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Irezumi por Camui Alexa

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Notas del fanfic:

Este fic está dedicado a Ogawa Saya, Tetsuko, Dai Heavenly, Almita y, muy especialmente, a Jinsei no Maboroshi!!

Feliz 14 de febrero, chicas!!! *Sí, también a vos, Jin, que yo no celebro día del amigo XD*

Con paso apretado, Gackt salió del apartamento, bajó hasta el estacionamiento y puso en marcha su auto.

Fue sólo cuando tuvo que pisar el freno abruptamente, ocasionando que el cinturón de seguridad se encajara en su torso sacándole el aire, que tomó conciencia de lo absurdamente rápido que estaba conduciendo esa mañana. Miró por el retrovisor, buscando con la vista alguna señal del agente de tránsito, pero afortunadamente, no lo había. También fue entonces que notó el ceño fruncido que llevaba y se concentró en desaparecer las arrugas entre sus cejas, frotándose la frente con las yemas de los dedos a la vez que exhalaba un suspiro.

Había salido innecesariamente temprano de casa, cuando aún restaban casi dos horas para que el resto de su equipo llegara al estudio.

Últimamente las cosas habían estado tensas entre él y el bajista con quien compartía su vida, y aunque había estado intentando convencerse de que el motivo no podía ser algo tan superficial, lo que le molestaba era más que obvio. Hacía ya tres semanas desde que Tetsu y él hicieran el amor por última vez. Igual que siempre, había sido una tarde memorable, que había avanzado para convertirse en noche de esa manera tan especial que le hacía única.

Ese en sí no era el meollo del asunto; de un modo u otro, no era su costumbre hacerlo todos los días. Lo que ocupaba ahora la mente de Gackt era lo ocurrido el día siguiente: había regresado del estudio tras un largo día de trabajo, especialmente cansado, pues él y su equipo afinaban detalles para los conciertos Drug Party que se llevarían a cabo en algunas ciudades fuera de Japón, y repasaban una vez más la agenda de promoción que acompañaría el lanzamiento del nuevo single. Antes de abrir la puerta, percibió claramente la voz de Tetsu al teléfono, así que fue lo más discreto que pudo al entrar, y se quedó escuchándolo, sin cerrar la puerta.

– Sí, estoy seguro de que quiero hacerlo. ¿Qué? – dejó oír una risotada –. Bueno, nadie tiene que enterarse; y aún si sucede, ¿cómo habría de afectar mi imagen pública? Sé que podría ser un escándalo, pero... de acuerdo, es seguro que se armaría un escándalo pero, ¿qué más da? Creo que treinta y siete años de imagen de niño bueno son demasiado. Sí, sé que también afectaría a Gacchan... Precisamente por eso nadie tiene que enterarse – la persona que hablaba al otro lado de la línea pareció interrumpirle –. Sí, sí... Bueno, por algo te dije que me consiguieras a alguien realmente confiable y discreto. ¡Y que se preocupe por la higiene! Ni loco pienso hacerlo con alguien que no tome las suficientes medidas, no quiero una infección... – guardó silencio un momento, luego continuó –. Sí, bien. ¿Será esta noche, entonces? Ajá. ¿Y estás seguro de que el tal Hasegawa es bueno? ¿Qué aspecto tiene? No, claro que confío en ti. Sí, si dices que es el mejor, confío en que sea el mejor. De acuerdo, te veré después. ¡Claro que no me arrepentiré! No, no vayas al hotel. Ya te contaré qué tal fue. Sí. Ja.

Gackt parpadeó un par de veces, y saludó justo cuando Tetsu colgaba el teléfono.

– ¡Tadaima! – y cerró la puerta ruidosamente, simulando que acababa de entrar.

– ¡Gacchan, okaeri!

– ¿Con quién hablabas?

– Oh... estaba llamando a los chicos. Ya sabes... estamos trabajando en algo nuevo y tenemos que avanzar lo más posible.

– Sou desu ka – forzó una sonrisa a sus labios, sin dejar de notar que Tetsu parecía sumamente nervioso.

– Un. Surgió un pequeño problema y...

– Bueno, quizá haya algo con lo que pueda ayudarte. Puedes contarme al respecto mientras cenamos en algún sitio, ¿qué tal suena eso?

