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Dont Forget por Neferyami

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Notas del fanfic:

Este fic me tiene harta! lo habre subido cerca de 5 veces, 34%·%!! si no se sube ahora le dispararé a la Pc ¬¬*

Espero os guste, se me ocurrió hace poco y ya que tuve la oportunidad de escribirlo, le meti fondo y ya está terminado!

Disfrutenlo!

ah! pondré drama por que no sé como elegir varias categorias sin que se mezclen XD

 

Notas del capitulo:

Lean! XD

Como es largo lo pondré por capitulos, aunque en realidad es todo una sólo cosa que no quisiera separar, pero que vah, sino quedará muy extenso...

Al fic!

espero...

 

 

Don't Forget.

 

No olvides.

 

 

La noche era fría y oscura. No se oía nada, salvo el fuerte repiqueteo de la lluvia sobre el techo de acero del auto. Las nubes, grandes y negras, cubrían cada rincón del cielo. Y lo que hace unas horas había comenzado como una suave llovizna, ahora se había convertido en una enorme tormenta.

Pareciera que se va a caer, pensó Edward mirando como el agua resbalaba a chorros sobre las ventanas. - ¿Acaso no pueden arreglar siquiera la iluminación? - Se preguntó molesto al ver como parpadeaban las luces de algunos de los postes de luz, y aminoró la marcha al notar que las ruedas amenazaban con patinarse.

Siguió conduciendo, viendo cada tanto en todas direcciones, y como esperaba, no vio a nadie caminando por las veredas o calles de la ciudad. Ed tamborileó con impaciencia sus dedos sobre el negro manubrio y limpió con su guante el empañado vidrio, intentando no perder la calma. Pero al mirar su reloj quiso mandar todo a la mierda. ¡Las doce de la noche, maldición!

Al lo mataría...

Le había prometido a su hermano que regresaría temprano a la posada donde se hospedaban, ya que en la mañana ambos se irían de la ciudad a primera hora.

Edward cerró los ojos con dolor. Esta ciudad, Munich, tenía demasiados recuerdos dolorosos para él. Debían irse, tenían que irse o él no lo soportaría... no quería saber nada más de esta ciudad.

Regresar, volver a este lugar, había sido muy mala idea.

Pero no tuvieron opción, sí es que querían seguir con su viaje. Ambos aún estaban tras el rastro de esa condenada bomba de Uranio; todavía no sabían como había llegado ese experimento a este mundo, pero lo más importante era encontrarlo, y destruirlo.

De repente, vino a su mente la imagen de aquella enorme explosión que alguna vez le mostró la Puerta y sintió un escalofrío. No tenía ni la más mínima idea de cómo iban a impedir eso... impedir la muerte de tantos...

Pero algo era seguro, al menos lo intentarían.

Abrió los ojos para mirar sus manos sobre el volante y el gris oscuro del automail brilló por unos segundos con alguna luz perdida de las calles.

¿Impedir la muerte de tantos?

Cómo no... Sí él mismo había sido el culpable de que murieran muchos. Y aún que Al le repitiera una y mil veces lo contrario, era algo que no dejaría de pensar.

Apretó lo dientes. Él era el culpable, era el culpable de que...

- ¡BEEEEEEEEP! - Un bocinazo lo hizo saltar seguido de una fuerte luz blanca que lo cegó. Giró el volante rápidamente y esquivó por centímetros chocar contra otro auto, frenando de golpe. - ¡Fíjate, mocoso!

- ¡Fíjate tú, idiota! - gritó al otro hombre bajando un poco la ventana, pero la volvió a cerrar al ver que se le inundaba el auto. El conductor le lanzó un  bocinazo más antes de arrancar y desaparecer en una oscura esquina.

Edward maldició entre dientes y volteó a ambos lados antes de apretar el pedal de arranque. El motor dio un chirrido sordo sin avanzar, parecía ahogado.

Mierda, pensó Ed. Miró hacia abajo, a la calle, encontrándose con que el agua ya llegaba hasta la puerta del auto; el motor en realidad se estaba ahogando. Espero unos segundos antes de volverlo a intentar.

Nada.

- Genial...- murmuró apoyando la cabeza sobre al volante.

 

La lluvia continuó cayendo. El frío de la noche se estaba volviendo menos  soportable. Edward giró un poco su cabeza que estaba reclinada sobre el asiento, viendo las casas y las calles. Todas las puertas y ventanas se encontraban cerradas; ninguna luz, salvo la de los faroles. Y la horrible lluvia era acompañada de un fuerte viento. Sí no hubiera vivido antes aquí, juraría que Munich se había convertido en una ciudad fantasma.

