Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dulce venganza, Dulce recuerdo por Paz

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

En este fic se sabrá que ha pasado con Hanamichi, es por tanto la segunda parte de Errores que dejan huella

Notas del capitulo:

Hay una leve mención shota, aunque creo que ni siquiera se puede considerar como tal por ese motivo no lo he incluido en las advertencias.

  Dulce venganza, dulce recuerdo

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

Los especialistas que trataban a Hanamichi eran optimistas respecto a su recuperación, aseguraron que todas sus lesiones habían curado, pero, reconocían que no sabían cómo iba reaccionar cuando le despertaran.

Su cerebro había sufrido daños importantes, pues hubo que someterle a una delicada operación para extraerle las esquirlas de hueso que según las radiografias que se le hicieron mostraban que habían penetrado en el área del lóbulo temporal derecho.

El doctor Otsuka, el neurólogo jefe del equipo que iba a operar a Hanamichi, explicó a Kaede el riesgo que suponía llevar a cabo la operación y la necesidad de hacerlo cuanto antes, porque corrían un gran peligro si esperaban más.

-Las esquirlas de hueso están ubicadas por encima de la oreja derecha, indudablemente recibió una patada excesivamente fuerte, con la punta de una bota, se ha encontrado un pequeño trozo de goma adherido en el lugar del golpe. Es necesario que este preparado para cualquier cosa.

-Me esta diciendo que su vida corre peligro...

-No exactamente. Hay una serie de funciones que se encuentran en los lóbulos temporales del cerebro, como la capacidad de hablar, la memoria, algunas percepciones visuales y la clasificación de objetos, según las radiografías que se le han hecho, aparece una diminuta punta de hueso en una zona delicada, por eso le pedía que estuviera preparado para cualquier cosa.

-¿Cuáles son algunos de esos problemas?

-Se pueden observar diversos problemas, lo que no quiere decir que él vaya a padecerlos, puede tener dificultad en reconocer caras, o en entender palabras habladas, también puede presentarse disturbios con la atención selectiva de lo que se ve o se oye, en ocasiones se puede sufrir la perdida de memoria a largo o corto plazo o un interés creciente o disminuido en el comportamiento sexual, y dado que él ha sufrido el golpe en el lóbulo derecho puede causarle el hablar persistentemente...

-Eso ya lo hacia antes... -murmuró Kaede y dándose cuenta que había echo una broma a su costa, su estado de animo decayó aún más- Haga lo que este en su mano doctor, pero por favor devuélvamelo lo más entero posible.

-Lo intentaré.

Se encontraba en la sala de espera próxima al quirófano cuando escuchó el familiar golpe de un bastón golpeando el suelo al ritmo de unos pasos lentos.

Después de quincuagésimas vueltas se detuvo al oir quien llegaba, para él era una sorpresa su presencia, ya que había tomado bastante mal su relación con Hanamichi.

-He venido apenas lo supe..., -murmuró el anciano señor a modo de saludo cuando vio que su nieto estaba de pie mirando con fijeza hacia la puerta por donde él había llegado.

-¿Te lo dijo mi padre? -sabía que la pregunta sobraba, aún así la hizo. Con tal de evitar el silencio entre los dos- Sentémonos... -dijo señalando hacia unos sillones de cuero descolorido por el uso. Su abuelo, debido a una lesión en la cadera no podía permanecer mucho rato de pie.

-Si, pero mi hijo no me pidió que viniera -aclaró- Lamenta no poder acompañarte en estos momentos.

-Él es mi vida... no debí dejarle solo... -dijo como si hablara consigo mismo.

-Es un chico fuerte, saldrá adelante, ya lo veras.

-Tu no le conoces, no sabes como es.

-Pero te conozco a ti, y se que si tú lo has elegido no será por su cara bonita.

-Es hermoso. -constató ese hecho- Posee un corazón puro e inocente, y al mismo tiempo es tenaz, y bravucón, y alborotador y a veces pendenciero, pero aún así le amo, abuelo y no quiero perderle. -era capaz de reconocer sus meritos y sus fallos, y aún con estos no le amaba menos.

-Y no será así... si él te ama como creo, seguro que esta luchando por vivir.

-Le han violado y golpeado, le han torturado física y psíquicamente hasta destrozarle, dejándole malherido y él solo decía mi nombre, abuelo, como un mantra, oí su voz llamándome, tuve la certeza que estaba en peligro, y aunque atemorizado me dí prisa para llegar junto a él, no llegue a tiempo, estaba lejos cuando más me necesitaba, él me llamaba... una y otra vez... y yo no estaba a su lado. -repitió ahogándose con las palabras.

-Deja de torturarte con eso. -tomó su mano con gesto consolador impresionado por lo que le contaba- Estaba escrito que iba a pasar, si no hoy tal vez en otra oportunidad, cada uno de vosotros tiene una vida propia, no puedes delegar tus tareas para cuidarlo. Es un hombre.

-Es fuerte... y lo soportó todo... -las palabras se ahogaron en su garganta, sus ojos se llenaron de lágrimas y todo su dolor desbordó en un llanto silencioso.

Las palabras de su abuelo no le consolaron.

El anciano pesaroso por no saber decir lo que necesita escuchar le atrajo contra su pecho, dejando que desahogara su angustia. Que sacara fuera todo para luego actuar con tranquilidad.

Su cálido pecho, sus brazos rodeándole como cuando era pequeño y corría a refugiarse en él, tratando de evitar las regañinas de su padre, él siempre estaba de su parte, excepto cuando reunió a su familia y les dijo que estaba viviendo con un chico. Su recuerdo le reconfortó, aún cuando su abuelo le reprochó esa relación, sabía que le había defraudado. Esperaba tanto de él, y en cambio, siguió su propio camino, no el que deseaban trazar para él.

La operación se prolongó durante horas debido al peligro que suponía cortar indebidamente aquella delicada zona, sufriendo el paciente un riesgo enorme si por un descuido se apartaban un milímetro de donde debían trabajar, afortunadamente la operación concluyó con éxito y él se sentía muy satisfecho porque el paciente era joven y saldría adelante, solo había que esperar en que condiciones.

El doctor Otsuka se asomó a la sala mientras se quitaba la mascarilla para comentar como había transcurrido la operación.

Kaede salió a su encuentro apenas le vió.

-¿Cómo se encuentra, doctor Otsuka? Esta... bien.

-La operación ha sido un éxito, le hemos extraído todas las esquirlas, el paciente ha respondido bien a la anestesia, es joven y su corazón ha resistido sin ocasionarnos ningún sobresalto.

-¿Puedo verle? -preguntó.

-En estos momentos todavía continua bajo los efectos de la anestesia, le hemos despertado, para confirmar que estaba bien, pero sigue adormilado. Del quirófano le han trasladado directamente a la UVI, vamos a darle tiempo a su cerebro a recuperarse, por ese motivo le mantendremos en coma inducido durante la siguiente semana a salir de la UVI.

-¿Cuándo será eso?

-Posiblemente, tres días.

-¿Y podré verle? -insistió.

-Si.

-Gracias, doctor Otsuka... -dijo con expresión feliz inclinándose respetuosamente ante él, agradecido por lo que había conseguido.

Kaede estaba autorizado a verle durante unos pocos minutos al día y se le hacía muy duro verle en aquellas condiciones, en esos momentos se preguntaba dónde esta su adorado pelirrojo. Su cabeza permanecía vendada cuyos cabellos habían sido cortados en el área de la operación, sus ojos cerrados mostraban los parpados y alrededor de los mismo una tonalidad oscura que con el paso de los días iba diluyéndose. Sus muñecas y sus tobillos permanecían también vendados para curar las heridas producidas por las anillas metálicas con las que suponían había sido inmovilizado, dejando alrededor profundas huellas lo que evidenciaba la resistencia que había realizado Hanamichi, afortunadamente, la profundidad de las lesiones no alcanzaron los tendones, razón por la cual sus extremidades conservaban su manejabilidad.

Diversos cables le tenían conectados a igual cantidad de aparatos que monitorizaban todos sus funciones, a la menor señal de alarma, acudían médicos y enfermeras rápidamente, durante los días que permaneció allí, Hanamichi solo precisó la ayuda necesaria para cambiarle el goteo que le alimentaba con suero, al mismo tiempo que le inyectaban sedantes para mantenerle dormido, sin olvidar controlar sus constantes vitales.

Había transcurrido el tiempo fijado por el doctor Otsuka, cuando se presentó en la UVI, le comunicaron que por decisión de sus médicos iba a continuar allí. El corazón de Kaede comenzó a bombear con fuerza en su pecho, temiendo que su estado había empeorado. Tras tranquilizarle a ese respecto le dijeron que era para su mayor seguridad, se vistió adecuadamente para entrar en la UVI, su estado era igual que otras veces, los morados habían desaparecido de su piel dejando a la vista un tono blanquecino. Acarició su mejilla con cariño.

-Ponte bueno, Hanamichi. Estoy deseando jugar un uno a uno contigo -murmuró junto a su oído, le miró como si esperaba recibir su risa, solo se oía el sonido de las maquinas que controlaban sus constantes- Hasta te dejaré ganar si es lo que quieres.

Hanamichi permaneció allí durante dos semanas, al cabo de las cuales le habían subido a la planta sexta, notificándole que en el control de enfermeras le darían el número de la habitación.

Saber que Hanamichi estaba en planta ya era una nueva satisfacción, por ello con pasos largos, se acercó al control, donde una enfermera atendía a un hombre, que evidenciaba en sus rasgos cierta frustración. Desde que acudía al hospital, había comenzado a fijarse en los rostros de los que allí estaban, ya no le era ajeno el dolor de los demás.

