El infierno de la soledad
Seré un ángel para velar tus sueños,
Para permanecer siempre a tu lado,
Para calmar tus penas, y tu soledad,
Seré un ángel para brindarte paz,
Para ser tu conciencia, libre de maldad,
Seré un ángel de un amor constante,
De un sincero te quiero incondicional,
De caricias suaves dadas por el viento,
Seré un ángel para ti y nadie más,
Para cuidarte de aquello que te haga mal
Para ser quien te aguarda en cada lugar.
Seré un ángel porque hoy te marchas,
A un lugar al que no puedo llegar,
Desde donde solo te podré observar,
Seré un ángel por ti… por ti…
La habitación se encontraba a oscuras, y como siempre él se hallaba solo; que importaba estar rodeado de gente que decía preocuparse por él, si a final de cuentas siempre terminaba solo, vio los restos del portarretrato de sus padres que acababa de arrojar con furia al piso, y tomo un pedazo de vidrio. Sus ojos estaban llenos de lagrimas…
-solo desearía dejar de sentirme así, qué tengo que hacer, si nadie me ama, papá, mamá, ustedes me dejaron y… y esa persona jamás me amará… ¿por qué nadie lo hace?… es porque no valgo nada, nadie puede amarme, tal vez así finalmente deje de existir y deje de sentir esto en mi interior, ya no quiero sentir nada-
El chico sintió una suave caricia en su mejilla, como si alguien secará sus lagrimas, y sintió deseos de sonreír, pero entonces observo la ventana abierta y se sintió estúpido por dejar que una simple brisa le hiciera tener esperanzas.
Sujeto con fuerza el trozo de vidrio y se permitió dibujar una línea algo torcida que pronto se lleno de sangre, y esta se derramo sobre el suelo.
-tengo sueño, si me quedó dormido… ¿podría ya no despertar? Por favor, déjame quedarme dormido…- susurro a la nada.
Intento abrir sus ojos, parecía como si hubiese pasado tanto tiempo sin abrirlos, pero al levantar suavemente los párpados, no vio nada, solo una negrura espesa que le congelo el alma, y deseos de llorar y gritar, desesperación, la sensación de soledad, se agravaba en ese lugar, en el que ni el más mínimo sonido se dejaba oír. Pero entonces una pequeña luz se encendió y esa luz cobró fuerza, y adopto la forma de una persona, lentamente, hasta que solo quedo un ser iluminado por una luz que no provenía de ningún lugar mas que de él mismo.
-…¡¿Kitsune?!…- pregunto confundido, viendo como en esa oscuridad, la silueta del 11 de Shohoku se presentaba frente a él.
-no… Hanamichi… yo soy tu ángel de la guarda-
-… yo me corté las muñecas…- dijo recordando algo, pero parecía tan lejano, como algo que hubiese ocurrido miles de años atrás.
-si así es…-
-¿por qué te pareces a Rukawa?- a pesar de qué parecía imposible lo que le había dicho, algo en su interior, le hacia saber a Sakuragi que ese ser no le mentía.
-porque yo no tengo una forma, y adopte su forma para comunicarme contigo-
-qué haces aquí? Si estoy en el infierno, ¿por qué mi ángel de la guarda esta conmigo?-
-eso es fácil, porque te amo- hanamichi sintió esas palabras como una caricia en su corazón.
-¿tú me amas?- preguntó algo incrédulo a pesar de todo.
-siempre lo he hecho-
-claro…- su mirada se torno triste –es obvio, Dios te ha impuesto que me ames, es tu deber-
-no… mi deber es cuidarte, el amarte viene de mi parte-
-…¿por qué… por qué lo haces?…-
-porque eres mi luz-
-pero tú…-
-yo te amo…lo hago porque así lo siento, por nada más, Dios me impuso protegerte, pero Él jamás me impondría amarte…-
-…- Hanamichi lloraba.
-yo le suplique a Dios quedarme a tu lado-
-pero esto…-
-¿sabes lo qué es realmente el infierno?- pregunto.
-…no…-
-es un lugar de sombras y soledad… para cualquier ser, no existe nada peor que la soledad, porque todos queremos ser amados, este lugar es el lugar al que todas las almas malas o débiles vienen sin posibilidad de disfrutar del amor y la compañía de otros-
-eso es lo que merezco…- dijo el pelirrojo bajando la mirada, la luz del otro muchacho se tornó un poco más débil.
-no digas eso… por favor, me duele- dijo llevándose una mano al pecho, con su luz cada vez más débil.
