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Una unión poco esperada por Shini Malfoy

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Notas del capitulo:

Gracias a todas ustedes, ya queda poquito para el final *___* (será mi tercer fic con final O_o)... aunque al final de este capítulo, se llevarán una gran sorpresa...

Disfruten... (supongo T.T)

::Shini Malfoy::

Una unión poco esperada

VII: Entre la vida y la muerte 

[[[Capítulo anterior:Asomó la cabeza para ver al interior. Gran sorpresa se llevó al ver el cuerpo lastimado de su Gryffindor tapado solo por una gabardina y a un hombre, con alma de poco humano, hablando por celular. El adolescente se encontraba inconsciente. Frunció las cejas y gruñó. No necesitaba preguntar por lo ocurrido. La sangre se volvió humo y desapareció. Guardó la varita del moreno en su pantalón y se escabulló dentro del sótano.

 

— Ya logré mi cometido… Créeme, es más estrecho de lo que imaginamos… ¡Jajaja! Ni en sueños, él es mío —hablaba Santiago en solo bóxers.

 

El rubio levantó la varita y la apuntó a la cabeza de ese desgraciado. ]]]

 

— Sí, lo sé —seguía hablando Santiago.

 

Draco empezó a mover sus labios, conjurando el peor hechizo de los que conocía. Ese tipo de cabello negro no merecía la muerte, debía ser torturado. Y él sabía cómo.

 

— Está bien, lo tendré en cuenta —seguía en la suya el vendedor— ¡Hecho!

 

La varita del Slytherin salió volando y su conjuro fue interrumpido. Perdió el hilo de todo, ¡tendrá que empezar de nuevo!

 

Santiago le indicaba con su propia varita, parado aún costado del lecho y con el móvil contra la oreja. Sonrió triunfante.

 

— Ya lo hice como me pediste. Tienes un instinto muy agudo, amigo. ¿Ahora qué quieres que le haga? ¡Oh, qué sorpresa! Es el ex-novio de mi amante —le hablaba al sujeto de la otra línea.

 

Malfoy, con aire superior, salió de su escondite y se detuvo a pocos pasos de las cajas. Dirigió una mirada llena de veneno y rencor a ese muchacho.

 

— ¿Tu amante? —repitió el adolescente.

 

— ¿Le escuchaste?... Si, tiene una hermosa voz… ¿Lo quieres? Es todo tuyo —sonrió.

 

— ¡Accio vari-!

 

— ¡Expelliarmus!

 

Antes de que la varita toque la mano de su dueño salió volando hacia las sombras. El rubio frunció el ceño.

 

— Niñato, si no quieres morir, salte de aquí —le recomendó—. Luego hablamos —saludó al sujeto y tiró el celular cerca del rostro del Gryffindor.

 

— Eso te digo a ti, idiota —habló gélidamente.

 

Harry gimió en sueños. Draco entrecerró los ojos mientras que Santiago disfrutaba del momento.

 

— ¿Qué te parece un juego? —propuso repentinamente el adulto.

 

— No.

 

— ¿Uno chiquito? —sonrió.

 

— Vete al demonio.

 

— El cometido es sencillo: cuerpo y alma de Harry Potter —al tener la varita, le resultaba más fácil y rápido hacer lo que le gustase.

 

Cubrió el cuerpo del moreno con la gabardina y le dejó flotando a pocos centímetros del alto techo. Alrededor de él apareció una burbuja transparente que impedía que alguien le bajase. Aún permanecía inconsciente.

 

— ¡Suéltalo! —le exigió Draco, furioso.

 

— Las reglas son más sencillas aún —el rubio apretaba con más fuerza los puños—: Regla Número 1) no salir del círculo; Regla Número 2) no hay vuelta atrás; Regla Número 3) el juego no finaliza hasta que el último gramo de arena no haya caído; Regla Número 4) cumplir las reglas anteriores —sonrió, divertido.

 

— No hay otra forma de sacar a Potter de aquí, ¿verdad?