– ¿Tienes... reservaciones?

– No. Pero siendo realistas, no las necesitamos. ¿O sí? – le guiñó un ojo.

– En realidad, Gacchan... la razón por la que estaba hablando con los chicos es que hemos decidido reunirnos hoy en el estudio.

– ¿Hoy?

– Un. Y no creo regresar hasta muy tarde.

– ¿Qué tan tarde? Sabes que no duermo demasiado.

Tetsu sonrió nerviosamente, antes de adelantarse para besarlo fugazmente en los labios y luego llevarlo a tomar asiento en la sala.

– ¿Qué tal estuvo tu día?

– Bien – respondió, con algo de desconcierto –. Y aún resta bastante por hacer... el manager quiere ocupar todas las horas de los días alrededor del nuevo single. Y todavía falta arreglar muchas cosas para los conciertos en...

– Gacchan... deberías contratar un productor para eso.

– Pero sabes que me gusta encargarme personalmente.

– Un. Pero un tour y un disco en el mismo mes... no creo que sea muy saludable.

– No será la primera vez.

– Cuídate, ¿sí?

– Hai – de nuevo recibió su beso, suave y ligero.

– Ne, tengo que irme.

– ¿Ya?

– Un – consultó su reloj de pulsera –. No me esperes.

– Tetchan...

– ¿Un?

– ¿A qué hora regresas?

– No estoy seguro... Pero tendré el móvil conmigo, en caso de que me extrañes demasiado, ¿ne?

– Un.

– Ja.

Gackt lo observó marcharse, con las manos un tanto temblorosas y la vista saltando de un lugar a otro. Definitivamente, los años de actuar frente a las cámaras no lo habían hecho un buen mentiroso... eso era bueno, pero en esos momentos, Gackt no estaba muy seguro de que le agradara saber que su amante le mentía.

Intentando calmarse y conteniendo a duras penas el impulso de llamar a Hyde o a Ken para preguntar si tenían una reunión de trabajo, se dirigió a la cocina e intentó distraerse preparándose un sándwich y sirviéndose una copa de vino, pero al final sólo bebió el vino y dio un par de mordidas al emparedado.

Simuló ver televisión un rato, y finalmente fue a la habitación, se duchó y regresó a tirarse en la cama, incapaz de dejar de mirar el techo como si en él pudiera encontrar la respuesta al secreto universal.

Casi dos horas después, no pudo resistir más y marcó el número del móvil de Tetsu. Esperó hasta que una femenina voz electrónica le informó que el usuario no podía responder en ese momento.

Seguro de que estaba sufriendo uno de los ataques de paranoia que le asaltaban en temporadas de mucho trabajo, fue a la cocina, se preparó un té y luego decidió meterse en la cama a intentar conciliar el sueño. Seguramente habría una explicación para todo. Tetsu tenía demasiadas presiones en su vida como líder de ese grupo de inmaduros, músico independiente y presidente de una compañía de producción. Además, los encuentros netamente de negocios se llevaban  a cabo con frecuencia en hoteles... él mismo había cerrado contratos en salas ejecutivas en diferentes hoteles del país, así que seguramente se estaba desvelando en vano.

Sin embargo, tuvo que pretender estar dormido cuando Tetsu regresó, casi de madrugada. Haciendo el menor ruido posible y sin encender la luz, Tetsu se cambió en su pijama y se metió en la cama junto a él. El bajista le acarició el rostro con los dedos y él fingió espabilarse un poco, sólo lo suficiente para permitir que Tetsu se acomodara contra su hombro.

Tal como había pensado, todo estaba bien... pero sintió un escalofrío al percibir el suave aroma del shampoo en el cabello de Tetsu. Era muy sutil, pero ciertamente distinto al que tenían en casa.

Durante los días siguientes, Gackt había intentado convencerse de que había sido sólo su imaginación, y quizá lo habría logrado, de no ser porque desde esa noche, Tetsu se había estado comportando extraño. Seguía siendo el mismo de siempre, excepto en la cama... el bajista no quería hacerle el amor y se notaba sumamente incómodo cada vez que lo tocaba de manera sugerente; tampoco había accedido a ducharse con él e incluso impedía que le viera completamente desnudo. Y eso no lo estaba imaginando, Gackt lo habría asegurado con su vida, así que, estando las cosas como estaban, esa mañana había salido de casa sin ni siquiera despedirse del bajista... no era como si Tetsu hubiera podido escucharle por sobre el ruido del agua de la ducha, pero el estar consciente de ello se agregaba a las presiones de su día.

