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Mordaza por Algodon_

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Notas del capitulo: Espero que les guste y para todos los que me lo pidieron, un Lemon con estos dos xD
Unos pasos lentos y completamente tranquilos hacían compás con los de su compañero que de alguna manera había accedido a salir de su enorme y horrendo caparazón con una cola de hierro, y aunque a regañadientes ahora estaba mostrando su verdadera forma, todo por complacer a su acompañante.

Sus ojos violentas se clavaron en el andar del rubio que venía dos o tres pasos delante de él, si bien le consideraba un gran ninja y quizá hasta un alumno, no dejaba de pensar que ese rubio tenía algo especial que le llamaba la atención a cierto pelinegro, pero por más que se esforzara no entendía exactamente bien por qué.

No era de conocimiento general dentro de la organización, pero si bien los compañeros mutuos del rubio y el azabache eran los que conocían ese extraño y mutuo deseo que ambos sentían, aunque Sasori no le tacharía como tal especialmente por que sabía que la curiosidad de Deidara era simplemente eso, curiosidad.

Sin embargo, el compañero del azabache le refutaba que eso no era cierto, se atraían mutuamente de alguna manera desde que fueron los tres a traer al rubio para que se integrase en la organización y como olvidar el camino de regreso desde la aldea de Deidara hasta la base.

Deidara intentaba por todos los medios que Itachi pusiera una pizca de su atención en él, especialmente para discutir algo que el azabache terminaba con una mirada fría que acallaba las palabras y quejas del rubio.

Eran tan diferentes que no entendía ese imán que los atraía como si fuesen necesarios el uno al otro, no podían dejar de verse por que si no, el pelirrojo soportaba más de cinco horas de caminata hablando única y exclusivamente de el azabache, si era guapo, si no lo era, si era un arrogante, egocéntrico, su conocía el sentido del arte, si era un arte andando, y eso era parte de sus viajes.

Por su parte, el portador de Samehada le había comentado que el azabache no dice palabra alguna pero se la pasa de cierto modo distraído y a veces cuando pasan por alguna aldea intenta hacer explotar algo de alguna manera y si le pregunta el por qué le contesta con una mirada afilada como si estuviese amenazándole con ser su siguiente objetivo y Kisame suspiraba.

Era lógico que extrañara las explosiones y el ruido que el rubio provocaba aunque fuese un maldito escandaloso, dolor de cabeza y completamente exasperante.

Eran tan diferentes completamente, Itachi era el serio arrogante, egocéntrico, con aires de grandeza y con muchísimo poder y una frialdad inigualable, una crueldad que superaba a cualquiera de los demás, era como un asesino perfecto, sin sentimientos, sin emociones y sin una pizca de remordimientos cuando se trataba de cumplir una misión.

En cambio Deidara, era escandaloso, exigente, quizá coincidan en lo egocéntrico y arrogante, hasta en lo cruel y despiadado, pero siempre teniendo esa expresión de diversión en su rostro, siempre esa sonrisa que hacía que o lo odiaras o te enamoraras de él, el porte delicado de Deidara contra el elegante y gallardo de Itachi.

Quien les viera sin conocerlo9s, dirían que son la pareja perfecta pero para los que los conocen... sería un peligro que estuviesen juntos.

En ese momento, el pelirrojo se detuvo en seco al sentir una presencia cerca y suspiró derrotado, no era la primera vez que esa aura tan maligna y cruel le amenazaba para que dejase solo al rubio en algún apartado del bosque lejos de los alcances de la organización y simplemente así lo hacía.

Desaparecía.

Deidara sintió que Sasori no le seguía ya y se giró para comprobar que no había nadie más y levantó una ceja para después suspirar, siempre le hacía eso y sabía perfectamente que era lo que venía después, si al principio pensaba que eran consecuencias, después de una intensa platica y varios movimientos para esquivar kunais con veneno, Sasori le había explicado el por que desaparecía y sonrió.

Al girarse, lo notó parado en el árbol de enfrente sobre su cabeza, ese porte elegante y esa túnica negra con nubes rojas que para él y a sus ojos azules le hacían verse más elegante de lo normal, y ahí estaban mirándose directamente a los ojos sin decir una palabra.

Deidara sabía que de eso no pasaría ya que nunca en su sano juicio –y en el no tan sano- se acercaría así como así a Itachi, y mucho menos Itachi en su peor arranque de locura se le acercaría así que estaba resignado a verle de lejos y sentir que su presencia era lo único que llenaba los ojos negros de Itachi.

Con eso era suficiente, o eso creía.

De pronto, los ojos rojos de Itachi hicieron aparición mientras que Deidara se sobresaltaba, sabía que no usaba el Sharingan en vano, pero no entendía el por qué ahora lo estaba usando y de momento todo se apagó ante los ojos azules y se volvió rojizo lentamente.

Se giró en todas direcciones y notó miles de Itachi rodeándolo con esa misma mirada asesina con su Sharingan activado, estaba pensando que de alguna manera el azabache de verdad intentaba matarlo y cuando intento alejarse de todas las réplicas sintió a alguien detrás de su y en sus labios una mascada de color sangre, en ese instante la imagen de los clones y el color rojizo del ambiente desaparecieron.