-no lo entiendo- murmuro.
-cuando amamos a otros, somos capaces de sentir su dolor, y yo te amo, te amo más que a nada- menciono con pena.
-no sé siquiera como te llamas-
-puedes decirme Kaede-
-pero tú no eres él-
-no, pero no tengo un nombre humano y para ti es importante ese nombre-
-soy débil nadie me ama, por eso estoy aquí-
-Hanamichi… no quiero que estés aquí, porque aquí tú dolor te ira consumiendo poco a poco, hasta que tu alma pierda toda su luz, y te sumergirás para siempre en esta oscuridad infinita, sin poder ver, ni escuchar a nadie, aunque se encuentre a tu lado… si eso ocurre ya no podré verte ni estar contigo, y no deseo eso, quiero estar a tu lado, por siempre, como Dios decidió para mí-
-Kaede…-
-si no ves todo aquello a lo que has renunciado, si no te percatas de que mereces más que sufrir por alguien que no te ama, jamás serás capaz de salir de aquí-
-¡pero no puedo!… él jamás va a amarme, para qué querría sentir algo de nuevo, no puedo ser feliz si él no esta conmigo, no puedo ser feliz si él jamás va a amarme-
-pero yo si lo hago- dijo con dolor el ángel y su luz se debilito aun más.
-eres muy bueno conmigo, pero no quiero tu lastima, yo solo quiero…- dijo sintiendo frío. –olvídame, no soy digno del amor de nadie, vuelve a donde perteneces, yo jamás podría merecer tu amor-
-no Hanamichi, tú te mereces mi amor y más, no me obligues a alejarme de ti, por favor, aunque sea en el infierno, aunque ya no pueda verte o hablar contigo, permíteme quedarme a tu lado, aunque pase una eternidad solo, mi corazón sabrá que tú estas cerca, prefiero mil veces quedarme contigo aquí, que estar en el cielo y no ser capaz de sentir siquiera tu presencia-
-pero… tú… no quiero que estés aquí, no quiero que sufras, me preocupo por ti-
-pero yo no puedo vivir sin ti, toda mi vida te he cuidado, mi alma es tuya, si no estas conmigo prefiero dejar de existir, por eso mi luz se esta apagando, porque yo también soy débil si no estas conmigo-
-yo… por favor Kaede, quiero que seas feliz-
-entonces porque no puedes salir de aquí y ser feliz por esa persona, por qué no puedes ser feliz para mí, por qué no puedes amarme de alguna forma-
-yo te aprecio, viniste hasta aquí por mí, claro que te quiero-
-entonces vuelve conmigo, no te quedes aquí, se feliz por mí, aunque no me ames, se feliz por mí y yo seré feliz, porque mi amor por ti, me permite sentir lo que tú sientes-
-Kaede…- el pelirrojo se arrojó a sus brazos y el ángel le devolvió el abrazó, el chico sintió como algo suave rozaba su espalda y al girar observo unas hermosas alas blancas, que lo envolvían.
-siempre estaré a tu lado…- dijo con esa hermosa voz, que tiernamente lo envolvió adormeciéndolo.
-…te amo Kaede…- dijo mientras sus ojos se cerraban lentamente.
-…despierta, por favor despierta…- Sakuragi abrió muy despacio sus ojos miel y observo al chico que estaba frente a él.
-…Ru-ka-wa…-
-¿es-es-tas bien?- sus ojos se veían asustados, rojizos, como si hubiese estado llorando por largo tiempo.
-si, creo que sí- su cuerpo se sentía cansado, pesado.
-pensé que… do’hao, por qué hiciste eso, si hubieses muerto… yo… yo hubiese ido tras de ti…- sus brazos atrajeron al pelirrojo hacia si mismo, con dulzura.
-…Rukawa tú… ¿me amas?…- el de cabello negro se tenso, pensando que el otro lo odiaría, pero aún así lo miro a los ojos.
-desde siempre…- Hanamichi sonrío ante su respuesta, dejando atónito al otro muchacho.
- también yo te amo-
-¿de-ver-dad?…-
-si, lo siento, siento haberte asustado así- dijo viendo las vendas en sus muñecas.
-esta bien, no importa, porque me haz hecho también muy feliz, júrame que jamás harás algo así de nuevo-
-vaya, hablaste mucho- dijo débilmente – lo juro kitsune- Rukawa le regalo la sonrisa más hermosa de todas, mientras que apoyo sus labios gentilmente sobre los suyos.
-descansa… cuando despiertes estaré aquí… siempre estaré a tu lado…-
owari.