves lapsos, en cuanto comenzaba a internarse en aquel estado se daba ánimos pensando en Harry y en el momento en que volvería a verlo. Había transcurrido una semana desde la última vez que había sido visitado por Cornelius Fudge y cuando ya creía que no tendría el inmenso “placer” de volver a ser visitado por el hombre, pues resultó que se presentó una noche bastante tarde cuando él ya se preparaba para dormir, se mostró frío delante del hombre que ahora le desagrada mucho más que cuando lo utilizaba a su antojo comprándolo con grandes cantidades de oro.  

-          Señor Ministro… es una sorpresa verle por aquí a esta hora –dijo Lucius con frialdad 

-          Estoy aquí para cumplir con la promesa que hice –respondió secamente Fudge 

-          Bien usted dirá. 

-          Supongo que no ha vuelto a ver a ese chico Potter. Lucius sintió una punzada en el estómago pero recurrió a su formación Mortífaga para enmascarar su verdadero sentir. 

-          No tengo ningún motivo para relacionarme con Potter… realmente no comprendo su preocupación señor Ministro –dijo  Lucius alzando una ceja en forma despectiva  

-          No me preocupa… sólo quiero que cumpla con mantenerse alejado de él. 

-          La verdad no puedo comprender su interés… no tengo nada que ver con ese chico… si por casualidad al desear salvar a mi hijo… de paso salve “al elegido”… le aseguro que no estaba en mis planes –dijo Lucius con tono perfectamente despectivo  

-          Sin embargo es evidente el interés que despertó en el muchacho… ayudó bastante para que su sentencia fuera cambiada. 

-          Eso sólo se debió a lo que le dije antes… no tengo la culpa de que el chico tenga complejo de héroe –dijo Lucius esta vez con marcado tono de burla  

-          Vamos Malfoy… para que engañarnos… el muchacho lo salvó de la maldición del Innombrable… eso fue por algo… estoy seguro que durante aquellos días de cautiverio que fueron muchos el chico acabó enamorado de usted. 

-          Vaya señor Ministro debo reconocer que tiene una gran imaginación… usted cree que durante esos meses traté a ese chico con delicadeza… le aseguro que no fue así… todo lo contrario… por culpa de él fui a parar a Azkabán la primera vez  y por supuesto que me aseguré de que pagara por ello.   

Fudge sintió cierta satisfacción al oír a Lucius, sin duda seguía siendo el mismo hombre frío, calculador, oportunista y sin corazón, sin desearlo había salvado a Potter y ahora contaba con el agradecimiento del chico y quizá algo más, aunque lo cierto era que no tenía pruebas concluyentes al respecto de que ese muchacho que había derrotado al Innombrable fuera tan idiota y se enamorara de Lucius Malfoy, pero con ese mocoso nunca se sabía era una caja de sorpresas y casi siempre desagradables, por si las dudas tomaría medidas para tenerlo más vigilado.  

-          Potter hizo bastante por usted, pero yo puedo hacer mucho más… ya le envié una carta a su hijo informándole que podría visitarlo las veces que deseara.  

-          Se lo agradezco señor Ministro… pero para ser honesto me resulta extraño que haga esto por mí… después de todo hizo lo indecible para que me condenaran a Azkabán.  

-          Sólo cumplía con mi deber… tal vez hago esto recordando mejores tiempos… tiempos en que fuimos amigos… espere la visita de su hijo… seguramente llegará por aquí en cualquier momento –dijo Fudge y girando sin saludar salió del lugar  

&&&&& 

Draco se encontraba recostado en la cama de lo que por poco tiempo sería su habitación, leía dos notificaciones llegadas del Ministerio en una de ellas le decían que en el plazo de cinco días debía hacer abandono de la Mansión ya que esta sería vendida para solventar los gastos que habían provocados por los heridos que quedaron tras la batalla final con el Innombrable, arrojo lejos la nota maldiciendo a todos los funcionarios del Ministerio, luego procedió a abrir la otra carta que también venía del mismo lugar, era una breve nota escrita de puño y letra por el mismísimo Cornelius Fudge, se incorporó de golpe para leer el contenido, en ella le decía que estaba autorizado para visitar a su padre inclusive para vivir con él si así lo deseaba, pero también le advertía que no le podía poner en contacto con ningún miembro de la comunidad mágica.   