Estaba seguro que eso había sido una ilusión que podría haberlo matado, el bastardo del Uchiha comenzaba a jugar sucio.

Su frente se arrugo y notó como tenía en los labios una mordaza y sus manos estaban atadas frente de si y cuando intentó moverse, sus pies estaban asegurados con otra cuerda, estaba completamente indefenso ante la ahora escrutadora mirada negra que le veía de arroba para abajo y sin mucho esfuerzo le tomó de la cintura para cargarle en el hombro.

Aunque intentó revolverse y gritar, la mordaza, las cuerdas y los brazos del azabache eran los que le impedían sus objetivos y se rindió en cierto momento de su intento de escape, exactamente para ve runa cabaña a lo lejos donde era llevado, al parecer ese idiota de Itachi sabía a donde se dirigían.

A saber que planes tendría circulando por su arrogante cabeza.

Frunció el ceño de frustración e intentó hablar una vez más o quitarse la mordaza pero era imposible, Itachi era excelente a la hora de amarrar nudos y paralizar al oponente, el propio Kisame se lo comentó cuando después de intentar acosar a Itachi, este terminó atándolo a un árbol con las vendas que cubrían Samehada y se fue de ahí dejándolo tres días, y en ningún momento pudo soltarse.

Cuando entraron a la cabaña, se notaba que había sido habilitada para ser habitada aproximadamente por una semana entera, tenía leña suficiente, y la chimenea estaba encendida, y a pesar de que todo era sencillo, el ambiente abrasador del interior hizo que Deidara se relajara en el hombro del azabache.

Cuando de pronto, de un movimiento no muy brusco era depositado en una cama suave y lo agradeció aunque frunció el ceño con molestia, no por la situación si no por que le molestaba a sobremanera que le trataran como si de una mujer se tratase.

El azabache sonrió de manera landita, arrogante y altiva mientras que el rubio le desviaba la mirada de forma molesta, debía admitir que aunque le molestase a sobremanera esa forma tan suya de ser, admiraba cada rasgo del hermoso rostro serio y frío de Itachi.

Le fascinaba el Uchiha y no podía negarlo.

De pronto, notó como Itachi se deshacía de su propia túnica de la organización y se quitaba delicadamente el anillo de su mano derecha para dejarlos finamente acomodados sobre la mesa de madera y se acercó al rubio quien mantenía su mirada fija a las acciones del otro.

Cuando sintió las manos de Itachi tocar las suyas, se embelesó por el contacto que no notó que su anillo también fue retirado y sus manos eran desatadas de forma lenta sin que sus ojos se apartaran de las orbes azules, sus pies también fueron liberados pero al contrario de lo que pareciese, la mordaza siguió en su sitio.

La túnica del rubio fue desabrochada y retirada con suma delicadeza del cuerpo del rubio para dejarla igualmente sobre la mesa previamente doblada con el anillo sobre esta, Deidara seguía absorto en los movimientos de Itachi y notó el largo cabello negro cenizo que caía por su musculosa espalda y se preguntó el como se vería Itachi con el cabello suelto.

Cuando el azabache se giró hacia el rubio y comenzó a caminar, Deidara hizo amago de quitarse la mordaza pero Itachi se lo impidió sujetando suavemente su muñeca y alejándola de su boca mientras sus labios se posaban sobre la garganta de este.

Deidara se estremeció completamente mientras que ahogaba un suspiro contra la tela rojiza de sus labios y sus manos se aferraron a la espalda del azabache, no era la primera vez que tenían ese tipo de contacto, sin embargo nunca habían estado tan solos ni con tanta intimidad, tampoco es que hubiesen llegado demasiado lejos simplemente que ese contacto era cada vez más necesario para ambos.

Deidara recordó con una sonrisa que una vez Itachi le susurró al oído que le encantaría verle con una mordaza mientras que él le hacía el amor por largas horas, recordó el sonrojo prominente que apareció en su rostro y como casi golpea al azabache por su imprudencia, pero aún así la idea le excito demasiado.

El azabache ahora metía con suavidad sus manos bajo las telas del atuendo ninja del rubio para tocar la pálida piel, Deidara suspiró nuevamente y cerró los ojos para ordenar a sus bocas de las manos cerrarse un tiempo e imitar los movimientos de Itachi metiendo sus manos debajo de la tela que poco a poco fue desapareciendo de forma misteriosa.

Ahora Deidara se encontraba totalmente desnudo con el cabello suelto y la mordaza aún en sus labios apagando varios jadeos de placer mientras que el pelinegro estaba igualmente desnudo con el cabello negro regado por su espalda y cayendo por su rostro hasta el pecho de Deidara donde estaba dejando una serie de besos encaminados hacia el vientre del rubio.

Jamás en todos sus encuentros secretos habían terminado desnudos completamente, si bien Deidara quedaba con la parte de arriba descubierta e Itachi sin la túnica de Akatsuki, no llegaban a más por una o por otra razón, esta vez Itachi quería y deseaba llegar más allá.

