Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

“(No quiero saber, ¡No puedo!) ¡Miénteme!” por Songfic_Maniak

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Les comento que amo ésta canción e hice esta historia para festejar el cumple de dos amigas mias muy queridas. Ésta canción en particular es triste, pero a la vez tiene ese “no-sé-qué” bastante inspirador. En verdad me emocioné mucho la primera vez que la escuché, casi al punto de las lágrimas por la fuerza y decisión que la cantautora transmite en su voz a pesar de su actitud tan resignada y hasta sumisa. Me dio mucha nostalgia porque yo siempre he sido muy orgullosa, creo que es por eso que me identifico tanto con Camus de Acuario, en muchas ocasiones coloco a mi orgullo por encima de todo, pero a veces… -¡cielos! Esos malditos “a veces” provocados por el amor- a veces es inevitable dejar a un lado el orgullo y ser capaz de actuar de una forma en que jamás habías actuado, también perdonar todo lo que jamás creíste perdonar y todo por amor, por esa persona a quien amas en desmedida. Esa misma que se atreve a lastimarte.

De igual forma en mis ratos de ocio en el trabajo me encontré con un artículo bastante interesante que explicaba como reacciona cada signo del zodiaco ante la infidelidad. La reacción de mi signo coincidió demasiado con la forma en que yo he reaccionado en el pasado así que, tentada por la curiosidad, me puse a leer la actitud de los doce signos y la actitud de las personas nacidas bajo la constelación de Acuario se me hizo la actitud más interesante de entre todas por lo que quise ponerlo en práctica en ésta historia.

Yo entiendo a quienes se logran identificar con ésta canción (si no la han escuchado háganse un favor y consíganla), así como, estoy segura, las chicas o chicos- ya ven que ahora el yaoi es unisex- que lean ésta historia y hayan pasado por un momento parecido podrán comprender la actitud de Camus.

No quiero saber, ¡No puedo!…

“¡Miénteme!”

Interpretada por Bárbara Muñóz

Escrito por Songfic Maniak

 

Pov Camus

No sé porque le hago caso a Saga, lo que ocurre con él es que está celoso de nuestra relación. Si, eso es, está celoso. Lo hubieras visto, Milo, ésta tarde llegó a mi Templo con su porte de siempre, con ese lleno de altivez. Siempre lo he admirado y respetado por su trato tan propio, sin embargo en ésta ocasión me logró hacerme enojar un poco.-Buenas tardes, Camus- me saludó cuando lo dejé franquear mi templo. Supe por su saludo que el asunto que quería tratar conmigo era serio, sólo que jamás hubiera sospechado que se atrevería a decirme tantas mentiras.

No hay otra forma de llamarlas. No pude creer nada de lo que me dijo, ¡es que era irreal! Imagínate la sorpresa que me invadió cuando me dijo que tú, mi querido Milo, me eras infiel con su propio hermano, Kanon; que ustedes dos llevaban mucho tiempo de relación y que si tú seguías conmigo era por miedo a como fuera a reaccionar y también… por lástima.

¡Saga idiota! ¿Cómo se le ocurre pensar eso? ¡Tú y yo nos amamos! A lo mejor en el pasado tuviste tus conquistas, pero me prometiste que eso acabaría si aceptaba entablar una relación contigo y yo te creí, Milo, ¡te creí porque estaba seguro de que jamás me fallarías!Cómo podrás suponer, tras la sorpresa vino el enfado, siempre he sido muy respetuoso con Saga así como lo es él conmigo, pero él seguía hablando mal de ti y de su hermano. Seguía mentira tras mentira:

“Yo le he dicho a Kanon que eso no está bien, pero él está decidido a seguir con su relación”.

“Me he enterado que ésta misma noche piensan irse de Atenas, no piensan volver. Milo te va a partir el corazón”. 

