¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸OJOS CARMESÍ ¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,
Caminaba lentamente por entre el bosque con calma, mis pies me llevaban sin yo saber hacia donde, simplemente estaba pensando que era lo mejor que podría pasarme en este momento, mis ojos estaban perdidos en la nada mientras mi cuerpo se movía automáticamente hasta que se detuvieron en medio de los grandes árboles y esas palabras retumbaban en mi cabeza.
-“Tu no eres un artista, simplemente disfrutas haciéndolo explotar todo” –por eso odiaba a Kisame con su mal sentido del arte, detestaba a ese pez andante mientras se la pasaba recriminándole y criticándole sin saber absolutamente nada de él.
-“Al que podríamos llamar un verdadero artista dentro de toda la organización, es a Itachi-san, sus ojos crean arte... “ –su ceño se frunció y sus puños se apretaron en claro gesto de molestia y de impotencia, aunque no quería reconocerlo, era verdad, Itachi podría ser un artista sangriento, quizá hasta el mejor de toda la organización a la que pertenecían pero...
-Tks... –levantó la mirada confundido y totalmente molesto para darse cuenta que era de noche, estaba oscuro y la luna menguante estaba haciendo aparición en el cielo, y se perdió en sus recuerdos.
¸,ø¤º°°º¤ø,¸FLASH BACK¸,ø¤º°°º¤ø,¸
Estaban ahí, frente a él tres de las personas que quizá serían más tarde con las que más conviviría dentro de esta locura llamada “Akatsuki” hablándole de las cosas que harían y de sus planes, de las ordenes del líder y del que necesitaban de sus habilidades para poder llevar acabo con todo el objetivo de la organización, en la cual, sus intereses no se metían.
Se cansó de que ellos no comprendieran la verdadera existencia del arte y hasta se bufaron de él, algo que no toleraría, algo que jamás se atrevería a pasar por alto, un insulto a su arte.
Comenzaron una estúpida pelea en la cual casi se desmaya en el primer comienzo, unos ojos rojos estaban atrapando su mente y él no se dio cuenta, simplemente que le dieron unas ganas enormes de perderse en esos ojos que antes habían sido negros pero que ahora brillaban peligrosamente en un tono carmesí que hacía que el cuerpo se le electrizara por completo pero no se amedrentó y atacó.
Había pensado que esto sería sencillo ya que el golpe y la destrucción de aquella pared, estaba lo suficientemente afectado el azabache de ojos rojos y cuando le vio salir de esa nube de polvo, ya sabía que tenía que contraatacar y lo hizo enroscando una oruga de arcilla en torno a ese cuerpo y se volvió a perder sin querer en sus ojos, fue cuando se dio cuenta de que había caído en una ilusión.
Si no se hubiese percatado, el mismo se hubiese suicidado.
Cuando la explicación de aquella cara de pez llegó a sus oídos no pudo entenderlo del todo.
-Genjutsu... ¿cuándo él...?
-Bueno, desde el comienzo... Cuando miras dentro de los ojos de Itachi-san, caes en sus ilusiones... –
Molesto, claro que estaba molesto y fue cuando se miró de nuevo reflejado en esas orbes rojas y por un momento le parecieron preciosas, como si un verdadero artista las hubiera hecho especialmente para aquel rostro y a aquella mirada peligrosamente hermosa y se replicó a si mismo para después desviar sus ojos de los ajenos logrando deshacerse de su propia oruga.
-Tu Pierdes – la voz ronca del azabache le hizo sentir un escalofrío por todo su ser que le hizo levantar la mirada de nuevo y le recordaba que acababa de apostar prácticamente su libertad.
Si él perdía, tendría que unirse a Akatsuki, era una apuesta y su orgullo iba dentro de ella así que no hizo más que aceptar ir con ellos, cumpliría su palabra aunque con eso se odiase a si mismo toda la vida.
¸,ø¤º°°º¤ø,¸FIN FLASH BACK¸,ø¤º°°º¤ø,¸
Ahora estaba sentado en una de las ramas más altas de uno de los árboles más frondosos de la zona mientras miraba hacia la luna y se imaginó de nuevo esos ojos rojos que de alguna manera le atraparon desde el primer instante que los vio, literalmente hablando.