Respiró hondo y se concentró en conducir a una velocidad humanamente normal. Después de todo, quizá el bajista sólo estaba demasiado cansado y estresado para una de sus largas sesiones amorosas; y estaba seguro que después de lo que tenía preparado para el catorce de ese mes, cualquier barrera caería sin remedio. Por el momento, debía poner su mente en hacer su trabajo de músico, compositor, modelo y productor lo mejor que pudiera.

 

~

 

Tetsu despertó el catorce de febrero sintiendo algo de frío. Durante la noche, había tirado el cobertor al suelo, pero éste no hacía falta cuando tenía a Gackt a su lado... sólo que ahora Gackt no estaba. En su lado de la cama, sobre la almohada, había una sola rosa roja sin espinas en su corto tallo, y una nota que decía escuetamente: “Tengo un par de entrevistas, pero cuando regrese me perteneces por el resto del día. G.”

Enarcó una ceja. Vaya una nota romántica para justificar su salida en medio de la madrugada justo en ese día del año. Dejando la nota a un lado, se incorporó sobre un brazo y miró el reloj despertador que reposaba sobre la mesita de noche. A penas pasaban de las seis de la mañana.

Recogió el cobertor y volvió a tirarse en la cama. Gackt estaba molesto con él. Empezaba a ser demasiado evidente desde hacía dos semanas, y hacía una que el cantante incluso había dejado de despedirse de él al salir de casa y de anunciar su llegada con entusiasmo. En realidad no podía culparlo. Aquél trance estaba resultando duro para él también... sólo esperaba no haber cometido un error que pusiera en peligro su relación.

Gackt regresó poco antes de las ocho de la noche, y le tranquilizó un poco ver que Tetsu no había salido del apartamento en todo el día.

– Eso fue cruel – reprochó Tetsu juguetonamente.

– Con esa bienvenida, ahora me explico cómo es que L'Arc~en~Ciel no ha perdido su esencia: su líder no deja nunca de innovar.

– Bueno... después de que se ha largado todo el día dejándome en compañía de una rosa y dos renglones escritos en papel reciclado, no tiene derecho a esperar demasiado, Camui san.

– ¿Honto? – siguió el juego, haciéndose el sorprendido. Luego, Tetsu rió y se adelantó para estrecharlo en sus brazos.

– Te extrañé.

– Yo igual – sus labios se fundieron en un beso tan cálido que por un momento Gackt consideró muy seriamente mandar al demonio las reservaciones, pero al final decidió seguir el plan tal y como lo había trazado al principio –. Tienes aproximadamente veinticinco minutos para arreglarte.

– ¿Eh?

– Cenamos fuera. Y no hay excusas, líder san.

Tetsu asintió y ahogó una risita, besándolo una vez más antes de salir prácticamente corriendo en dirección a la alcoba. Aunque parecía imposible que lo lograra en ese tiempo, consiguió vestirse y arreglar su cabello justo a tiempo. Quizá era el efecto que causaba en el la combinación de la adrenalina y el alivio: después de todo, Gackt no estaba molesto con él. El alivio que sentía era indescriptible.

Gackt seguía esperándole en la sala, con la pierna izquierda cruzada sobre la derecha y una leve sonrisa en los labios. Se levantó rápidamente y, sin darle tiempo para protestar, lo sujetó por un brazo, arrastrándolo consigo como si el edificio estuviera en llamas.

– ¿A dónde vamos? – preguntó, sin hacer el menor intento por soltarse.

– A un sitio que me recomendaron...

En el camino, Tetsu notó cómo su amante estiraba los músculos de los hombros y la espalda mientras maniobraba por las autopistas. Hasta ese momento, no se le había cruzado por la mente que Gackt se había levantado desquiciadamente temprano y que no había parado en todo el día. De hecho, aún llevaba aquella ropa de diseñador de presentaciones ante los medios, el cabello rígido de fijador y ni siquiera se había quitado los anteojos ahumados en color mauve. Tuvo que preguntarse si acaso estaría consciente de que aún los llevaba puestos.

