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Juegos de Venganza por Algodon_

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Juego de Venganza

Sus manos se deslizaban con suma lentitud por aquella piel formándose caminos invisibles por cada surco, por cada poro, por cada porción de piel logrando sacar un suspiro entrecortado y ahogado de esos labios del cuerpo que yacía debajo de si mismo.

Sus capas habían desaparecido revolviéndose en el suelo en un solo montoncito que formaron al caer de sus cuerpos, el cuerpo del rubio estaba ya bajo la disposición del azabache, completamente desnudo y bajo su cuerpo, sintiendo los besos en su cuello y sus hombros, esas manos juguetonas por todo su torso.

Sentía como el ambiente se tornaba cada vez más caliente, como su cuerpo se tensaba y se relajaba a momentos, el cuerpo sobre de él todavía tenía un par de prendas sobre esa pálida piel que deseaba tocar con completa libertad cosa que le hizo soltar un suspiro de frustración.

Llevó sus manos desde la altura de la nuca del otro, desenredado sus dedos del cabello negro de Itachi para bajar por toda aquella espalda que aún debajo de la tela se notaba que estaba firme y ejercitada, llegando hasta la parte baja en la cintura metiendo levemente apenas si sus dedos para tocar con la yema.

Esta acción logró que el azabache le mordiera la piel sensible de la curvatura de su cuello dejándole una marca rojiza en la zona y de sus labios un leve gemido de placer, al parecer el azabache no se esperaba esa acción.

De alguna manera logró sacar esa molesta prenda del cuerpo de Itachi dejándole completamente desnudo contra su cuerpo, en ese momento, los pozos negros de Itachi se clavaron en los azules de Deidara observándolos atentamente, era la primera vez que el azabache miraba ambos ojos azules a la par.

Regresó a los labios de Deidara devorándolos con pasión mientras que el rubio subía sus manos por los brazos fuertes de Itachi sintiendo en uno de estos un tatuaje que le llamó la atención, recorriéndolo y redibujándolo con sus dedos, Itachi sonrió contra sus labios para bajar hacia el cuello de Deidara nuevamente.

-Es mi tatuaje cuando fui un ANBU –dijo con tranquilidad jugando ahora con la oreja del rubio quien no respondió más que con un gemido suave de excitación.

Itachi en ese momento, fue bajando una de sus manos desde el pecho del rubio lentamente hacia el abdomen, bajando al vientre, encontrando la intimidad del ojiazul completamente despierta, la cual aprisionó con rapidez y sin compasión para comenzar a mover su mano estimulando con decisión.

-Ahhhmmmm... –dejó salir un jadeo más profundo mientras sentía esa mano en su intimidad. Deseoso de más contacto, comenzó a mover sus caderas al compás que marcaba la mano de Itachi mientras se aferraba a sus hombros.

El azabache sabía lo que hacía al parecer.

De un momento a otro, sintió a Itachi sobre sus labios completamente recostado contra su cuerpo sin dejar de estimularle aquella zona mientras que otra de sus manos estaba en su espalda baja intentando descender un poco más hasta llegar a aquella parte trasera y apretarla con pasión.

Deidara dejó salir un gemido más fuerte de excitación mientras seguía moviendo sus caderas de forma lenta, suave pero a la vez a un ritmo placentero. Itachi aprovechó esa situación para entreabrir aquella zona para buscar una virginal entrada que estaba cálidamente deliciosa esperando a ser poseída.

Cuando la yema de su dedo apenas rozó esa zona, Itachi sintió como su propio deseo estaba comenzando a hacerse cargo de quitarle toda la razón y el poco autocontrol que tenía, su rostro era una mezcla de deseo, pasión, excitación y lujuria que hizo a Deidara desear mucho más.

El Maldito Uchiha estaba mejor de lo que él pudiera aceptar.

Cuando fue adentrando ese dedo con lentitud, Deidara se tensó un momento de manera incómoda, no era doloroso pero si era extraño sentir algo en esa parte de su anatomía pero poco a poco se fue acostumbrando al entrar y salir de aquel dedo de su interior.

Comenzaba a resultar placentero.

De pronto el segundo dedo hizo aparición seguido del tercero momentos después logrando hacerle sentir una invasión más grande y aunque algo incómoda, no dejaba de ser placentera, era una mezcla perfecta de sensaciones que le hacían delirar de pasión.

De un momento a otro, el Uchiha le miraba atentamente a los ojos, Deidara quedó encantado con ellos, sus ojos ya fueran rojos o negros eran tan atrayentes, hipnotizantes, no había la gran necesidad de usar su poder para dejar embobado a cualquiera, en ese momento sintió como algo rozaba su entrada, algo cálido.

