Capitulo 1
El viento movía sus cabellos, enredándolos levemente, levantando el polvo del suelo y ensuciando su blanco rostro. Sus ojos, color café, cubiertos por unos lentes de marcos negros, miraban gélidos la figura que se les presentaba delante. Tieso, sin decir una palabra, deseando estar en cualquier lugar menos aquel en el que estaba, movió sus labios para, después de unos arduos minutos, formular una pregunta.
-¿Qué dijiste?-
Y, si había escuchado bien, entonces todo desde un principio solo había sido una pérdida de tiempo, en realidad estar en esos momentos escuchando a la otra persona era una pérdida de tiempo, porque conocía a Park Yoochun, el chico más popular de la escuela, el joven que durante años se había encargado de hacerle su vida, no solo imposible, si no un verdadero infierno.
-Lo que escuchaste-
Resopló acomodándose sus ondulados cabellos castaños hacia atrás. Era alto, no en demasía, de anchos hombros y bien formado cuerpo. Esto, sumado a que su familia era una de las más prestigiosas del país, contribuía a su tan proclamada popularidad.
-Y, ¿por qué debería creerte?- Respondió escéptico, sin muchas ganas de seguir con el tema, lo único que quería era irse, así que tomó su mochila, la colocó sobre su hombro y se dio vuelta intentando marcharse, no obstante una mano lo detuvo.
-¿Qué haces?- Preguntó con asombro.
-Lo que parece, me voy- contestó frívolo- si me permitís. . .-miró hacia abajo, puntualmente hacia la mano que lo estaba sujetando, pero lejos de soltarlo, Yoochun reforzó el agarre.
-Pero. . .-
-Nada, soltame por favor- Interrumpió al otro quitando su mano, volteó y siguió su camino hacia la salida.
Sus labios se curvaron formando una amplia sonrisa, una sonrisa que implicaba algo más que un simple gesto.
Sus ojos se entornaron mientras miraba la figura del otro joven que se hacía cada vez más y más lejana. Se dio media vuelta y se marchó.
-¡¿Qué hiciste qué?!- Gritó asombrado por lo que sus oídos acababan de oír.
El castaño oscuro afirmó su rostro en su mano, miró con desinterés a su amigo y se encogió de hombros.
Ya se había imaginado que su reacción sería algo así. ¿Por qué tenía que hacer tanto escándalo? Jung Yunho era su mejor amigo, y lo que podía llamarse. . . un niño bien. Sin una mancha en su registro, no que el suyo si la tuviera pero. . . Yunho simplemente era demasiado correcto para su gusto.
-No puedo creerlo Yoochun, ¿por qué?- Miró fijo al menor, intentando buscar señas, señas de un poco si quiera de sentido común en él.
Yoochun suspiró sonoramente, acomodándose firmemente en su asiento, y por primera vez sostuvo su mirada hacia el otro joven.
-Diversión- respondió sin darle importancia- y te agradecería si te ahorraras tus comentarios moralistas. Tus aburridos monólogos intentando concienciarme de mis actos me tienen, simplemente, harto-
Yunho respiró profundo, miró a un costado intentando tranquilizarse y volvió su mirada hacia el otro muchacho.
-Yoochun, no contés conmigo-
La habitación parecía más grande de lo que usualmente era, tan oscura y fría que daba miedo, sin embargo todo un refugio para esos días en los que no se sentía bien, que usualmente eran. . .todos. Se quitó sus lentes refregándose los ojos, miró a través de la amplia ventana que daba hacia la calle, tan desolada en esos momentos que la tarde parecía realmente melancólica.
Y esos aires comenzaban a afectarle. Su mente divagaba por recuerdos de su infancia, recuerdos de cosas intangibles las cuales pesaban sobre él más que cualquier otra cosa, anhelos nunca alcanzados hasta el ahora, su presente. . . su realidad. Sintió una opresión en su pecho, sus puños se cerraron fuertemente, tanto que dolía. Sabía que era inútil perseguir el pasado, pero era su pasado el que siempre parecía volver como un fantasma, acechándolo. Se encogió de piernas, abrazándolas firmemente, ocultando su vergonzoso rostro entre ellas, cuanto odiaba sentirse débil, mejor dicho, lo que realmente odiaba, era serlo. Cuanto añoraba decirle adiós al mundo, pero por alguna razón no podía hacerlo, tal vez había algo que no se lo permitía. O tal vez tan solo era un cobarde, si, eso era, no tenía el coraje necesario para hacerlo. De pronto una singular lágrima descendió por su rostro aterrizando en sus piernas manchando su pantalón.
-Idiota. . .-murmuró.
Estaba sentado a un lado de su escritorio, sus manos sostenían un libro, su mente sin embargo, no podía procesar la información, ya había leído y re leído la misma oración como diez veces. Suspiró apartándose de su asiento, dejando a un lado el objeto. Se acostó en su cama sabiendo de antemano que sería inútil intentar conciliar el sueño. Sus ojos clavados en el techo de su habitación. Realmente se odiaba a sí mismo por haber aceptado la propuesta de su amigo. ¿Qué demonios esperaba lograr con eso? Algo, había algo, sonrió dándose vuelta, colocando un brazo tras su cabeza, quizás, al final, él no era diferente de Yoochun.