-Disculpe... -Rukawa se detuvo delante del control de enfermeras- Me han dicho que han trasladado a esta planta a Sakuragi Hanamichi desde la UVI.

-Si.... habitación 631, Rukawa-san -se levantó con una amable sonrisa en su rostro para indicarle la dirección correcta. Su mirada tenía un brillo de reconocimiento.

-Gracias... -se apartó alejándose sin sorprenderse por haber sido reconocido, desde que estaba en el equipo nacional, su nombre y su fotografía aparecía en todos los periódicos deportivos.

Creyó encontrar a Hanamichi despierto, pero no era así, ahora su aspecto era como más saludable, más normal al serle retirado todos los cables que le mantenían conectado a las máquinas. Seguía conservando el goteo, le mantenían recto en la cama, sus brazos pegados al costado de su cuerpo por encima de la ropa de cama, sus brazos después de esas semanas solo alimentándose de suero se veían más delgados, su cabeza continuaba vendada y parecía llevar un bonete.

Miró alrededor en busca de una silla, había una junto a un armario metálico, la acercó a la cabecera de la cama de Hanamichi y se sentó a su lado, tomando entre sus manos la suya.

-Hola, Hanamichi..., ya te han subido a la planta, cuando despiertes te gustará el lugar, se ve el cielo desde tu cama, ya ha comenzado la primavera, tienes que hacer un esfuerzo para que  podamos ir juntos a celebrar el hanami, hasta principios de abril tienes mucho tiempo. Te he comprado un hermoso yukata para que lo lleves el día que se celebre el Hana Matsuri. -le miró con ternura- Siempre estabas hablando, me aturdías con tu voz, ahora en cambio la echo de menos. Mi abuelo estuvo conmigo el día de tu operación y sabes... me ha prometido que va a intentar hacer lo correcto. Quiere conocerte, bueno, ya te conoce, le dejaron pasar una tarde cuando estabas en la UVI, se impresionó mucho, quiere darse una oportunidad para conoceros, ya habla de ti como si fueras su nieto. Como dice el dicho, rectificar es de sabios. Sabes lo que ha hecho... no vas a creértelo, se apersonó en nuestro piso y comenzó a meter prisa a los obreros, se cansaron de él y se marcharon dejándole solo -no pudo evitar reír al recordarlo- ahora ya se han calmado las cosas y hay mejor entendimiento por ambas partes. Mi abuelo es un tanto gruñón, aunque no creas que ha sido siempre así, tiene su lado tierno, estuvo a mi lado mientras te operaban y su presencia me hizo mucho bien. Me sentí consolado. Esta temporada no jugare, hablé con el jefe y le pedí una larga temporada libre, ahora eres tristemente famoso, todos los periódicos se hicieron eco de tu caso. Durante la primera semana estuviste en primera plana, luego cuando el caso perdió actualidad, pasaste al interior, la policía no tiene pistas sobre tus atacantes, están esperando que te cures para interrogarte. No tienes que preocuparte por nada, solo tienes que pensar en tu recuperación, me han dicho que puedo hablarte, porque aunque parezca que no oyes si te enteras de todo, así que Hanamichi, tienes que perdonarme por haberte dejado solo. Debí ir a buscarte y llevarte conmigo, pensé que como debía retroceder era más cómodo para mí ir directamente a Tokio sin ti. Lo lamento, tienes que disculparme por haber sido tan egoísta, podíamos haber evitado todo esto... -se le quebró la voz, apretó los labios para vencer las ganas de llorar- Perdóname, Hanamichi. Cuando estés despierto volveré a pedírtelo para tener la seguridad que me escuchas.

Apoyó la frente sobre el brazo de Hanamichi y así le encontró la enfermera cuando entró a reponer el suero.

-¿Sabe cuando le despertaran?

-No... -tomó la grafica que estaba a los pies de la cama y anotó en ella los datos que acababa de tomar del enfermo, su tensión arterial y su fiebre- Tiene la tensión un poco alta y unas decimas, ellos decidirán que es lo que mejor le conviene.

-Yo le estaba hablando, ¿crees que eso ha podido alterarle? -preguntó preocupado.

-No, no lo creo, seguramente que él esta deseando escuchar tu voz.

Durante dos semanas Hanamichi había permanecido como dormido en la cama del hospital donde le estaban atendiendo, a partir de entonces, los médicos que le asistían decidieron retirarle toda la medicación que le mantenía sedado.

Kaede había tomado posesión de la otra cama y toda su existencia giraba en torno a su koi, preocupado por su reacción cuando estuviera despierto, preparado para ayudarle a superar el postraumático momento en el que comience a ser consciente de la situación por la que ha pasado, las repetidas violaciones y la tortura salvaje a la que fue sometido.

Estaba sentado próximo al lecho donde reposaba Hanamichi, sostenía, como le era habitual, su mano entre las suyas, habían desaparecido las marcas amoratadas de su rostro, mostrando la sonrosada piel que evidenciaba el tiempo que había transcurrido sin que le diera el sol, también le habían quitado todos los vendajes, excepto el de la cabeza. Sus muñecas mostraban las cicatrices que como una pulsera tenía alrededor de las mismas, seguramente que con el tiempo se volverían imperceptibles.

Acarició con ternura su mano, entrelazando sus dedos con los suyos, como si así pudiera darle su fuerza.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

-Hola...

Escuchar su voz le enterneció. Suave y cálida. Le miró con ternura, dispuesto a abrazarlo cuando su pregunta le inmovilizó.

-Quién eres? Te conozco?

-Si... me llamó Kaede. -respondió no queriendo forzarle a pensar.

-Me gusta tú nombre... -dijo Hanamichi con la voz suave de un niño.

-Y a mí el tuyo... -se forzó a dejarle ver una sonrisa en sus labios, notaba que algo iba mal aunque exteriormente no lo parecía, su aspecto dentro de lo que podía esperarse era radiante. Después de esas semanas hospitalizado, habían desaparecido de su cuerpo las señales de los golpes, quedando solo las cicatrices de las heridas más profundas, en brazos y piernas. Pensó que el medico había tenido razón al explicarle y advertirle, para que no se preocupara, que era normal que sintiera cierta desorientación y confusión.

-¿Sabes cómo me llamo? -le miró con expresión pensativa- En este momento no recuerdo.

-No importa... no te esfuerces... Te llamas Hanamichi... -le dijo.

-Eres mi hermano? -preguntó inquieto porque no conseguía ubicar ese rostro, ni siquiera recordaba quien era él.

-No..., no lo soy.

-Mi amigo? -insistió mirándole fijamente, como quisiera encontrar en él rasgos familiares.

-Tampoco...

-Entonces... -le miró con expresión perpleja- ¿Por qué estás conmigo?

-Porque soy tu novio... -dijo suavemente.

-No es cierto... no puede ser... -sacudió la cabeza negativamente, dejando escapar de entre sus labios una carcajada de inocente diversión- Solo tengo doce años. -aclaró abriendo mucho los ojos- Dónde está mi mamá? -su boca se frunció deliciosamente en un claro ademán de ponerse a llorar, porque esa declaración no aclaraba  la desolación que sentía en su mente.

Kaede le contempló sorprendido, estaba preparado para cualquiera de las dificultades que le habían prevenido, de todas las advertencias nadie le había hablado de esa posibilidad.

-No..., no... llores.... -se apresuró a levantarse- voy a buscarla -exclamó para tranquilizarle.

Al momento, sus ojos brillaron contentos.

Salió del cuarto. Se apoyó en la pared aún perplejo, preguntándose como salir de ese dilema.

-Qué ocurre, Rukawa-san? -preguntó la enfermera acercándose- Ha empeorado? -ante su silencio se apresuró a entrar a la habitación, encontrando al joven, que había despertado, en perfecto estado, quién levantó su mano a modo de saludo con una amplia sonrisa. Le acomodo la ropa de cama al mismo tiempo que ahuecaba su almohada y levantando un poco la cabecera de la cama para que se sintiera más cómodo. Volvió al lado de Rukawa- Se le ve feliz..., hace unas semanas nadie creía posible este rápido restablecimiento.

-No me conoce... no sabe quien soy... -murmuró con desconsuelo.

-Suele pasar... dale tiempo a que su mente sane.

-Cree que tiene doce años... me ha preguntado por su mamá... le dije que iba a buscarla... o se ponía a llorar. -Se justificó al ver la expresión de la enfermera- Soy incapaz de ver llorar a un niño, aunque mida casi dos metros y tenga veintitrés años.

-Llamaré a su médico. -dijo palmeando su mano para tranquilizarle.

-Gracias.

-No te quedes ahí parado. Ve con él.

-Y qué le digo? -preguntó inquieto.

-Estoy segura que encontrarás las palabras que necesita escuchar. -dijo comprendiendo su temor.

Con cierta aprensión Kaede se acercó hasta la puerta, lentamente estiró medio cuerpo hacia delante, para ver si Hanamichi dormía o seguía despierto, mentalmente se trato de cobarde, y con decisión entró definitivamente.

-Has vuelto? -dijo Hanamichi contento al ver llegar.

-Si...

-Estoy aburrido... -declaró- Quiero levantarme..., ¿puedo? -preguntó mirándole con ojillos tiernos.

-Iré a preguntarlo... -hizo ademan de levantarse.

-No me dejes solo..., tengo miedo -dijo mirando a su alrededor con aprensión.

-Nunca te dejaré solo -dijo sentándose en la cama y tomándole la mano, sin que él hiciera nada por apartarse- Siempre estaré contigo.

-Antes te fuiste... -dijo con tono de reproche y frunciendo los labios en otro amague de llanto.

-Porque fui a buscar a... tu mamá. -dijo sin saber que decirle acerca de su ausencia.

