Me encanta, podría pasar horas mirando los simples maderos medio podridos que sujetan el techo de este lugar, las paredes desconchadas, las manchas de humedad, todo lo que me rodea es nuevo y fascinante para alguien como yo. La comida tampoco fue nada del otro mundo, lo supuse, este chico no tenía ni la más mínima idea de cocina, pero tampoco me importó mucho, estaba muy ocupado intentando sacarle más de una o dos palabras. Tenía la mirada perdida, temía que le hubiera pasado algo, que Rain hubiera hechizado el cascabel por hablarme mal, pero él me lo negó y si algo se es que nunca mentiría a su dueño. Los ojos y palabras de mi madre estaban muy frescos en su memoria como para mirarme y engañarme. Me cansé, me sofocó su silencio e indiferencia, empecé a sacudirlo hasta que me grito que si era tonto. Fue un gran alivio el ver que tal vez solo estaba perdido en sus recuerdos, en algún lugar de su mente, o simplemente quería hacer como si no estuviera para echarme elegantemente. En ese momento simplemente le sonreí y le rogué que me enseñara todo ese lugar, que me contara sus historias, todo lo que sabía, yo simplemente trataba de encontrar una razón por la que mi madre lo señalara, por lo que fuera importante para ella. Nunca llegué a conocerla realmente y esto es algo que me atormenta, como si de un fantasma vengativo se tratase, puedo recordar sus ojos, su cara, su voz, pero nunca comprender las razones de sus actos o el significado de sus palabras. Mi tabla de salvación, mi razón de vivir, era su efímero recuerdo, el saber que murió por mi culpa me unía a la vida de una manera casi odiosa, esa era la razón por la que se creo esa estúpida enfermedad, para que así no acabaran con su vida y continuaran cuidando de la torre. Pero al ignorarlo, al no saber darle sentido la tabla se rajaba, dejaba gradualmente de flotar y me hunde en la oscuridad eterna, no leí nada, todo fue un invento, mi alma se agitó de dolor a mentirle mas no tenía otra opción, mi débil cordura no soportaría más la tortura de ver la libertad y saber que me está prohibido alcanzarla.
Contrario a lo que imaginaba me llevó de ruta turística por el casco antiguo, que no era más que unas diez casas medio derruidas, mendigos por doquier y una gran plaga de ratas e insectos. No me decepcionó, ni tampoco me gustó, no me había hecho ninguna imagen mental ni lo imaginé de ninguna manera, por eso me fue indiferente, si me hubiera ilusionado seguro que me había llevado una gran decepción, Aunque no lo parezca nunca me ilusiono por nada, simplemente intento con todas mis fuerzas conseguir lo que quiero, no pienso en el futuro, mi vida es el presente y el pasado no es más que un cúmulo de sentimientos que intento olvidar. Todo esto es un efecto secundario de mi vida en la torre, me di cuenta de que al evitarlo, podría sobrevivir mejor, el ser indiferente a las grandes ilusiones, las emociones que desbordan, sentirlas pero esquivarlas lo justo para ser humano y mantener la mente y el corazón intactos.
Se acercaban, rogaban limosnas, una simple hogaza de pan, un trozo de tela con el que abrigarse o cualquier cosa de la que dispusiésemos. Los apartó, con una simple sonrisa les heló la sangre, corrieron de él como si del mismo diablo se tratase, entonces descubrí algo sobre su personalidad, era alguien manipulador, convenido, que no sentía lástima de alguien que no fuera él mismo. Su mundo giraba alrededor de él, el centro de su universo era él mismo, todo lo que hacía era por él, era pura codicia, ambición, por eso no puedo explicarme que me aceptara como compañero. Las personas con esos pensamientos jamás confiaban en nadie, su forma de ser y algunas de sus acciones eran una pura contradicción. Cuado lo conocí me negué a creer en que en el habitara una maldad de tal calibre, no lo comprendo, igual que pasaba con mi madre, igual que suele pasar con Rain, por eso ejerce en mí una especie de atracción, me reta sin intentarlo a ser capaz de conocerlo como jamás nadie lo hará, pues ya a nadie le importa la lógica o pensamientos de las personas. Los antiguos pensadores que crearon las bases de la magia y la alquimia se olvidaron en un lugar apartado de la sociedad, sus nombres se limpiaron como el polvo sobrante de una librería, han muerto al ser olvidados por sus sucesores.
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué no me gritas por haberlos tratado así? ¿Por qué no te pones a mirarlos con el entusiasmo propio de un niño de tres años? ¿Por qué no eres tú?-me preguntó mirándome con el ceño fruncido.
- No me ocurre nada, solo pensaba. Se que por mucho que te diga no volverán., los has asustado demasiado. No me inspira nada este lugar, solo frialdad, algo propio de los lugares muertos por el olvido y yo soy yo siempre, mientras mi corazón lata y mis pulmones sigan funcionando, solo que una persona no puede sentir una sola emoción.
- ¿No es esto lo que querías, visitar este estúpido sitio?-está enfadado, me grita moviendo levemente los brazos-Te lo he enseñado todo, no me has dicho que buscas ni pienso preguntártelo pues no me interesa. Pero estoy cansado, durante todo el día he estado viendo lugares que ya conozco de sobra para nada, esto es una pérdida de tiempo, sabes tanto de esta maldita villa como yo y no estás satisfecho con eso.
- Es simplemente que no le encuentro nada distinto, por mucho que lo haya intentado, no puedo apreciarlo. Ni en sus historias, ni en sus edificios…todo es vulgar, basto, carente de verdadera pasión.
- Eso es lo que es este lugar, nada para los pensadores, todo para los ignorantes.
- Ella no era ignorante, aquí debió haber algo o alguien singular.
- Tal vez no lo entiendas, no la conoces tan bien como creías-se dio la vuelta, se va, me deja solo y no tengo ninguna gana de seguirle, Rain me mira, intenta evaluar como me han afectado sus palabras. Pero solo ha ocurrido lo inevitable, la realidad me ha golpeado, mi ilusión en la que yo era la única persona que podía llegar a comprenderla se ha quebrado, puede que le gustara el nombre del lugar, que estuviera aburrida…pero yo di por echo que era una pista, un mensaje oculto y me negué a que en realidad, nunca supe nada de ella que no fuera la certeza de que existía.