El lugar fue toda una sorpresa para él. No era como ningún restaurante que hubiese visto en su vida: se trataba de un local de dos plantas, pero muy pequeño. En la planta baja, un hermoso biombo pintado a mano apartaba de las miradas un pequeño salón con una única mesa para doce personas, y escaleras arriba, les esperaba su mesa, arreglada únicamente para ellos dos. Y aquello constituía la totalidad del restaurante.

Además, el bajista encontró que, a diferencia de los lugares corrientes, no les presentaron un menú, sino que la cena que les sirvieron había sido ordenada con anterioridad. Todo era delicioso... desde el ambiente generado por suave música instrumental y lámparas de aceite, hasta la comida y el champagne cuya etiqueta le dio una ligera idea de lo que debía costar esa cena.

– Gacchan...

– ¿Un?

– Arigato – dijo, aun con la vista en la etiqueta de la botella.

– Iie. Te mereces un lugar mejor que este...

– No es sólo el lugar – dejó que su vista recorriera la mesa, pero no se atrevió a mirarlo a los ojos. Sentía las mejillas ardiendo –. Sé lo mucho que has trabajado últimamente... también hoy y aún así... te tomas tantas molestias por mí. Debes estar cansado y...

– No cuando se trata de ti. Ya te lo he dicho.

En ese momento, Tetsu agradeció que se encontraran sentados a lados opuestos de la mesa y no lado a lado, pues de lo contrario seguramente habrían perdido el control y, como mínimo, hubiesen empezado a besarse apasionadamente mandando al diablo la discreción.

– Es un día especial, ¿no? – dijo, rozándole la mano con las yemas de los dedos.

– ¿Vamos a casa? – sugirió.

– Buena idea.

De nuevo, Tetsu se sorprendió un poco al ver que Gackt sólo le indicaba a un camarero de su retirada, sin esperar a que le llevaran una cuenta o algo así. Definitivamente, aquel restaurante era algo más.

Tetsu esperaba cualquier cosa al llegar a casa, excepto que Gackt arrojara los anteojos ahumados a un sillón, le tomara la mano y lo llevara hasta el piano.

Mientras Gackt tomaba asiento en el banquillo frente al hermoso instrumento y levantaba la cubierta de madera, una sonrisa apareció en los labios de Tetsu. Cuando habían decidido vivir juntos definitivamente, se había encontrado frente a otra faceta más de su extravagante pareja. Gackt había dicho que no podía vivir sin un piano cerca, pero jamás se lo había tomado de manera literal. Al menos no hasta que tuvo que ver la discreción hecha polvo al armar un escándalo en la calle al interrumpir el tráfico para que una grúa pudiera meter el piano en el apartamento. Hubiese sido imposible de cualquier otra manera... a menos que se fabricara el piano ahí dentro, lo cual estaba totalmente fuera de consideración.

– Quiero que escuches esto.

– ¿Qué es? ¿Has compuesto algo nuevo?

– En realidad, tiene tiempo. Pero es algo que no se prensará nunca en un disco...

– ¿Eh?

– No pienso grabarla.

– ¿Por qué?

– Escucha y, si después de eso todavía no sabes, te lo diré.

Con una sonrisa, se acercó y apoyó un brazo sobre la pulida madera oscura del piano. Gackt cerró los ojos y sus dedos empezaron a moverse sobre las teclas de color marfil.

Tetsu siempre encontraba aquello fascinante. Era como si, al piano, Gackt dejara de ser lo que tenía que ser como un ser atado al mundo material, como si se moviera en un plano distinto. Sin embargo, muy pronto se vio incapaz de seguir admirándolo de esa manera, pues su atención estaba ahora centrada en las palabras y el ritmo de esa canción que nunca había escuchado antes y que, claramente, era suya.

Gackt terminó y sólo un par de segundos después abrió los ojos, volviéndose hacia Tetsu, que sólo podía mirarlo, con aquella ambigua sonrisa de niño jugando en sus labios. Sabía que no podría decir nada por varios minutos, y no esperaba que lo hiciera. No necesitaba más que ver el brillo de sus ojos para comprender todo perfectamente.

