Children`s Memory
Rizembool
Los hermanos Elric se encontraban en la casa de los Rockbell, en su pueblo en Rizembool.
Habían ido allí unos días para descansar, ya que Edgard había terminado una misión hace poco, y como siempre, acabado con algunas heridas. Y si bien estas no eran graves, por órdenes del Coronel volvieron a su pueblo para que Ed se recuperase.
Ambos estaban en la habitación del segundo piso, leyendo tranquilamente, mientras disfrutaban del suave viento que soplaba esa mañana.
- Winly y la tía Pinako se han ido hace mucho, hermano. ¿Crees que son tantas las cosas que fueron a comprar para la cena?
- Después de cómo nos recibieron tan contentas, claro, omitiendo la parte en la que Winly me noqueó con su llave de acero al llegar...creo que piensan hacer una gran cena esta noche.- contestó sonriendo.- O eso es lo que espero.
- Je, eres un glotón, hermano. -Comentó la armadura divertida.- vas a engordar unos kilos.
- Tal vez, pero se me verán bien, ¿no?- contestó riendo, y sacándole una risotada a su hermano.
El timbre del teléfono proveniente del pasillo los interrumpió. Edward se levantó y fue a atender.
- ¿Hola?
- Buenos días, hay una llamada para Edward Elric en la línea de parte del Coronel Mustang. ¿Desea aceptar la llamada?
Edward dudó momentáneamente.
- De acuerdo, la acepto.
- Bien, quédese en línea, por favor.- Edward escuchó un silbido pequeño.
- ¿Acero?- se escuchó del otro lado.
- ¿Quién más?
- Oh, no sé. La verdad no tengo idea de cuantos enanos hay en el mundo.
- ¡¿A quién llama enano Coronel de pacotilla?!
- Ah, entonces sí eres tu, Acero. - rió Roy divertido.
- Sí, si, como digas.- respondió gruñendo.- ¿Qué ocurre?
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Al recogía algunos papeles y organizaba los libros que estuvieron leyendo.
- Mustang me llama.- dijo Ed al entrar al cuarto. Al se giró para mirarlo.
- ¿A que te refieres, hermano?
- A que quiere que vuelva a Ciudad Central. Al parecer el jefe Bradley desea que realice una misión.
Al gruñó molesto.
- ¡Pero hermano, prometiste que nada de misiones por esta semana! ¡Aun no te has recuperado!
- Sabes bien que no puedo hacer nada, Al. -respondió mirándolo serio. - Soy el perro de ellos, cuando quieren algo me ponen la correa al cuello.
- No es justo, hermano.- replicó angustiado.- ¿No puede hacer nada el Coronel?
- No lo sé. Hablé con él, pero no creo que pueda hacer nada si viene desde arriba. Váh...ya veremos.- dijo aburrido.- Iré a preparar mi maleta.
- Mhh...- resopló Al.- Esta bien. Avisaré a Winly que nos vamos cuando vuelva.
- No será necesario. Sólo iré yo esta vez.- anunció Ed tranquilamente.
- ¿Eh? ¿Cómo?- se extraño Al.- ¿Cómo que irás tú sólo?
- Sí, solo yo. Tú te quedarás con Winly y Pinako hasta que regrese.
- ¡¿Por qué?!
- No repliques, Al. Es una orden del Coronel y punto. - contestó molesto.
- ¡Pero hermano! El Coronel sabe bien como trabajamos. ¿Cómo es que te pide que vayas sólo?
- Ya lo hablé con él y acordamos que así sería.
- ¿Se lo pediste tu?- preguntó entre dolido y molesto- ¿Por qué no me consultaste primero?
- Por que sí, Al.-contestó harto.- ya deja de reclamarme.
- ¡No lo haré! ¡Eres un desconsiderado, hermano!
- ¡Ya cálmate, Al! ¡No dramatices tanto!
- ¡Dramatizo lo que quiero! ¡Eres un imprudente e idota queriéndote ir sólo!
- ¡Oye! ¡¿A quien le dices idota?! ¡No me hables así!
- ¡Entonces no hagas estas estupideces!
- ¡Argh! ¡Suficiente! ¡Tú te quedas y listo! - exclamó Edgard saliendo de la habitación y dando un portazo.
- Aahhf...-suspiró Al viendo a su hermano desde la ventana y como este salía de la casa.- Tonto...
Alphonse se dirigió hasta la cama y se sentó en ella. Esta crujió ante el peso de la armadura.
- No es justo. El siempre toma las decisiones...
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Las horas pasaron rápidamente; el fresco de la mañana se había ido, y ahora era remplazado por la suave brisa de la tarde.
Edward se acercaba a paso lento hasta la casa. Después de salir a caminar se había tranquilizado un poco y ahora regresaba para hablar mejor con Al.
Sinceramente no lo había tratado de la mejor manera, y aunque le costaba admitirlo. Prefería disculparse antes de irse.