 

— Nop —rió. Se indicó con la varita y, al instante, volvió a estar vestido y peinado—. ¿Qué hay que hacer? Sacar a tu oponente del círculo… ¿Fácil, no?

 

— ¿Qué círculo? —miró el suelo.

 

Todo a su alrededor se volvió oscuro. Se sintió en medio del vacío y su estómago dio vueltas. Quería devolver todos los dulces que comió antes. Las luces se prendieron y se vio flotando arriba de una arena delineada por un grueso círculo. En el centro del lugar flotaba un reloj de arena; aún costado vio el cuerpo de su compañero en la misma burbuja y en las mismas condiciones: inconsciente. Lo que le sostenía, dejó de sostenerle al segundo. Cayó al suelo sin piedad.

 

— ¡Imbécil! —le gritó a Santiago al verle bajar y tocar el suelo como pluma.

 

— Jajaja, no hay reglas para eso, ¿olvidas?

 

— Te tengo otra regla —le cayó a medida que se levantaba y se limpiaba la ropa del polvo.

 

— Interesante…

 

— Regla Número 5) el perdedor, no saldrá vivo de esta dimensión de peleas —dijo seriamente.

 

Al vendedor, eso le tomó con la guardia baja. Permaneció en silencio unos segundos, considerando si era ventaja o desventaja.

 

— Sabes que perderás y morirás, ¿verdad?

 

— Eso te lo digo a ti.

 

Santiago sonrió.

 

— Muy bien, regla aceptada. Sin ti, el poseer a Harry será más fácil.

 

Draco gruñó.

 

Accio varita —extendió la mano hacia su oponente y su varita voló hacia él—. No hay límite, solo el reloj, ¿no?

 

— ¿A un Malfoy le tengo que repetir las reglas? —preguntó con sorna.

 

— ¡Cierra la boca! —le indicó con la varita.

 

Ambos se pusieron en posición de ataque con las varitas en alto. Esperaban a que el reloj de vuelta y sus granitos comiencen a caer. Draco buscaba alguna zona débil en ese cuerpo bien formado mas no lo encontraba, se encontraba bien protegido. ¡Demonios, tenía que ganar! ¿Por qué puso esa regla? Santiago demostraba sabiduría con respecto a la magia, juraría que tenía un aura de profesor. ¿Entonces? Morirá y perderá a Harry. ¡No, no podía pensar de esa forma! Movió la cabeza de lado, quitándose esos pensamientos.

 

Con el rabillo del ojo, el vendedor miró el reloj.

 

Éste comenzó a girar para darse vuelta.

 

Draco pensó en su primer ataque.

 

Santiago bostezó.

 

El reloj terminó de girar y el primer granito cayó.

 

— ¡Anti-desaparición! —chilló Malfoy.

 

— ¡Protego! —Santiago abrió  los ojos, asombrado por el ataque.

 

Draco, por su parte, sonrió triunfal. Ese hechizo le impedirá al desgraciado desaparecer así como así y atacarle con la guardia baja. Aunque se haya pronunciado el hechizo de protección, el suyo le cayó de lleno. Al final, su mente comienza a funcionar cuando algo de suma importancia se encontraba en peligroso… Calla, Draco Malfoy, se reprochó mentalmente.

 

— Eres inteligente, niñato —habló, por primera vez, serio—. Pero eso no te hará ganar.

 

— Ya lo veremos —sonrió.

 

Los hechizos comenzaron a volar de un lado a otro, todo parecía un evento de fuegos artificiales. El rubio parecía tener habilidades nunca vistas con respecto al cuerpo. Esquivaba los ataques con facilidad y atacaba sin piedad. No importaba el hechizo que diga, no lo pensaba, simplemente lo decía.

 

Saltó hacia un costado y esquivó un rayo azul eléctrico.

 

— ¡Furunculus! —gritó Draco (hechizo que crea ampollas en el enemigo).

 

— ¡Crucio! —ordenó Santiago.