“Él no te ama, Camus, te advertí que no debías aceptarlo, él no te merece… sabes bien que yo podría amarte” 

¡Mentiras, mentiras! ¿Tú, huir de mí?, ¿Por qué harías eso? Sabes bien que sí no estamos juntos la vida se nos va. Si tú te vas… yo me muero, Milo, así de simple, si algún día llegas a faltarme voy a morirme.

Siento tanto miedo a perderte

A morirme lento por no verte

 

-¡Basta ya de mentiras!- le espeté a Saga enfrentándolo e interponiendo mí dedo índice entre ambos- Sólo estás diciendo todas éstas estupideces porque te duele que no te haya correspondido.

-Te equivocas- me contradijo con seriedad- Aún te amo y si te digo esto es porque en verdad me interesas y no puedo soportar que el maldito escorpión se burle de ti.

-¡No vuelvas a referirte así de Milo!- exclamé convirtiendo mi seña en un puño amenazante.

-Si no me crees baja al pueblo, Camus. Milo te dijo que estaría entrenando con Aioria toda la tarde ¿no es así? Pues te mintió, en éste momento está con mi hermano en la misma posada a donde suelen ir ustedes dos cuando bajan al pueblo a comer… seguramente preparan los últimos detalles para el viaje que emprenderán ésta noche.

Creo que ahora me arrepiento de lo que hice ¡pero sentí tanto enojo! Sin pensarlo golpeé a Saga cuando terminó de decirme eso. Seguramente no se esperaba ese golpe porque cayó al piso y desde ahí me miró con desconcierto. Yo me limité a verlo de soslayo, quería correrlo de mi Templo y esperar a que llegaras para aclarar las cosas, pero algo en mí hizo que mis pies se movieran y, cuando pude razonar lo que estaba haciendo, ya cruzaba con pasos agigantados el Templo de Aries y me dirigía aquí, al pueblo ateniense, decidido a acabar con toda ésta farsa.

No sé por qué un mal presentimiento se apodera de mí, yo creo en ti ciegamente que no te quepa duda, pero Saga se escuchaba demasiado convencido, su seguridad me ha puesto nervioso porque-debo admitir- no soy nada sin ti y si todo lo que me dijo llega a ser verdad… no sé, Milo, no puedo pensar en nada en éste momento.

Tal vez suene extraño, demasiado romántico y fatalista para mi gusto, por eso mismo jamás te lo he dicho, tengo miedo de que llegues a enterarte de que eres lo único que tengo en la vida y puedas usarlo como chantaje, pero tú jamás me chantajearías ¿o sí?

Cuando ya estoy tan sólo a una cuadra de distancia puedo escuchar mi propio palpitar, mi cuerpo se estremece. Me asombro por breves instantes al darme cuenta de todo lo que puedes llegar a causar en mí aún sin tocarme siquiera. Tengo miedo… tal vez Saga tenía razón, no quiero pensar en ello, mucho menos imaginar que pueda llegar a verte con Kanon… eso no estaría bien porque no tengo idea de cómo podría llegar a reaccionar.

Milo, te amo. Yo sé que no te lo digo seguido, muchos me han dicho que soy muy frío contigo, tal vez demasiado, me comentan que tú eres de los que necesitan siempre de muestras de afecto, pero yo me considero más bien reservado y creo que mis caricias y mis acciones demuestran lo mucho que me importas. No estarás saliendo con Kanon únicamente porque él si te repite a cada momento que te ama ¿cierto?

No quiero pensar en la posibilidad de que pudieras dejarme por él ni por ninguna otra persona. Me detengo cuando un escalofrío se apodera de mí… hasta mi misma intuición ya lo sabe y yo me niego a creerlo todavía. Bajo mi rostro, me ladeo y, así, apoyo mi cuerpo en la pared más cercana al tiempo que me abrazo a mí mismo. Me permito ese momento de fragilidad para prepararme para lo que jamás estaré preparado.

Vas a herirme, Milo… ¡vas a destrozarme! y aunque seas tú el mismo causante de mi dolor ¡cómo anhelo que mis brazos sean sustituidos por los tuyos para poder refugiarme en los tuyos en éste terrible momento de debilidad!