Al llegar a la entrada elevó el rostro y vio por la ventana la sombra de su hermano en la habitación. Así que Al aun estaba allí esperándolo.
- Demonios...- maldició con fastidio.- De verdad que soy un idiota.- se dijo refregándose los cabellos con irritación.
Entró a la casa y subió lentamente las escaleras.
¨ Naaaaadaa de tonterías Edward, habla tranquilo y no hagas macanas ¨ se repetía a sí mismo.
Al llegar a la puerta respiró profundamente y luego la abrió.
- Al, ya llegue. Escucha, se que debí...
En la habitación no se encontraba nadie. El único movimiento era el de las cortinas al ser movidas por el viento.
- ¿Al...?
Entró en la habitación confundido.
¨ Creí que me esperaría como siempre...¨
Al voltear vio sobre la cama un pequeño papel. Lo tomó y al voltearlo, se encontró con una pequeña foto de Al y él de pequeños.
- Esta es...
- ¿Edward?
Ed se giró y vio a Winly que lo observaba desde el marco de la puerta.
- Eh...ah, hola Winly. ¿Acabas de llegar?
- No. Hace una par de horas que volvimos. ¿Dónde han estado Al y tu? Les pedimos que cuidasen la casa. - reclamó molesta.
- ¿Al tampoco está? - Winly rodó los ojos.
- Te he dicho que no. Cuando volvimos no había nadie en la casa. - Winly notó como Edward se veía preocupado. - Ed...¿Dónde está Al?
- No lo sé...
Winly entrecerró los ojos, extrañada.
- ¿Qué pasó entre ustedes?
Pero Edward ya no la escuchaba, miraba la fotografía de Al y él juntos, pensativo.
Sin decir nada más, dejó la foto en su lugar anterior y salió de la habitación pasando de largo a su amiga. Luego bajó las escaleras corriendo.
- ¡Ed! ¡¿A dónde vas?!
- ¡Ya vuelvo! - gritó cuando salía de la casa nuevamente. Winly se asomó por la ventana del cuarto preocupada, viéndolo marcharse por el sendero. Exhaló un suspiro y se recargó sobre una de sus manos en el marco de la ventana.
- Vaya pareja de hermanos...
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Un poco más alejado de las casas del pueblo de Rizembool, se encontraba un espeso bosque. Y en la oscuridad que ofrecían los árboles de allí, dos hombres corrían atravesando la maleza, cargando cada uno una gran bolsa negra sobre sus hombros.
- ¡Apresúrate, John!
- ¡Ya voy! ¡Ya voy!
- ¡Tenemos que llegar a la siguiente ciudad para mañana, antes de que los militares nos encuentren!
- ¡Ya lo sé! ¡No soy estúpido!
- ¡Pues apresúrate! ¡Y ten cuidado con esos frascos!
- ¡Te juro que si me sigues mandando te los voy a meter por el...!- No pudo terminar su amenaza por que un pequeño sonido los asustó.
- ¿Quién está ahí? - preguntó John.
- ¡Salga ahora! - exclamó el otro.
Entonces de los arbustos un pequeño zorro asomó su cabeza. Los dos ladrones suspiraron aliviados.
- Tan sólo es un estúpido animal. Vamos, sigamos Demián.
- Si, si...
Ambos hombres continuaron corriendo, pero Demián no se dio cuenta cuando su bolsa se rasgó con una rama y una pequeña botella con líquido rojo cayó al suelo, siendo su caída amortiguada por las plantas.
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Al caminaba entre los grandes árboles del bosque. No se dirigía hacia cualquier lugar, sabía muy bien hacia donde iba.
Caminaba pensando en muchas cosas y en nada al mismo tiempo. Se sentía un poco más tranquilo, pero aún así el sentimiento de tristeza y molestia por la discusión con su hermano parecía no querer irse.
- Estoy harto de que siempre haga lo mismo...
Un débil <crac> lo hizo voltearse. En eso vio un pequeño conejo salir de entre unos matorrales mientras movía sus largos bigotes, olfateando.
Al avanzó un paso suavemente hasta el conejito, pero este retrocedió rápidamente y salió corriendo, desapareciendo entre los arbustos.
- Ahh...parece que aún asusto estando en esta forma...- se digo tristemente mirando su mano.
¨ ¡No importa cómo, te devolveré tu cuerpo! ¨
A su mente regresaron las palabras de su hermano. Suspiró tristemente y continuó su camino.
A los pocos minutos llegó a donde deseaba. Los rayos del sol iluminaban un amplio valle rodeado por los árboles. En el centro un pequeño grupo de rocas rodeaban unos gruesos trazos tallados en el suelo de tierra.
Al se acercó a contemplar el gran círculo de transmutación.
- Ha pasado tanto tiempo... y aún se mantiene intacto...- susurró arrodillándose al lado del trazado sin tocarlo.
