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Cursed Feeling por Yuki Kuroi

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Notas del fanfic:

Fanfic basado en el juego de Squaresoft, FFVII.

Este fanfic lo creé para un concuro de fics en una antigua y abandonada página de yaoi. Me atreví a subirlo para conocer su opinión al respecto.

Este fanfic está situado cronológicamente despúes del juego y antes (obvio) de la película.

“Cursed Feeling”

FINAL FANTASY VII –fan fiction-    

 

             Cuando se despertó de golpe bajo el manto nocturno de la madrugada, aún no se reponía de la visión de su sueño y de lo que había sentido dentro de este; la extraña sensación y el pesar repercutían en su pecho, además del cosquilleo de aquellas frías manos en su mejilla. Todo eso, sumado a su reacción final, lo tenía atolondrado.

             “Sólo fue un sueño” se repetía, “sólo fue un sueño”. Un sueño que le traía a la mente viejos y dolorosos recuerdos de antaño, que él se esforzaba por borrar cada día.

             Pero la herida ya estaba hecha, el sueño la había abierto otra vez y se encontraba con el corazón ardiendo dolorosamente. Poco a poco el aire le fue devolviendo el alma al cuerpo y su herida abierta ya no dolía tanto, sólo le punzaba el recuerdo de ese sueño.

             Miró hacia el horizonte, que se abría lentamente al amanecer y suspiró hondo. Tomó su espada y se la colgó a la espalda, mientras miraba por sobre el acantilado la imagen solitaria de su pueblo natal, que le esperaba al final del trayecto.

             “Volví a Nibelheim”, pensó, y al instante reanudó la caminata del día anterior.

             “Nibelheim”… sí, Nibelheim; aquel pueblecito rural que se encontraba al pie de la gran montaña y que había sido destruido sin piedad por un ser enloquecido; un ser al cual admiraba casi ciegamente y que le entregó todo de sí; un ser de mirada penetrante, sonrisa amigable y cabellera plateada. Ese ser… que le quitó lo que más quería.

             “… … … … …Sephiroth”; y la punzada dolorosa volvía.

             Al llegar a Nibelheim notó algo extraño. Desde el centro del pueblo se veía una pequeña estela de humo como si alguien hubiese apagado una fogata hace muy poco tiempo, llamándole mucho la atención.

             Con cautela, se acercó hacia ese sitio, y cual no sería su sorpresa al ser embestido por una rojiza silueta que le dejó de costado sobre el piso. Y cuando ambos individuos iban a atacarse, se detuvieron abruptamente.

             – Disculpa… – le dijo el tipo con la capa roja, la cual le cubría la mitad del rostro. Sobre su frente llevaba una venda del mismo tono que su capa, y que era cubierta levemente por unos gruesos mechones negros.

             – No sabía que eras tú – concluyó.

             El individuo guardó su pistola, que había sacado en la embestida, y se acercó alrededor de la apagada fogata, mientras el otro se levantaba con calma.

             – Siempre con la guardia en alto, Vincent. – le decía, a la vez que se le acercaba.

             – Y tú, tarde como de costumbre, Cloud. – respondió Vincent, con aquella voz tan apagada y profunda, carente de toda emoción.

             Cloud esbozó una triste sonrisa, el cansancio del día anterior, la dormida en la intemperie y el mal sueño lo tenían un poco decaído. Vincent lo notó.

             – ¿Qué te sucedió? – le dijo – Se supone que llegarías antes del amanecer.

             – Tuve un percance y al final me venció el sueño camino hacia acá, eso es todo. – respondió sin ánimo alguno.

             – Hmmmm…

 

             Silencio. Vincent sólo le miró de reojo. Sabía que había otro motivo para esa mirada triste y ese aire solitario. Sabía que algo agobiaba a Cloud y le hacía sufrir internamente. Sin embargo, no quiso presionarlo con el tema y solamente se levantó de su lugar, para empezar a caminar.

             Cloud alzó la vista.

             – Es mejor que empecemos con nuestro trabajo ahora. – le dijo Vincent, sin mirarlo.