Y sentir que todo hoy no existe

Y que paso el tiempo de mentirme

Si tú no estás ¿qué más da lo que pueda pasar?

Abrázame y deja que... te… ¡Ame!

Inspiro profundamente, me vuelvo a incorporar, en un parpadeo me guardo todo mi miedo e inseguridad y avanzo hacia la posada. Entro rogándole a Athena que no sea verdad, que Saga esté equivocado...

Tú estás en el coliseo con Aioria, tú me amas, tú… tú no me engañas con Kanon. No, lo que mis ojos ven es sólo una alucinación, eso debe ser… ni tú ni Kanon se encuentran en la mesa del fondo sentados, no conversan amenamente, no… no toma tu mano ni tú tampoco lo miras de la forma en que siempre solías mirarme a mí: con ese cariño tan enorme que parece que a momentos se te desborda de tus brillantes turquesas.

No sé como reaccionar, quisiera desaparecer de ese lugar, pero mi cuerpo no se mueve, todo mi mundo se ha detenido ante esa sonrisa que tú le has regalado mientras que acaricias su mano. Mi cuerpo conspira en mi contra: quisiera cerrar mis ojos, pero, por el contrario, estos más abiertos no pueden estar obligándome a seguir presenciando esa escena; quisiera decirte algo, llamarte con la esperanza de que te esté confundiendo con otra persona, pero mi garganta se ha cerrado por la angustia y no permite que las palabras salgan; siento que me asfixio, sin embargo el aire sigue contenido en mis pulmones; deseo salir de ese lugar, pero me he quedado pasmado y mis piernas no me responden.

No quiero seguir viendo aquello ¡no debí venir! Debí quedarme en el Santuario con mis dudas, ¡hubiera preferido eso! Hubiera escogido la mentira en lugar de la verdad que en éste momento me desgarra. ¿Cómo pudiste hacerme esto, Milo? Yo jamás te fallé, ¿o será que fui yo quien hice mal? Eso debe ser, ¿no es cierto? Te fallé de alguna forma y por eso has buscado refugio en Kanon, pero podemos solucionarlo, Milo, porque aún nos amamos y cuando hay amor las cosas por sí solas toman su curso natural… quiero seguir mi camino a tu lado, a pesar de esto, debes entender que aún te amo.

¡Miénteme una vez y otra vez!

Y en mis brazos quédate¡

Déjame creer que no sé!

¡Y que en tus labios viviré!

Cómo era de esperarse, en ese lugar en el que todos entran y salen constantemente uno de los meseros no se esperaba que cierto imbécil- es decir, yo- se entrometiera en su camino por lo que tropieza conmigo y tira la charola llena de platos que llevaba hacia la cocina. El ruido llama la atención de todos los presentes, incluyendo, por supuesto, a ustedes dos. Cuando tu mirada se cruza con la mía no me queda duda que eres tú.

-¡Señor, no se apure, no ocurrió nada!- exclama el joven creyendo que me voy por unos cuantos platos rotos, lo que él no sabe es que en ese momento no sólo esos platos acaban de romperse sino también las últimas esperanzas que guardaba al creer que para ti significaba algo más que sólo una maldita conquista.

 -¡CAMUS!- te escucho gritar desde lejos. Yo no me detengo, al contrario, evado a todas las personas que se atraviesan en mi camino, así como trato de evadir la cruel realidad; corro todo lo que mis piernas me permiten rumbo al Santuario y en cuestión de minutos llego a mi Templo.

No puedo seguir con esto, no puedo seguir fingiendo que tengo un corazón de hielo y que nada de lo que vi me ha afectado. Me has despedazado ¡hiciste pedazos lo nuestro! Acabaste con nuestras ilusiones, con nuestros sueños… pero sé algo que no podrás llevarte, Milo ¿sabes lo que es? Mi orgullo, escorpión, ¡mi maldito orgullo! Ese no permitiré que me lo arranques.

