JUUNIGATSU NO HANA
Prólogo.-
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Se movió un poco más entre las sabanas, acurrucándose entre las mismas mientras el suave tacto de la seda acariciaba su piel aun un poco húmeda. A su lado, el calor de otro cuerpo igualmente desnudo le hacia sentirse reconfortado, tanto, que deseaba quedarse ahí para siempre; junto a él…
Pasó un brazo sobre la persona que permanecía a su lado, envolviendo así su cintura y sintiendo la espalda de este contra su pecho. Sonrió. Una sonrisa amplia, pero a su vez totalmente imperceptible para aquel que dormía placidamente junto a su cuerpo.
Kyouya se incorporó un poco ayudándose con un brazo como apoyo, mientras el otro seguía enredado en la cintura del muchacho que yacía a su lado. Acarició delicadamente la fina piel, consiguiendo así que esta se erizara levemente ante el contacto de sus dedos.
Lo miró. Aquella expresión tan perfecta y a la vez aniñada en el rostro de Tamaki le provocaba una sensación que era incapaz de describir. Quizás podía definirse como “ternura”; pero era tan solo una palabra que podía abarcar perfectamente uno de los muchos sentimientos que el joven de cabello rubio despertaba en él. Pero no era solo eso… era una extraña mezcla de sensaciones, de palabras que iban mucho mas allá de su significado. Aun no lo entendía del todo, pero el simple hecho de pasar cada segundo con él, hacia que una tonta sonrisa se dibujara en sus labios.
Aquello aun le provocaba una sensación de temor. Sabía perfectamente que podía perderse en la mirada de esos ojos azules tantas veces como fueran necesarias, y que sin darse cuenta, se veía una y otra vez sumido ante la sonrisa de Tamaki. Pero aquello en el fondo le gustaba. Seguramente era bueno sentir todo eso; aquella especie de desconcierto que desafiaba a la cordura… al menos eso quería creer…
Tamaki era lo más importante que le había ocurrido en sus cortos dieciocho años de vida. Aquel muchacho había conseguido descubrir aspectos de él que ni siquiera el mismo Ootori Kyouya conocía. Tamaki era un idiota si, pero también era la persona mas especial que había conocido, y aquello superaba con creces todo lo demás restándole importancia a las cosas mas complicadas de la vida. Simplemente, así era Tamaki.
Sus ojos oscuros miraron a través del ventanal de aquella habitación. El oscuro cielo de la noche estaba opacado por las numerosas nubes; seguramente nevaría de nuevo cuando comenzara a amanecer… la de aquella tarde, había sido la primera nevada del invierno, en el mes de Diciembre.
Volvió su mirada nuevamente sobre el muchacho que seguía dormido. Su mano subió suavemente por el cuerpo tibio del rubio, recorriendo su costado en un sutil roce con las yemas de sus dedos.
De nuevo sintió como esa tonta sonrisita se hacia dueña de sus labios, y un cosquilleo revolvió su estomago al recordar como hacia apenas unas horas, su cuerpo se perdió en Tamaki por primera vez.
Su mano subió acariciando el cuello del muchacho hasta llegar al rostro de este. Dedicó una suave caricia sobre la sonrosada mejilla para finalmente, apartar un pétalo blanco enredado en el rubio cabello, el cual acarició entre sus dedos provocando que Tamaki se moviera levemente, acabó este por acurrucarse un poco más contra su pecho emitiendo un gracioso gruñido.
Kyouya lo miró con dulzura. Habían ocurrido muchas cosas hasta llegado ese día; cosas buenas y otras no tanto… pero ya no había que pensar más en el pasado, solo quería pensar en su presente; en Tamaki.
Besó la mejilla del rubio con cuidado de no despertarlo, y dejando escapar un suspiro, el moreno acabó recostándose junto al muchacho de ojos azules. Lo abrazó con suavidad, enterrando su rostro entre el dorado cabello. Ahora se sentía tranquilo con aquel cuerpo entre sus brazos… tanto, que cerró los ojos. Mejor seria intentar dormir…