Sus dedos trazaron la espalda del joven sentado en un banco a la distancia, gentilmente acariciando cada rincón, sonrió tontamente bajando la mano, movió la cabeza en seña de desaprobación. Suspiró dando unos pasos más hasta quedar en frente de la figura que tanto añoraba ver. Éste, sin embargo, parecía de lo más distraído mirando sus pies con gran interés sin darse cuenta del joven que con una amplia sonrisa se presentaba ante él.
Juka se aclaró la garganta para llamar la atención de su amigo, su rostro cambiando de expresión radicalmente una vez esos cálidos ojos se fijaron en él. Le gustaba molestar a Hizaki, pero muchas veces sus bromas-las cuales usualmente sobrepasaban los límites- le traían muchos problemas.
El guitarrista lo miró confundido, una sonrisa temblorosa amenazaba sus labios, ¿estaba nervioso o molesto, o ambas cosas? Apartó la mirada sintiéndose un tanto culpable. Juka notó la incomodidad en el otro, su temple relajándose notoriamente, decidiendo que ya había molestado mucho por un día. Golpeó suavemente el hombro de Hizaki sonriendo con sinceridad, arrepentimiento reflejándose en su mirada. El joven de blondos cabellos sonrió mirando fijo a su amante, sabía que había preocupado innecesariamente al barítono. Si había algo que ambos jamás iban a admitir, era su testarudez y sobre-exagerado orgullo, pero a pesar de todo, lograban comprenderse.
Juka respiró hondo, llevando sus brazos hacia atrás, mirando alrededor con los ojos bien abiertos como esperando a que el otro hablara o diera el primer paso. Hizaki rió por lo bajo y se levantó.
-Hey, ¿está es tu idea de una cita romántica?-
Juka rió encogiéndose de hombros. Luego sin decir nada solo movió la cabeza extendiendo su brazo hacia el otro.
El joven que estaba sentado (acostumbrado a la excentricidad de su amante) tomó el brazo que se le ofrecía, levantándose suavemente lo sujetó fuerte y se pusieron en marcha sin destino alguno. De seguro algún lugar donde no podrían reconocerles y pudieran pasar ese día como cualquier otro ser humano en la faz de la tierra o por lo menos en las tierras niponas.
Juka, de adolescente, se preguntaba que tenía de especial un día así, tal vez lleno de recuerdos amargos que hacían que el 14 de marzo fuera para él un día. . .de mierda. Pero todo había cambiado, de pronto la importancia que creía que tenía ya no era la misma, al menos hasta ahora. No era que le restara importancia al asunto, ¿cómo hacerlo si Hizaki se había esforzado por hacer el día de San Valentín un día especial? Miró a un costado, más precisamente al joven que estaba a su lado, que caminaba despreocupado mirado fijamente la nada, sus cabellos moviéndose ondulantemente por el viento, los rayos del sol descansando en su piel blanca, pálida y tersa dándole una sensación de calidez a su pecho que le provocaba querer abrazarlo y besarlo en ese preciso momento.
-¿Se podría saber a dónde vamos?-
La voz del guitarrista interrumpió despojándolo de sus pensamientos robando su interés. Se detuvo abruptamente con una sonrisa maliciosa, pícara, toda una reliquia en el blanco rostro del vocalista.
-Es una sorpresa- dejó escapar las palabras naturalmente, como si siempre hubieran estado descansando en la punta de su lengua y esperaban por ser liberadas. Su voz, al ser la primera vez que hablaba en todo el tiempo que llevaban en el lugar, se sentía rasposa y un tanto reticente.
Hizaki suspiró, Juka se estaba esforzando, o al menos quería creer en ello. Sonrío amablemente dejando ver sus expectativas al respecto. Su corazón, sin embargo, latía con fuerza. Realmente estaba esperando algo a pesar de ser una persona a la que estas fechas le importaban muy poco, pero pecaba de minucioso y detallista-todo un perfeccionista- lamentablemente.
Confundido, más bien. . . ¿decepcionado? Se encontró parado ante la ya muy conocida puerta.
-¿Tu departamento?- preguntó no queriendo sonar tan hostil.
Juka frunció el ceño un tanto nervioso.
-Si. . .mi departamento, ¿es que ya te olvidaste?- Miró al otro joven, quien parpadeó con expresión de indignación, mal momento para querer hacer un chiste, se golpeó mentalmente.
Miró a un costado, respiró lo más hondo que pudo para contraer fuerzas, ¿Por qué su sistema decidía traicionarlo ahora mismo? Sus piernas y labios le temblaban notoriamente. Fijo su vista en su compañero intentando sonar lo más casual posible, como si no le afectara.
-Te dije que era una sorpresa, y eso es lo que es-
Hizaki tragó su respuesta, pero decidió confiar en Juka después de todo, así que cerró los ojos cuando éste, al abrir la puerta se lo pidió-exigió-.
Sintió unos cuantos ruidos al ser guiado, ¿cuánto tiempo había pasado sin que hiciera eso? De chico le gustaba cegarse a sí mismo con un pañuelo negro, sobretodo cuando escuchaba música, era una experiencia única, el recuerdo dándole cálidos abrazos, tan suaves que tuvo ganas de llorar.
-Ya podes abrir los ojos- susurró su amante a un costado y escuchó el thump de la puerta al cerrarse.
Sus párpados se levantaron pausadamente, su pulso iba incrementando con cada respiro, sus manos estaban colgando a un costado inmóviles, mentiría si decía que no estaba expectante, emocionado, deseoso por ser sorprendido.
Y sus ojos se encontraron con el escenario más hermoso que jamás podría haber imaginado. Cada rincón estaba adornado por velas que alumbraban la sala, una mesa cubierta por un mantel de seda rojo con dos copas, en el centro dos velas más. Y alrededor, todo el piso, desde la entrada hasta la habitación un mullido, esponjoso camino de pétalos de rosas blancas.
Juka se mordió el labio, esperando una respuesta, pero obteniendo nada. Llevó una mano hacia atrás de su nuca, rascándose con nerviosismo, intuía que había sido una muy mala idea. . .muy cursi para su gusto. Se maldijo innumerables veces hasta que una voz temblorosa, irreconocible, que parecía de cualquiera menos del hombre al que amaba, lo distrajo.
-Es. . .es. . .hermoso- volteó su rostro hacia el vocalista, quien divisó las lágrimas que caían furiosamente de los ojos del guitarrista.
-Hizaki, estas llorando- se preocupó, acercándose inmediatamente hacia su compañero.
-Juka, sos un estúpido- rió. El aludido no sabía si tomarlo como un cumplido o una agresión. Viendo la palabra confusión escrita en el rostro de Juka, Hizaki depositó un suave beso en los labios del otro.
-Te amo-murmuró una vez separados sus cuerpos y sus miradas fijas. Juka sonrió aliviado, tal vez después de todo no había sido una mala idea.
-Petálos de 100 rosas blancas. . .feliz White day- murmuró besando él esta vez al guitarrista.
Se mantuvieron de ese modo durante unos minutos, hasta que decidieron que después podrían seguir con los afectos y que necesitaban llenar sus estómagos con comida. Sonrieron, sin embargo, un tanto reacios a abandonar la calidez del otro, pero debían dar el siguiente paso si querían que la noche terminara como la habían planeado. Un silencioso juramento en sus miradas, bajo una noche típica de otoño.