Al día siguiente me desperté y me di cuenta de que Naruto y yo nos habíamos quedado dormidos en la orilla del arroyo y durante la noche nuestros cuerpos se debieron de enlazar buscando calor uno en el otro porque habíamos dormido abrazados.
Sonreí al descubrirme entre los bazos de mi precioso rubio y no me moví ni un ápice esperando que él abriera sus ojos y mientras no lo hizo me dediqué a observarlo embelesado, pero el grito de Sakura interrumpió ese momento.
- ¡Naruto! ¿Dónde estás? - Gritó angustiada y trató de buscarnos en los alrededores.
Yo me separé del cuerpo dormido de mi precioso kitsune y caminé hacia ella.
- Estamos aquí al lado, Sakura. - Le dije y le señalé el arroyo.
- Lo siento, he tenido una pesadilla y al no encontrarlo a mi lado al despertar pues... - Contestó ella y me miró avergonzada.
- ¡Vaya que eres escandalosa, Sakura-chan! - Sakura y yo nos giramos para encontrarnos el rostro alegre de mi rubio adorado.
Lo contemplé y me dio la sensación de que estaba más tranquilo, como si poco a poco fuera recobrando el sentido y volviendo a ser el pequeño revoltoso al que todos estábamos acostumbrados.
Sin poder evitarlo me di la enhorabuena a mí mismo porque estaba convencido de que la charla que había tenido con él tenía bastante que ver con el cambio de actitud del ninja número uno en sorprender a la gente.
- Sakura. - Naruto fue hacia su amiga y la rodeó en un abrazo protector. - Siento no haberme dado cuenta de que necesitabas un amigo, ttebayo.
- ¿Por qué... - Sakura giró sus ojos verde jade hacia mí y yo me encogí de hombros, sin arrepentirme por haberle contado a Naruto lo que le ocurría a Sakura.
- Lo siento, estaba preocupado por ti y tuve que decírselo. - Le expliqué. - Además me da la sensación de que vosotros dos deberías de hablar uno con el otro.
- Gaara tiene razón. - Explicó Naruto. - Yo me sentía tan mal por el regreso de Sasuke que me encerré en mí mismo y sé que no soy el de siempre, ttebayo.
Pero te prometo, Sakura-chan que me recuperaré.
- ¿De verdad? - Sakura abrazó con fuerza a Naruto y yo vi como mi kitsune se ponía morado por momentos del apretón que su amiga le estaba dando. - Yo también lo haré, Naruto. - Sakura sonrió a mi kitsune. - Sasuke ha regresado, es doloroso...
Pero sabes, creo que juntos podemos volver a formar los lazos que se rompieron, ¿quieres hacerlo, Naruto?
- Sí, sí que quiero, ttebayo.
- Entonces está todo dicho, tú y yo traeremos a Sasuke de vuelta.
- ¡Lo haremos, dattebayo! - Contestó más animado mi precioso rubio. - Pero tienes que saber que estoy muy dolido y que aún no le he perdonado.
- Yo tampoco y por eso debemos estar juntos dándonos apoyo uno al otro. Si vuelves a ser el de siempre y yo también, entonces encontraremos hilo para zurzir esos lazos que ahora están hechos trizas.
- Tienes razón, ttebayo. - Naruto tomó de la mano a Sakura y me miró con sus ojos azul cielo que eran capaces de llevarme hasta el borde de la locura, luego me dedicó una de sus enormes sonrisas y el corazón me latió con furia en le pecho.
Observé a mi hermano que estaba algo más alejado, viendo la escena con pesar y decidí que debería tener una charla con Kankuro para que no se hiciera errores con la relación existente entre Sakura y Naruto.
Pensé que quizás mi hermano sería la persona idónea para la kuonichi y me pregunté si él podría llegar a su corazón y arrebatar el lugar de quien fuera que estuviera ocupando un puesto que a mi parecer se merecía Kankuro.
- ¿Nos vamos? - Preguntó Sakura más animada y recogió todas sus cosas. - Nos queda ya poco para llegar a la Aldea del Remolino y no debemos estar aquí holgazaneando, somos los mejores ninjas de nuestras aldeas y así se lo demostraremos al mundo.
- ¡Hai! - Asentimos los tres y apresuramos el paso para alcanzar a la sanin de cabello rosa que se había adelantado y ahora más que nunca a mí me parecía una digna sucesora de Tsunade.