Como si me importara, se dijo mirando al techo. Mañana se irían temprano y no volvería a saber de este lugar.

Edward miró nuevamente su reloj: cinco minutos para las una.

Demonios... Oh, demonios...

¡Al iba a matarlo!

¡O peor aun! ¡Lo obligaría a tomar leche!

- Antes me ahogo afuera...- se juró firmemente. Hasta que la lluvia no parase, no podría ver que hacer con el motor del auto.

 

Edward tenía los ojos cerrados. El frío, el murmullo del viento, el tamborileó de la lluvia y la oscuridad que lo rodeaba lo estaban adormeciendo. Era una sensación agradable, pero a la vez se dio cuenta de que había algo inquietante. Abrió los ojos y lo recibió la oscuridad de la calle. Notó que la mayoría de las luces se habían apagado, y sólo dos faroles, cada uno a algunos  metros separado del otro, estaban alumbrando la negra calle en la que estaba varado.

Ed se mordió los labios. Eso no era nada bueno. Sí continuaba así, aún si la lluvia parase no podría ver absolutamente nada.

- Lo peor... es que Al estará preocupado... - murmuró recargándose sobre el asiento y volvió a cerrar los ojos.

 

No debo voltear, se repetía una y otra vez. No debo volver. Tengo que proteger a Al, y esta es la única forma. Dejar todo atrás. Tengo que cerrarla, pensó. Comenzó a correr en la oscuridad, tanteando las heladas paredes. De prisa, rápido.

Un disparo. Demonios. ¿De donde? No los veo. ¿Quién me vio? ¿Quién disparó?

Un momento. El sonido fue lejos. No fue a mí. ¿O si?

No. Y no importa. No tengo tiempo.

Corre, se dijo. ¡De prisa!

- ¡Edward!

¿Quién...? ¿Al? No, no es Al...

- ¡Edward!

- ¿Quién...? ... ¿Q-Qué...? ¿Sangre?

¡BANG!

Abrió los ojos asustado. Un relámpago cayó y pareció que un desgarró partió el cielo. El estruendo fue tan grande que Edward se encogió en el asiento con el corazón palpitándole rápidamente. Se abrazó a sí mismo.

- Un sueño... Un sueño... sólo fue ese maldito sueño... - ¡Bang! - escuchó en su cabeza como un eco. - ¡No, basta! ¡No pienses en eso!- gritó tapándose los oídos.- ¡No quiero recordarlo! - Otro relámpago. - ¡toc, toc, toc, toc! - ¡Detente! - ¡toc, toc, toc, toc! - ¡Basta!

- ¡TOC, TOC, TOC! ¡Por favor!

- ¿Eh...?- Edward abrió los ojos y volteó. Ahogó un grito pero saltó sobre su asiento cuando un nuevo relámpago cayó y reflejó la figura de un encapuchado golpeando el cristal de la ventana continua.

- ¡toc, toc, toc! - volvió a golpear el vidrio. - ¡por favor! - fue lo que pudo escuchar Edward. Respiró profundamente para intentar calmarse y detener el palpitar acelerado de su corazón. Tranquilo, se dijo.

Observó detenidamente al sujeto que esperaba bajo la tormenta. Intento verle el rostro, pero lo tenía cubierto con la capucha de la gabardina negra que traía puesta. Ahora, un único farol alumbraba la calle, haciéndole prácticamente imposible ver nada.

- ¡toc, toc, toc!- el sujeto volvió a golpear el cristal. Edward se acercó despacio hasta la otra ventana y bajo un poco el vidrio, sólo lo necesario para poder escucharlo.

- ¿Sí?- preguntó dudoso.

- Por favor. - repitió acercándose a la abertura. - déjeme entrar. ¡No tengo donde protegerme de la tormenta! ¡Por favor!

Edward lo observó receloso. No estaba muy seguro sobre que hacer. El sujeto bien podía ser un ladrón y se aprovechara para robarle con la excusa de protegerse de la lluvia. Si estaba desarmado podría defenderse bien, sin problemas. Pero si traía un arma...

El otro pareció entender lo que pensaba por que volvió a golpear el vidrio llamando su atención, y Edward vio que abría la gabardina y le mostraba que no traía nada bajo ella, y tampoco bajo la ropa, ya que si bien la gabardina lo cubría, el sujeto ya estaba todo mojado y se podía ver que bajo las telas no traía nada oculto.