Quisiera caer de rodillas y llorar desconsoladamente por un tiempo indefinido, también deseo que llegues en cualquier momento, que me abraces, que me digas que lo lamentas, que me jures que no volverás a ver a Kanon si yo te perdono, más me encierro en mí mismo decidido a no hacerte notar toda ésta confusión.

Mírame, Milo, sigo en pie, aprieto mi mandíbula para parar su temblor y lucho contra el picor de mis pupilas que me advierten sobre próximas lágrimas. No dejo que salgan, me llevo la mano al corazón y camino apoyándome en los pilares de mi Templo. Siento que me has herido de muerte, no sé que hacer Milo, necesito de tu consuelo ¡arregla todo esto, por Athena!

-¡Camus!- te escuchó llamarme y mi pecho sube y baja vertiginosamente cargado de sentimientos… no quiero llorar, ¡eso es tan desagradable! Es horrible sentir que mi pecho se contrae, que mi garganta se cierra y mis ojos se irritan y se enrojecen por todo el dolor que sale de ellos. No, yo no voy a llorar.

Siento tu mano posarse en mi hombro… todavía no, Milo, es muy pronto para que te atrevas a querer tocarme. Me aparto bruscamente, no te lo voy a permitir, no cuando todavía la imagen de esa misma mano acariciando a la de Kanon está tan presente.-

Vete…- te pido haciendo un esfuerzo sobrehumano para evitar que mi voz se quiebre.

-Camus, por favor, puedo explicarlo…

-¡Lárgate!- exclamo ahora girándome para hacerte frente, no resisto ver tu mirada, así que te empujo en un vano intento porque te alejes, pero yo estoy herido y tú todavía te encuentras íntegro por lo que es sencillo para ti acercarte hasta sostenerme en un fuerte abrazo y aquí es donde los sentimientos se encuentran:

Eres el amor de mi vida, pero al mismo tiempo te has convertido en mi peor enemigo; te quiero lejos y aún así deseo que permanezcas de ésta forma por siempre; deseo lastimarte de la misma manera que tú lo hiciste conmigo, pero te amo tanto que sé que no sería capaz; quiero que desaparezcas de mi vida, sin embargo no concibo vivir sin ti.

Milo… Milo ¿qué me has hecho? Te odio, Milo ¡Te odio! Pero… me es inevitable seguir amándote.

-¡Camus, sé bien que lo que hice estuvo mal!- insistes mientras forcejeas conmigo para que no pueda conseguir alejarme de ti- perdóname, Camie, perdóname… yo… yo estaba dispuesto a decírtelo hoy… te lo juro ¡te lo juro por Athena! Ésta noche iba a decírtelo todo…

-¡Cállate!- te grito mientras saco fuerza quien sabe de donde y te tomo por el cuello de tu camisa, tú no te esperabas esa acción así como tampoco esperabas que te impulsara hasta que tu espalda se encontrara con brusquedad con una de las columnas.

Veo el desconcierto en tu mirada, no imaginabas esta acción de mi parte ¿cierto? O tal vez si… soy Acuario, Milo, y como tal ambos sabemos que soy impredecible, incluso yo estoy sorprendido por mi acción y por el pensamiento que llega súbitamente a mi mente: aceptar la mentira e ignorar la verdad. Si, estoy dispuesto a fingir que nada ocurrió, sin embargo, tú me estás decepcionando, siempre has sido bueno para mentir ¿por qué ahora te empeñas tanto en decirme la verdad?

-Kanon y yo…- continúas dispuesto a decírmelo todo y terminar por arrancarme la vida.

-¡No!- exclamo negando con vehemencia y golpeándote una vez mas contra la pared al no poder soportar escuchar tu nombre y el de él en una sola oración- ¡No quiero escucharte, maldito seas, no quiero!