Entreabrió los labios excitado, dejando salir un jadeo deseoso, quería sentir a Itachi dentro, lo quería ya.

Como si fuese por arte de magia, Itachi leyó sus pensamientos comenzando a adentrarse en aquella cavidad previamente dilatada, Deidara apretó los ojos por instinto, era mucho más doloroso e incomodo de lo que imaginaba pero aún así el deseo era mucho más fuerte.

Le estaba entregando su primera vez a Itachi, su virginidad.

Por su lado, el azabache jadeo un poco con los labios entreabiertos y los ojos apenas afilados llenos de placer mientras miraba las reacciones del rostro del rubio, le encantaba tenerlo dominado, sumiso, nadie en la organización había logrado domarlo de esta manera.

Sonrió con autosuficiencia un segundo, Deidara era completamente de él.

Jadeó un poco más alto cuando de una sola estocada, terminó de adentrarse en él, sus ojos se cerraron, sus manos se apretaron de los muslos del rubio mientras sentía como era deliciosamente apretado por aquella entrada y suspiró entrecortadamente intentando calmarse y comenzar a embestirlo con suavidad. Lentamente.

Sus ojos se volvieron a abrir cuando sintió que las oleadas de placer eran un poco más controlables, por lo menos por el movimiento lento de sus caderas e intentó vislumbrar el rostro del rubio que estaba contraído en una mueca entre el dolor, la incomodidad y el placer que seguramente estaba experimentando en ese momento.

Los brazos de Deidara se movieron por si solos para elevarse hasta rodear el cuello del azabache que comenzaba a moverse más y más rapido dentro de él haciéndole dejar el dolor de lado y aunque la incomodidad ahí seguía el placer estaba cegándolo.

-I...Itachi... –dijo entre un jadeo mientras que buscaba sus labios aferrándose a la espalda del azabache enterrándole las uñas, dejándole notorios rasguños que al parecer solo excitaban más al albino entrando y saliendo cada vez más rápido.

El cabello de Itachi servía cual cortina entre ambos rostros opacando la poca luz que pudiera colarse para ver sus caras, Deidara estaba con los ojos cerrados y los labios abiertos dejando salir cada gemido dirigido al azabache producto del placer mientras que Itachi tenía los ojos y los labios entreabiertos admirando al rubio dejando escapar uno que otro jadeo de excitación.

De un momento a otro, la velocidad aumentó entre sus caderas logrando que los gritos y los gemidos se volvieran más intensos por parte del rubio mientras que Itachi comenzaba a gruñir del placer que sentía.

Ambos comenzaban a sentir como la cima del placer estaba alcanzándolos de manera dolorosa en ese momento, el rubio se llevó una de sus manos para que con su lengua de la mano y sus dedos comenzara a complacerse a si mismo e Itachi arremetía más y más hondo dentro de él.

Deidara gritó cuando el placer le alcanzó empapando su mano y el vientre de ambos cuerpos que aún se siguieron moviendo un poco más entre ellos haciendo que Deidara gimiera un poco más despacio e Itachi gruñera levemente.

Cuando el clímax de Itachi llegó por fin, la boca de Itachi dejó escapar un verdadero gemido lleno de placer mientras que terminaba de dejar toda su esencia dentro del cuerpo delicado de Deidara.

Cuando por fin Itachi logró salir de su cuerpo con suma lentitud y ambos se quejaran suavemente ante la acción, el azabache se dejó caer por un segundo sobre la cama boca arriba mientras intentaba que su respiración se acompasara igualmente que su corazón.

El rubio, en un momento de cariño, se acercó al azabache para acomodarse en su pecho pero lo que encontró fue una indiferencia que le heló la sangre, bien conocía el carácter del azabache pero tampoco creía que fuera así.

Aún después de todo, intentó acurrucarse en su pecho buscando algún tipo de abrazo, quizá algo de cariño en ese momento después de haberse entregado completamente y por primera vez a alguien pero en vez de eso, sintió como una mano lo apartaba de manera fría.

Sus ojos se clavaron en la figura que ahora descansaba sentado en la orilla de la cama y que se levantaba sin pudor alguno para comenzar a vestirse sin decir una sola palabra. Deidara se sentó sobre el colchón.

-¿Itachi? –preguntó de manera dudosa, en ese momento el azabache ya tomaba su capa de nubes rojas y se giró apenas para mirarle por el rabillo del ojo y sin decir una sola palabra, colocándose la capa sobre sus hombros, salió de esa habitación sin más.

