Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Help me por Ryu_chan

[Reviews - 57]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡HOLAS! bueno, yo de nuevo por acá, demonios, que no he podido continuar los demás fanfics, me he quedado completamente estancada y pues en mi estancamiento y golpes contra la mesa... salió esto xD

Creo que es uno de mis fanfics más, como decirlo? complejos? Aquí trato dos temas que son un poco díficiles, al menos para mí. Nunca me había planteado hacer un fics como este, pero ya ven, la idea surgió asi como asi y pues, tuve que plasmarla

Al principio no tenía pensado subirlo sino dejarlo guardado en mi pc, pero las ganas de que otras personas lo leyeran me estaban matando!! xD jajajajaja, dado que es mi primera vez tratando cosas como estas, siempre me ha gustado trabajar en temas que se me den con facilidad

Bueno, ya dejo tanto bla bla bla xD seguro estaré aburriendol@s

Disfruten y diganme sus opiniones porfaaa, no sé si seguirlo, pero si así fuese a lo mejor el próximo capítulo tarde más de lo debido al igual que los demás. Ahhh estoy confusa, seguirlo no seguirlo?? jeje

Bye bye na no da!!!!!

 

Observó con detenimiento su muñeca, fascinándose por el contraste que hacía su piel pálida conjunto a la exuberante cantidad de líquido escarlata que bajaba lentamente por todo su brazo hasta caer en el pulcro suelo de mármol que adornaba su baño.

 

Bajó su otra mano que sostenía un filoso cuchillo lleno de aquella sublime sustancia que le hacía delirar hasta en sueños. Su mirada triste se plantó en la bañera rebosante de agua y, con movimientos torpes caminó hasta llegar al grifo para cerrarlo con fuerza.

 

Sacó la última prenda de ropa que le quedaba quedando desnudo y temblante.

 

Hacía tanto que quería hacer eso.

 

¿Cuánto tiempo lo estuvo esperando?

 

Mucho.

 

Y ahora, al fin podría sumergirse en un profundo sueño para no volver a despertar jamás.

 

 

 

Una voz al otro lado de la puerta le alertó.

 

Sus sentidos volvieron en sí y rápido pudo distinguir ese tono preocupado convertido en fúricos gritos junto a golpes y voces de otras personas.

 

Sintió una opresión en su pecho, pero no le dio la más mínima importancia y, siguiendo en lo que se había quedado terminó por sumergirse por completo en la tina.

 

Sus recuerdos lo asaltaron con voracidad. Recuerdos de una niñez anhelante, una adolescencia solitaria...

 

Inmediatamente la imagen de su pequeño hermano prodigio se instaló en su mente. Con aquella cautivadora sonrisa, esos grandes ojos llenos de amor y su enorme corazón, había complacido a sus padres tantas veces que se le hacía imposible recordarlas. Él nunca había podido lograr aquello, él era el patito feo de la historia, él era un ser indeseado por todos.

 

Lágrimas se escurrieron por sus ojos ante ese pensamiento.

 

La verdad dolía tanto...

 

Despejando su mente cerró los ojos preparado para lo que haría.

 

En un suspiro su cabeza ya estaba debajo del agua.

 

Pronto el oxígeno comenzó a faltarle.

 

Poco le importaba.

 

Su esfuerzo sobrehumano para mantenerse así estaba dando los resultados que el quería. Se debilitaba poco a poco y justo cuando se sentía desvanecer en la oscuridad como tantas veces había soñado dos pequeñas manos lo jalaron de los hombros con tanta fuerza que lo volvió en sí.

 

 

 

La cruel realidad lo atormentaba nuevamente dejándolo indefenso.

 

Varias personas a su alrededor lo cargaron hasta posar su cuerpo inerte en una camilla que llevaron con rapidez cruzando su habitación en penumbras y luego el pasillo lleno de luz.

 

No había dejado de escuchar voces monótonas en todo el momento de su desplazo. Palabras intendibles hacían eco en su cabeza, pudo distinguir la figura de su madre y su padre a su lado cuando lo sacaban de casa.