             – ¿Qué has averiguado?

             – Casi nada… sólo lo que me dijiste por teléfono, más los rumores que he oído camino hacia acá.

             – ¿Rumores?

             –… … Sí. Escuché que un grupo de hombres, formalmente vestidos, estaban preguntando por sucesos raros ocurridos recientemente, además de haber mandado a otras personas a investigar esta área.

             – ¿Turkos?... ¿Acaso la corporación Shinra está activa? ¡Pero si Rufus está muerto!

             – Aunque el presidente esté muerto, por alguna extraña razón la organización secreta sigue trabajando. Hmmm… realmente es extraño.

             Y realmente era extraño. Cloud aún recordaba como un año atrás la compañía Shinra había sido disuelta, luego del infortunado final de su joven presidente y como Sephiroth había tomado partido de esa situación. Pero a pesar de que ambos hechos se encontraban tan alejados, grabados tan sólo en su memoria, le parecía inverosímil que todo se estuviera repitiendo.

             Se separaron cerca de la mansión. Vincent tenía pensado investigar bien la zona y así comprobar ese extraño rumor que le había llegado a Cloud por boca de Yuffie, hace tan sólo unos pocos días atrás. Pero, más que por el rumor, era por Cloud, quien había decidido investigar por su propia cuenta, y no quería dejarlo solo en este asunto, aunque todo terminara siendo una absurda mentira.

             Cloud aún no estaba recuperado desde la última vez, desde aquella batalla contra ese hombre cuyo nombre nadie quería volver a pronunciar, y que, no obstante, era imposible no decir. Por lo tanto, todos tenían su atención puesta en Cloud, preocupados.

             Después de aquella vez, cuando todos se habían enfrentado contra Sephiroth, el más afectado con la victoria de la batalla fue Cloud; y desde entonces… su personalidad se volvió más triste y distante.

             Cloud ya había ingresado en la mansión cuando su cuerpo recibió un extraño escalofrío. Asustado, dirigió su mirada en distintas direcciones, sin resultado alguno. Al parecer se encontraba solo en aquel viejo lugar.

             Registró cada habitación y estancia, sin olvidar ni un rincón siquiera, hasta que al final sus pasos lo dirigieron hasta la entrada del subterráneo. Tembloroso abrió la entrada oculta y descendió por esa maltrecha escalera de caracol.

             Por cada paso que daba, los recuerdos le atormentaban y golpeaban su mente como fuertes latigazos: el laboratorio, el olor a químico; su amigo Zack tratando de sacarlo de allí, subiendo esa misma escalera; la batalla contra los soldados, la huída en la camioneta… … el trágico final de su amigo.

             Todos esos recuerdos le provocaron un fuerte dolor de cabeza, por lo que tuvo que sujetarse en la pared para no desfallecer. Este hecho le impresionó.

             “¿Qué me pasa?” pensó “¿Por qué me siento así tan repentinamente?”

             – Tal vez porque estoy cerca. – se oyó una profunda voz que parecía inundar todo el lugar.

             Cloud ahogó una exclamación. Esa voz le era tan familiar.

             De inmediato, corrió escaleras abajo, atravesando el húmedo pasillo subterráneo. Necesitaba llegar al laboratorio secreto y comprobar si su corazonada era cierta, sin embargo se encontró con Vincent que se encontraba cerca de los tubos de experimentos. Este adivinó su decepción.

             – ¿Querías encontrarte con Sephiroth? – le preguntó sin rodeo – Tu cara te delata.

             Cloud se apoyó en uno de los libreros.

             – No. – respondió – Sólo que no esperaba que tú llegaras antes que yo… ¿Acaso no te habías ido a inspeccionar el otro lado?

             – Eso no importa, ¿o si?

             –… … … … … … … … no.

             Cloud observó el lugar; nada había cambiado en esa oculta biblioteca: los libreros parecían inmunes al tiempo, los libros aún tirados en el suelo tal y como recordaba desde su ultima visita y los gigantescos tubos de experimentos que parecían nuevos… ¿nuevos? Cloud se acercó casi de un salto hacia ellos, tanteándolos con miedo. Vincent lo miró de reojo.