 

Ambos oponentes salieron disparados hacia atrás, torturados por el hechizo atacante. Se arrastraron hasta el límite delineado por el círculo. Durante unos minutos interminables, ambos guardaron sus chillidos de dolor lanzando unos casi inaudibles gemidos a cambio. Draco se retorcía buscando consuelo en su varita y algún hechizo que detenga esa tortura.

 

— ¡Finite Incantatem! —gritaron a la par ambos.

 

Tanto las ampollas como la tortura se detuvieron. Permanecieron en su lugar, jadeantes y recuperando la poca fuerza.

 

Harry entreabrió los ojos. Su cuerpo dolía horrores y no quería recordar porqué. Se sentía flotar y con frío. Su cuerpo se encontraba atrapado en su gabardina, no tenía posibilidades de moverse y su parte baja daba una punzada terrible cada vez que movía un centímetro de su cuerpo. Gimió. Arriba suyo solo hacia oscuridad. El único lugar en donde percibía luz se encontraba abajo suyo, en una plataforma circular.

 

Abrió los ojos como plato al ver a Malfoy pelear contra ese mago profesional del local. Su boca fue cubierta por el abrigo cuando quiso gritarle a Draco. Una lágrima cayó por su mejilla. El dolor de su cuerpo y al ver al rubio gimiendo por ese Crucio era insoportable.

 

¡Que termine de una vez!

 

***

 

Ron y Hermione corrieron hacia el lado opuesto del Gran Comedor, en donde se descansaban los profesores. A su vez, del otro lado del lugar, Blaise y Pansy hacían lo mismo. Empujaban a los estorbos, ignorando sus insultos y grititos.

 

— ¡Profesores! —chillaron los cuatro delante de la larga mesa (ahora arriba del escenario).

 

Los cuatro estudiantes se vieron con sumo odio.

 

— Llegamos primero, lárguense —habló tajándote el pelirrojo.

 

— ¡Es importante lo nuestro! —dijo Pansy resistiendo la tentación de lanzársele encima.

 

— ¿Qué tienen de importante ustedes? —preguntó el pelirrojo.

 

— ¡Ron, ignóralos! Profesora McGonagall, es sobre Harry —dijo Hermione sumamente preocupada.

 

— ¿Harry? —cuestionaron los de Slytherin y la vice-directora.

 

— S-si —tartamudeó la castaña.

 

— ¿Sabes algo ustedes, jóvenes? —preguntó McGonagall mirando a Zabini y Parkinson.

 

— Draco salió a buscarlo al mundo muggle hace unas horas y ninguno de los dos regresó —dijo Blaise.

 

— Y Harry salió a buscar sus caramelos, profesor Dumbledore —dijo McGonagall mirando de soslayo al superior. Éste solo sonrió de costado.

 

— ¿Dónde están? —quiso saber Ronald, llamando la atención de todos.

 

— Si lo supiéramos, ¿estaríamos acá? —respondió con otra pregunta Pansy, mirándolo con el ceño fruncido.

 

— Cierra la boca.

 

— Ambos cierran la boca —los calló una malhumorada Hermione—. Estamos hablando de las vidas de nuestros amigos y ustedes pelean. ¡Profesores, ayúdennos a encontrarlos! —imploró.

 

— Lo haremos, señorita Granger —interrumpió Dumbledore sereno.

 

— No volveremos a quedarnos sentados, si eso quería agregar —le cortó Ron severo.

 

— Oh, no, señor Weasley, claro que no —le respondió sonriente—. Permanezcan parados si tanto lo desean. Vamos, profesora —tanto él como McGonagall se levantaron y dejaron a los cuatro adolescentes gruñendo en su lugar.

 

***

 

Con algo más de fuerza, Santiago se levantó tambaleante del suelo y con la varita bien aferrada. Todo su cuerpo demostraba los efectos secundarios del hechizo de Malfoy: mundos morados en donde antes había ampollas (no creo que sea verdad, me inventé el efecto secundario).

 

Sentía una rabia enorme hacia ese imbécil. No solo le quería sacar a su Harry sino que intentaba matarlo, de forma literal, al vencerle. Tenía que aceptar que le subestimó, no pensó en ese primer ataque “Anti-desaparición”. Ya se había olvidado de ese hechizo. Si no fuese por eso, ya tendría el cuerpo del rubio bajo suyo, muerto. ¡Argh!