¡¿Sabes lo que quiero, escorpión?! Por primera vez en toda mi vida quiero que te inventes un cuento ¡una excusa, algún pretexto! Lo que sea que pueda justificar el hecho de que Kanon y tú estaban en esa posada. Te estoy dando la oportunidad de tu vida y no debes desaprovecharla.

-No quiero… escuchar tus mentiras, Milo- te digo manifestando en mis palabras y en mi mirada mi intención. Me conoces Milo, entiendes a la perfección lo que pretendo y lo que te estoy obligando a hacer por lo que no me admiro mucho cuando veo la sorpresa que te invade.

¡No quiero saber!¡No puedo saber!

¡Solo miénteme, miénteme!

¡No quiero saber!, ¡No puedo!

¡Miénteme, miénteme, miénteme, miénteme!

Otra vez

Yo no soy bueno en el arte del engaño, ya no puedo fingir, Milo, no contigo, así que no puedo evitar que mis ojos se humedezcan ni tampoco puedo evitar observarte de ésta forma tan suplicante.

-Camie…- me dices con ternura alzando tu mano hasta rozar con el dorso mi mejilla para recoger la primera lágrima que se ha derramado de unos de mis ojos.

Comprendo tu desconcierto, nunca me había visto llorar, de hecho, estoy seguro que jamás habías hallado tantos sentimientos encontrados en mi mirada, siempre me mostré inquebrantable ante ti. Si tú estás sorprendido imagínate como me siento yo al darme cuenta de todo lo que provocas en mí.

Provocas que toda mi fuerza se desvanezca, que la ira de ausente y sea sustituida por la tristeza, que baje mi mirada avergonzado al mostrarme tan débil frente a ti y oculte mi rostro en tu hombro para dejar que las lágrimas se derramen.

-No-no llores…- me dices titubeante mientras que tus brazos suben por mi espalda que sube y baja cargada de sentimientos y, entonces, me resguardas en un fuerte abrazo. Es curioso, pero a pesar de lo que ha ocurrido todavía tu cuerpo me transmite tu adictiva calidez y ésta inaudita tranquilidad.

Te correspondo, mis brazos suben y te abrazo con posesión ¡quiero que te quedes conmigo, Milo! Cuando el primer sollozo sale de mis labios mis piernas parecen colapsar, tú tratas de sostenerme, pero no puedo evitar caer arrodillado, me acompañas en el camino hacia el piso, tú también te arrodillas para no terminar con éste abrazo, sabes que lo necesito. Eres tan noble, Milo, aunque ya no me queda la menor duda de que ya no me amas, sigues aquí; a pesar de que ya no te intereso de ninguna manera tratas de remediar el dolor que tú mismo has provocado. Creo que por esa forma de ser tan tuya fue que me enamoré perdidamente de ti.

-Lo siento- te digo sintiéndome culpable por mostrarte ésta parte de mí que no conoces. Debes odiarme ¿no? Debes creer que hago esto para evitar que te vayas ¡pero no es así! Aunque me duela perderte, yo te amo tanto que prefiero tu felicidad por sobre la mía, pero- cómo ya lo he dicho- duele, Milo… no sé como deshacerme de éste dolor y el mejor bálsamo que hallo es tu consuelo.

-No eres tú quien debe disculparse, Camus- susurras a mi oído al tiempo que acaricias lentamente mis cabellos.

Quédate en silencio un momento

Sé que estoy llorando… y lo siento

No sé cuánto tiempo nos hemos mantenido en ésta posición, pero te agradezco demasiado que me des el tiempo necesario para que me desahogue y aceptes guardar cada una de mis lágrimas. Si hubiera sabido antes lo bien que se sentía llorar en tu compañía las cosas hubieran sido diferentes y, sin duda, lo hubiera hecho más seguido en vez de guardarme todos mis malos momentos. Creí que tú me amabas por ser perfecto e inquebrantable y que el día que todas esas barreras se destruyeran te decepcionarías de mí porque te darías cuenta que sólo era un ser humano, como tú, un hombre sin nada en especial. Me temo que me equivoqué.