Durante el trayecto hasta Remolino, Sakura caminó al lado de mi hermano y por ese motivo no tuve ocasión de decirle a Kankuro que Naruto para ella no era más que un amigo y yo agradecí que Sakura y Kankuro fueran juntos porque eso nos dejaba a mí y a mi precioso mejor amigo a solas.
- Gracias, Gaara. - Me dijo. - Eres el mejor amigo del mundo, ttebayo.
- Los amigos estamos para eso, ¿no? - Le contesté. - Me alegro de que Sakura y tú os hayáis dicho las cosas que guardabais en vuestro corazón, eso hará más sencillo el que encuentres el camino de regreso.
- Muchas veces me pregunto qué habría sido de mi vida si no te conociera, Gaara. - Naruto se rascó la nuca. - Y no me gusta la respuesta, ttebayo.
- ¿Por qué?
- Sin ti... creo que mi vida después de que el teme se fue hubiera sido muy diferente, dattebayo.
- ¿Y eso es bueno o malo?
- Muy malo, ttebayo. - Naruto me dirigió una mirada extraña y apresuró el paso para alcanzar a Sakura y a Kankuro, lo que no me gustó lo más mínimo porque implicaba que había algo que mi amigo me estaba ocultando.
Al atardecer llegamos finalmente a la Villa del Remolino.
En las puertas nos recibieron unos ninjas uniformados con un aspecto bastante siniestro.
Al preguntarnos quiénes éramos y que hacíamos en el Remolino yo hablé, impidiendo que los demás lo hicieran.
Por lo que había dicho Tsunade una Villa había amenazado a Konoha y además nadie debía saber que Naruto y Sakura estaban allí para recuperar a Kushina Uzumaki y llevarnos a la Kage.
- Soy Sabaku no Gaara, el Kazekage de Suna y estoy aquí para solicitar una cita con la Kage del Remolino.
- ¡Kazekage-sama! - Los dos hombres se descubrieron el rostro y me miraron con una sonrisa. - Disculpe, no lo habíamos reconocido.
En nuestra aldea corren tiempos peligrosos y por ese motivo no podemos dejar entrar a nadie a partir del toque de queda.
Pero siendo como es usted una persona tan importante haremos una excepción.
- Gracias. - Di por respuesta.
- ¿Ellos quienes son? - Preguntó un tercer ninja que acababa de llegar.
- El Kazekage de Suna y su guardia. - Explicó uno de los dos que nos habían recibido.
- Soy Sabaku no Gaara. - Dije. - Él es mi hermano Sabaku no Kankuro, mi prometida Haruno Sakura y el hermano de ella, Haruno Shikamaru.
- ¿Ellos son ninjas de Konoha? - Preguntó el recién llegado.
- Actualmente no, ahora viven conmigo en Suna.
¿Hay algún problema con Konoha, señor?
- Son unos sucios traidores que han acogido a Uchiha Sasuke y nosotros tenemos un interés especial en él y su hermano Itachi.
- ¿Algo que deba saber yo? - Inquirí y agarré con fuerza el puño de Naruto que estaba a punto de estamparse en la cara del recién llegado.
- En realidad es Itachi el que nos importa. - Aclaró uno de los ninjas. - Secuestró a una de nuestras mujeres de la aldea y tenemos mucho interés en recuperarla.
- Entiendo. - Di por concluida la conversación. - ¿Nos permiten ya el paso?
- Claro, no deberíamos haberle entretenido tanto Kazekage-sama.
- Gracias. - Saludé a los ninjas y seguí mi camino con Naruto pegado a mis talones, mirando alrededor.
- Es peligroso estar aquí, Gaara. - Me susurró en el oído. - Tsunade obachan tenía razón en que deberías haberte quedado en Konoha, ttebayo.
- Si yo no estuviera aquí no te permitirían el paso.
Vigila bien nuestras espaldas, este lugar me da muy mala espina.
- Lo haré, ttebayo. - Contestó y Sakura se acercó a mí y me tomó del brazo con familiaridad.
- Disimulemos lo mejor que podamos, este lugar me da miedo. - Me dijo.
- Tenemos que salir de aquí en cuanto podamos. - Kankuro se unió a nosotros.
