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Prisión de la conciencia por Ilye

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Notas del capitulo: uise escribir esto basándome más en el manga que en el anime porque adoro a Kaworu siendo un bastardo sádico y a Shinji tratando de apartarlo para no dañarlo. Me parece adorable (L) y además que hay algo que destaco mucho de esta escena y es que siempre me pareció muy latente que Shinji mató a Kaworu para demostrarle que lo quería. Extraña forma de demostrar afecto, pero necesaria para todo el ZOMG MINDFUCKIN!!!!1 de Evangelion ;D

Prisión de la conciencia

 

‘No debería serte tan difícil esto’.

‘Tú me odias ¿no?’.


La voz hace eco dentro de su cabeza y hunde con fuerza la cara en la almohada. No quiere ver la misma escena repetirse una y otra y otra vez en su cabeza, como una película dañada que comienza a proyectarse cada vez que baja la guardia. Las imágenes se sienten casi reales, tanto que suele mirarse por horas las manos, sólo para asegurarse de que no están ensangrentadas. El olor está allí y por mucho que Misato frunza al ceño cada vez que él tiende a remarcarlo, no cambia el hecho de que el olor a sangre se ha impregnado en su persona. Eventualmente la peste sobrepasa los niveles de disgusto del LCL y tiene que correr al lavabo.

La culpa amenaza consumirlo vivo, por dentro, y se siente como un fuego ardiente subiéndole desde el estómago hasta la garganta y convirtiéndose en agua tibia que acaba por derramarse en sus ojos y resbalar por sus mejillas. Le oprime el pecho y a veces el dolor es tan grande que la enfermedad trasciende del plano mental al físico, dejándolo inútil y débil, mirando el techo blanco y extraño del hospital por varios días.

No, no te odio.

‘Entonces si tienes los más mínimos sentimientos por mí, mátame con tus manos. Como el gato de antes’.

No es justo.

‘Es mi último deseo y si me quieres aunque sea un poco, lo cumplirás’.

No puedo.

‘La acción que decidas tomar será la verdadera prueba de tus verdaderos sentimientos por mí’.


Cuando todo termina los pulmones le queman de tanto gritar y tiene el rostro enjugado en sudor y lágrimas. Siente olor a sangre de nuevo y no se atreve a mirarse las manos, por miedo a que simplemente este allí. Agradece silencioso que Misato se quede tras la puerta, esperando abrirla pero su mano nunca alcanzando el pomo, nunca sabiendo como reaccionar o que decir ante sus terrores nocturnos. Después de todo, el trato no incluía el papel de madre.

Siente pánico y las lágrimas tienen un sabor salado en su boca. Le recuerdan al mar y al después de.

“No lo maté para salvarnos, Misato.” Le dice, con el ánimo de quien va a un confesionario a confesar un pecado tremendo, a orillas de la playa. Con cuanta fuerza desea que Misato se ahorre el discurso- Sólo vive quien tiene las ganas de hacerlo- del sobreviviente.

“Lo maté, yo… yo, con estas manos.”

‘…si tienes los más mínimos sentimientos por mí…’

“Para demostrarle que…”

‘Tú me odias’.

Se corta y lo piensa dos veces antes de decirlo, examinando como suenan las palabras dentro de su cabeza. “Creo que lo amaba” murmura, más para su ausencia que para sí mismo o Misato. Ella lo mira, estática, con una lata de Yebisu en mano y cara de agotamiento y fallo. Parece de piedra y sus brazos reprimen el deseo de confortar, colgando lánguidos a sus costados y dejando la bebida abandonada sobre la mesa.

“Eso es absurdo” responde ella, arrastrando las palabras y con expresión cansada.

Shinji ríe y es un sonido agrio y ajeno, vacío de toda emoción con la excepción del dolor y amargura de alguien que ha trastabillado una y mil veces hasta caer al suelo. Es risa y llanto a la vez, porque hace mucho tiempo que ya no puede reír con el alma y sus ojos ya están secos y rojos. “Sí, es completamente absurdo ¿no?”

‘Mátame con tus manos, así puedes sentirlo y no olvidarme nunca. Justo como todos aquellos a quienes has amado y perdido’.

Yo…

El puño del Evangelion se cierra, dándole descanso eterno al último mensajero y el piloto no puede evitar pensar que es como aplastar a una mariposa.

‘Así no me olvidarás aunque trates ¿no?’

Sin duda.

… Cruje como la cáscara de una nuez entre sus dedos y sus manos, oh dios; se tiñen de rojo y el color parece expandirse por todas partes.


No puede evitar pensar que probablemente se lo merece.


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