             – Veo que también lo notaste – le dijo – Al parecer alguien ha estado usando este laboratorio.

             Cloud sólo guardó silencio y agachó la cabeza. No quería insinuar a ninguna persona.

             – Aún no tenemos alguna pista que nos guié sobre este asunto. – prosiguió Vincent – Así que no nos podemos adelantar a conclusiones.

             – Lo sé… Vincent…  – respondió con un denso suspiro.

             Y sin decirse nada más empezaron por registrar el viejo recinto. De pronto, Cloud encontró una extraña abertura oculta entre los estantes polvorientos del despacho y a su izquierda una pequeña llave que se asomaba desde un libro roto. Sin pensarlo demasiado intentó ingresar esa extraña llave en el agujero que estaba al frente suyo y al instante una puerta secreta se abrió. Sin dudarlo, ingresó.

             “Qué fácil” pensaba “demasiado fácil… acaso…”

             Cuando Vincent volteó para decirle algo a Cloud, éste ya no estaba y preocupado empezó a buscarlo por todas partes. Registró el mismo lugar en el cual Cloud había hallado la llave, sin encontrar nada. Presintió que algo raro ocurría; no podía su amigo desaparecer así como así. Y, seguido por un mal presentimiento, comenzó su búsqueda.

             Cloud había caído en una trampa.

             Se encontró de pronto al frente de una larga escalera, oscura y húmeda. Al fondo, un suave aroma le embargaba la nariz, a la vez que una cálida y profunda voz le daba la bienvenida.

             De golpe, Cloud se detuvo ante la entrada de la habitación, no por la voz que le recibía sino por la escena que le rodeaba.

             “Esto… es igual a mi sueño” y la punzada dolorosa volvía. El lugar, el olor… todo era semejante a su sueño, así que sabía lo que venía. Entonces, a la espera de lo que vendría, desenvainó la espada desde la espalda y caminó hacia el centro.

             Una sonrisa repletó la zona.

             – Veo que aceptaste mi invitación… y no lo digo por tu sueño. Lo digo por la llave. – se oyó esa profunda voz.

             – Me lo supuse…

             – Entonces… ¿Por qué procediste?

             – Quería comprobar si mis sospechas eran ciertas.

             Un silencio los embargó, más la sonrisa de aquella silueta resonó en ese lugar.

             – ¿De verdad?

             La paciencia de Cloud comenzaba a disiparse. No estaba de humor para jueguitos. No debía darse el lujo de que su sueño se repitiera, aunque deseaba que tan sólo hubiese sido eso… sólo un sueño.

             Pero la situación era demasiado real, la pesadilla volvía y le dolía el pecho. Y aunque tratara de negarlo, el dolor se hacía más intenso.

             No aguantaría esa situación por mucho tiempo.

             – ¿Acaso no te convences, Cloud? –  la voz se sentía muy cerca.

             Cloud se puso en guardia.

             – ¡Sal de dónde estés! ¡Termina el juego ya! ¡Sé que eres tú!

             El corazón de Cloud latía rápidamente.

             – Veo que estás nervioso.

             – … … … …

             – Sí sabes quien soy… ¿Por qué no dices mi nombre? ¿Acaso me tienes miedo?

             Silencio. Cloud se encontraba demasiado nervioso.

             – ¡Jamás te he tenido miedo! – dijo al fin – ¡Si realmente eres el verdadero Sephiroth, dame la cara!

             – Por supuesto… Cloud – la voz provenía desde su espalda y de un brinco el joven volteó, empuñando su espada.

             Allí había una silueta que poco a poco se la fue acercando. Cloud retrocedió sorprendido; reconocía cada parte de ese ser: el largo abrigo oscuro, la insignia de SOLDIER en su cinturón, el pecho descubierto (atravesado, tan sólo, por dos delgadas correas de cuero); la larga cabellera plateada; la “Masamune”, una katana de casi 2 metros de largo, empuñada en su mano derecha… no había duda: era ÉL.