A Draco aquello le resultó muy extraño, por qué o para qué iba a desear él hacer cosa semejante cuando todos rechazaban a su padre por haber sido expulsado, nadie en el mundo mágico estaba interesado en relacionarse con Lucius Malfoy, su apellido estaba manchado, hundido en el lodo, él mismo era rechazado por todos, aquellos días habían sido muy solitarios para él, nunca en su vida se había sentido tan solo como ahora, desde el mismo día en que había terminado la batalla y el Señor Tenebroso había sido derrotado sus amigos aquellos por los cuales la verdad nunca sintió real afecto, quizá algo de aprecio, tal vez ni siquiera eso, se alejaron todos cuando vieron que su padre era llevado a Azkabán junto con todos los Mortífagos que sobrevivieron, los demás que también estaban en su posición pues se habían marchado muy lejos como era el caso de sus compañeros Grabbe y Goyle.  

No dejaba de maldecir su suerte se preguntaba que hubiese sucedido si el Señor Tenebroso hubiese ganado la batalla y el que acabara muerto hubiese sido Potter, como habría sido vivir bajo el gobierno del Señor Tenebroso, se preguntaba si su situación sería peor que la que vivía, con toda seguridad hubiese recibido la marca tenebrosa, pero lo cierto era que nunca había deseado unirse a los Mortífagos, no le atraía la idea de ser esclavo igual que su padre, por otro lado su madre antes de morir le había hecho jurar tanto a él como a su padre que jamás se convertiría en Mortífago, aquel juramente había sido sagrado para él, pero a pesar de todas estas ideas algo le hacía preguntarse si su situación no sería mejor al estar del lado de los vencedores.  

Un elfo doméstico se presentó en su habitación para avisarle que tenía una visita, eso era extraño en esos últimos días él no existía para el mundo, preguntó al elfo de quien se trataba, y la respuesta fue que era su profesor de Hogwarts, Severus Snape. Se puso al instante, hacía muchos días que no veía a su profesor, desde que había dicho que no regresaría a Hogwarts, no se imaginaba que hacía en su casa, sería que venía a intentar convencerlo otra vez de regresar a la escuela. Se acomodó la ropa y el peinado, cualquiera que fueran las circunstancias jamás olvidaba las normas mínimas de buena educación que le habían inculcado desde pequeño, jamás se debía recibir a una visita con aspecto descuidado y él como buen Malfoy que era jamás incumpliría una norma de esa naturaleza.   

Severus Snape aguardaba la llegada de Draco sentado mirando el vacío, estaba ahí por encargo del director de Hogwarts que deseaba ayudar al chico ya que su padre no podía acercarse a él, la idea era que regresara Hogwarts ya que ahí estaría seguro y protegido, con Lucius fuera de la comunidad mágica su hijo había quedado a la deriva, por lo menos en la escuela en la que había estado seis años era lo más cercano a un hogar que podía tener ahora, pero él conocía a Draco, sabía del tremendo orgullo con que le dominaba, aunque sus circunstancias fuesen las peores del mundo no aceptaría el ofrecimiento del director. Por su parte el deseaba con todo su corazón que el chico estuviera bien, le dolía demasiado verlo en aquellas circunstancias, todo por culpa de Lucius, aunque claro si este último no hubiese decidido traicionar al Señor Tenebroso, Draco viviera ahora una situación quizá más odiosa siendo sólo un juguete sexual. Por fortuna Potter había evitado todo eso acabando con la amenaza  para siempre.   

Draco al llegar al salón vio a su profesor sentado mirando la alfombras, en su rostro no se veía la frialdad habitual, sino algo parecido a la tristeza, aquello le resultó muy extraño en los años que conocía al profesor nunca éste había dejado entrever algún sentimiento. Se detuvo un instante sin atreverse a delatar su presencia, pero Severus Snape sin que el chico dijese palabra alguna ya percibía  su llegada, el corazón le había latido rápidamente, habían pasado muchos días desde la última vez que lo viera.  