 

El rubio intentaba levantarse; sin embargo, los brazos le flaqueaban y terminaba acostado boca abajo en el suelo. La garganta le raspaba de tanta tierra, no podía conseguir la respiración normal y los ojos le pesaban. A duras penas, levantó la vista para encontrarse de lleno con ese mar verdoso que tanto añoraba (y se negaba a aceptarlo).

 

Potter le miraba preocupado y con súplica. ¿Le suplicaba qué? ¿Qué le salve? Eso hacía, eso intentaba, ¡eso lograría si tan solo los brazos le ayudasen!

 

Volvió a intentar levantarse mas el resultado fue el mismo, con la ayuda del pisotón dado por ese vendedor.

 

Santiago le aplastó la espalda bajo su suela al verle a punto de levantarse.

 

— Ya es suficiente, muere dignamente y bajo la vista de tu amor platónico —dijo fríamente, sonriendo triunfante.

 

Giró su cuerpo y le apuntó con la varita en medio de la frente. Draco le miró con repulsión.

 

— ¿Me crees tan débil de perder ante ti? —cuestionó.

 

— Ya perdiste, chihuahua.

 

Draco gimió de dolor.

 

— ¡Avada…! —conjuró Santiago.

 

— ¡Rictusempra! —dijo el rubio.

 

El vendedor de cabellos negros, cayó al suelo sentado, retorciéndose de risa. Aún así, no soltaba la varita. Gracias a eso, Malfoy terminó de recuperar un poco más de fuerza. Se levantó a duras penas. Se sostuvo de sus rodillas.

 

— Desgraciado, pagarás por tocar a Harry —masculló entre dientes antes de patearle en medio de rostro.

 

Santiago cayó al suelo. No podía dejar de reír aunque de su nariz cayó un hilo de sangre hasta su boca y barbilla.

 

El Slytherin respiró profundamente y miró hacia la burbuja flotante.

 

Carpe Retractum —invocó pero la protección de Potter no se movió.

 

— ¡Jajaja! No… no la… ¡Jajaja! Moverás —las lágrimas comenzaron a subir de los ojos negros.

 

— ¿Se necesita un hechizo especial? —dirigió su gélida mirada al vendedor.

 

— Si. Jajaja.

 

— Grrr —gruñó con rabia—. ¡Finite Incantatem! ¡Dime el hechizo! —exigió luego de desaparecer el ataque. Le tomó de la camisa sangrada con fuerza.

 

Santiago se tomó su tiempo para recuperar el aire y las fuerzas. Draco se guardó las ganas de molerlo a golpes. Todo por sacar al Gryffindor de allí…

 

Cuando pensó que ya se había recuperado, miró al rubio con sorna.

 

— ¿Crees que te lo diré?

 

El rubio le estampó un puñetazo en el rostro. Más sangre salió de su nariz.

 

— Si lo creo. Dime el maldito hechizo.

 

Harry se retorcía por zafarse de su propia gabardina y gritarle al rubio el hechizo. ¡Él lo sabía, él lo sabía de memoria! ¡Pero esa maldita campera no le soltaba! ¡Y su entrada no le ayudaba a resistir!

 

Santiago se sintió mareado. Miraba desorientado a su alrededor. Ese golpe le aturdió bastante. A regañadientes, el Sly decide quitarle la sangre de la garganta al desgraciado con ‘Relashio’.

 

— ¡Dímelo de una maldita vez, infeliz!

 

El de cabello azabache sonrió con superioridad y golpea en la barbilla al rubio, tumbándolo al suelo.

 

— ¿Qué pasó, Malfoy? Ya no eres tan inteligente… —se burló.

 

¡¡Draco!! —suplicaba internamente el moreno sin dejar de forcejear.

 

El rubio se sobó la pera, adolorido. Se incorporó, inestable.