             – Se-sephiroth… – murmuró.

             Sephiroth le sonrió, oscura y amigablemente, mientras sus ojos se posaban completamente en la figura esbelta y fuerte de Cloud. Luego, habló:

             – Ha pasado mucho tiempo… Cloud. – su tono de voz parecía casi provocadora y su mirada revelaba sus oscuras intensiones.

             – ¿¡Por qué!? – exclamó Cloud, desconcertado – ¡Creí que estabas muerto! ¡Te vi morir hace un año!

             Sephiroth meneó la cabeza con un dulce gesto y sonrió.

             – ¿Eso creíste? ¿Pensaste que ese era mi fin? ¿Nunca te preguntaste por qué te traje a un duelo privado, luego de que ustedes me derrotaran? – se acercó a él, lentamente y prosiguió: – Cloud… dejé que me vencieras a propósito para que todos se confiaran… – le colocó una mano en la mejilla – Para tenerte de nuevo aquí…

             Cloud alejó la mano de un manotón.

             – ¡No juegues! – le dijo, enfadado.

             – No juego, Cloud. Tú llevas las células de la madre igual que yo, así que mientras tú existas… volveré.

             – ¡Basta! ¡Ahora te derrotaré definitivamente!

             – ¿Ah, sí? ¿Quieres pelear tan pronto? Tonto… no has cambiado nada.

             – ¡Cállate!

             – De acuerdo… pero esta vez no perderé a propósito, querido Cloud.

             Sephiroth dio la señal de partida al colocarse en posición de ataque. En tanto, Cloud no daba crédito a esa situación, pues creía que la herida ya había desaparecido. ¿Acaso no fue Sephiroth la persona más importante de su vida? Y dejando ese dolor de lado, se atrevió a dar el primer golpe.

 

             Mientras la batalla empezaba, repitiendo, sin remedio, la escena de un año atrás, los recuerdos volvían a la mente de Cloud. ¿Cuánto había pasado desde que él ingresó a SOLDIER? Era tan sólo un chiquillo de 14 años cuando se había alistado. Él quería ser un soldado de clase A, como Sephiroth, a quien admiraba profundamente, por eso tomó esa decisión.

             Allí conoció a Zack, un joven soldado de primera clase, que no sólo era su superior, sino que, además, era la mano derecha y amigo de Sephiroth. Entre ambos creció una fuerte amistad que se fue consolidando con los años. Y no tardó mucho en ser presentado delante de Sephiroth, y éste, son su aire amigable, le dio la bienvenida al grupo.

             Al poco tiempo, Cloud empezó a sentirse más cercano a Sephiroth que a Zack, y lo atribuía a su gran admiración. Sin saberlo, inconscientemente, se trataba de negar lo que poco a poco su corazón comenzaba a experimentar.

             Y Zack al parecer lo sabía, insinuándoselo en forma de broma cada vez  que podía. Pero Cloud lo negaba, un poco enrojecido, riendo a la par con su amigo. Hasta que un día, al poco tiempo de cumplir los 16 años… ….

             Cloud había resultado herido en una misión de rutina, y llevado por Zack de vuelta a la base. Cuando el joven reaccionó, no fue la cara de Zack la que apareció ante él sino la de Sephiroth. Al verlo, su corazón se inquietó.

             – Hasta que reaccionaste – le dijo Sephiroth con aire de reproche – ¿Cómo es posible que te hayan herido de esa manera? Si quieres ser un soldado de primera clase, no debes cometer esa clase de errores.

             Cloud agachó la cabeza. Lo que menos quería en esos momentos era recibir un regaño de su parte.

             – Pudiste haber muerto… y si sigues a ese ritmo, es mejor que te retires de SOLDIER. – y se dispuso a marcharse.

             – ¡¿Y sólo a eso has venido?! ¿A reprocharme?