Las manos de Deidara se perdieron en el cabello negro de Itachi cuando este encontró su virilidad y comenzó a darle la atención que necesitaba, Deidara comenzaba a gemir contra la tela e Itachi se cansó de escucharle de esa manera y subió su mano apenas para sacar la mordaza y comenzar a escuchar como los gemidos de Deidara inundaban la habitación.

Lentamente le fue preparando con sus dedos mientras seguía entretenido con su miembro, y es que sabía que era virgen y para ser sinceros, él también lo era, Itachi jamás había tocado a nadie ni había abrazado o deseado a alguien como lo ha hecho con Deidara.

Y era curioso que en toda esta extraña relación que mantenían, jamás se habían besado en los labios, para Deidara era importante ese gesto como para Itachi, era como si sellasen un compromiso mucho más allá de seducir al otro y no estaban realmente dispuestos a comprometerse todavía, las cosas eran difíciles aún para unos asesinos como ellos.

Cuando por fin estuvo preparado, Itachi se incorporó para clavar sus orbes negras en Deidara y se acercó a besarle la mejilla con un camino de besos hacia su oído y susurrarle que se preparara, mientras que acariciaba con la punta de su hombría la entrada previamente dilatada del rubio.

Este se aferró a la suave y ancha espalda de Itachi mientras sentía como lentamente iba entrando en su ser, era doloroso, era sumamente asfixiante esa sensación y se quejó con lastimera voz que llegó a la nuca de Itachi y le erizó todo el cuerpo mientras entraba un poco más en él.

Para intentar distraerle o compensar el dolor se acerco a besarle suavemente el cuello y la mandíbula con delicadeza y se detuvo cuando estuvo totalmente dentro de él, se incorporó lo suficiente como para observarle.

Su cabello fungía como una suave cortina negra que oscurecía un poco la visibilidad de ambos amantes y Deidara sonrió ante la pequeña caricia con la punta de su cabello en su rostro y se acercó a este lentamente. Itachi por su parte se inclinó más y apenas si rozaron sus labios, solo un roce y se detuvieron.

Era importante este hecho, pero a ninguno ya le importó, Itachi selló los labios de Deidara.

El beso se fue dando lentamente entre suaves caricias apenas con sus labios mientras que el azabache comenzaba a moverse con lentitud dentro de Deidara quien a veces rompía el contacto para dejar escapar una queja de dolor entremezclado con placer y volvió a tomar los labios de Itachi quien ahora se daba el lujo de introducir su lengua dentro de esa cavidad.

Los movimientos tanto de sus labios cono de sus caderas se incrementaban mientras el tiempo transcurría hasta llegar un momento que no pudieron seguir con el contacto de sus labios para comenzar a gemir desesperadamente de las oleadas de placer que estaban sintiendo, las embestidas estaban volviéndose completamente brutales pero a ninguno pareció importarle.

Entre todo el roce de sus cuerpos, Deidara sintió que tocaba el cielo cuando su nombre salía en un pequeño susurro de los labios de Itachi y el contemplarlo metido en el más puro placer su orgasmo comenzó a azotarle de forma cruel.

El cosquilleo en el vientre le hizo apretar la espalda del otro de manera inmediata, se aferraba a ella mientras repegaba su pecho contra el de Itachi y dejaba que el placer lo dominara mientras gruñía y contraía su entrada, esto hacía que Itachi perdiera el control de su propia mente para dejarse llevar por el placer más puro que la entrada del rubio le proporcionaba.

El inminente clímax llegó para Deidara que gritó enterrándole las uñas en la espalda de Itachi, por su parte, el azabache tardó un poco más y terminó por dejar toda su esencia dentro del rubio con un gran gruñido tan sensual que Deidara sintió aún después de todo, más placer.

Cuando la fuerza estaba flaqueando en los brazos de Itachi, este ocupó lo poco que le quedaba para salir del rubio y dejarse caer sobre su pecho mientras intentaba tranquilizar su respiración, Deidara por su parte, jugueteaba con un mechón cenizo de Itachi con diversión y con la otra mano entrelazaba sus dedos con la mano del otro.

Feliz, podría decir que era feliz por saberse ahora completamente que la atención de Itachi estaba total y absolutamente con él a pesar de todo, el beso que se dieron antes de comenzar5 hizo que se ruborizara un poco y girara la cabeza hacia un lado encontrándose con la suave tela roja que había servido de mordaza y sonrió con malicia.

Itachi se incorporó para mirarlo con curiosidad más una tela roja le cubrió los ojos de manera juguetona arrancándole algo que Deidara creía que jamás vería, una sonrisa divertida.

El rubio se complació en tapar los ojos de Itachi momentáneamente sin amarrar la tela simplemente para acercarse y besarlo, la mascada se deslizó por entre ambos rostros por la mano del azabache y el beso se hizo cada vez más apasionado.

Esa noche, y las noches que seguían de esa semana, Deidara creyó que le nacerían unas ojeras como las que Itachi cargaba en su rostro, pero a pesar de todo se sentía pleno.
Notas finales: Noten que no hubo dialogos y es que con Itchi sacar un dialogo es dificil o_ó, joder con estos Uchiha ¬¬

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