- Lo sé. - Aferré fuertemente a Sakura y los dos nos encaminamos como enamorados a una pensión. - Guardad las espaldas, creo que nos vigilan.
- Ya me he dado cuenta. - Mi hermano me sonrió. - No será fácil lograr salir de aquí sin meternos en problemas, pero lo intentaremos.
- Menos mal que Tsunade no dejó venir al teme, si lo hubiera hecho nos ganaríamos verdaderos problemas, dattebayo.
- ¡Señor, señor! - Una mujer vestida con harapos y aspecto de loca se acercó a nosotros y Naruto se giró para encararla directamente.
- ¿La puedo ayudar, ttebayo? - Preguntó.
- Yondaime...
No. Naruto. - Dijo ella y su rostro palideció.- ¡No deberías estar aquí!
Si te ven... - Murmuró muy bajito. - ¿Les puedo echar la buena fortuna? - Siguió gritando. - Mi nombre es lady Sinale y soy muy buena en adivinar el porvenir. - Sus manos se aferraron a la chaqueta de Naruto con firmeza, vi cómo regalaba pequeñas caricias a través de su ropa y mi amigo se tensó ante esa muestra de afecto.
- ¿Nos puede recomendar un lugar dónde quedarnos? - Pedí.
- ¡Sí, señor! ¡Mi casa es un lugar grande y espacioso!
No temen a las pitonisas, ¿verdad?
- Preferiríamos una pensión, no se moleste. - Sakura observó a la madre de Naruto. - Es que su aspecto no es que sea muy digno de confianza.
- ¡Todo el mundo dice que estoy loca! ¡Todos dicen que como no recuerdo mi pasado soy una enferma! ¿Acaso importa el pasado?
¡Yo veo el futuro!
- Ante las palabras de Kushina me sentí verdaderamente aliviado de que Sakura estuviera entre nosotros, sino tengo mis dudas de si Naruto, Kankuro y yo mismo nos daríamos cuenta de que ese aspecto era la tapadera de la madre de mi adorado kitsune.
- ¡No estoy loca! ¡No señor! - Gritó como fuera de sí. - ¿Una pensión? ¡Malditos extranjeros! - Kushina pataleó en el suelo y no señaló una dirección. - Allí está el "Gato Negro", es un buen lugar donde quedarse.
Aunque allí hay ladrones y no es tranquilo como mi casa. - Kushina se dio la vuelta y tomó la mano de Sakura. - ¿Es este su prometido, señorita? - Dijo señalando a Naruto.
- Es mi... hermano. - Mintió la pelirrosa.
- Es un hombre extraordinario, pero no es una elección fácil.
Está enamorado de una persona, aunque su corazón está tan lleno de cicatrices que no se atreve a amar de nuevo. - Sakura palideció al escuchar las palabras de Kushina y como ella también Naruto y yo mismo.
¿Acaso sí podía adivinar el futuro esa mujer?
- Gra... gracias. - Sakura le tendió un billete a la madre de Naruto y seguimos caminando en dirección a la posada que nos había dicho.
Entramos en el local y pronto fuimos hasta la recepción.
Allí nos dieron dos habitaciones, pegadas una a la otra. Subimos hasta ellas y Naruto con Kankuro se fueron a una, Sakura y yo nos quedamos en la otra.
- Dormiremos así. - Susurró Naruto. - Nos siguen y si ven que no actuáis como una pareja tendremos problemas, ttebayo.
- Lo sé. - Contesté. - Tened cuidado, especialmente tú... Ya has oído lo que Sinale te murmuró.
- No te preocupes por mí, ttebayo. - El kitsune me dedicó una mirada confiada. - No soy tan fácil de derrotar y Kankuro tampoco, ¿verdad?
- Ajá. - Contestó mi hermano de lo más desanimado y yo me maldije por haber dicho que Sakura era mi prometida y no la de Kankuro.
- Ten cuidado, por favor. - Sakura acarició la mano de su mejor amigo. - Prométeme que no harás locuras.
- Te lo prometo, dattebayo.
- Creo en ti, no me falles. - Le dijo y luego me agarró de la muñeca y los dos entramos en el dormitorio.
Esa primera noche en la Villa del Remolino había sido bastante productiva.
Conocíamos el rostro de la madre de Naruto y sólo nos quedaba hablar con la Kage para salir de la ciudad en cuanto tuviéramos ocasión.