Incluso escucho como liberas un tímido sollozo, los míos siguen, pero inspiro profundamente para tratar de detenerlos. Es hora de enfrentarte y debemos terminar esto de la mejor manera. Enjugo mis lágrimas y alzo mi rostro para mirar tus turquesas de las cuales de desbordan demasiadas lágrimas.

-Perdóname- te atreves a decir antes de liberar un largo suspiro y posar tu mano sobre mi mejilla.

-¿Perdonarte?- repito fingiendo no comprender el por qué de tu arrepentimiento.- ¿por qué habría de perdonarte, Milo?- agrego quedo mirándote con todo al amor que me provocas. Al escuchar mi pregunta tus cejas se doblan, tus ojos se cierran, encoges tus piernas al igual que tus hombros y agachas tu rostro para cubrirlo con tus manos, luces tan frágil que es ahora cuando los papeles se invierten y soy yo quien te abrazo en ésta ocasión.- Siento mucho mi actitud, Milo… no debí hacerlo, seguramente todo fue un malentendido ¿no es así?- susurro a tu oído, tú no respondes, aún no comprendes por qué te estoy orillando a mentirme pese a que tú mismo estabas dispuesto a hablarme con la verdad- Seguramente Aioria no pudo presentarse en el coliseo y Kanon y tú fueron a comer ¿no es verdad, Milo?- te incito y tú cambias de posición hasta apoyar en la columna tu cabeza para alzarla y posicionar tus enrojecidas turquesas en el techo de mi Templo.

Vamos, Milo, no me defraudes. Eres tú el escorpión, “maestro del engaño”. Hazlo, Milo, hazlo como el último acto piadoso hacia a mí, yo estoy dispuesto a fingir que todas tus mentiras son una verdad absoluta y que te quede claro que si estoy dejando a un lado mi orgullo es porque eres la persona que más amo en éste mundo.

Pero no me dejes que me muero

Niégamelo todo ¡Yo te creo!

Si tú no estás ¿qué más da lo que pueda pasar?

Abrázame y deja que... te… ¡Ame!

Tu silencio sólo confirma más la mentira, tu actitud comienza a irritarme. Finalmente, te levantas y yo hago lo mismo sin dejar de observar cada uno de tus movimientos, te atreves a mirarme- ¿Por qué haces esto?- me preguntas extrañado.

-Por amor- te contesto sonriéndote melancólicamente- ¿acaso no lo sabes, Milo?

Eres a quien más amo en éste mundo.Ya lo dije, no sé si sea tarde, pero me he atrevido a confesártelo como la última esperanza para que te quedes a mi lado. Tus labios se encuentran entreabiertos, tiemblan, tratas de decir algo, pero lo único que ocurre en tu rostro es que nuevas lágrimas se hacen presentes.

-¿Por qué me lo dices hasta ahora?- me preguntas antes de liberar un nuevo sollozo y apretar tus dientes con fuerza para no permitir soltar uno más.

-Creí que lo sabías- te contesto sin más, pero tan pronto como escuchas mis palabras mueves tu cabeza lentamente de un lado a otro en un signo de negación.

-Si lo hubiera sabido…

-Me dirás la verdad, ¿cierto, Milo?- te interrumpo sin querer escuchar el término de tu oración.- Él no significa nada, ¿verdad? Kanon es sólo un amigo, no podría ser nada más porque el único hombre que ocupa tus pensamientos soy yo, ¿no es cierto?- te pregunto, más tú te niegas a contestarme- Vamos, Milo, di algo- agrego soltando una risita que segundos después es acompañada por mis sollozos y mi llanto.

-N-no puedo- me contestas acercándote a mí para desparecer la distancia entre nosotros, me abrazas una vez más y yo me abalanzo sobre ti para corresponderte, he pagado con mi orgullo éste momento que me gustaría que durara para siempre.