-Ella se fue..., lo había olvidado. Puedo preguntarte algo? Mi cabeza es un barullo de sensaciones... -murmuró inquieto.

-Lo que quieras...

-Por qué estoy aquí?

Sus ojos se velaron por el pesar al recordar en qué estado le había encontrado.

Se escucharon pasos y Kaede miró aliviado hacia la puerta por donde apareció el doctor Otsuka que seguía tratando a Hanamichi para conocer su evolución.

-Hola, jovencito... me han dicho que has despertado -dijo acercándose hasta el borde de la cama y tomando su otra mano libre le tomó el pulso- Lo tienes un poco acelerado. -Miró a Kaede- Puedes dejarnos un rato a solas -pidió.

-Si... -se levantó y al ver que Hanamichi se ponía triste, se inclinó y posando sus labios en su frente le susurró- Me quedaré al otro lado de la puerta, ¿si?

Hanamichi aceptó de buen grado. El calor de sus labios le había hecho sentir una emoción que le resultaba desconocida, pero al mismo tiempo agradable.

-Puedes decirme ¿Cómo te llamas? -le preguntó el médico apenas quedaron solos.

-Mi nombre es Hanamichi... -declaró orgulloso de su nombre- Me lo dijo Kaede... él -miró hacia la puerta- se llama así. Yo al principio no me acordaba... -se quedo un tanto pensativo- ahora tampoco -reconoció.

-Muy bien... -aceptó de buen grado sus palabras- Ahora dime, ¿qué es lo que tu recuerdas exactamente?

-Tengo doce años, y estoy estudiando en ... año en la preparatoria baja, vivo con mi papá, mamá se ha ido a un largo viaje. Papá se ha quedado muy triste, pero dice que ahora cuida de nosotros desde donde está.

-¿Y sabes qué lugar es ese? -preguntó sorprendido que hubiera retrocedió tanto tiempo en sus recuerdos.

-Sí, pero no quiero que papá lloré, porque entonces lo haré yo también.

-Mañana vendrá un colega a verte, te hará muchas preguntas... -le dijo preparándole- y te pedirá que hagas algunas cosas.

-Bueno... ¿puede quedarse Kaede conmigo?

-Supongo que si, pero lo preguntaré...

-¿Y esta noche? -le miró con ansiedad.

-Tienes miedo a quedarte solo? -Preguntó a su vez- ¿Qué es lo que te asusta?

-No lo sé...

-¿Ves esa cama? -miró hacia la cama vacía próxima a la suya.

-Sí, no hay nadie.

-Todas las noches Kaede ha dormido ahí, así que no veo inconveniente en que siga haciéndolo.

-¡¡Ah!! -una expresión dichosa asomó en su rostro al saberlo.

-Ahora descansa... -dijo dispuesto a dejarle.

-Doctor? -llamó hasta que llegará a la puerta- ¿Por qué estoy aquí?

-Tuviste un accidente -le dijo sin un titubeo- Ha sido grave, por eso queremos evaluar tu estado general..

-¡¡Ah...!! -aceptó sus palabras.

El doctor Otsuka se fijó en el joven que esperaba frente a la puerta del cuarto del joven.

-Todas nuestras peores expectativas, afortunadamente, han fallado, si bien no presenta ninguno de los problemas que le había mencionado, si ha sufrido una gran perdida de memoria -le comunicaba el doctor Otsuka a Kaede minutos después de dejar al enfermo- Mañana le vera un colega especializado en estos casos, él nos dirá la exactitud de su estado psíquico.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

-El funcionamiento cerebral es muy complejo, Rukawa-san, en términos comprensibles le diré que existen diversas hipótesis que intentan explicar el cómo de la memoria adquirida, unos se basan en la existencia de la sinapsis, otros la creencia de una formación de proteínas de almacenamiento y los más en el alargamiento o modificación de las dobles cadenas de ADN.

-Y quien tiene razón? -preguntó Kaede que le escuchaba con atención una semana después de dejar Hanamichi el hospital y acudir a la primera consulta que tenían con el especialista que se ocuparía de Hanamichi durante el tiempo que fuera necesario para ayudarle en la recuperación de su memoria.

-Aún se sigue debatiendo.

-Comprendo.

-En función de los conocimientos que tenemos de la biología moderna, podemos afirmar que la memoria adquirida se acumula en el cerebro. Sin lugar a dudas que no puede encontrarse en otra parte que en el núcleo de las neuronas. Y aunque esto le resulte incomprensible, -continuó- sabemos que la memoria genética se encuentra  grabada en el genoma humano y que la capacidades de las mismas se originaron en las capacidades de las células primitivas, es decir que, suponemos que la aparición de la memoria adquirida proviene de la función de las capacidades de las células que fueron sus antecesoras.

-O sea que la memoria adquirida también se puede encontrar en el genoma -intervino Kaede.

-¡¡Exactamente!! -dijo satisfecho con tan atento interlocutor- Sin olvidar que debe depender del alineamiento de los nucleótidos y principalmente de los enlaces de hidrógeno que unen las dos cadenas que lo forman, sin olvidar la capacidad potencial que posee el cerebro humano para el almacenamiento de señales directamente relacionadas con la cantidad de las neuronas cerebrales. Ningún ser humano es capaz de utilizar la total cantidad de señales que le llegan, por...

-Me aburro.... -se quejó Hanamichi que no entendía nada de lo que allí se estaba diciendo, aún cuando le afectaba a él. Eso era cosa de adultos.

-Ven... siéntate a mi lado -pidió Kaede posando la palma de la mano abierta en el espacio que quedaba libre donde el se había sentado.

Habían acudido a la consulta del neurólogo que trataba de explicarse las causas que habían motivo la memoria selectiva de Hanamichi, olvidando lo ocurrido durante sus últimos once años.

Desde que habían entrado, Hanamichi había estado curioseando alrededor del despacho, leyendo los diplomas que cubrían una de las paredes o leyendo títulos incomprensibles de una pequeña biblioteca. Al parecer había llegado al límite de su aguante y ahora quería un poco de atención personal.

Rukawa se había sentado en un sofá de dos plazas, por lo que Hanamichi se apresuró a seguir su indicación, ocupando el espacio libre, Kaede tomó entre la suya la mano que le buscaba, al momento su mejilla se apoyó en su hombro quedándose tranquilo durante los siguientes minutos.

-Continué, por favor... -pidió deseaba saberlo todo para saber cómo actuar respecto al niño que era Hanamichi, su comportamiento era travieso a veces, tranquilo otros, se enfurruñaba cuando creía que no le escuchaba o cuando su atención no estaba en él. Era exigente en algunas cosas, pero sobre todo, y era eso lo que más le enternecía, confiaba ciegamente en él. Cualquier cosa que le asustara, corría a su lado, si alguien se le acercaba, le miraba medroso y enseguida sentía su mano buscando la suya para darse valor. Era esa actitud la que le obligaba a saber más, porque no era tan tonto como para no comprender que Hanamichi, inconscientemente sabía que algo muy grave le había sucedido y eso afectaba su nueva vida.

-Decía que ningún ser humano es capaz de utilizar la total cantidad de señales que le llegan por distintos medios, a través de sus sentidos. Para poner un ejemplo, un solo cerebro podría asimilar el enlace de las letras de todos los libros del mundo actual, ese gigantesco almacenamiento de datos, evidentemente sería imposible de utilizarlo en su totalidad, pero la variabilidad de la energía que se puede almacenar en un electrón es enorme y en él cabría muchísimo más.

Según los últimos experimentos de los que he tenido noticias, los impulsos energéticos hacia las neuronas receptoras del encéfalo, recibidos a través de una neurona sensitiva que recibe una señal, están situadas en el tálamo, luego de pasar a través de las sinapsis, esos impulsos penetran dentro de las neuronas.

Rukawa asintió dándole a entender que comprendía lo que estaba diciendo, había leído diversos libros para documentarse, si bien aquel lenguaje técnico se le hacia incomprensible, de algunos de aquellos vocablos no entendía su función, viéndose en la necesidad de consultar continuamente un diccionario médico para comprenderlo.

-También tenemos las enzimas lectoras que recorre el genoma de la neurona y que va guardando los impulsos energéticos en los átomos de los hidrógenos de enlace. Estas enzimas se desplazan de forma regular e interrumpidamente en un mismo cromosoma, porque de no hacerlo así perturbaría las señales y dañando gravemente la ulterior lectura de esos datos, con lo que el individuo vería dañado posteriormente su percepción del tiempo. Las enzimas graban todas las señales que reciben, y el hecho de que una persona recuerde un acontecimiento evidencia que las señales se guardan cronológicamente, con independencia de las diferentes repeticiones. Es normal que una persona esté sujeta a perdidas y distorsiones y ello es debido al envejecimiento de las células, y por supuesto también depende de cada individuo, la capacidad de recordar difiere en unos y otros como está demostrado científicamente.

-Eso explicaría la lesión que ha sufrido Hanamichi -al decirlo, sus dedos alcanzaron a acariciar la cicatriz que le había quedado, fuera de la vista de cualquiera porque sus cabellos la ocultaban, Hanamichi se había tumbado en el pequeño espacio, encogiendo las rodillas y apoyando su cabeza en el regazo de Kaede.

-Evidentemente, no puedo afirmar nada concreto a ese respecto. Por ahora solo puedo explicarle como es el proceso del cerebro respecto a la memoria.

-Pero... saben que parte del cerebro ha sido dañado... -refutó.

-Sí. Científicamente se ha comprobado que la memoria no se encuentra en una zona específica del cerebro, sino que está dividida y repartida por diversas zonas cerebrales.