Hizo ademán de levantarse, pero al instante siguiente, Tetsu estaba sentado junto a él, de espaldas al piano, lo cual era irrelevante, pues ambos se fundían un abrazo y un beso tan profundo que todo lo demás carecía de importancia. Gackt sólo rompió el beso un instante cuando sintió que moriría asfixiado, pero sus manos se negaban a soltarlo, a permitir que se alejara de él un solo milímetro.

– Ai shiteru yo.

– Arigato, Gacchan... Ore mo... kimi wo...

Pero era imposible que terminara su frase. Seguir aquel beso era tan vital como respirar, y tener que elegir uno o el otro parecía demasiado injusto. Sus manos se escurrieron bajo la camisa de Gackt, acariciando los marcados músculos que su tacto conocía de memoria. Empezando a jadear, permitió que sus manos recorrieran el resto de su cuerpo, sintiendo la temperatura aumentar de manera impresionante y sus cuerpos tensarse de deseo.

El cantante apretó a su amante contra su cuerpo, recorriendo después sus costados con las manos, y finalmente llevando una de ellas por debajo de la pretina de sus pantalones.

Fue entonces que Tetsu sintió una oleada fría recorrerle el cuerpo. No quería ser brusco, pero alejarse de él requería tanto de su fuerza que lo apartó de un empujón, o no podría hacerlo. Jadeante, clavó su vista en el suelo frente a él.

Gackt alargó una mano para acariciarlo, intentando volver a acercarlo a él, pero Tetsu lo rechazó, sacudiéndoselo.

– ¿Doushita no, Tetchan? – preguntó, su voz temblando un poco con la intensidad de emociones encontradas.

– Nan... – tragó saliva – nan demo nai. Ahora no, por favor.

– ¿Me vas a decir que no te sientes con ganas de hacerlo ahora? No eres una mujer, Tetsu... – el bajista sintió un escalofrío al escucharlo darle ese nombre – tu estado es más que notorio.

– Es sólo... por favor, Gacchan.

– ¿Es sólo qué?

– Estoy cansado – y no era del todo mentira, aunque en ese momento el cansancio era lo de menos.

– Ve a descansar, entonces – dijo con la voz cargada de resentimiento.

Tetsu lo miró levantarse y dirigirse a la habitación con grandes zancadas. Fue tras él, sin atreverse a tocarlo o hablarle.

– Gacchan... – pero no pudo decir más. Gackt le dirigió una mirada helada y luego se encerró en el baño, cerrando de un portazo que hizo saltar a Tetsu. El bajista permaneció ahí, de pie en la habitación, escuchando a su amante jadear y gemir un poco, y luego, un largo silencio, el agua de la ducha y otra vez el silencio.

No sabía cuánto tiempo había pasado ahí, sólo mirando la puerta, pero debió ser bastante, pues Gackt salió del baño envuelto en una nube de vapor, sus ojos enrojecidos libres de los lentes de contacto, su cabello a penas ligeramente húmedo y vestido con los pantalones de su pijama.

Esta vez, Gackt ni siquiera lo miró. Apagó la luz y se metió en la cama.

Sintiéndose terrible, Tetsu se cambió en su pijama y luego permaneció varios minutos en pie, dudando de si meterse en la cama o no. Sabía que el cantante seguía despierto, aunque tuviera cerrados los ojos, y no estaba seguro de si le permitiría recostarse junto a él.

Finalmente, respiró hondo y se tendió en la cama. Con cautela, se acercó a él y le acarició el hombro. Sin emitir ni un sonido, Gackt giró para quedar de costado, dándole la espalda. Tetsu sentía un nudo en la garganta. Decidió arriesgarse y se acercó más, apoyando la frente en lo alto de su espalda y descansando una mano sobre su cintura.

Gackt no reaccionó ante su caricia, y el bajista decidió contentarse con eso. Gackt estaba furioso con él, pero no lo odiaba. Agradecido porque las cosas no estuvieran peor, depositó un suave beso en su espalda y luego cerró los ojos, intentando conciliar el sueño.


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