Draco aún bajo los efectos de la melancolía que le azotaba en medio de la soledad de aquella casa que ya no era suya, sintió una tremenda emoción de ver a su profesor, aunque la relación no había sido nunca excesivamente estrecha, sabía que el hombre de ojos negros sentía cierto aprecio por él y que era sincero, aquello le lleno de cierta emoción que no pudo contener y sin decir nada cuando estuvo el hombre de pie frente a él se echó en sus brazos deseando encontrar algo de afecto. Este gesto inesperado y completamente espontáneo en un chico tan frío como lo era Draco al profesor lo descolocó por un instante, pero en cierto modo creyó comprender que era lo que le sucedía la chico, la soledad hacia estragos en él, no había nada más terrible que sentirse sólo y abandonado en el mundo, realmente podía comprenderlo.   

Draco un tanto avergonzado por dejarse llevar por aquel primer impulso, se apartó lentamente con cierta confusión plasmada en el rostro, nunca le había gustado mostrar gestos que dejasen ver debilidad o miedo, pero lo cierto era que necesitaba sentirse acogido por otro ser humano, nunca recibió mimos de nadie, ni siquiera de su madre a pesar de lo mucho que ella le amaba, pero ahora necesitaba sentirse físicamente cerca de alguien y ahí estaba su profesor de Pociones, era muy extraño pero sentía que podía confiar en él y mostrar su verdadero sentir. 

-          Profesor Snape… qué hace aquí… 

-          Bueno vine para saber cómo te encontrabas… hace varios días que no sé nada de ti… el hecho de que no regresaras a la escuela no significa que no volvamos a vernos.  

-          Estoy bien –dijo lacónicamente el chico  

-          Draco… nosotros tenemos confianza… no es necesario que uses esa pose conmigo. 

-          Nunca en la vida me había sentido tan solo como ahora –soltó el chico rubio de pronto 

-          Eres fuerte… saldrás adelante… esto no puede acabar contigo –dijo Severus mirando intensamente al chico 

-          Me siento totalmente perdido… no sé que hacer con mi vida ahora… no tengo nada… acaba de llegarme una notificación donde me dicen que debo dejar la mansión en unos días. 

-          Regresa a Hogwarts… estarás protegido y seguro hasta que concluyas tus estudios… luego tendrás tiempo de pensar que quieres hacer con tu vida. 

-          Regresar… para qué… ahí todos me desprecian… hasta los que se suponía que eran mis amigos me dieron la espalda… y no estoy dispuesto a que todos lo que me odiaban se den el gusto de verme acabado. 

-          No estás acabado… lo que le sucedió a tu padre no debe afectarte a ti… debes seguir con tu vida… tal como lo hace él. 

-          ¿Cuál vida?... mi padre fue expulsado… degradado… todos lo desprecian… está completamente solo… ni siquiera yo puedo estar con él. 

-          Draco tu padre está mucho mejor de lo que tu imaginas. 

-          Mejor… cómo que mejor… tiene que vivir entre muggles… como demonios va a estar mejor. 

-          Me refiero a que él saldrá adelante… no está tan solo como tu crees.  

-          No entiendo de qué habla… cómo que no está solo… a caso hay algo que yo no sepa  Severus se dio cuenta que había hablado demás, no era él quien debía decirle al chico el asunto que se traía su padre con Potter, debía ser el mismo Lucius quien le dijese la verdad a Draco.  

-          Me refiero a que Dumbledore le ofreció ayuda a tu padre…  

-          ¡Tan bondadoso!... seguro que le causa mucho placer ver a mi padre hundido en el fango… siempre lo odió… ¿por qué ahora desea ayudarlo? 

-          Bueno… ya conoces al director… lo que hizo tu padre… ayudó a que Potter…  

-          No me hable de ese maldito Potter…  lo odio… todo esto es su culpa 

-          Draco… me parece que estas siendo injusto con Potter… gracias a él tu padre se libró de Azkabán.  

-          Si claro… el héroe… tenía que hacer su buena obra del día… para que todos lo admiraran aún más… miren que bueno es Potter ayudó a Lucius Malfoy a pesar de que fue el mismo quien lo secuestró… cuanto lo odio. 

-          Tu padre le está agradecido. 

-          Mi padre agradecido de ese… no eso no… es imposible… mi padre lo odia tanto como lo hago yo. 