 

A través de sus ojos entrecerrados pudo contemplar la frialdad de su padre al mirarlo y el asco en la expresión de la que le dio la vida.

 

Cerró los ojos, ya no quería ver más, estaba tan cansado...

 

Como hubiese preferido la muerte a una vida como la que llevaba, una vida que podría definirse como el propio infierno.

 

Un infierno que él estaba obligado a llevar consigo por la eternidad.

 

 

 

 

 

Un olor a medicina le hizo despertar.

 

Sus ojos se acostumbraron de inmediato a la estancia en la que el color predominante era el blanco, y un asqueroso aroma a esperanza se respiraba.

 

Las sábanas blancas lo cubrían hasta el pecho y por uno de sus dedos tenía clavada una aguja que sostenía un estrecho tubo, que comenzaba en una bolsa con líquido rojo. Sangre.

 

Su otro brazo tenía una venda, justo en la muñeca que le tapaba la herida. No se sorprendió, ya estaba acostumbrado a ver vendas rodear casi todo su brazo.

 

Ya estaba acostumbrado a estar en un hospital.

 

 

 

El sonido de la puerta al abrirse le alertó y con su mirada cargada de su habitual desasosiego observó la alta y peculiar figura adentrarse a su habitación para en menos de cinco pasos plantarse a su lado.

 

-Julián, despertaste- sonrió con suavidad acariciando sus cabellos con ternura-. La doctora había predicho tardarías más de un día en hacerlo, pero me alegra que ya estés en tus sentidos, hermano.

 

No respondió. Solo movió su cabeza al lado contrario del de su hermano pequeño.

 

-Pero dime, ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?- preguntó dolido por su rechazo.

 

-Eso nunca te ha importado.

 

Sorprendido, el menor alzó la voz llena de desesperación:

 

-¡Claro que sí! Tú eres una de las personas más importantes para mí, Julián- exclamó volteando su rostro con delicadeza hasta que sus ojos se encontraron-. Eres mi hermano mayor, la persona a la que más admiro- susurró con lágrimas aflorando en sus orbes esmeraldas.

 

Lo miró por largo rato sin cambiar su expresión distante. Apretó los labios ante sus palabras omitiendo la pequeña luz de alegría que le había dado el saberse importante para alguien, para dar paso a toda su furia:

 

-¡VETE DE AQUI! DICES QUE YO TE IMPORTO, PERO ES MENTIRA. PURA BLASFEMIA- su rostro antes pálido se volvió rojo de la cólera y sus facciones dieron por momentos miedo a su hermano- TÚ LO ÚNICO QUE BUSCAS ES CONGRACIARTE CON MÁS GENTE. ¿ES QUE NO TE BASTA CON TENER EL AMOR DE TODOS MI CONOCIDOS? ¡NO! TAMBIÉN QUIERES EL MÍO, PERO NO TE CREAS, ¡NO TE LO DARÉ! ¡MI AMOR ES SOLO Y UNICAMENTE PARA MÍ Y NADIE MÁS! ¡VETE! ¡VETE DE AQUI!- se agitó esporádicamente sintiendo que uno de sus tantos ataques lo consumía con rapidez.

 

El menor estaba congelado en su sitio no sabiendo que hacer o que decir. Escuchó con terror como los gritos desgarradores comenzaban a inundar el recinto y como los movimientos frenéticos en las piernas y brazos llevaban a Julián a un estado de locura.

 

Pronto varias enfermeras junto a dos doctores entraron con rapidez administrando al enfermo el calmante de siempre mientras las mujeres mantenían sus articulaciones con fuerza.

 

Una de ellas miró al visitante haciendo un gesto con la cabeza para que se fuera. El joven obedeció saliendo del recinto con el corazón en la boca.

 

Se sentó en una de las sillas que en hileras adornaban el pasillo. No pudo evitar escuchar los aullidos de su hermano, era desesperante estar en aquella situación sin poder hacer nada más que esperar.