Sin saberlo, aquel poseedor de los ojos carmesíes había creado un Genjutsu eterno en la mente de Deidara ya que no podía sacárselo de la cabeza, especialmente ahora que le veía más seguido con esas pupilas de color sangre brillando con peligro y maldad, crueldad.
Itachi era cruel y Deidara lo sabía.
Omitió un suspiró y se preguntó desde cuando se le había hecho la necesidad de ver esos ojos para sentir una opresión en el pecho, era algo así como un habito, un anhelo que lo volvieran a ver especialmente a él y a nadie más y se regaño a si mismo por esos pensamientos que tenía pero no podía sacarse la imagen de esos ojos.
No podría y no quería.
Se recargó del tronco mientras observaba la luna como si le preguntase el por qué había pasado todo, por que tenía que ser especialmente ese ojirojo el que se tuviese que encargar de la misión de ir por él. Deshaciendo la idea de que iban Kisame y Sasori con él.
Respetaba a Sasori como maestro por tantas cosas que sabía y a veces le enseñaba, con Kisame llevaba una relación de compañerismo y molestia con un poco de insultos a la vez, eran ya parte de su rutina y nadie se amedrentaba por ello, era como ver a Hidan gritándole sandeces a Kakuzu que no hacía otra cosa más que ignorarlo olímpicamente.
Pero era la relación con Itachi la que más le desconcertaba, ya que no eran amigos, tampoco se podrían llamar compañeros por que no cruzaban palabra alguna aunque se quedase solos como hace un rato después de que Kisame le dijese aquellas palabras y le dejara solo con el azabache y sin decir más, simplemente salió de aquella cabaña para alejarse del portador del Sharingan.
Lo odiaba, detestaba a Uchiha Itachi como su peor enemigo y su más grande rival ya que con solo verle a los ojos le venció, y no tanto por aquella pelea antes de unirse a la Luna roja, si no que lo tenía atrapado entre sus ilusiones y no se daba por enterado. Por eso lo odiaba más.
Pero cada que le sentía cerca, su chakra o su esencia, si veía de lejos sus ojos aún en los rituales de extracción, sentía algo embargar su corazón, la rivalidad y el odio desaparecían cada que los ojos azules de él y los rojos de Itachi se cruzaban momentáneamente.
El aire a veces le faltaba y sentía que las piernas le temblaban.
Detestaba sentirse tan indefenso ante alguien, si bien podría enfrentarse a quien fuese sin temerle en lo más mínimo, a Itachi no podía verlo a los ojos o todas sus defensas se caían y le enfurecía eso, sabía que si Itachi le miraba más de tres segundos a los ojos, ya toda su vida le pertenecía y se odiaba a si mismo por esa sensación.
Pero era tan necesario ver sus ojos, era tan necesitado el sentir su chakra cerca que no podría negarlo nunca, necesitaba de Itachi, desde su arrogancia, su seriedad, su mutismo, su antisocialidad, sus ojos...
Necesitaba de Uchiha Itachi
Recargó su cabeza en el tronco del árbol y se pregunto si Itachi sentiría esa misma atracción hacia él o por lo menos se daría cuenta de lo que provoca con sus miradas “casuales”.
Sonrió, con esos ojos quizá lo sepa todo.
-Maldito Uchiha –susurró antes de suspirar sin darse cuenta de que alguien estaba debajo del árbol ya recargado en el tronco con los brazos cruzados y los ojos cerrados.
-Siempre han dicho que mi clan estaba maldito... –susurró en respuesta haciendo que Deidara entre asustado y no tanto, voltease hacia abajo y le mirase.
-Je, no lo habrán dicho por nada... –intentando captar el por que ahora el Uchiha estaba ahí, se percató de que el ambiente ahora estaba denso.
Cuando se incorporó y saltó para quedar frente del Uchiha, se extrañó de verlo con un semblante diferente y se acercó un paso, arrepintiéndose después del acto por que Itachi había abierto los ojos con ese tono carmesí que solo él podría tener en sus pupilas.