 

— Terminemos con esto, ¿si? Ya me aburriste —se limpió la cara con el dorso de la mano y le apuntó con la varita—. Levántate —le ordenó.

 

Draco quedó estático un momento. Entendía a la perfección a ese Santiago. Llegó la hora del último ataque. Debía pensar cinco veces el hechizo perfecto para ganar de una vez. Lentamente, se fue levantando. Tomó su varita del suelo y se puso en el centro de la arena, al igual que el mayor.

 

— Quedan quince segundos —comunicó el vendedor indicando con su cabeza el reloj de arena—. ¿Sabes qué tirarás? —sonrió con malicia.

 

— A la perfección —respondió severo.

 

— Bien. Será mejor que te diga el hechizo, por si ganas (cosa que dudo mucho).

 

— Habla —miró de soslayo el reloj.

 

Doce segundos.

 

— Impaciente —permaneció en silencio.

 

Nueve segundos.

 

— ¡YA! —exigió malhumorado el rubio poniéndose en posición de ataque. Ya no le importaba sus puntos débiles, atacará y salvará a Potter.

 

Siete segundos.

 

— Era sencillo, niñato: un simple ‘Reducto’ —también se puso en posición.

 

Malfoy quedó atontado en su lugar. Un simple Reducto. Más fácil no podía ser, lo sabía. ¿¡Cómo no lo pensó antes!?

 

— A los dos segundos —ordenó Santiago serio.

 

Cuatro segundos.

 

Malfoy comenzó a respirar agitado. Todo pasará más rápido de lo que esperaría. En solo dos segundos, todo terminará. ¿Hacía cuánto que peleaban? No había contado el tiempo…

 

Tres segundos.

 

Draco junto aire en los pulmones.

 

El granito caer por el estrecho puentecito y cayó junto con el resto.

 

Dos segundos.

 

— ¡¡ZACARAA!! —gritaron a la vez.

 

Ambos cuerpos agotados de tanta guerra, salieron disparados metros y metros lejos del centro. Ambos cayeron hacia el vacío, fuera del círculo.

 

El último granito de arena cayó y el reloj desapareció.

 

— ¡¡DRACO!! —chilló a todo pulmón Harry apareciendo en el centro de la arena, libre de sus ataduras, desnudo y con un dolor casi-insoportable debajo.

 

Frente suyo apareció un papel en el cual se comenzó a escribir algo con una letra prolija y entendible. 

 

COMBATE ENTRE SANTIAGO Y DRACO MALFOY  

 

REGLA NÚMERO 1 = NO SALIR DEL CÍRCULO”

 

“REGLA NÚMERO 2 = NO HAY VUELTA ATRÁS”

 

“REGLA NÚMERO 3 = EL JUEGO NO FINALIZA HASTA QUE EL ÚLTIMO GRAMO DE ARENA NO HAYA CAÍDO”

 

“REGLA NÚMERO 4 = EL PERDEDOR NO SALDRÁ VIVO DE ESTA DIMENSIÓN DE PELEAS”

 

“REGLA NÚMERO 5 = CUMPLIR LAS REGLAS ANTERIORES

 

“GANADOR: NADIE”

 

“PERDEDOR: SANTIAGO/DRACO MALFOY” 

 

Las lágrimas comenzaron a salir de sus orbes esmeraldas a cataratas. ¿Draco… murió?

 

Todo a su alrededor se puso negro. Creyó que alguien le cubría y le levantaba con sumo cuidado; luego lo transportaba hacia algún lugar desconocido. Pero a él ya no le importaba nada de lo que le rodeaba, ni lo que hicieran con su cuerpo. Solo dos oraciones daban vuelta en su cabeza y con ellas cayó inconsciente:

 

“El perdedor no saldrá vivo de esta dimensión de peleas”

 

“PERDEDOR: Draco Malfoy”

 

::Shini Malfoy::

Notas finales:

BUAAAA!!!! YO AMO A DRACO!!! ... pero Santiago era profesor y y y... ¡¡ES UN DESGRACIADO!! ToT*!

¿Qué pasará con Harry?

::Shini Malfoy::


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