-Quédate- te pido sin importarme nada más porque nada ni nadie es más importante que tu presencia en mi vida.

-Aquí estoy contigo, Camus- es tu esperanzadora respuesta…una que me da a entender de forma sutil tus verdaderas intenciones y aún así las ignoro porque prefiero resguardarme en la mentira para evitar más heridas.

¡Miénteme una vez y otra vez!

Y en mis brazos quédate

¡Déjame creer que no sé!

¡Que en tus labios viviré!

-Debes saber que yo nunca dejé de amarte, Camus- agregas inconsolable, batallando contra tus sollozos para que las palabras puedan salir- pero… es que tú eras tan… tan frío y… y a veces creía que no significaba nada para ti, nunca me lo dijiste… nunca me dijiste lo mucho que me amabas… nunca me lo demostraste.

-Aquí estaba contigo, Milo ¡todo el tiempo estuve contigo, amándote!- exclamo alejándome para tomar tu rostro entre mis manos- No puedo creer que hayas podido siquiera pensar que no sentía nada por ti.

-Pero…n-no fue suficiente- me dices desviando tu mirada para no observarme- no creí que t-te importara… yo te amaba, pero… es que… tú p-parecías no valorarlo.

-No digas eso, por favor, Milo, me estás lastimando- te digo acompañándote en el llanto ¿lo ves? Siempre estoy contigo, en los buenos y en los malos momentos.

-Pero… tú… tú me lastimaste primero, Camus- me dices respirando vertiginosamente- siempre estabas haciendo otras cosas. Te hablaba y tú te mostrabas ausente, te abrazaba y tú a penas y me correspondías… en cambio…. en cambio él…

-No sigas- te pido sintiendo como mi corazón se encoge al sentirse tan amenazado por la verdad.

¡No quiero saber!

¡No puedo saber!

-¡Camus!- exclamas sosteniendo mis hombros mientras que yo no dejo de sostener tu rostro para obligarte a que me mires.- ¡Ya no puedo estar contigo! Sé que te estoy lastimando, pero… yo a ti ya no…

-Milo, no lo digas, ¡no te atrevas a decirlo!- te interrumpo nuevamente profundizando mis ojos en los tuyos que lucen desesperados.

-No puedo mentirte, Camus, no sería justo para ninguno de los dos- insistes entre cada sollozo- ya no puedo quedarme a tu lado, ésta noche yo…

En un acto desesperado por no escuchar el final de tu confesión cierro mis ojos, libero tu rostro para abrazarte por el cuello, me abalanzo hacia a ti y sello tus labios con los míos en un beso inesperado para los dos. Tus manos aprietan más mis hombros, seguramente te has sorprendido por mi acción, pero eres bondadoso, Milo, creo que todavía sientes algo por mí, quizá lástima como Saga me dijo, pero si te soy sincero no me interesan las razones que tengas para corresponderme, sólo me basta sentir que lo haces para sentirme pleno y seguro. Ambos profundizamos nuestra unión, tus manos liberan mis hombros y se dirigen hacia mi espalda para ceñirme más hacia a ti. Se siente bien que aún me recibas de forma tan tierna.

Voy a extrañarte mucho, Milo, incluso mucho es poco en éste momento para describir el vacío que dejarás en mí. Dicen que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde, me has dejado claro que yo tuve la culpa, te amé infinitamente, pero mi error fue no demostrártelo y mi penitencia será perderte para siempre, pero intentaré vivir con tu recuerdo; cada noche recordaré el calor de tu cuerpo, tus palabras dulces, tus ocurrencias, tu cálida boca en la que siempre me gustaba adentrarme para encontrarme con un nuevo mundo el cual sólo habitábamos tú y yo.

¡Solo miénteme, miénteme!

¡No quiero saber!, ¡NO PUEDO!

¡Miénteme, miénteme, miénteme!

¡MIÉNTEME!