 

-Andrea, cuanto tiempo, amigo.

 

Alzó la vista encontrándose con un hombre de unos veinte años, de cabellos ligeramente ondulados y de color cobrizo, y unos increíbles ojos turquesa que resplandecían por si solos. Vestía una bata blanca como la que llevaban los doctores que se paseaban por las instalaciones, y unos mocasines negros con brillo propio. Eso fue lo que más atrajo su atención, amaba coleccionar zapatos:

 

-¿Disculpa?

 

El hombre parado frente a él soltó una carcajada a lo que frunció el entrecejo. ¿Ese tipo se estaba burlando de él en sus narices? Cuando paró de reír, solo se rascó la cabeza antes de pronunciar con voz alegre:

 

-Ministry of Sound.

 

Andrea abrió sus ojos a más no poder levantándose de un salto. Lo miró de arriba abajo sonriendo con nerviosismo.

 

-Tú eres el Dj que conocí hace un mes, en ese club- recordó acariciándose el brazo-. Si, ya recuerdo, me invitaste unas copas después de tocar tú pista y hablamos hasta las seis de la mañana- se sonrojó al llegar a su mente el fuerte regaño que recibió de su madre. Pero ella había dejado bien en claro que se divirtiera con sus amigos la noche en que cumplió la mayoría de edad.

 

-Jajaja, es cierto, disfruté mucho compartir mis ideas con alguien como tú. Fue una buena noche, no sabes cuanto esperé por verte de nuevo. Tengo tantas ganas de hablar con un semejante- rió llevándose una de sus manos hasta la boca para apaciguar el ruido- como veras, aqui hay que estar en silencio y hablar en voz baja. No es algo que me guste mucho, pero mi pasión es ayudar a las personas, y si para eso tengo que evitar ser tan escandaloso, pues lo haré.- confesó en voz baja con una sonrisa bailando en sus finos labios.

 

El menor también sonrió un poco para después todo gesto desaparecer de su rostro al ver como los doctores abandonaban el cuarto de Julián con expresiones cansadas.

 

-¡Doctor!- los paró llamando la atención del más viejo, de poco cabello canoso que poseía una gran aura de sabiduría. El viejo lo miró a él y luego al más alto. Enseguida sus facciones se relajaron un poco apreciándose en él una pequeña sonrisa.

 

-Mathew, pensé que estabas tratando al pequeño Stefano.

 

-Lo estaba atendiendo, abuelo, pero ahora Jenny le está dando la comida, así que me decidí a pasear y comer algo dulce- respondió sin perder su sonrisa.

 

-Ya veo...- miró a Andrea con seriedad-. Tú hermano está mejor, chico. Le dimos un calmante más fuerte que el que le suministramos siempre, por lo que de seguro no despertará hasta mañana por la tarde.

 

-Pero, ¿está mejor?- preguntó ansioso.

 

-No podríamos decirte eso en momentos así- intervino el otro doctor de cabellos castaños y expresión indiferente-. Como ya sabes, Julián tiene dos grandes problemas: Epilepsia y Hemofilia. Ambas enfermedades son incurables, por lo que hay que controlarlas con medicamentos y mucha ayuda de él. Hasta ahora la medicación ha sido el 50% efectiva, cosa que nunca imaginamos posible. El gran problemas aquí es la poca disposición que tenemos de tú hermano.

 

-P-pero...

 

-Andrea- intervino el más viejo-, ¿no has hablado con él? Que yo recuerde te lo he pedido desde que te conozco, y siempre que Julián viene al hospital es por lo mismo. O es por un pequeño corte en las venas, que por la Hemofilia se transforma en una hemorragia; o por un ataque epiléptico que por lo que hemos visto se produce cuando se siente amenazado o molesto. Dime, ¿han hablado?

 

Bajó la mirada mordiéndose el labio inferior abatido por lo escuchado. Negó con la cabeza sin atreverse a mirar en ningún momento a los presentes. Todo era su culpa, toda era de él.