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Edward corría por uno de los largos senderos de tierra. Por suerte el sol no estaba muy fuerte, y el viento que soplaba en la mañana continuaba. Era temprano todavía.
Se desvió para pasar al lado del río, y al llegar al margen de este se detuvo para tomar aire.
- ¡Hola, Ed!
Edward se dio vuelta y vio a Meison saludándolo, así que le devolvió el saludo.
- ¿Qué haces allí?
- Sólo tomaba aire fresco.- contestó sonriendo.- ¿Estas con tu padre?
- Si, acabamos de terminar el arado.- respondió orgulloso.- Ah, por cierto. Vi a Al caminando hasta el bosque, pero estaba muy lejos como para que me viera. Así que mas tarde dale mis saludos.
- De acuerdo. Gracias Meison. - sonrió Ed volviendo a correr.
- ¿Eh? ¿Por qué? - se preguntó el chico viendo a Edward irse.
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- ¿Hum? Parece como si algo hubiera pateado las rocas de aquí.- dijo al acercándose a un montículo de piedras. Se arrodilló y comenzó a acomodarlas.
- Esto me trae recuerdos...
<< ¡Al! ¡Ya está casi listo! ¿Encontraste más piedras? - preguntó el joven Ed.
- ¡Sí, hermano! ¡Mira! - contestó el pequeño Al orgulloso, acercándose a su hermano con un montón de rocas.
- ¡Bien hecho, Al! - felicitó Ed tomando las piedras. - ¡Vamos! ¡Unas rocas más y terminaremos el círculo!
- ¿Crees que funcionará, hermano? - preguntó el menor curioso.
- Por supuesto, Al. ¡Sí lo hacemos juntos, todo saldrá perfecto!- aseguró el mayor contento.
Al sonrió feliz a su hermano. >>
- Hermano...
Los pensamientos de Al fueron interrumpidos al escuchar unos pasos a lo lejos. Al levantar la vista alcanzó a ver dos sombras correr entre los árboles.
- ¿Quiénes...?
- ¡Al!
El menor volteó para encontrase con su hermano a escasos pasos.
Ninguno dijo nada, solo se observaron por un corto tiempo.
- Hermano...
- Winly y Pinako ya regresaron.- dijo rápidamente y se volteó.- Vamos.
- Ve tú.
Ed se volteó molesto.
- ¡Vamos, Al! No seas caprichoso.
- ¡Tu eres el que se encapricha en no decirme las cosas!
- ¡Pero sí te las digo! ¡No te oculté lo que tengo planeado! ¡No me fui sin decirte nada, si es eso lo que te molesta!
- ¡Estoy hablando de que no me consultas lo que piensas hacer!- exclamó enojado. - ¡Siempre ha sido igual, antes y ahora! Siempre he tenido que aceptar y seguirte en todo lo que se te ocurra aún si no me agrada, o me preocupa lo que te pase!
- No seas ridículo, Al. ¿Cuándo yo...?
Ambos dejaron de discutir al escuchar unos ruidos entre las plantas. Ambos miraron en la misma dirección y vieron salir un joven zorro, apretando algo brillante entre sus mandíbulas. Edward entornó los ojos tratando distinguir el objeto.
- ¿Un frasco?
- ¿De dónde lo habrá sacado? ¿Lo habrá robado?- preguntó Al.
- Tal vez sí, puede que...espera...ese líquido... ¡No puede ser! ¡Es agua roja!
- ¡¿Eh?! ¿Seguro?
- ¡Ese color y brillo es inconfundible! - Exclamó acercándose al zorro, pero este lo esquivó rápidamente.- ¡Maldito animal, dámelo...!
- ¡Hermano, espera! ¡Así lo vas a asustar!
El zorro corrió hasta las piedras y se puso a gruñir al mayor de los Elric. Edward volvió a avanzar hasta el animal y este se lanzó contra él, soltando la botella para morderlo.
Edward lo esquivó y lo empujó con una patada. El zorro se levantó rápidamente y atacó nuevamente, pero Ed a penas lo pudo esquivar cayendo al suelo y lastimándose con las piedras del suelo.
- ¡Maldito animal de...!- Ed chocó sus palmas.
- ¡Espera, Ed! ¡No puedes utilizar alquimia aquí!
- ¡Argh! - exclamó molesto desjuntando sus manos. El zorro volvió a gruñir y a acercarse lentamente.
Ed se levantó del círculo mientras Al se acercó a su lado. En ese momento, la pequeña botella se partió en dos y el agua roja se dispersó por el círculo, activándolo.
Un brillo intenso rodeó a los dos hermanos, mientras el zorro retrocedió y huyó asustado.
- ¡Hermano! - gritó Al desesperado al sentir un jalón bajo él.
- ¡Al!
El bosque se iluminó por breves segundos con una hermosa luz azulada.
Cuando por fin se detuvo, el valle había quedado vacío nuevamente, siendo solo acompañado por el movimiento de las hojas de los árboles.
Continuará...