-No saben cómo curarme -intervino Hanamichi dando un bufido, lo que les hizo saber que él estaba atento a lo que se decía. Cuando el doctor fue a verle al día siguiente de despertar le explicó con sencillez para que resultara comprensible que debido a su accidente había modificado su conducta y sus recuerdos habían retrocedido en el tiempo, olvidando que había dejado atrás la niñez y que era una persona adulta. Cuando se vió en un espejo no se reconoció, veía allí el reflejo de un chico mayor, que no parecía él, aunque si reconoció sus ojos, la curvatura de sus labios, la diminuta y casi imperceptible marca en su barbilla debido a un golpe del que tuvieron que darle tres puntos de sutura. Definitivamente era él, se miraba las manos y las veía mayores, solo su mente seguía diciéndole que era un niño y él así se sentía.

-Es algo así, -reconoció la verdad de sus palabras- cada uno de los sentidos y otros órganos el cerebro tiene su zona receptora, donde le llegan los impulsos de los diferentes órganos y allí los almacena. También el genoma tiene...

-¿Qué pasó con mis recuerdos...? -le interrumpió impaciente Hanamichi.

-De acuerdo... -comprendía que se le hiciera pesado e incomprensible su explicación- Según los procesos mentales existe la posibilidad por parte del encéfalo de recordar los datos que recibe, por tanto tenemos dos tipos distintos de memoria, de corto plazo y de largo plazo. Hablando en líneas generales una persona puede recordar lo que aprendió recientemente, como lo aprendido días atrás, a veces lo sucedido años atrás. Según la función de las distintas neuronas cuando una receptora recibe un impulso de una sensitiva, lo amplifica y lo trasmite a su vez a otra neurona con la que está conectada, por tanto provocan la estimulación casi inmediata de varias zonas cerebrales a la vez, existe un fenómeno de recordación que... -vió la mirada de Hanamichi fija en él consiguiendo que vacilará en seguir explicando ese punto- bueno, lo importante, es que el mecanismo que genera la evocación de un recuerdo para el ser humano es muy rápido, a veces solo toma una fracción de segundo en hacerse consciente y lo más interesante y notable del encéfalo es la selectividad. Quiero decir que cuando uno escucha un sonido o ruido o música enseguida distingue a que corresponde, aunque no piense detenidamente en ello. Las memorias de corto y larga plazo registran esos datos que conocen y activan una parte del genoma de manera instantánea llevando a cabo el proceso de recordar, eso se llama reconocimiento espontaneo. De igual manera se puede intentar ubicar un dato en particular, el hecho de tenerlo en la conciencia indica que está guardado en las memorias de la misma. Solo necesita buscarlo para encontrarlo, porque está en las memorias de la zona del consciente.

-Eso quiere decir que no lo he olvidado. ¿Qué puedo volver a recordarlo? -pregunto Hanamichi que había seguido con atención lo que estaba diciéndoles.

-Así es. No hay que olvidarse de la memoria a largo plazo. Se plantea saber donde está ubicada en los seres humanos.

-He leído que se encuentra asentada en el encéfalo. -intervino Kaede que había permanecido callado durante un rato largo, meditando acerca de lo que le estaba diciendo.

-Es preciso tener en cuenta diversos factores relacionados con su funcionamiento para ubicar el lugar donde se instalan las memorias de largo plazo. -Precisó el neurólogo- Pongamos por ejemplo que uno quiere acordase de un dato que conocía o no y luego lo tiene que procesar intelectualmente, lo que prueba que la memoria de largo plazo está situada entre las neuronas receptoras y las otras neuronas de las demás zonas cerebrales. No hay que olvidar ese detalle para determinar ese hecho, es decir la ubicación de la memoria de largo plazo. Otro suceso que prueba esta afirmación es que cuando un individuo sufre una lesión cerebral no mortal, si la zona encefálica no fue directamente afecta puede continuar recordando lo que aprendió en otros períodos de vigilia y también seguir memorizando lo nuevamente aprendido, porque si estuviera dañada pierde dicha capacidad de acordarse a largo plazo de lo aprendido y de seguir aprendiendo.

-Me he perdido... -bufo Hanamichi con el trabalenguas de palabras.

El doctor sonrió al oírle, era comprensible que no lo comprendiera, en esos momentos su capacidad de entendimiento estaba reducida a la de un niño en un cuerpo de adulto.

-En tal caso, si no ha perdido las memorias de corto y largo plazo quiere decir que existen otras clases de memorias que no fueron dañadas por el daño recibido. -intercaló Kaede.

-Exacto. Lo que prueba que existen varias zonas de memorias de corto y largo plazo -concluyó satisfecho el doctor- Por ese motivo necesito evaluar los daños que ha recibido. -concluyó.

Kaede bajo la mirada. Hubo un cruce de miradas entre ellos.

-De acuerdo, doctor.

-Puedo protestar...

-No... -replicó Kaede- ¿Cuándo comenzará?

-Le parece bien, mañana mismo, a las cuatro. -dijo tras consultar su agenda- En mi consulta del hospital, allí dispongo de más medios a mi servicio.

-Allí estaremos..., vamos Hanamichi, levántate...

-No quiero... -dijo enfurruñado al tiempo que se cruzaba de brazos para dar mayor firmeza a sus palabras- No más médicos, me aburren -gimoteó frunciendo los labios- Estoy sano, no necesito a ningún médico.

-Entonces, mañana no tendrás helado de postre.

-Ya me levanto... -en su prisa por hacerlo, se enredó consigo mismo brazos y piernas cayendo ruidosamente al piso, atemperando en parte su caída el grosor de la alfombra.

-¡¡¡Do'aho!!! -no pudo menos de exclamar Kaede al verle como se sentaba en el suelo y frotaba sus rodillas, al instante se inclinaba a su lado preguntando inquieto- ¿Te has lastimado?

Al sentir la angustia en su tono de voz, Hanamichi le miró.

-No..., no... -negó al mismo tiempo con la cabeza- No me duele nada, solo estaba sacudiéndome el polvo del pantalón. -justificó su movimiento alargando la mano hacia él para que le diera impulso y poder levantarse. El escozor en sus rodillas continuaba.

Cuando salieron a la calle ya había oscurecido, junto a la vereda, un coche negro estaba aparcado, apenas les vieron salir, un hombre uniformado salió del mismo para abrirles la portezuela que cerró tras ellas apenas se acomodaron en el interior del coche.

Desde el ataque a Hanamichi, su abuelo no quería correr riesgos con ellos, y había puesto a su disposición el coche, incluida una escolta que les seguía a todas partes. Saberlo, ayudaba a Kaede a sentirse más tranquilo.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Kaede se dirigía hacia las duchas cuando un peculiar sonido le hizo volver sobre sus pasos apresuradamente para recoger la llamada de su móvil.

-¿Tiene ya los resultados? -inquirió al reconocer el número.

-Me gustaría hablar directamente con usted. ¿Tiene con quien dejar a Sakuragi-san?

-Si... -pensó que se había encariñado con su abuelo, antes del ataque su abuelo rechazaba su relación, ahora son inseparables. Una leve sonrisa asomó en sus labios.

-Puede venir en media hora..., estoy en mi consulta particular.

-No hay problema. Hasta ahora.... -colgó. Estaba lo suficientemente cerca para darse una ducha rápida.

Así lo hizo y cuando llegó ante el edificio donde le esperaba el doctor.... Aún le sobraban unos minutos.

-No es mi intención intranquilizarle -dijo tras el saludo ofreciéndole asiento en el sofá y sentándose él a su derecha, en uno individual- Como le adelante hace unos minutos, tengo los resultados de las pruebas que le hemos realizado a Sakuragi-san. El tipo de amnesia que presenta es disociativa-afectiva, dentro de las amnesias afectivas encontramos la amnesia selectiva, por ese motivo le he pedido que venga solo, no deseo hablar de esto estando él delante. El trauma emocional al que se vió enfrentado ha sido tan grave que él mismo ha elegido prescindir de los recuerdos, que yo sepa solo hay un caso de este tipo, una persona mayor que perdió cuarenta años de su vida. La mente de Sakuragi-san ha decidido excluir el espantoso drama que le tocó vivir, y ha encontrado refugio en una época donde fue feliz, su niñez. Al no tener familiares directos no puedo comparar los recuerdos que guarda de entonces, pero estoy convencido que fueron momentos felices.

-¿Volverá a recordar algún día? -preguntó.

-El pánico es una emoción muy intensa que altera la memoria en circunstancias adversas, se podría intentar hacerle recordar mediante hipnosis cosas anteriores a su ataque hasta llegar a ese instante, sin embargo, yo le aconsejaría que lo dejara estar. Entiendo que puede resultarle muy difícil, pero estoy seguro que su prioridad es que su compañero vaya adaptándose a su nueva existencia, con el pasar un tiempo, una palabra, una frase, algún acontecimiento de su relación puede devolverle la memoria sin necesidad de forzarle a recordar.

-Gracias, lo tendré en cuenta.

-Recuerde que la amnesia retrograda es aquella en la que el individuo no recuerda lo que ha vivido entre el año pasado pongamos por caso y la fecha actual, en cambio, la amnesia anterógrada se refiere a olvidar las experiencias que se van viviendo día a día. Ambas son variables en gravedad, ya sea parcial o total y raramente se dan separadas.

-Quiere decir que si él se recupera no recordará nada de lo que pasado durante estos días hasta ese instante, en el que se recupere.

-Así es, como si nunca hubiera existido. Volverá al momento siguiente cuando se produjo el ataque o cuando su mente alcanzó el punto álgido de resistencia, y es entonces cuando realmente llegue a necesitar tenerle a su lado.

-¿Sería posible que esos momentos se borraran definitivamente de su memoria?

-Nunca se ha dado ese caso. Lamento no darle mejores noticias.

Kaede asintió.