El rubio se quedó de alguna manera pasmado, ¿qué había sucedido entonces?, él se había prácticamente declarado abiertamente al azabache diciéndole que desde que le había visto la primera vez a las puertas de su aldea, se había quedado prendado de él, en ese momento, el azabache solo le tomó de la cintura besándole con dedicación.

Consideraba que dado el carácter de Itachi, le sería difícil decir abiertamente un “me gustas” a alguien pero tampoco le creía tan sangre fría como para dejarle prácticamente olvidado y abandonado después de haberse entregado.

Itachi seguramente había notado que era virgen.

En ese momento, su ceño se frunció de forma agresiva mientras sus puños se apretaban sobre sus piernas aún cubiertas por la sábana blanca que tapaba su desnudez.

Levantó su rostro con orgullo y altanería y sonrió ladinamente.

-No sabes donde te acabas de meter, maldito Uchiha. – sonrió ampliamente, de manera vengativa – Me acabas de declarar la guerra... una guerra que pienso ganar haciéndote pedazos... –sus ojos se achicaron de forma peligrosa y amenazante – haré que implores por mi perdón, bastardo... –

Con todo y su pudor, sonrió levantándose de la cama para tomar algo de su ropa y vestirse y volver a recostarse sobre su cama quedándose dormido casi la instante mientras que imaginaba las miles de formas de cómo torturar a Uchiha Itachi para destrozarlo completamente.

------------------------- 30 Vicios -------------------------


Habían pasado una semana desde que aquello había sucedido, Deidara se había paseado con su sonrisa ladina mientras que se internaba por los pasillos de la cueva donde ahora estaba siendo el actual escondite de su organización.

Si bien había adivinado de alguna manera lo que era el carácter del Uchiha gracias a algunas platicas extrañas con Kisame y viendo su actitud, se dio cuenta de que Itachi era sumamente posesivo con su persona, notaba las miradas que le dedicaba a Sasori si estaban demasiado cerca, si estaba con Kisame, horas más tarde, el ninja del agua estaba bajo una ilusión que parecía estarlo torturando.

Sonrió satisfecho mientras que miraba directamente a la causa de todos sus planes malévolos, al parecer frente de sus ojos azules quería aparentar ser frío y completamente impersonal con su persona pero también había descubierto que algo sumamente débil del Uchiha era su ego.

Sin dirigirle una sola palabra al Uchiha, ni siquiera una mirada al pasar a su lado, se siguió de largo hasta encontrarse con su compañero de viajes, Sasori quien de alguna forma estaba fuera de su marioneta caminando como si nada. En ese momento, el pelirrojo se dio cuenta que el Uchiha se había detenido en medio del pasillo y apenas se giraba par verlos de reojo.

Cuando se fijó en el rubio que no observaba hacia atrás, sonreía complacido, frunció el ceño.

Deidara creía que el plan estaba funcionando pero no contó con cierto detalle, Itachi era astuto en cualquier plan que se le presentase, por lo mismo estos últimos días al parecer el propio Uchiha se portaba indiferente a sus compañías.

Contando también que desde que comenzaba a comportarse tan distante, ya no recibía esas visitas nocturnas del azabache para intentar lograr algo, cosa que solo consiguió en contadas ocasiones donde Deidara se satisfacía completamente del azabache, le torturaba seduciéndolo en la cama, comiéndoselo él con suavidad.

Le dejaba marcas que al siguiente día estaban notorias, cosa que sabía que Itachi detestaba.

“Nadie marca a un Uchiha”

Giró los ojos de manera cansada, ahora se preguntaba que era lo que realmente sucedía.

En ese momento, alguien toco a su puerta, cuando la abrió se encontró con cierto pelirrojo de ojos violetas que le miraban atentamente de forma seria.

-Sasori no danna, ¿qué sucede? –dijo algo asombrado dejando pasar al pelirrojo a su habitación, este solo se quedó en medio de la recamara.

-Deidara, ¿a que estas jugando con Uchiha Itachi?-preguntó sin mirarlo a la cara, Deidara frunció el ceño extrañado.

-¿De que habla, danna? – en ese momento, Sasori se giró a ver a Deidara directamente a los ojos con el ceño fruncido, molesto de verdad, Deidara solo había visto esa expresión en el pelirrojo una vez, cuando le había hecho esperar más de dos horas en una misión.

-Uchiha Itachi... es despiadado Deidara, estás jugando con fuego... –las facciones del otro se relajaron- voy a detener este juego que tienes, voy a destrozar yo mismo a Itachi para que dejes de hacer estupideces... –Deidara frunció el ceño.