- Si quiere entraré con las manos arriba y podrá revisar que no traigo nada ¡pero, por favor, aquí afuera ya está peligroso! - exclamó y justo en ese momento otro relámpago azotó haciéndolos saltar a ambos.

Edward lo pensó unos segundos y finalmente asintió. Cerró lo poco que abrió la ventana y abrió la puerta.

El otro dio un gracias y como dijo, entro con las manos en alto. Edward lo revisó rápidamente, tanteando sobre las ropas y las piernas sin encontrar nada. Cuando estuvo seguro, le permitió al chico entrar totalmente y cerrar la puerta.

 

El silencio dentro del vehículo no se hizo esperar, siendo sólo interrumpido por el murmullo del viento y el sonido de la lluvia. Ahora si que estaba oscuro. La luz del único farol que quedaba titilaba y sólo se podría ver bien unos segundos si algún relámpago caía. Y ahora ya no estaba tan seguro de su decisión.

Edward observó de reojo a su acompañante, que escurría sus ropas mojadas después de que se lo permitiera aunque mojara el interior del auto.

- Gracias por dejarme entrar.- le agradeció nuevamente arrugando un borde de su camisa haciendo que cayera más agua.- En verdad.

- De nada. Afuera está horrible.- respondió mirándolo detenidamente, pero estando casi en la oscuridad era medio imposible. Lo más que llegaba a ver bien era la figura del muchacho, apenas si distinguía su rostro. No le gustaba esto. Tendría que ser muy cuidadoso.- ¿Podrías decirme qué hacías afuera con este tiempo?- preguntó intentando no sonar grosero.

- Estaba dando un paseo, pero la lluvia me tomó desprevenido. Intenté volver, pero ya me había alejado demasiado y aunque traté de seguir caminado bajo el agua, se me sumó el viento y ahí ya no pude seguir más.- respondió amable.

- ¿Pero hace cuanto que estás caminando bajo la lluvia?- preguntó sorprendido.

- Salí mucho antes de que la tormenta comenzara. Estuve caminando cerca de una hora, pero hace casi dos horas me había quedado bajo el techo de un local. Cuando la tormenta se puso imposible y vi que empezaban a caer relámpagos, me di cuenta que ya no era seguro seguir allí. Y caminé con esfuerzo unas dos cuadras más, hasta que vi tu auto.- explicó.

- Mh... ya veo... - murmuró. Sin embargo Ed aun dudaba de fiarse de un desconocido. De repente escuchó que el otro reía suavemente y le pareció distinguir que le sonreía, pero no maliciosamente.

- ¿Qué es tan gracioso? - inquirió confundido.- ¿Dije algo divertido?

- No, no, disculpa.- respondió el otro.- No es mi intención molestarte. Aunque ya sé que lo estoy haciendo. Sé que es difícil aceptar dejar entrar a alguien así en esta situación. No te culpo, ni me molesta. Sólo quisiera que no te sintieras tan presionado.- explicó.

- Lo lamento. Tampoco es mi intención darte a ti inquietud. Pero como dijiste, no es fácil fiarse de desconocidos. Aunque me lo pidas, no bajaré la guardia.- contestó.- Te avisaré que no soy fácil de vencer en una pelea. No es que quiera amenazarte. Sólo te lo advierto.

- Lo sé... No te preocupes, aunque ya sé que no dejarás de hacerlo.- asintió en la penumbra el joven. Edward volvió a notar que sonreía y aunque no pudiera verlo bien, le pareció que era sincera. Pero, aún así, no se confiaría.

 

Un rato más tarde cuando Edward creyó parecerle que la lluvia empezaba a aminorar, lanzó una exclamación de alegría. Pero segundos después se escuchó otro estruendo y el agua volvió a caer con mayor intensidad.

- ¡No puede seeeeer!- gritó histérico. Su acompañante empezó a reírse a carcajadas, mientras Edward maldecía al cielo y todo lo que tuviera que ver con lo que estuviera allá arriba.

- ¡No es gracioso!- exclamó molesto. - ¡Ya deben ser cerca de las una y media y todavía sigo varado aquí!

- Seguimos varados. - aclaró divertido.- Al menos estamos bajo techo.

- Seh... pero si no logró salir de aquí no voy a estar bajo techo, sino bajo tierra.

- ¿Disculpa? ¿Podrías explicarme por qué?

- Mi hermano... - murmuró Ed recargándose contra el respaldo.- Le prometí que llegaría temprano al hotel donde estamos. Y ya rompí mi promesa...