-¿Tiene que seguir algún tratamiento?

-No he encontrado en él ningún síntoma que lo haga necesario, pero para su tranquilidad, ni nota algo extraño en su comportamiento no dude en ponerse en contacto conmigo.

-Gracias por todo, doctor... -se levantó al comprender que la consulta había terminado, sin saber cómo decirlo titubeo unos segundos- Sus honorarios le serán abonados como usted me indique.

-Mi asistente se pondrá en contacto con la compañía que gestiona su seguro médico, todo se hará a través de ellos.

Gracias... -se inclinó a modo de despedida

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

En las semanas siguientes, Kaede sentía que había regresado a su propia infancia, ya que Hanamichi quería hacer cosas que él mismo no había realizado, como ir al zoológico, correr, saltar, comer manzanas caramelizadas e ir a ver películas de samuráis o corretear por la playa con los pies descalzos. Era toda una experiencia saber como había sido de niño Hanamichi.

Durante las horas del día Hanamichi se comportaba con total normalidad dentro de los criterios de su nueva existencia, pero cuando llegaba la noche su alegría se esfumaba, era un cambio tan inapreciable que ni siquiera Hanamichi era consciente de ello, no ocurría lo mismo con Kaede que estaba pendiente de sus más mínimos cambios.

Algunas noches, no siempre, le oía gemir en su dormitorio, pensó que era conveniente para Hanamichi que durmiera solo y así había sido desde el primer día cuando tras darle de alta en el hospital, no solamente para darle tiempo a que se acostumbrara a estar a su lado, sino también porque no tenía otra familia que él. También se daba el caso que Hanamichi siempre buscaba su compañía y no aceptaba de buen grado otra presencia que no fuera la suya, se mostraba bastante obediente, excepto cuando le pedía alguna cosa que no quería hacer, en esas ocasiones que recurrir al soborno para conseguirla. Cualquier sugerencia a ir al médico o cosas que se relacionaban con ellos le repelía.

Su relación como pareja quedaba detenida, porque acostarse con él, le hacía sentir que estaba haciéndolo con un niño pequeño, porque Hanamichi en esos instantes, mentalmente solo tenía doce años.

Cuando escuchaba su sueño inquieto, se apresuraba a ir a su lado y sin llegar a despertarle, solo con el sonido de su voz o el ligero toque de su mano en su frente conseguía tranquilizarle.

Una noche se despertó gritando.

Corrió a su lado y le abrazo para calmarle.

-Tranquilo... tranquilo -le susurró al oído intentando tranquilizarle- Qué soñabas?

-No lo recuerdo... -gimió asustado sin saber exactamente porque. Su cuerpo tembloroso se estremeció a su cálido contacto- Kaede... ¿puedo acostarme contigo? -preguntó, a su lado sentía que todo estaba bien, que el miedo se alejaba de él y que esos fantasmas que no podía ver o oír se esfumaban como si no existieran.

-No... podemos... -se sentía tan mal dejándole enfrentarse solo a sus miedos sin saber porque los sentía.

-Dijiste que eras mi novio... -le recordó con su vocecilla temblorosa.

-Si...

-Entonces no es malo que nos acostemos juntos -razonó- ¿Oh si?

Kaede alejó su rostro para mirarle a los ojos. Su tierna y esperanzadora mirada le conmovió.

-Supongo que no... -Le contestó dejándose llevar también por su deseo de sentirle a su lado- Solo dormiremos juntos.

-¿Podemos hacer otra cosa? -preguntó con inocencia.

-Olvida lo que he dicho..., anda ven conmigo.

Kaede regresó a su dormitorio, el mismo que compartía con Hanamichi, solo que esta vez todo sería diferente. Iba a mantener una relación completamente casta.

Esa fue su decisión, solo que no contaba con la natural curiosidad de Hanamichi acerca de lo que quiso decirle con "solo dormiremos juntos" ¿Qué otras cosas se podían hacer?

Antes que llegara el nuevo día había descubierto que dormir con Kaede era muy excitante y que el miedo no tenía cabida en su mente ni en su corazón.

Todo comenzó apenas se acostaron en la amplia cama, para él fue todo un descubrimiento, por lo que su primera reacción fue comenzar a dar saltos sobre el colchón ante la mirada divertida de Kaede cuyo cuerpo rebotaba con las sacudidas que Hanamichi provocaba.

-Es divertido -dijo riendo al tiempo que se recostaba a su lado.

-Si... -reconoció cualquier cosa que le gustara era bienvenida, aunque le resultaba paradójico ver a un chico grande dando esos saltos- Ahora vamos a dormir -dijo estirando la mano para apagar la luz, apenas quedaron a oscuras, sintió como Hanamichi se acercaba a él, y sus brazos le rodeaban como si el temor le atenazara- Tranquilo, ahora estamos juntos -sus brazos le rodearon, sintiendo como él se acurrucaba contra él, y su rostro se hundía en el hueco de su cuello.

-Kaede... -su vocecilla se dejo oír un tanto perpleja.

-¿No duermes? -preguntó a su vez. Con él a su lado quedaba desvelado.

-No puedo...

-¿Te asusta algo? -preguntó rogando para que no fuera consciente de lo que le hacia sentir.

-Nop...

-¿Entonces...?

-Me preguntaba que es eso que tienes junto a mi pierna?

Kaede dejo escapar un pequeño gemido.

-Nada..., intenta dormir...

-Si, es algo... -insistió.

-No...

-Si..., si lo es... -volvió a decir.

-Te digo que no...

-Si, ahora se ha movido -dijo tono alborozado- ¿Déjame ver que tienes? -y al instante de decirlo, se movió por encima suyo para encender nuevamente la luz y ver que escondía Kaede. Su mirada recorrió el cuerpo destapado de Kaede sin ver nada que llamara su atención- No tienes nada -exclamó desilusionado.

-Te lo dije -murmuró Kaede, sin embargo, en ese preciso instante, Hanamichi tuvo la ocurrencia de posar su mano en el lugar más adecuado provocándole una explosión de delicioso placer.

-¡¡Se mueve!! -Exclamó gozoso- Yo tenía razón -le miro al rostro fijándose en el sonrosado color de sus mejillas. Quiso ver que guardaba allí por eso el movimiento de sus manos fueron más rápidas que las suyas que no llegaron a tiempo para impedirle que le bajara el bóxer liberándole de su incomodo encierro y al momento lo tuvo expuesto ante su mirada asombrada- ¡¡¡Oh...!!! ¡¡¡Es tan grande como el mío!!! -exclamó maravillado al verle.

Su mirada inocente y su exclamación fueron suficientes para inflamar su ánimo.

Hanamichi le contemplaba fascinado.

-A mí también me pasa -dijo sentando en el lecho sin apartar la mirada de él- cuando me ocurre juego un rato con él. Así -y para demostrarle como lo hacía sacó el suyo que también se mostraba erguido y comenzó a frotarlo con suavidad, encerrado en el hueco de su mano- Me dejas jugar con el tuyo? -pregunto inclinándose hacia delante.

Kaede estaba más que alterado, sus inocentes comentarios y lo que hacía le resultaba tan sensual que solo pudo asentir con un movimiento de cabeza.

En los siguientes minutos Hanamichi niño le hizo sentir que la pérdida de memoria no había conseguido hacerle olvidar lo que tenía aprendido.

A partir de esa noche Hanamichi se negaba a dormir hasta que no hubiera jugado un ratito con él, y Kaede se sentía incapaz de negarle nada, considerando lo que le hacía sentir, se comprendía. Sus razones eran de peso. En noches consecutivas Hanamichi fue descubriendo nuevas variantes para jugar y que practicaba regocijado hasta que llegó un momento que agotó su ingenio.

-¡¡Kaede...!! -se detuvo mirándole perplejo.

-¿Humm? -sus ojos se entreabrieron lentamente, fijándose en la mirada de su lindo koibito.

-Esto es todo? -preguntó como apenado.

-¿Todo? -estaba perdido en las sensaciones que estaba sintiendo, no tardó en advertir que Hanamichi estaba quieto y que no sabía que le preguntaba- Qué te ocurre? -inquieto por si había recordado algo.

-Tú y yo... jugamos mucho, me gusta jugar contigo, es emocionante, pero... siento que falta algo y por más que intento encontrarlo no doy con ello. -dijo con expresión apenada.

-Mi dulce y querido niño... -dijo Kaede sentándose en la cama para estrecharlo en sus brazos- Te amo, tanto, tanto... que no puedo estar sin ti. -murmuró más para sí mismo que para él.

Hanamichi le escuchó, se aferró con más fuerza a su cuerpo, como si temiera que él fuera a apartarlo de su lado yendo en contra de su afirmación, porque sus palabras tenían un tono triste.

Esa noche, Kaede le enseñó un nuevo juego y fue tan entretenido y placentero que siguió practicándolo con él siempre que podía.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Seis meses después de dejar el hospital, Kaede y Hanamichi volvieron para la prevista consulta, su neurólogo  deseaba revisar los posibles cambios de conducta en el joven y evaluar su progreso durante el tiempo transcurrido desde la última vez que le vió llevando a cabo nuevos test para ver si había algún cambio en los resultados que había tomado anteriormente.

La consulta se llevó a cabo con total normalidad, Hanamichi se avino a todo sin una protesta, porque Kaede le había prometido un premio si se portaba bien.

Atravesaron el pasillo en dirección al ascensor, desde allí descendieron a la planta baja, en el vestíbulo esperaban los hombres que solían acompañarles como una sombra.

-Me he portado bien, verdad? -inquirió Hanamichi cuando dejaron atrás el ascensor y caminaban hacia la puerta de salida.

-Si... no has protestado mucho... -reconoció.

-Me darás mi premio? Qué va a ser?