Tengo que respirar y sé que tú también buscas el oxígeno que te es negado. Nos apartamos y mientras respiramos aceleradamente nuestros cálidos alientos chocan y nos miramos con una inmensa profundidad. Ya no tienes la menor duda de lo que quiero que me digas y también de lo que no deseo escuchar. Suspiras por última ocasión y alzas las comisuras de tus labios para obsequiarme una casi imperceptible sonrisa.

-Camus… él no significó nada- dices repitiendo las palabras que dije con anterioridad- debes estar seguro que eres el único en mi vida y que siempre te he amado y sigo amándote en éste momento- agregas sin dejar de mirarme.

Eso es, Milo, ya lo vas comprendiendo.

-Yo también, Milo- te contesto enfrentando a la mentira contra la verdad.

-Sin embargo ésta noche no podré quedarme…- agregas, te detienes un segundo y tragas saliva con dificultad para evitar que nuevas lágrimas se hagan presentes- pero… pero puedes estar seguro que volveré mañana…

-Por supuesto, Milo ¿a dónde podrías ir?- te contesto intentando que mis palabras se escuchen sarcásticas, pero no lo consigo y mis copiosas lágrimas me traicionan recorriendo los surcos que las demás han dejado en mi rostro.

-A ningún lado, ya te lo dije, aquí estoy contigo y aquí me quedaré por siempre- me contestas antes de abrazarme una vez más como si ya no pudieras aguantar verme a los ojos.

-Lo sé, Milo. Te amo- te respondo, más tú no puedes corresponder esas últimas palabras, solamente liberas un gemido lleno de sufrimiento al escucharlas.

¡Miénteme una vez y otra vez!

Y en mis brazos quédate

¡Déjame creer que no sé!¡

Y que en tus labios viviré!

-Gracias, Camus, gracias por todo-repites apartándote de mí para tomar con lentitud mis manos y llevarlas hasta tus labios para depositar en ellas un único beso, cálido como tú mismo.

-No, Milo… soy yo quien debe agradecerte- te digo dejando que la tristeza se apodere de mí. Me miras serio, dejas mis manos y posas por última ocasión tu mano en mi mejilla regalándome esa última caricia que tanto disfruto y, luego, besas mi frente y parece que el tiempo se detiene en ese gesto.

-Hasta luego, Camus- me dices apartándote y mirándome como si quisieras grabarme en tu recuerdo, después me das la espalda y comienzas a caminar hacia la salida de mi Templo.

No volteas en ningún momento, eres de esos que cree que uno jamás debe voltear a ver hacia el pasado.

Y mientras te veo partir me abrazo a mí mismo, sé que las lágrimas me harán compañía durante un largo tiempo, pero en una actitud necia, terca y dolida quiero seguir con ésta mentira que ambos hemos creado en un silencioso acuerdo. Quiero imaginar que ésta noche dormirás en tu Templo, recordarás lo mucho que me amas, pensarás mejor las cosas y no te irás con Kanon porque mañana, tú, mi amado Milo, regresarás a mi lado, me darás otra oportunidad así como yo te la daré y te quedarás conmigo por siempre.

Jamás me ha gustado la mentira, pero por primera vez la prefiero porque fue la única salida que encontré para evitar que me arrancaras el alma y te la llevaras contigo hacia donde quiera que pienses marcharte. Nuestra mentira será mi eterna verdad y con ella trataré de sobrevivir en tu recuerdo.

¡No quiero saber!¡No puedo saber!

¡Solo miénteme, miénteme!¡

No quiero saber!, ¡No puedo!

¡Miénteme, miénteme, miénteme!

¡Miénteme!

Otra Vez…

Fin

Notas finales:

Siento mucho a quienes me han posteado y no he podido responderles, ocurre que me he mudado y en mi nuevo apartamento no tengo internte, pero espero pronto darles respuesta ^^

Aprovecho para desearles un Feliz Dia del Amor y la Amistad a quienes lo celebren hoy! Al rato traigo otra historia para celebrarlo con ustedes x)

XOXOXOXO


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).