Buscaba en su mochila llena de libros y ropa de trabajo las llaves de ese pequeño y viejo piso. Volvía de la rutina propia de un chico de diecisiete años independiente: despertarse, hacer las cosas de la casa, arreglarse, ir al instituto, luego al trabajo y por ultimo volver derrotado a la pocilga de casa que tenía.
Ahora mas que nunca entendía el sufrimiento humano. Le dolían los pies, la espalda y tenía el cuerpo congelado. Suspiro apesadumbrado cuando por fin giro la llave en la cerradura. Sin embargo, al pasar en vez de encontrarse un pasillo sombrío, al fondo de este podía vislumbrarse una claridad parpadeante. Extrañado se acercó con recelo al paragüero cogiendo uno negro que terminaba en una larga punta y con el en ristre de dirigió hacia la luz...
_ ¿Quién hay ahí?_ preguntó a la nada
Llegó a la puerta de su dormitorio, encontrándose el suelo lleno de velas rojas y negras que daban a la estancia un toque lujurioso y un poco misterioso. Sus raídas sabanas de colores, habían sido sustituidas por unas de seda pura de un color vino sugerente. Sin embargo lo que mas le gusto y le dejo con la boca abierta fue a su Naruto sentado en la cama, con unos bóxer negros y una camiseta de tirantes del mismo tejido y color, que al verle gateó hasta el borde de la cama haciéndole un gesto para que se acercara.
Soltó todos los trastes que tenía excepto el paraguas y se aproximo lo suficiente como para verle bien y para salir de allí si se terciaba. Dudaba mucho que Dios le hubiera dado un permiso a su angelito para que hiciera todo eso y menos a él.
_ ¿Qué haces aquí Naruto?_preguntó el ex demonio no muy convencido de con quien estaba hablando.
_Pensé que podíamos vivir juntos_ ronroneó el rubio
_ ¿Como se que eres Naruto?
De detrás de su espalda sacó una flamante pluma negra como los ojos de su dueño, que parpadeó y sonrió, pero al darse cuenta de lo que eso significaba paró en seco.
_ Usuratonkachi, ¿se puede saber que cojones has hecho? No me digas que tu...
_ Para que quiero verte si no puedo besarte. Para que quiero tenerte si no puedo sentirte dentro de mi. Para que quiero alas si tu eres el único que me hace volar. Sasuke soy mortal, y soy todo tuyo...
Sasuke rodeo el cuello moreno por detrás con el agarrador del paraguas acercando el rostro del ángel a su propia cara fusionando ambas bocas en un beso mas ardiente que el propio infierno. Sus lenguas jugaban introduciéndose en ambas bocas y compartiendo la saliva, que para ellos sabía a gloria. Sasuke mordió fuerte ese labio inferior canela, produciendo un gemido que chocó contra sus labios y murió en su boca al comenzar un nuevo beso.
Quitó el cubre-lluvias y lo tiro lejos, asaltando a Naruto y aprisionándolo contra la cama, cogiendo sus muñecas y rozando sus penes. Las muecas de dolor y satisfacción de su arcángel le hacían sacar su vena mas salvaje y dominadora queriendo devorar ese cuerpo en ese mismo instante.
_ Ah...Sasuke...me haces daño en las muñecas, que ahora si siento dolor...
No le importó. Agarro con bravura la nuca y acarició los cabellos dorados sentando a su pequeño. Se posicionó a su espalda, controlándose un poco y tras quitarle la camiseta negra y la suya propia lamió desde la cintura hasta la nuca deleitándose de ese dulce sabor. Acaricio aun en la espalda los pectorales y el plano vientre del de ojos cielo sacando incontables sonidos de sus labios.
Naruto se puso a cuatro patas entre las piernas de Sasuke y tras varios besos mas succionó y lamió ese pálido torso que le llevaba a la mas deliciosa locura. Llegó a la cinturilla del pantalón y sonrojado a más no poder los bajó besando y dando pequeños bocaditos a la zona pélvica cubierta por corto vello morenito, sin llegar a tocar su miembro.
Con una de sus piernas, metidas entre las dos de Naruto, Sasuke lo volteó quedando el otro boca arriba. Pronto su ropa interior fue quitada con ansia y su miembro atendido por la cavidad bucal de su amado que le proporcionaba lamidas, succiones y mordisquitos en esa zona tan sensible de su cuerpo. La cabeza de Sasuke bombeaba de arriba abajo, mientras su mano empapada en saliva masajeaba los dorados testículos. Empezó a sentir algo raro en la zona baja de su vientre una presión que le estaba provocando pequeños espasmos en su morenito miembro.
De repente, algo introduciéndose en su ano le hizo dar un bote y romperle el momento.
_ ¿Qué cojones crees que haces maldito teme? ¡QUE ME DUELE!
_ Si, pero mas te va a doler si te meto esto _ dijo mostrándole su enorme y erecto miembro_ sin ninguna preparación.
Naruto puso esos morritos tan adorables como al primera vez que le insulto y con las mejillas al rojo vivo se dejó hacer. Ya tenía tres de los fríos dedos de Sasuke en su interior, moviéndose en círculos y es ole empezaba a gustar. El dolor había menguado y sus caderas pedían inconscientemente mas.
La cabeza del aparato del demonio se acercó a su entrada, pero el rubio le paró, le empujó en los hombros y se sentó de una sola y potente vez en el miembro, rompiendo su recto. Esto hizo que ambos gritaran de dolor, uno por el increíble dolor de su trasero y el otro al notar como la piel de sus duros pectorales eran atravesados por las uñas del rubio.
Sin importar el dolor y llorando como un niño, Naruto blincaba sobre ese trozo de carne sintiendo en cada embestida como iba adentrándose un poco mas en su interior hasta llegar a un punto que el hizo gritar y arquear la espalda debido a la increíble sensación que le provocó. Siguió dándose en ese punto una y otro vez.
Sasuke estaba mucho mas que excitado con esa imagen tan provocadora de su ángel. Se penetraba con los ojos cerrados, las manos en su pecho y las lagrimas brotando y deslizándose por sus mejillas canela. No aguantaría mucho mas, pero iba a consentir que el niñito rubio acabara antes que él. Por suerte el orgasmo de Naruto no se hizo esperar y vertió todo su semen en los abdominales bien formados de Sasuke que también con la respiración agitada y gimiendo bajito el nombre del de los ojos zafiro termino en su interior.
El ex ángel sacó con todo el cuidado que pudo pero aun así le dolía mucho la entrada se tumbó de lado. El moreno se le encaró y lamió todas y cada una de sus lágrimas, para luego bajar a su miembro y lamerlo hasta quitar todos los restos de pasión, al igual que hizo con su dañado ano, produciéndole un alivio al rubito con su juguetona lengua que jugaba con el dilatado esfínter.
Volvió a su lugar y ahora fue el mas pequeño el que limpio la zona de la tripa que había sido manchada por su propia semilla.
Se abrazaron, se besaron y se miraron a los ojos, perdiéndose por completo en ese remolino de mágicas sensaciones que le producían, quedándose durmiendo sin tener sueños, pues el que tenían ya se había convertido en realidad