-Tal vez un helado de chocolate con trozos de almendras. -dijo Kaede.

-No quiero helado... -protestó enérgico.

-Entonces, una tarta de fresas con crema chantilly y mucha... -se detuvo al darse cuenta que había dejado de oír sus pasos- Hanamichi...? Se volvió hacia atrás buscando la causa que motivaba su parada- ¡¡Kamisama!! -exclamó Kaede al ver la mancha húmeda que mostraban los pantalones de Hanamichi y el charco que se formaba a sus pies, mientras su cuerpo se sacudía tembloroso y sus ojos mostraban una expresión de horror como si la peor de sus pesadillas estuviera ahí presente.

Esa idea le hizo mirar alrededor, Hanamichi solo podía reaccionar así si estaba en presencia de alguno de sus torturadores, aunque él no lo recordaba su inconsciente guardaba esa información. Le rodeó con sus brazos intentando al mismo tiempo apartarle de allí, sabía que la gente les miraba con curiosidad, Hanamichi estaba como paralizado y era incapaz de moverle. 

Los dos guardaespaldas que se habían levantado de donde esperaban al verlos aparecer, también debieron así comprenderlo, su abuelo les había puesto en antecedentes respecto a la agresión sufrida por Hanamichi para que no descuidaran la guardia.

Todo parecía normal, un hombre con el brazo sangrante que pedía rápida asistencia, una mujer embarazada que creía estar de parto, una madre con dos niños pequeños, hombres y mujeres que acudían para ser atendidos, nada que pareciera anormal, excepto quizá las airadas protestas de un joven que se negaba a dejarse acompañar por otro hombre fuera del recinto hospitalario. Sus voces se dejaban oír con total claridad, aunque el más mayor procuraba atemperar el sonido de su voz, si bien sus gestos eran bien elocuentes.

Kaede se fijo en que el hombre agarraba del brazo con excesiva fuerza al joven y casi lo llevaba a la rastra fuera de allí. Su mirada fue hacia los dos hombres haciéndole una seña para que les siguieran, ellos asintieron y uno de ellos se quedó con ellos, en tanto que el otro marchaba.

Entre los dos pudieron llevar a Hanamichi a una pequeña salita, una servicial asistente, les condujo hasta allí, al comprender que el joven necesitaba un lugar donde se le pudiera tranquilizar, cuyo cuerpo seguía estremeciéndose.

-Busca al doctor Otsuka... -le pidió- dile lo que ha pasado -miró a la joven- Gracias.

Con una inclinación les dejo solos. Cerrando la puerta para darles intimidad.

-Mi dulce y querido niño... -murmuró Kaede acariciando con ternura el rostro de su koi, dándole suaves besos en su rostro, ojos, mejillas, sus labios que temblaban, hasta que su contacto y el sonido de su voz consiguió tranquilizar a Hanamichi a quien había sentado en su regazo poco a poco había llegado la quietud que él necesitaba para tranquilizar su espíritu.

-No soy un niño, Kaede... -replica Hanamichi echando la cabeza hacia atrás, su voz suena con normalidad, sus miradas quedan fijas unos segundos, y al instante cierra los ojos quedándose dormido en sus brazos.

-Siempre serás mi niño, mi dulce koi -murmura Kaede dejando escapar lágrimas de felicidad, mientras sus labios se posan en su frente dejando besos húmedos.

En ese momento se acercó el doctor Otsuka con un camillero. Acomodaron a Hanamichi en la camilla y en poco tiempo reposaba en una habitación.

-Que ha pasado? -Preguntó el doctor- Me dijo mi colega que no vió nada extraño en él.

-No lo sé, exactamente, estábamos en el vestíbulo para salir cuando ocurrió todo, de pronto, sin previo aviso -explicó Kaede, no iba a ser él quien le dijera lo que sospechaba, que Hanamichi se había enfrentado a la voz de uno de sus torturadores, recuperando momentáneamente la conciencia de sí mismo. Tampoco él deseaba ilusionarse excesivamente, hasta que no despertaran, ni él ni los médicos podían saber que pasaba realmente con su mente.

Después de seis meses hasta la policía había abandonado el caso, si esos hombres tenían algo que ver con lo sucedido a Hanamichi, iban a tener que acogerse a todos sus dioses, porque su abuelo, había declarado en más de una ocasión, lejos de los oídos de Hanamichi, que como consiguiera ponerles las manos encima, iban a arrepentirse de lo que habían hecho al muchacho.

El sueño de Hanamichi se prolongó durante cuarenta y ocho horas y tal como le previno su psicólogo Hanamichi no recordaba nada de lo ocurrido en esos últimos meses. Sus últimos recuerdos eran los que prevalecieron en su mente y su despertar fue doloroso. Para él fue como si hubiera sucedido la noche anterior.

-Lo siento... mucho... no pude evitarlo... me drogaron... cuando desperté estaba encadenado -sollozo aferrando sus manos a su camisa- No pude verles... iban con pasamontañas... eran tres... -lloraba desconsolado dejándose mecer en los brazos amorosos de Kaede que le estrechaban contra su pecho con ternura.

-Perdóname tú a mi, nunca debí dejarte solo, tenía que haber ido a por ti y marcharnos juntos. Fui egoísta, me importó más mi comodidad -le confeso con ánimo de hacerle saber que él era el único culpable por lo que le pasó.

-Estoy sucio... -gimió- No merezco seguir contigo.

-No, no lo estas... -apartó su rostro de su pecho y abarcó su rostro entre sus manos, miró su cara húmeda hasta secar a besos sus lágrimas que caían a borbotones de sus ojos- Te amo, Hanamichi. Eres mi novio, mi prometido, mi esposo, mi amigo, mi amante, lo significas todo para mí, nunca lo olvides. Eres hermoso, conocerte ha llenado mi vida de felicidad, si tú me faltaras es como si la vida se me fuera también. Entiendes lo que digo? -preguntó al ver que sus sollozos disminuían en intensidad.

-Si, pero como.... -de pronto su mirada se posó en sus manos que aferraban aún la ropa de Kaede, vió el borde de la manga, por donde se vislumbraba una marca, la alzo por completo, fijándose en la cicatriz que como pulseras rodeaban sus muñecas, llevó la mano a su pecho, dándose cuenta que ningún dolor le atenazaba, podía respirar con normalidad, sus costillas no le molestaban. Su mirada perpleja se poso en Kaede- Qué significa?

-Tienes que tranquilizarte... -le ayudó a recostarse nuevamente en el lecho, se tumbó a su lado, Hanamichi- Han pasado seís meses desde aquella noche, estuviste muy grave... -con voz lenta Kaede le contó como había transcurrido sus días mientras estuvo hospitalizado y su recuperación.

-Entonces... ¿no he estado en coma todo ese tiempo? -preguntó sin comprender porque no podía recordar.

-Perdiste la memoria...

-Y que hecho durante este tiempo? -pregunto al cabo de un rato en el que se esforzó en recordar sin conseguirlo. ¿Acaso le había vuelto a suceder? Se preguntó inquieto.

-Has conocido a mi abuelo..., pasabas con él mucho tiempo, pero tú no puedes acordarte de eso, me lo advirtió tu psicólogo, cuando volvieras a ser tú, no recordarías nada de lo has vivido durante estos meses que han transcurrido.

-¿Ese viejo gruñón? -preguntó sin poder creer que podía ocurrir tal cosa y que él pudiera olvidar algo tan importante como conocer al hombre que le había rechazado.

-¿Quién es un viejo gruñón? -preguntó una voz desde el interior de la habitación, dando golpecitos con la punta del bastón, como si así mostrara su enojo.

-Hanamichi... te presentó a mi abuelo, Rukawa Hitoshi.

-Disculpe mis palabras... -hizo ademán de levantarse.

-Kaede déjanos solos un momento.-dijo sin mirarle, al tiempo que hacia un gesto para que se quedara acostado.

Kaede se levantó, sabía que su abuelo no haría nada que pudiera lastimarlo. Se inclinó para besarle en la mejilla, al tiempo que le tranquilizaba al manifestárselo al oído.

-Él te quiere, no hará nada que te lastime.

La mirada de Hanamichi fue de agradecimiento.

Kaede antes de salir acercó una silla al anciano, sentándose muy próximo a la cabecera de Hanamichi, que había sido izada para permitirle llevar una conversación con el anciano con cierta comodidad.

Cuando la puerta se cerró dejándoles solos, Hanamichi miró con cierta curiosidad al hombre que estaba delante suyo. Su rostro aparecía surcado por arrugas, junto a los labios y los ojos, aunque no daba la impresión de ser un tipo risueño, sus ojos negros tenían una mirada acerada, sus cabellos habían encanecido y eran níveos, como si el tiempo hubiera respetado su ancianidad, no mostraban signos de entradas, ni calvas, lucia su cabellera como un trofeo.

-¿He aprobado tu examen? -preguntó cuando concluyó.

-Disculpe... no he pretendido ofenderle.

-No me ofendes..., se que no me recuerdas y me apena porque hemos pasado gratos momentos... -vió su mirada sorprendida- y aunque te duela esto que voy a decirte, me veo en la necesidad de hacerlo.

-¿De qué quiere hablarme?

-Hemos identificado a tus atacantes..., se que es muy precipitado decírtelo apenas te has recuperado, tiene que ser doloroso y penoso recordarte por lo que has pasado. Ahora eres uno de los nuestros, perteneces a mi familia y quien lo hace contigo es como si los demás sintiéramos ese mismo dolor. Kaede se sintió destrozado, se ha culpado durante todo este tiempo por dejarte solo, tú no recordabas lo ocurrido, todos nos sentimos aliviados porque era penoso ese recuerdo. Te refugiaste en el pasado, donde nada podía lastimarte y durante estos meses Kaede ha sido muy comprensivo y cariñoso contigo, y aunque deseábamos que fueras feliz, sabíamos que esa situación no podía prolongarse. En el fondo, aunque parezca egoísta todos, si bien no lo expresábamos deseábamos que volvieras al presente con toda la carga de dolor que eso podía provocarte.