             Cloud se levantó de la camilla en ademán de seguirlo, pero el dolor de sus heridas se lo impidió.

             Sephiroth lo miró por sobre el hombro.

             – No te muevas – le dijo – Se te puede abrir la herida.

             – Sé que no debo cometer errores… ¿Pero acaso tú no los cometiste cuando eras un cabo raso?

             – No.

             – No te creo… Además, tú no estabas allí… así que no sabes que fue lo que realmente pasó…

             – Recuéstate, tu herida… 

             – ¿Y que te importa mi herida? Tú solamente me ves como un soldado más; una pieza que debe ser perfecta para el escuadrón.

             Sephiroth volteó desconcertado. Nunca Cloud le había tratado de esa manera.

             – ¿Qué no me importa? – se acercó pesadamente, con algo de enfado, pero no lo intimidó. Prosiguió: – Cloud… ¿Cómo puedes decirme eso? ¡Siempre me he preocupado de mis soldados y no por ser una “pieza más” como tú dices!

             – Siempre te he admirado, Sephiroth, pero aquí adentro he escuchado mucho sobre ti. Ahora mismo hay soldados que piensan que eres frío y manipulador; que te da lo mismo las bajas que sucedan en una misión mientras los que murieran no fueran “indispensables”.

             – Cloud…

 

             – ¿Y sabes por qué tengo esta herida? Por pelearme con uno de estos soldados. Me hirió por defenderte. Me hirió para que me “diera cuenta” de que clase de persona eras… y con lo que me dijiste, lo confirmaste.

             – ¿Sólo por eso? Cloud… No me mal interpretas como ellos lo hacen, pero en el campo de batalla hay que mantener la sangre fría o pierdes. Ahora…dime quien fue el idiota que te hizo eso.

             – Entiendo eso… pero no te voy a decir quien fue. ¡Qué más te da!

             – ¡Cloud, por favor! ¿Por qué crees que vine a verte al enterarme de que estabas herido? ¡¿Sólo para reprocharte?!

             Sephiroth se le acercó aún más, haciendo que Cloud retrocediera hasta la pared. Lo tenía acorralado y nervioso.

             – Cloud… siempre me preocupo por todos, que no lo demuestre es otra cosa. ¿Alguna vez me has visto tratando mal a alguien? ¿Te he tratado mal?

             – No.

             – ¿He abandonado a mis solados, a Zack o a ti?

             – No… – y Cloud agachó la cabeza.

             – Entonces… ¿Por qué le crees más a ellos que a mi?

             –… … No lo sé.

             – ¿Me crees capaz de hacer algo malo?

             – No… pero… Últimamente nos has estado evadiendo. Zack me dijo que no me preocupara, sin embargo…

             – Cloud…

             – Tu frialdad a veces me daña… Sephiroth.

             Sephiroth colocó una mano sobre la mejilla de Cloud, dejándolo inmóvil y sin saber que hacer.

             – ¿Sabes por qué vine? – le susurró.

             – No… – respondió con voz temblorosa; esa mano en su rostro lo tenía nervioso.

             – Porque me tenías preocupado. Porque pensé que tu herida era mucho mas grave. Y si te dije eso, era sencillamente porque no sabía que decirte…

             Acercó su rostro hacia él, casi al punto de rozarse la nariz y la mano que le sujetaba la mejilla, ahora le acariciaba el cabello suavemente.

             – Sephiroth… – y cerró los ojos. Esa caricia que no se esperaba lo tenía con el corazón agitado, a punto de colapsar.

             – Tal vez no pueda preocuparme de ellos como me preocupo de Zack y de ti… sobre todo de ti…

             – Sephiroth… por favor… ¡Si tienes algo que decirme, hazlo ya! – le decía Cloud mientras sus manos se aferraban a ese oscuro traje – ¡Esta situación me incomoda, porque yo…! Yo…

             Sephiroth esbozó una sonrisa, sin aviso alguno depositó los labios sobre los del joven, los cuales correspondieron luego de un segundo de impresión. Cloud no creía lo que sucedía; jamás habría pensado que aquello ocurriría. Y más que rechazarlo, lo aceptó sin duda alguna, abrazándose a él casi de inmediato.