 

-Creo que por ahora deberá quedarse unos días en el hospital- concluyó el de cabello canoso- y después, lo mandaremos a casa con un enfermero particular que evite cualquier problema.

 

-¡No!- exclamó Andrea asustado- el se va a oponer, doctor. Odia a los médicos- murmuró apenado.

 

El silencio en el pasillo fue largo e incómodo. Los doctores se miraban con seriedad y preguntándose que hacer, mientras Andrea observaba el suelo como si fuera lo más interesante del mundo. Mathew carraspeó interrumpiendo los pensamientos de todos para posar toda su atención en él.

 

-No sé porque demonios me quedé escuchando esta conversación- miró significativamente a Andrea que se sonrojó un poco-, pero ya que lo hice... Me ofrezco para ser el enfermero de ese chico- señaló la puerta- por mi no hay problemas.

 

-Mathew- regañó su abuelo- sabes perfectamente que apenas eres un practicante, y esto no es tan fácil como crees. Estamos hablando de un epiléptico que además sufre de Hemofilia. Ese chico sufre convulsiones sin tú esperarlo, además, tiene la idea fija de suicidarse haciéndose pequeños cortes en las muñecas que se transforman en grandes hemorragias. Sin contar que es un imán para las enfermedades de menor grado, como la gripe, la diarrea, o la fiebre. No podrás con él.

 

Su nieto le dirigió una mirada desafiante a la par que decía con sus ojos "probemos que tan difícil puede ser para mí, viejo". El hombre suspiró luego de unos segundos dándole la menor importancia con un gesto de su mano

 

-Haz lo que quieras, pero luego no me vengas llorando o malhumorado por no poder cumplir con tú obligación.

 

-Vale- sonrió triunfante.

 

Los doctores desaparecieron por el ascensor en un dos por tres quedando Andrea y Mathew en el desolado pasillo.

 

-¿Enserio vas a ayudarme con mi hermano?- preguntó el menor esperanzado.

 

-Claro, será un honor- murmuró pensante- dime, ¿Cómo se comporta mayormente?

 

-¿Mayormente?- pensó- pues es muy frío y huraño. Es muy problemático para comer, y se queja mucho.

 

-Uff, va a ser difícil llevarme con ese chico- sonrió un poco- pero pues, lo intentaré.

 

-¡Gracias! En verdad no sabes lo feliz que me hace que alguien como tú lo cuide, hace tanto que no habla con otra persona que no sea yo o la cocinera que creo que lloraré cuando se encuentren- confesó impaciente-. No veo la hora de irme a casa con ustedes dos.

 

Mathew lo escuchaba todo sintiendo que Andrea era la persona más bondadosa que hubiese conocido jamás, así como la más infantil y risueña. Quizás por eso no había dejado de pensar en él hasta ese día. ¿Estaría bien confesarle sus inclinaciones ya que vivirían en la misma casa por mucho? Le admiró sonriente diciendo cuanta cosa le pasara por la mente y decidió mejor dejarlo así. Además, él iba a cuidar a su hermano, no ha convivir con él.

 

-¡Hey! Mathew, ¿me estás prestando atención?- preguntó confuso.

 

-Ah, si, si. Bueno, me tengo que ir. Yo mañana igual paso por acá a conversar un rato con...

 

-Julián.

 

-Ajá, con Julián- dijo avergonzado- tú si quieres te quedas en tú casa durmiendo, que se te nota mucho el cansancio. Hasta te salieron ojeras- señaló preocupado.

 

-Si, es que mis padres se la pasan trabajando y no pueden ocuparse de Julián, y tengo que estar a su lado para que no se sienta solo- murmuró triste.

 

El mayor le miró por largo rato hasta colocar una de sus manos en su hombro apretándolo un poco.

 

-Ya no estará más solo, te lo prometo- sonrió, gesto que le devolvió el menor.

 

Lo que no sabía era en el lío en el que se había metido.

 

Él era partidario a la esperanza.

 

 

 

 

Ojalá eso ayudase.

 

 

 

 

 

  

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).