Severus Snape guardó silencio, el odio de Draco hacia Potter parecía haberse acentuado pese a que el muchacho había librado a su padre de la prisión, ese era el orgullo de Draco que hablaba por su boca, al chico le humillaba el que Potter hubiese ayudado a su padre, si en algún momento llegaba a saber la verdad de lo que sucedía entre Potter y su padre seguro que enloquecería de furia, Lucius tenía un grave problema por delante, uno más de los tantos con los que debía lidiar.  

&&&&&  

Después de un rato Draco logró controlar su rabia, pensó que con sus paranoias lo único que conseguiría sería espantar al único ser humano que se había dignado a visitarlo para saber si aún vivía, le pidió a su profesor que se quedará a cenar con él, en realidad estaba ávido de compañía, la sentencia de su padre también la vivía él, aislado del mundo mágico, no por una sentencia del Ministerio pero si por el abandono de todos quienes algunas vez habían sido sus amigos.  

Severus aceptó la invitación de Draco, le parecía injusto que el chico debiera vivir en esa soledad, cuando Lucius pese a todo podía disfrutar de la compañía de Potter gracias a la ayuda de Dumbledore. Hacia el final de la cena ya Draco se había relajado completamente, la conversación se había vuelto más amena, sin duda el vino había ayudado en mucho, inclusive él mismo se sentía bastante cómodo y también algo vulnerable ante las encantadoras sonrisas que Draco le dirigía ahora que ya no pensaba en su frustración ni en Potter. Debido a lo mismo el profesor comenzó a sentirse algo nervioso, no podía olvidar lo que sentía por Draco, a pesar de su juventud el chico era un seductor y él como su profesor conocía demasiado bien todas las andanzas del muchacho en la escuela, muchas veces había sentido celos horribles al saberlo enredado con algún chico, pero claro a parte de sentir celos no podía hacer nada más. Se levantó de la mesa dispuesto a dar por terminada la velada, era mejor salir de ahí cuanto antes, sin embargo Draco le retuvo una mano cuando intentó levantarse. 

-          ¿Ya quiere irse? 

-          Eh sí… bueno no… pero debo hacerlo… 

-          Entonces quiere quedarse… conmigo. 

-          Draco me encantaría seguir acompañándote… pero debo volver a la escuela. 

-          No quiero que se vaya –dijo el chico con un tono demasiado sensual para el gusto de Severus 

-          Lo siento… yo…  No pudo terminar la frase porque el chico rubio sin aviso se lanzó sobre sus labios y lo besó ansiosamente 

-          Draco… espera que haces… soy tu… profesor 

-          Ya no… ya no soy alumno de Hogwarts recuerdas –dijo el chico 

-          No… esto no está bien… 

-          Vamos… te necesito… hace tanto que no me siento amado. 

Aquella frase fue la que hizo perder la cabeza a Severus, sabía que no estaba bien Draco hacía aquello debido a su soledad y desesperación, en otras circunstancias jamás hubiese sucedido algo así, pero él lo amaba, y seguramente aquella sería la única vez en su vida que podría estar con ese chico tan maravilloso. Se dejó llevar, luego podría culpar al vino por aquello, respondió al beso con fiereza, mientras Draco comenzaba a quitarle al túnica, sin duda tenía mucha experiencia, él por su parte también hizo lo suyo con la ropa del chico, no le importaba que estuviesen sobre la alfombra del comedor, aquello era lo más maravilloso que le podía haber sucedido en la vida, se sintió completamente subyugado ante la belleza que ahora podía admirar en todo su esplendor.  

Con total desinhibición Draco le mostraba la blancura de su cuerpo, el chico se sentó a horcajadas encima de él, estaba dispuesto a aceptar lo que fuera, al parecer ese chico de apenas diecisiete años iba a poseerlo y él se dejaría porque nunca en su vida había soñado con que algo así pudiera ocurrirle, no importaba si Draco lo usaba sólo para satisfacer su apremiante deseo,  sin embargo fue sorprendido cuando sintió que el chico se empalaba el mismo, cerró los ojos cuando Draco comenzó a mecerse en forma circular, luego  a subir y bajar una y otra vez, lo enloquecía con su gemidos casi obscenos, tan cargados de placer y lujuria, sin duda que era un experto en esas lides, perdió la noción del tiempo, no supo cuanto tiempo duró aquel vaivén de caderas, subiendo y bajando sin parar, hasta que se sintió que el chico se derramaba encima de él y él lo hacía después dentro de ese chico maravilloso.  


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