             ¿Cuántas veces se repitió ese momento? ¿Cuántas veces Sephiroth lo citaba al despacho, con cualquier excusa, sólo para tenerlo en sus brazos y devorarlo a besos?

             Cloud lo amaba y se entregaba a él cada noche sin medida. Y hubiese seguido así, amándose secretamente, si no fuera por ese oscuro día.

             El día en que Sephiroth inundó a Nibelheim en llamas.

 

 

             Cloud seguía peleando contra Sephiroth; de nada serviría que su mente trajera de vuelta esos recuerdos que tanto lo lastimaban… ¡Cómo deseaba que nada de eso hubiera ocurrido!

             Y sus recuerdos lo traicionaron. Fue a causa de estos que perdió la concentración en la batalla y no vio venir el contraataque de su rival, que le voló la espada y lo dejó tumbado contra el piso.

             Cloud había perdido.

             – Ríndete – le decía mientras se acercaba – No puedes contra mí.

             – ¡Jamás me rendiré y menos contra ti! – respondió Cloud, tratando de incorporarse sin resultado. Por alguna razón su cuerpo no respondía.

             – ¿Sorprendido? Mientras peleábamos te lancé un hechizo paralizante. ¿Ahora te rindes?

             – ¡Nunca!

             La katana de Sephiroth cayó al suelo y su mano tomó el rostro de Cloud por el mentón, acariciando con el pulgar sus labios. Al instante, Cloud recordó la sensación fría de esos dedos en su mejilla dentro de su sueño y cerró los ojos.

             “Hasta aquí llegaba mi sueño… Qué esto sea un sueño”; pero no era así. Sephiroth había depositado los labios en contra los suyos, fuertemente. Se alejó tan sólo un poco y sonrió.

             Cloud estaba desconcertado.

             – Sephiroth… – murmuraba – ¿Por qué?

             Luego de sonreírle, Sephiroth lo empujó contra el suelo quedando encima de él, sujetándole las muñecas. Cloud intentó forcejear.

             – ¿Qué haces?

             – He ganado – le dijo – Así que eres todo mío.

             Sephiroth alcanzó la katana (al reincorporarse sobre Cloud), confiado de que no iba a huir a causa del hechizo, mientras que su otra mano acariciaba el rostro, el cuello y el cuerpo de Cloud.

             – ¿Qué vas a hacer? – preguntó Cloud, preocupado.

             Sephiroth sólo le sonrió y al instante sintió el filo de la katana en su mejilla y en su cuello.

             – No te voy a matar, si eso temes – le susurró, colocando la hoja de su katana por debajo del chaleco del joven, rasgándolo de un fuerte tirón ascendente. De inmediato, Cloud sintió el frío del filo por si pecho descubierto, hasta llegar al pantalón, donde Sephiroth propinó un suave corte.

             – ¡Estás… loco! – le gritó al adivinar sus intensiones.

             – No lo sé. – Respondió mientras tiraba la katana hacia un costado y se le acercaba al cuello –… (Tú me tienes así).

             Cloud sintió los fríos labios de Sephiroth jugueteando en su cuello, en su pecho, en su vientre, en su cadera….

             – ¡Suéltame! ¡No sigas!... ¡Me las vas a pagar!

             Pero Sephiroth parecía no escuchar y mientas más se resistía, más lo deseaba. Y gracias al corte que le había dado al pantalón, pudo desgarrarlo sin mucho problema, alarmando a Cloud quien intentaba detenerlo, débilmente.

             – Por favor… Seph…

             No había caso. Su voz casi ni se oía. El cuerpo de Sephiroth lo tenía atrapado y le hacía estremecer. Se encontraba demasiado nervioso.

             “Nunca pensé que terminaría así contigo”, pensaba.

             – Cloud… – le murmuró Sephiroth – ¿Cuánto tiempo ya?