-No se meta... –fue un susurro- Itachi es mío, solo yo puedo destrozarlo.. solo yo voy a hacerlo pedazos, no se atreva a tocarlo... –Sasori se quedó de alguna manera sorprendido ¿de cuando a este momento, Deidara era tan posesivo?... tan vengativo...

Sin realmente decir alguna palabra más, Sasori salió de esa habitación dejando a Deidara solo quien simplemente suspiró, no quería problemas con el pelirrojo pero tampoco tenía derecho a meterse en su “relación” con Itachi.

En ese momento se preguntó si era una “relación” lo que tenía con él.

-De todas maneras... jejejeje voy a hacerlo pedazos... -la puerta de su recamara se cerró de manera lenta.

------------------------- 30 Vicios -------------------------


Horas más tardes, esa misma puerta se abría con sigilo dejando entrar una silueta entre las sombras observando como un cuerpo descansaba con calma sobre la cama debajo de unas sábanas blancas respirando acompasadamente.

Un cabello rubio se esparcía sobre la almohada mientras que sus manos estaban descansando a cada lado de su cabeza, su rostro tan tranquilo, tan pacifico que sus ojos negros no se lo creían del todo.

Cuando se acercó a la cama completamente, sintió como de alguna manera era paralizado a los pies de la cama, sin poderse mover, sus ojos se giraron hacia la cama donde ahora estaba una escultura de arcilla con la figura del rubio que había estado ahí hace un momento.

De pronto sintió unas manos en su cuello acariciándolo para después abrir violentamente su capa, frunciendo el ceño, unas lenguas ahora acariciaban la piel de su cuello y parte de su pecho aún sobre la tela. Al parecer estaba jugando. Cerró los ojos frustrado, no le gustaba ese juego.

Una mano desató su cabello y le tiró de este logrando que su cabeza se hiciera hacia atrás. Itachi gruñó molesto.

-Deja de jugar conmigo Deidara –amenazó con una voz ronca, Deidara sonrió.

-Eso debería decirte yo a ti, Itachi, deja de jugar conmigo maldito bastardo... –de un golpe en sus curvaturas de las rodillas, el azabache cayó hincado frente a la cama. ¿Cómo rayos le había hecho para que no lograra moverse?

Frunció el ceño al sentir de nuevo otro tirón de su cabello largo haciendo que su cuello doliese.

-Desde la primera vez que me tocaste, firmaste tu sentencia de muerte... –con sus labios acaricio la mejilla albina- me robaste el corazón y no te importó... te di mi primera vez y mi primer amor... y lo destrozaste, me dejaste temblando de dolor... y no te importó... –sonrió para morder ahora el cuello del albino que gruñó molesto, esa mordida dejaría una gran marca y lo sabia.

-Deja de jugar... –volvió a advertir activando su poder ocular, Deidara sonrió cerrando los ojos.

-Te he vencido Itachi... si yo soy tuyo... tu eres mío... –aquella afirmación hizo que Itachi frunciera el ceño, Deidara sonrió para alejarse, el azabache se había desatado de sus ataduras con su Sharingan, estaba furioso, sabía que Itachi estaba furioso.

-Te advertí que no jugaras así... –Deidara sonrió más sin abrir los ojos, Itachi se enojó más.

-De todas maneras, soy el ganador de esta guerra... –entreabrió los ojos para clavarlos en los ahora rojas orbes del pelinegro –ahora... quédate conmigo, por que me perteneces... hazme el amor como nunca y no te separes de mi... -

Esas palabras hicieron que Itachi entrecerrara los ojos de alguna manera extraña, ¿entonces todo era parte de una estrategia de Deidara? ... oficialmente había perdido ante esa guerra sin saber que estaba en una.

Cerró los ojos, odiaba perder pero odiaba más el ser humillado, esa guerra había herido su orgullo de alguna manera, el como lo había tratado, pero lo dejaría pasar ya que honestamente el rubio le había vencido, sonrió apenas.

Tenía que darle la recompensa al rubio por haberlo vencido, a él a Uchiha Itachi.

Esa noche, ambos se entregaron de manera apasionada, gemidos, jadeos, gruñidos, gritos desenfrenados y a la mañana siguiente, Itachi amaneció entre los brazos de Deidara plácidamente dormido.

Notas finales:

Me costó bastante, definitivamente tenía la idea desde hace días pero no sabía cono desarrollarlo y sobre todo, ¡Como terminarlo!.

 Diablos, me ha costado bastante, bueno para los seguidores de mis otros fics creo que adelantaré mi actualización de Aférrate antes de Regression y Destino xD. Nos vemos ^^.

Algodón de Azúcar "El sabor Dulce de la Sangre Uchiha"


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