Hanamichi le escuchaba con asombró, su tono de voz era sincero, no podía estar hablándole de algo que no fuera cierto.

-Yo no recuerdo nada de eso, lo siento... lamento no recordar que usted y yo..., -una inquietud le asaltaba- ¿realmente fuimos amigos?

-Si.

Sus labios se plegaron en una mueca que pretendió ser una sonrisa. Cerró los ojos.

El anciano permaneció en silencio respetando sus pensamientos, cabo de algunos minutos le hablo.

-Te dejaré, es comprensible que te sientas cansado. -hizo ademán de levantarse.

-Me dijo que habían identificado a mis atacantes, ¿cómo es posible si ni yo mismo vi sus caras?

-Supongo que ellos te hablaron.

-¡Oh si lo hicieron! Se complacían en decirme lo que iban a hacerme -la expresión de su rostro se transformó en dolor, angustiado al recordar aquella terrible noche, en el que el transcurso del tiempo pareció detenerse. Sus hombros comenzaron a convulsionarse sin poderlo evitar.

Rukawa-sama se levantó, sentándose en el borde la cama le estrechó en sus brazos intentado calmarle.

-¡¡Tranquilo, mi niño!!  -mientras se balanceaba hacia delante y detrás en un ritmo cadencioso, hasta que los temblores se calmaron y Hanamichi se quedo quieto en sus brazos.

-Gracias... me siento mejor... -sentía curiosidad porque Kaede y su abuelo se habían referido a el con ese mismo apelativo cariñoso, su niño, más no lo manifestó, tenia tiempo para enterarse.

-Te sientes capaz de escucharme...

-Si.

-Se trataban de tres sicarios de Tokio, su jefe fue robado por su contable y buscándole llegaron hasta a tí, te confundieron con él.

-Mencionaron un nombre, les dije que no era quien creían, pero no me tomaron en serio, me hablaban de un dinero.

-Al parecer su jefe les dió orden de actuar tal como lo hicieron y el tipo al que buscaban, apareció flotando en la Bahía de Tokyo, algunos días después de encontrarte malherido Kaede, lo que da a entender que le mataron después. Él más joven de los tres sicarios..., el de la voz chillona, apareció en una cabaña, al parecer, cuando les dijeron que se había confundido de persona, el que mandaba al grupo lo tomó muy mal e hicieron con él lo mismo que contigo, ha sido una doble coincidencia, que estuviera aquí hospitalizado y  tú tuvieras que venir justo el mismo día que le daban el alta.

-Saberlo no me sirve de nada...

-Dentro de todo lo malo, si te han sido útiles. -dijo el anciano mirándole fijamente, como él no parecía comprender, añadió- Has recuperado tu memoria y tu vida, estoy seguro que no te hubiera gustado saber quien fuiste.

-Algún día me lo dirá?

-Pregúntaselo a mi nieto.

-Lo haré... -afirmó.

-Él debe estar impacientándose... -se levantó y caminó hacia la puerta.

-Me gustaría saber que esos... -se quedo sin saber como denominarles- ...no esta lastimando a nadie más. -murmuró Hanamichi.

-Ahora que eres uno de los nuestros... puedo decirte algo que Kaede no te habrá dicho. Nuestra familia procede de un clan muy poderoso. Basta nuestro nombre para atemorizar a nuestros enemigos -vió su mirada incrédula- tenemos muchos aunque parezca lo contrario. No pueden dañarnos, porque saben que respondemos con contundencia. Lo que han hecho contigo, es imperdonable, por eso motivo ahora están a buen recaudo, esperando que te recuperes por completo para decirme que quieres que hagamos con ellos. Eso era lo que deseaba decirte.

-Gracias, abuelo... -la palabra surgió con naturalidad en sus labios.

Rukawa sonrió y al hacerlo el brillo de sus ojos tuvo una nota de cordialidad que le hizo saber que el anciano era más que un amigo.

-Pasa, Kaede... ya hemos terminado de hablar. -dijo abriendo la puerta y haciéndose a un lado.

Kaede asi lo hizo. Sentándose en el borde de la cama y tomando la mano de Hanamichi, cuyos dedos se enlazaron con los suyos, su medio sonrisa le tranquilizo.

-¿Todo esta bien? -inquirió.

-Si, todo esta muy bien... -las palabras del anciano le habían dado cierta tranquilidad.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Durante los dos días que permaneció en el hospital, tuvo mucho tiempo para pensar, dolor que sentía no desaparecía, estaba convencido que lo olvidaría todo cuando supiera que esos esbirros habían pagado su crimen, que su espíritu se tranquilizaría entonces. Kaede no le importunó con preguntas, se limitó a permanecer a su lado, haciéndole saber que cualquier cosa que hubiera hablado con su abuelo, el estaba de acuerdo con lo que decidiera. Él estaba a su lado cuando entró en crisis y no dudaba que había comprendido quienes habían provocado ese suceso, y también que había dado los pasos precisos para que los hilos que movían les llevaran hasta esos sicarios, él sabía que tenía que tomar una decisión respecto a ellos, por una parte quería revancha, que sufrieran la misma tortura que él había padecido en sus manos, pero sabía que si así lo hacia, ante los ojos de Kaede él sería también un desalmado por buscar su justa revancha.

-Kaede..., ¿tú que harías? -preguntó mientras recogía sus cosas. La incertidumbre seguía persiguiéndole. Sentía una opresión en el pecho cada vez que recordaba cada minuto transcurrido en la casita de la playa, su respiración se aceleraba y sentía como un sudor frío recorría su cuerpo.

Kaede, se apresuró a ir a su lado y abrazarle, sus crisis de ansiedad eran relativamente frecuentes, en segundos estuvo a su lado hasta que se tranquilizó diez minutos después.

Le besó suavemente en los labios, acariciando sus pálidas mejillas.

-Esos desgraciados merecen morir por lo que te hicieron  y por lo que sigues pasando.-dijo con fiereza- Recuerda esto, no es lo que yo quiera sino lo que tu desees, ¿comprendes la diferencia?

-Si. -asintió moviendo la cabeza.

-Lo que tu decidas esta bien para mi. Por qué sea lo que sea siempre estaré contigo, lo que siento por tí no cambiará ni me hará olvidar la maravillosa persona que eres.

Hanamichi le abrazó emocionado, y solo entonces supo lo que tenía que hacer. Su decisión estaba tomada.

El coche que pasó a recogerles se alejo por el camino de la costa, ni Hanamichi ni Rukawa hicieron preguntas, él porque imaginaba donde le conducían, Rukawa porque debía conocer el camino ya que no mostró ninguna extrañeza.

Una hora después se detuvieron ante la entrada a una propiedad privada, el lugar era como cualquier otro, la casa era una tradicional residencia más parecida a los  antiguos feudos de los daymios, y como para confirmar ese hecho, dos filas de hombres vestidos con trajes tradicionales esperaban a los costados del camino empedrado, al paso del automóvil se inclinaban a modo de respetuoso saludo.

-Qué significa esto? -preguntó sorprendido.

-El abuelo ha querido que todos sepan que formas parte de la familia y que quien te ofenda, es tanto como ofenderle a él.

-Por eso insististe en que me vistiera así -miró el hakama que llevaba puesto, cuando le vió llegar cargado de paquetes y comenzó a sacar ese traje pensó que no era capaz de salir así vestido. La vergüenza que creyó que podía sentir quedo mitigada cuando Kaede vistió un traje parecido al suyo, cuando dejaron el hospital todas las miradas estaban puestas en ellos. Para entonces había dejado de preocuparle sus sentimientos, Kaede estaba arrebatador con ese traje y sus ojos no podían apartarse de él.

Rukawa-sama vestido también con traje tradicional, se acercó a saludarle, estrechándole entre sus brazos, como parte de la familia que era.

Detrás estaba su hijo, el padre de Kaede, ya repuesto de su lesión, que también se acercó a abrazarle.

-Me satisface verte recuperado. Sentí mucho no poder ir a verte al hospital -murmuró.

-Gracias..., veo que tu también estas bien. Me alegro por tí. -dijo inclinándose levemente.

-Pasemos al salón... -dijo Rukawa-sama.

Los paneles habían sido retirados y una gran sala quedaba despejada, era alargada de tamaño, al frente estaba presidida por cuatro sillas bajas con apoyabrazos, a los costados dos largas filas de cojines, que fueron siendo ocupados por los que estaban invitados a presenciarlo.

Rukawa-sama ocupó su lugar, a su derecha lo hizo su hijo, a la izquierda su nieto Kaede, a continuación Hanamichi.

-Estamos aquí reunidos por dos motivos, el primero presentarles a mi nieto Hanamichi, -hizo una leve seña en su dirección- la pareja oficial de mi nieto Kaede, la otra impartir justicia. Es bien sabido lo que puede tardar en procederse a enjuiciar a un criminal, y el poco tiempo que permanece encarcelado. Mi nieto ha sido torturado y humillado, los sicarios que así lo hicieron permanecieron tranquilos, sabiendo que la justicia no podía llegar hasta ellos, no contaban que el clan Rukawa cuenta con amigos en todos los ambientes y que en poco tiempo conocíamos sus nombres y sus rostros. Hacerles venir -dijo con autoridad.

Hanamichi se removió inquieto en su asiento, Kaede estiró su mano para tomar la suya, apretándole con suavidad para confortarlo.