             Sintió como los pulgares de Sephiroth jugueteaban en sus pezones, mientras la lengua recorría gran parte de su cuerpo. Luego las manos bajaron hasta sus muslos, afirmándolos, al tiempo que sus labios se apretaban en contra de estos, antes de separarle las piernas y dar una fuerte presión justo en el medio.

             Cloud gimió. ¿Hace cuanto que no le sentía así, succionando con fuerza y a la vez con dulzura? ¿Hace cuanto que sus manos no le hacían vibrar de esa forma? Sólo deseaba que todo eso fuera distinto, como antes, y no casi a la fuerza como ahora que estaba atrapado por culpa del paralizante. Pero… si Sephiroth no lo hubiera hechizado, ¿Habría huido? ¿Se habría resistido a esas caricias y esos besos? Ni él mismo lo sabía.

             De pronto, Sephiroth lo cogió de las caderas, levantándolo levemente y lo embistió  con fuerza. Cloud ahogó un grito, mientras sentía como una mano se aferraba a su virilidad y le hacía gemir de placer. No podía hacer nada en contra de eso.

             – Sephiroth… por… por favor… – jadeaba.

             – Relájate… ya eres todo mío…

             Cayó con todo su peso sobre Cloud, manteniendo el ritmo y la presión. Cloud seguía jadeando, pues aquel cuerpo lo apretaba por entero, rozándole en el lugar preciso y provocándole la misma sensación anterior. Además, Sephiroth lo tenía abrazado por debajo de la cintura, aferrándolo con mucha más fuerza.

             Y sin darse cuenta, había recuperado la movilidad de su cuerpo y se abrazaba contra él, siguiéndole el juego… el ritmo.

             – Se-sephiroth… – y apretó los dientes.

             – A-aún…te…amo… – le oyó susurrar en su oído.

             Sephiroth se estremeció y lo abrazó con fuerza, al tiempo que Cloud soltaba un leve grito, y su cuerpo caía hacía atrás extasiado.

             Y allí quedó, aturdido y exhausto.

             Levantó la mirada y se encontró con la imagen del antiguo Sephiroth sobre él; ese Sephiroth que le hacía sentir seguro y cálido. Pero al momento de querer tocar ese rostro afable, la imagen del Sephiroth actual quebró su última esperanza. Levemente sus dedos rozaron esos fríos labios, antes de cerrar los ojos y correr la cara.

             Sephiroth sonrió maléficamente.

             – ¿Estas llorando?

             Cloud le dio un empujón, apoyándose en un costado. Sephiroth se levantó.

             – ¿Por qué? – preguntó Cloud, en un tono furioso y apenado.

             Sephiroth le lanzó una manta que por allí había, y sin darle la cara, respondió:

             – Porque te amo… así de simple.

             – ¡¿Cómo puedes decirme eso?!

             En ese instante apareció Vincent, quien no pudo contener su sorpresa al ver a Sephiroth. Corrió hacia su amigo, que ya tenía la manta puesta, y le preguntó que había pasado; sin embargo este no respondió.

             Vincent se levantó seriamente, pero una mano lo detuvo. Volteó:

             – ¿Cloud?... Pero… ¿Por qué?

             Al instante, un golpe seco y exacto lo aturdió. Miró a Cloud sorprendido.

             – Perdóname, Vincent… – le dijo – pero esto es algo que debo solucionar por mi cuenta. – y dejó que su amigo cayera al suelo.

             Sephiroth volteó pensativo. No imaginaba que Cloud noquearía a Vincent de un certero golpe.

             – ¿Quieres más?

             Cloud recogió su espada.

             – Esto no te lo perdono.

             – ¿Quieres vengarte? – recogió la katana – Quiero verlo.

             La lucha comenzó de nuevo, más violenta que la primera vez. Cloud se sentía humillado y herido por lo ocurrido y descargó todo su dolor a través de los espadazos y cortes que le propinaba a su rival, quien alcanzaba a esquivar sólo la mitad.

