Mañana en el pequeño pueblecito montañés de Nibelheim, en una modesta casa cerca de la plaza, un joven de dorados cabellos daba vueltas por su habitación con nerviosismo, en esto estaba cuando la voz de su madre lo llamó:
-¡Cloud cariño ha llegado una carta para ti!
El corazón del muchacho dio un vuelco, bajó apresuradamente al salón, donde su madre le entregó la carta. Se quedó estático con el sobre en la mano, hasta que una potente colleja le hizo reaccionar y abrirlo con desespero, los de correos se habían ensañado con el pegamento, pronto se puso a leer el contenido de la carta.
-¿Y bien? – dijo su madre- ¿Qué…?
-Me han aceptado…-dijo casi al punto del llanto- ¡UUUAAAaaah! ¡Qué me han aceptado en la academia SOLDADO de Midgar!
- ¡¡Dios, qué bien, por fin te quito de en medio!!
-¡¿Cómo?!
-Esto… que me alegro por ti hijo, que has conseguido tu sueño, verás mundo y esas cosas que se hacen cuando estás lejos, muy lejos, de tu casa…jejejeje…
-Gracias mamá, al fin podré conocer a mi ídolo.
Dicho esto Cloud subió a su cuarto con una sonrisa en los labios y la carta apretada contra su pecho, cual adolescente americana. Una vez dentro de su habitación se arrojó a su cama, con una enorme y estúpida sonrisa esculpida en su careto, se quedó mirando al techo, en el cual se podía ver a un hombre de cabello plateado embutido en un traje de cuero señalando al frente bajo el eslogan “SOLDADO needs you”. Pero no sólo había un póster en el techo de ese individuo, no, toda la habitación estaba plagada de recortes, fotografías y merchandising del tipo. Ese hombre era Sephiroth el soldado más soldado de todos los soldados de SOLDADO y héroe, ídolo y fantasía erótica de la mente adolescente de Cloud. De ahí que el tontaco de él estuviera tan ilusionado con la noticia, él quería llegar a ser igual que Sephiroth, sabía que los entrenamientos serían difíciles, pero su madre le recordó que él tenía una gran virtud, que le ayudaría a llegar lejos en la academia y era que él sólo aprendía a base de hostia limpia y que no debía preocuparse porque en soldado recibiría muchas, con ese pensamiento tan consolador se dispuso a preparar su maleta, pues en la carta se le avisaba que el tren saldría dentro de dos días y quería asegurarse de que tenía todo lo que necesitaba.
La mañana de la despedida Cloud prometió reiteradamente que le mandaría cartas semanalmente a su madre, la cual le pidió que no le escribiera en un año por lo menos, alegando el gran derroche de dinero en papel que eso significaba. Después de varios intentos fallidos de Cloud por dar un beso de despedida a su madre, se subió al tren y comenzó su travesía para llegar a Midgar, la ciudad donde confluían todos sus pensamientos.
Varios trenes, buses, barco y más buses después, al fin se veía en el horizonte el enorme Edificio Shin-Ra que coronaba la ciudad, rodeada por una nube de sustancias poco recomendables para la salud. A su lado un menda dormía y las babillas que le resbalaban de la boca manchaban el impoluto jersey de punto de Cloud, aunque él era demasiado tímido para despertarlo.
- Pobrecillo –pensó- seguro que no ha dormido bien.
Las ojeras, los pómulos hundidos y, sobre todo, las jeringas que llevaba en el bolsillo de la chaqueta aseguraban que su estado no lo provocaba el sueño, pero el jovencito rubio era demasiado… ¿inocente? para percatarse de ello.
El bus paró de pronto y un tiparraco alto (y feo también) como un troll empezó a ladrar algo como “¡A la puta calle, nenitas!” lo que hizo preguntarse a Cloud si también habría chicas en el autobús.
- ¡A ver vosotros dos! –rugió señalándole a él y su compañero de viaje- ¡El yonki y la niña! ¿Es que tengo que sacaros a base de patadas? ¡Moved el puto culo!
El joven se ofendió profundamente por haberle llamado yonki y no haber tenido en cuenta a su compañero pero no dijo nada, sólo faltaría que el troll cumpliese su promesa de sacarlo a patadas.
Se unió a la fila que se había formado en el patio de entrenamiento de la Academia mientras otro ogro, más alto y feo que el anterior, pasaba lista.
- ¡Cloud Strife! – ladró
- A…Aquí.
- ¿Cloud…? – el ogro puso una mueca extraña, a medio camino entre la burla y la sorpresa- ¡PERO QUÉ MIERDA DE NOMBRE ES ESE! ¿TE CREES UNA NUBE, CADETE?
- No, señor –respondió el jovencito, apresurado.
- Jo… nube tío… - balbuceó su compañero soñoliento.
- ¡TIENE ALGO QUE DECIR, JAMES ASTULFO MAXIMILIAN VAN STRUPPER!
- … quiero una nube… tío… son blanditas… y suaves… me las fuma…
- ¡A CALLAR! ¡Informaré a su padre, el Barón Van Strupper de su comportamiento!
El ogro siguió escupiendo nombres pero al menos ya no se metía con Cloud, lo cual le alivió bastante, en cierto debía estarle agradecido a su compañero por su intervención ¿lo habría hecho a posta para sacarle del apuro? De pronto esbozó una sonrisa, siempre le habían dicho que la gente de la capital era asquerosa pero James Ast… Astula… lo que fuese, parecía simpático.