- ... Tu hermano. Ya veo.- murmuró.- ¿Acaso se enojará contigo?

- No lo interpretes así. Se enojará por que estará preocupado.- aclaró.- Al es muy bueno. Siempre se preocupa mucho por mí.- sonrió Ed en la oscuridad.

- ... Que bueno. Me alegra. - dijo sonriendo. - ¿Se llama Al?

- Alphonse. Alphonse Elric. Ese es su nombre.

- Me agrada el nombre.- comentó el otro.

- Sí. A mí también... me agrada... - murmuró Ed. De pronto sintió un frío recorrerlo y apretó los puños. No pienses es eso. No lo hagas, se dijo.

- ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?- preguntó preocupado.

- Sí, disculpa. No es nada. - dijo acomodándose en su asiento.

- ... Me pareció... que te sentiste mal al oír...

- No, no es nada. Te equivocas. Y no quiero hablar de eso. - dijo tajante. Ambos guardaron silencio. Ninguno decía nada. Edward volvió a removerse en su asiento. Miró de reojo al otro, notando que este miraba por la ventana silenciosamente, al parecer respetando lo que dijo minutos atrás. Edward lanzó un suspiro suave. Que idiota era...

- Oye... - llamó suavemente. Notó como el otro giraba su cabeza mirándolo. - Discúlpame.

- ¿Mh? ¿Disculparte que?- preguntó el otro con verdadero desconcierto. Edward agrando los ojos.

- ¿Cómo qué que? ¡Pues lo de hace un rato!- exclamó sintiéndose tonto.

- No entiendo por qué tengo que disculparte. Sí no te agrada algo no está mal.

- Pero...

- Hablo en serio. Cálmate.- le dijo de forma amable.- Sólo una cosa. Como ya te lo dije, no quiero molestarte. Pero... quisiera saber por qué... - y calló.

Edward entendió y asintió. Luego recordó que no se veían.

- Sí.- murmuró y se quedó un rato en silencio. No quería hablarlo, pero tal vez, si lo conversaba con un desconocido, no sería tan malo. Quizás, podría desahogarse, aunque sea un poco. Sólo un poco. - Es por que... por que quiero olvidarlo...

- ¿Olvidarlo? ¿Olvidar qué?-preguntó interesado. Edward se mordió la lengua.

- No algo... - dijo con un hilo de voz.-...a alguien.

El auto quedó nuevamente en silencio. Los dos únicos ocupantes rodeados por la oscuridad. Ya no se veía casi nada, salvo una pequeña y titilante luz de afuera.

- ¿A quién?

- A... un amigo... - balbuceó y apretó los puños sobre el asiento.- Pero... está bien... No es nada... él murió en esta ciudad hace tiempo, pero ya ha pasado el tiempo... no es algo que me afecte tanto. Está bien.

No... no era cierto. Se sentía mal. No debió contarlo, se había prometido que no se lastimaría más. No debe afectarme, pensó. No me afecta, se dijo.

- Mentiroso.- eso era lo que había escuchado siempre en su cabeza. Un eco profundo y fuerte que siempre se lo repetía aunque intentara ignorarlo.- Mentiroso.- Era cierto. Era un mentiroso. Pero estaba harto de sentirse mal.

- Mentiroso...

Es que él... Un... un segundo... eso no fue...

Entonces reaccionó.

Edward se giró despacio viendo a su acompañante, que aun en la oscuridad se notaba que lo observaba profundamente.

- Mentiroso.- le repitió.- Estás mintiendo, Edward - San.

Un rayó cayo y Edward lanzó un grito de horror. La luz del rayo reflejó por unos segundos la figura de Alphonse Heiderich sentado a su lado, mirándolo atentamente con sus profundos ojos celestes.

- ¡Alphonse!- gritó horrorizado y se alejó hacia atrás golpeándose contra la puerta.- Pe-pero... t-tu... tu estás...

- ...muerto.- concluyó Alphonse. Y de repente, la luz del farol se encendió completamente, iluminándolos a ambos.

 

Continuará... ¿verdad?

 

 

Notas finales:

Que se suba! Que se suba! O te morís Pc de porquería... ¬¬

Diganme si les gustó, así lo subo mañana porque si no se esperarán hasta que vuelva a tocar una computadora, cosa que se está volviendo poquito, poco, nada frecuente...

Quiero mi Pc., 3%·%!!! ¬¬*

Y bueh...

Nos leeremos! Bye-Bye!


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