             “Así es…” pensaba Sephiroth, “Sigue así…”

             Cloud trataba de no pensar en nada; no quería dar paso a las memorias que lo atormentaban, pero que era imposible negarlas.

             Una vez Sephiroth le había comentado que tenía miedo de lo que podría llegar a hacer, y si él, como su amigo, sería capaz de matarlo.

           

              “Nunca…” le había respondido Cloud “No podría…”             “¿Seguro?”             “Por supuesto… ¿Acaso tú me harías daño?” 

             Sephiroth acarició se mejilla tan sólo con los dedos.

             La pelea continuaba sin tregua alguna. El recuerdo continuaba:

 

             “No lo sé…” le había dicho Sephiroth “Porque tengo miedo de mi mismo.”

             “Sephiroth… yo…” y se le lanzó a los labios.

 

             Cloud había recibido un corte, pero eso no impedía dar un feroz contraataque. Y las memorias se agolpaban en su mente.

             

             “Si alguna vez te hago daño, Cloud… ven y mátame.”             “¡No!”             “Yo sé que lo harás…” 

             Sintió el ruido metálico de la katana chocando contra el suelo; sintió que algo húmedo rodaba por su mejilla; sintió que su espada atravesaba algo blando… a la vez que algunas gotas de sangre caían sobre el piso. Levantó la vista.

             Sephiroth lo empujó con fuerza, mientras se sacaba de un golpe la espada que tenía incrustada en su vientre. Colocó una mano sobre la herida, intentando erguirse, mientras Cloud lo miraba atónito.

             La espada cayó al suelo.

             – ¿Ves que lo harías? – murmuraba Sephiroth, con dificultad. De su boca emanaba un poco de sangre.

             – ¿Por qué? – le decía Cloud – ¿Por qué las cosas tienen que ser así?

             – Porque cambié y tú intentaste ser el mismo de siempre. Porque tú no traicionarás a los tuyos para estar conmigo. No lo harás…

             Y antes de que Sephiroth cayera, Cloud lo sujetó con fuerza. Por un instante el que yacía en sus brazos era aquel Sephiroth de antaño del cual se enamoró.

             Unas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

             – ¿Por qué? – musitaba mientras lo abrazaba.

             Sephiroth le acarició el rostro, removiendo esas lágrimas. Suspiró.

             – Cómo me hubiera gustado… ser el de antes… y no causarte el daño de ahora.

             – ¿No hay forma? – chilló Cloud – ¿No hay manera para que vuelvas a ser el de antes? ¿Mi… Sephiroth?

             – No… porque el daño está hecho… y no hay vuelta atrás. Además, cuando yo vuelva, tú no me amarás más…

             Poco a poco, Sephiroth comenzó a desaparecer. Cloud lo abrazó con fuerza, intentando que eso no sucediera. No quería que todo terminara así.

             – ¡No! ¡Quédate! ¡Yo… yo aún…!

             Sephiroth colocó un dedo sobre los labios, callándolo.

             – Silencio, Cloud… yo también, pero esto nos hace daño. Te hace daño.

             Y cuando se disponía a besarlo y perdonarle todo con ese beso, se le desapareció de sus brazos, y tan sólo alcanzó a sentir el roce de esos labios.

             – ¡SEPHIROTH!

 

             Despertó de golpe sobre la cama. En sus brazos aún sentía el peso de aquel cuerpo, pero no recordaba lo que había soñado. Desde sus mejillas caían leves gotas que mojaron la sábana, al tiempo que Cloud se miraba las manos en busca de algo.

             – ¿Qué… fue lo que soñé? ¿Por qué me siento así?

             Se abrazó a sí mismo en busca de aquello que había perdido, a la vez que un leve “Sephiroth” se escapaba de sus labios.

 

             Y allí quedó, desconcertado y apenado, mientras una silueta le espiaba desde la ventana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                         - Fin-

Notas finales:

Espero que haya sido de su agrado y no romper ninguna norma al subirlo.

(Que yo sepa no había ninguna norma que me impedía subir historias ya publicadas en otras páginas... pero, por si acaso)


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