De pronto, para Deidara todo se iluminaba por una luz roja y se giró extrañado hacia el cuelo y notó que la luna ahora era llena y era de color sangre, después se giró a ver a Itachi que le miraba atentamente a los ojos, si bien adoraba verle furtivamente, le daba escalofrío el saber que ese Genjutsu podría matarlo, quizá el Uchiha se habría molestado.
-¿Vas a escapar... Deidara? –preguntó descruzándose de brazos el azabache y se acercó al rubio que ahora permanecía estático del miedo pero algo le hizo intentar huir pero ahora eran las manos del pelinegro que le sostenían de las muñecas y de alguna razón ya lo tenía acorralado contra la pared.
El ambiente de color rojizo daba una escena de lo más sangrienta aunque podría decirse que también era un ambiente intimo que era creado solo para ellos dos, pero Deidara estaba aterrado, ¿qué pretendía aquel idiota con todo esto?
Cuando sintió que el azabache acercaba su rostro mientras mantenía sus manos sostenidas por las muñecas sobre su cabeza, intentó gritar pero no salió sonido de su garganta, solo cerró los ojos asustado, cuando los volvió a abrir notó como el ambiente había vuelto a la normalidad.
El azabache estaba parado frente a él a unos dos pasos mientras que el mismo estaba apenas sosteniéndose en sus pies sobre la hierba sin ningún tipo de tronco detrás de él. De nuevo había caído en una ilusión del Uchiha.
-¿Tanto me temes? –preguntó en un susurró el azabache para acercarse otro paso, los pies de Deidara no se movieron, estaba todavía asimilando lo que había sentido.
Si bien estaba aterrado, sintió que era de alguna forma, sumiso contra aquel ser y anhelo de nuevo el contacto del Genjutsu aunque fuese una sola ilusión pero necesitaba volver a sentirlo cerca más no creyó que de verdad, fuera de una ilusión, su necesidad fuera satisfecha por el verdadero Itachi.
La mano del pelinegro estaba apenas sosteniéndole del mentón mientras sus labios estaban unidos a los suyos en un beso tranquilo, apenas si unidos, sin moverse, Deidara creía que las fuerzas de sus piernas desfallecía y se iba a caer inconsciente, había sido más de lo que esperaba.
Eran dulces, eran suaves y cálidos los labios del Uchiha, era un contacto sencillo pero daría su vida por que jamás terminase y fue cuando las fuerzas le fallaron y una mano se aferró a su cintura para atraerlo hacia si mismo y notar con fascinación como el contacto no se había roto y se dio cuenta por primera vez que el Uchiha mantenía sus ojos cerrados.
Apenas suspiró un poco contra esa boca y cerró los ojos dejándose llevar, si era una ilusión, que más daba, quería sentir de nuevo a Itachi cerca de él, más y más cerca... quería probarlo y ser probado por esos labios y así fue.
El beso comenzó a nacer lento, con suavidad y con movimientos lentos, mientras que la lengua juguetona del azabache pedía permiso o más bien exigía la entrada a esa boca que se resistió por un momento pero después le dio libre acceso para poder explorar demandante, posesivo esa boca deliciosa.
La escena era preciosa, estaban ahí, abrazados, Deidara con sus brazos rodeándole el cuello lentamente para encontrarse con el cabello largo de Itachi y desatándolo con ternura mientras que las manos de Itachi, se aferraban completamente a la cintura de este como si dependiera de este contacto.
Se necesitaban, quizá.
Deidara necesitaba del frío corazón de Itachi.
Itachi necesitaba de la pasión desbordante y explosiva de Deidara.
¿Había amor? ... Itachi no lo sabía a ciencia cierta, si bien lograba ver aquel deseo mal contenido de Deidara en sus ojos por sus propias orbes rojizas, no podría ver sentimientos más allá, aunque hubiese deseado que así fuera.
Deidara sabía que lo que sentía cuando Itachi ahora le tocaba con esa pasión y esa delicadeza, su cuerpo se estremecía y entre pequeños suspiros entremezclados, le rogó para que le mostrase esos ojos rojos, quería verse reflejados en ellos.
En unos ojos carmesíes.
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