-Mira hacia aquí -dijo Kaede sabiendo por donde iban a aparecer. No era la primera vez que asistía a un juicio, llevado a cabo por su abuelo, cuya autoridad no se ponía en duda, ni siquiera la policía se atrevía a poner en tela de juicio sus palabras.

Hanamichi volvió el rostro, fijando su mirada en el hermoso rostro de Kaede, armándose de valor para ser capaz de sobrevivir a ese instante sin derrumbarse, sin mostrar debilidad ante todos esos hombres cuyas miradas estaban fijas en él.

Pasos rápidos que introducían en el interior de la sala a los tres sicarios y que entraron tambaleándose al estar los tres sujetos por un mismo yugo.

-Hanamichi-san, ¿Qué quieres que hagamos con ellos? -preguntó Rukawa-sama mirándoles con expresión de implacable ferocidad, dispuesto a hacer lo que su nieto le pidiera, porque durante aquellos meses había aprendido a querer al joven.

Hanamichi se quedo como inmovilizado al oír la voz, se obligó a moverse, su decisión estaba tomada. Apartó la mirada para fijarla en el perfil del anciano señor.

-Verles pagar por lo que me hicieron me resultaría una dulce venganza, un dulce recuerdo, -en ningún momento dirigió la mirada hacia donde estaban atados y amordazados- pero no deseo tener sobre mi conciencia ese tipo de recuerdo, quiero que mi memoria quede libre de pensamientos de dolor, y solo lo conseguiré si olvido el pasado. -Giró la cabeza para mirar a Kaede que apretó con calidez su mano dándole el valor que necesitaba para superar ese doloroso trance, saberse en presencia de esos desalmados y no tirarse a su garganta, era muy duro, pero necesitaba de todo su control para expresar lo que sentía- Estoy seguro que contigo a mi lado podré conseguirlo.

-Siempre estaremos juntos. Nunca más te dejaré solo. -prometió una vez más y con un gesto gentil, alzó su mano posando con delicadeza sus labios en ella como una ratificación a su promesa.

Hanamichi rompió con el protocolo al levantarse, Kaede también lo hizo preocupado por él, Hanamichi le rodeo con sus brazos, su cabeza reposó en el pecho de su amado.

-Abuelo... lamento dejarle en la estacada. -dijo levantando apenas su rostro- Se que merecen ser castigados, pero yo no puedo... no puedo.

-No importa... me ocupare solo de resolverlo. Llévale a casa -dijo comprensivo el abuelo.

-Kaede... ¿me dirás cuál era tu sorpresa? -le oyeron cuando salían de la sala.

-Lo recuerdas? -exclamo maravillado- Vamos a casa... a nuestro piso -aclaró como si pensará que podía traerle los malos recuerdos de lo ocurrido en la casa de la playa, que por cierto su padre vendió con la clara intención que todos pudieran olvidar lo que allí había acontecido.

-Señor, ¿qué hacemos con ellos? -preguntó uno de los hombres que sostenía la soga que mantenía unidos a los tres sicarios como un dogal al cuello y que les ahogaba cuando se producía algún movimiento brusco, como un súbito tirón de alguno de los dos extremos, sostenidos por los hombres a las órdenes de Rukawa-sama cuando los jóvenes salieron de la sala.

-Ya soy viejo, un mal recuerdo más no me dañara -sentenció así el castigo que iban a infringirles- Que desaparezcan como si nunca hubieran existido, pero antes hacerles sentir lo mismo que padeció mi nieto, hacer correr la voz entre vuestros los hombres, -miró a todos los presentes- todo aquel que lo desee puede participar.

-Así se hará... -y al inclinarse la soga se cerró más aún alrededor de sus gargantas, llevándoles a la asfixia durante unos minutos.

Nunca más se volvió a mencionar aquel día.

Hanamichi junto a Kaede aprendió a vencer el temor y la serenidad volvió a su espíritu alejando definitivamente los fantasmas que torturaban sus noches. El amor que había en ellos era tan profundo que les ayudó a superar aquellos difíciles momentos.

Cuando Kaede volvió a escuchar las risotadas divertidas de Hanamichi mientras jugaba al go con su abuelo, supo que su koi estaba curado definitivamente, medio echó hacia atrás la cabeza cerrando los ojos unos segundos dando gracias a Kamisama por los dones que habían recibido.

Su abuelo vivía solo y les había preguntado si tenían inconvenientes en compartir su vida con él, Hanamichi comprendió como debía sentirse, la soledad de los ancianos, aun cuando tenían familia y un hogar confortable era muy duro. Miró a Kaede sin atreverse a consultarlo, más él vió en sus ojos lo que pensaba, dos días después estaban instalados definitivamente en el hogar de su abuelo, que ahora también era de ellos. Como era habitual, otra noche más Hanamichi volvía a ganarle al go.

-¿A quién le hablas? -preguntó Hanamichi sentándose a su lado en el engawa, con los pies colgando hacia el suelo del jardín sin llegar a tocarlo.

-¿Le has ganado otra vez?

-Ore...ore... -canturreó feliz junto a su oreja, al tiempo que le tumbaba hacia atrás, quedando él encima, levantó la mirada hacia el interior de la sala- ¡¡¡Abuelo... que ya es hora de ir a dormir!!!

Kaede se sonrojo al oírle dirigirse a él en esos términos, sus palabras llevaban implícitas lo que pensaba hacer con él. La risa senil de su abuelo llego hacia ellos al mismo tiempo el golpeteó del bastón que se alejaba les hacia saber que les dejaba solos.

Hanamichi se inclinó hacia su rostro, cuyas manos le abarcaban con ternura, acariciantes, sus labios se juntaron a los suyos, al principio un beso ligero, una toma de contacto agradable, un reconocimiento, enseguida la presión se intensificó, se hizo más intensa, más profunda, respondió con calor a la caricia, abrió su boca a él, dejándole entrar, su lengua le recorrió, su sabor le conmovió, sus manos descendieron hasta su cuello, posándose suavemente en sus hombros siguiendo el largo de sus brazos hasta alcanzar sus manos, entrelazaron unos segundos sus dedos, en una cálida respuesta a su contacto.

-Aquí no... -dijo turbado cuando sintió su mano por debajo del yukata, explorando ansioso.

-Tienes razón... -se avino a sus razones no expuestas- conozco el lugar adecuado.

Sin soltar su mano, le llevó por los distintos caminos del jardín hasta alcanzar un sendero de que les dejó en un pequeño bosquecillo de  cañas de bambú, cuyos troncos, se alzaban muy juntos, gruesos como el brazo de un hombre, una cortina de setos de adelfas conseguían mantener fuera de la vista, un recóndito hueco entre las cañas. El suelo cubierto de suave césped recibió sus cuerpos como el mejor de los lechos.

-Como sabías...? -hasta él había olvidado ese lugar.

-El otro día hablando con el abuelo, me comentó que aquí te escondías de niño. No sabía que eras tan travieso -dijo con una sonrisa, mientras medio se acomodaba encima de él.

-Si..., un día se asustaron mucho al no encontrarme, -recordó- me hicieron buscar dentro y fuera de la casa, pensando que tal vez había aprovechado un descuido de algún sirviente para salir. Solo tenía cinco años. -entendía que con esa edad quedaba justificado su proceder.

-Ahora será nuestro refugio. Lamento haberte tenido olvidado tanto tiempo... -murmura Hanamichi

-Si tu supieras... -murmuró con una sonrisa traviesa. Sus inocentes juegos habían sido muy entretenidos y cuando le enseñó como continuarlos, se supero a sí mismo. Ese fue su último pensamiento coherente antes de entregarse en los brazos de Morfeo.

Las enigmáticas palabras de su koi le dejaron perplejo, el tiempo que necesitó Kaede para quedarse dormido, pensó que tenían toda una vida por delante para mostrarle cuanto le amaba. Le miró embelesado, al tiempo que echaba por encima de sus cuerpos uno de los yukatas para cubrirles, el otro estaba debajo de ellos, le pasó el brazo por la cintura acercándose lo más posible a él, antes de quedarse dormido Hanamichi se sintió intrigado por esa hermosa sonrisa.

La normalidad volvía a sus jóvenes vidas.

Fin

 

31 de diciembre de 2007

Paz

Notas finales:

Glosario

Sinapsis: Es el punto de conexión funcional entre dos neuronas adyacentes.

Hana Matsuri: Festival de las flores. El 8 de abril, en templos budistas vierten té dulce sobre una imagen de Buda para celebrar su cumpleaños.  

En algunos puntos he sido repetitiva, lo siento, y aunque lo he advertido he preferido dejarlo así. 

Este es mi último fic de este año 2007 que en pocas horas pasara a la historia, aunque me quedan algunos inconclusos que intentaré acabar cuanto antes si mis neuronas me lo permiten, por supuesto. 

Antes de dejaros, os deseo a todas/os un buen final de año y una mejor entrada del nuevo año 2008. Muchas felicidades. Que paséis unos maravillosos días de festejos junto a padres, hermanos, hermanas y amigos. 

Paz

Esas explicaciones tan específicas han sido obtenidos de la monografía de:

Philippe L.E. Panchout titulada El funcionamiento cerebral. Hecho el depósito que marca la ley 11.723. ISBN 98743-5929-3 Si queréis leerlo aquí os dejo la dirección de la web.

http:// www.monografias.com/trabajos13/acerca/acerca.shtml#RECEPC

He cambiado el texto para poder hacerlo más sencillo y fácil de entender para aplicarlo a la historia. No me extrañaría nada que para un entendido en la materia, haya algún que otro gazapo por intentar resumirlo, acortando párrafos y los tecnicismos propios del lenguaje neurológico procurando decir lo mismo, pero con otras palabras.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).