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Mi esposo Colibrí por Sasakura

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:::::MI ESPOSO COLIBRÍ:

Primera Parte




Ayer me he casado. Apenas puedo creerlo.

La ceremonia fue un poco más fastuosa de lo que hubiera deseado. Y es que todo el mundo parecía estar esperando ansiosamente por la unión, excepto yo, y mi actual esposo. Quien, hecho un manojo de nervios, llego hasta el altar con una palidez extrema y sin mirarme a la cara.

Yo tampoco estaba de humor, de hecho, una angustia intensa comprimía mi pecho. No solo me he casado con alguien a quien no amo ni amaré jamás, con otro chico, sino que abandoné la ultima esperanza de ser feliz cuando deje a mi querida novia Madoka.

Por eso mismo, ahora todo me vale. Mi nombre es Atsushi Kidokawa y desde hoy todo me importa tres mierdas.
Lo decidí al momento de ingresar en la que sería mi nueva casa, una antigua residencia cedida por la familia de mi esposo, bastante grande y con aspecto de templo. Nos guió la señora Mura, madre de este pelele imberbe con quien me han emparejado, Takato Mura, un chiquillo de 18 años.

Mientras yo me dirijo cabeza en alto y con indiferencia (me daría igual que un piano me cayera encima en estos momentos), Takato apenas si puede mantenerse en pie, anda con torpeza, cabeza gacha y los ojos llorosos. Que pendejo.



- Sea bienvenido a su nuevo hogar, Atsushi-san, espero que lo encuentre agradable. - La señora Mura, vestida con un elegante kimono hizo una pequeña reverencia antes de marcharse.- Takato, de aquí en más serás tu quien le muestre la casa a tu esposo. ¿Me haz comprendido?

- Hai.- Soltó, junto a un suspiro melancólico.

Ignorando aquel gesto, Mura-san se aleja saludándome otra vez y dejándonos por fin solos.

Esta seria la primera vez que estoy solo con Takato Mura, y aunque ya le conocía de cuando éramos niños, llevaba unos diez años sin hablar con él. Tengo que admitir que ha cambiado bastante. Su silueta es alta y delgada, y aquellos cabellos castaños claros no han cambiado mucho con el tiempo. Lo que si, ahora lleva el pelo más largo que cuando niño, cubriéndole toda la nuca y buena parte de los ojos, que continúan siendo del color de la miel.

Me distrae el sonoro suspiro melancólico que da antes de subir las escaleras. Yo le sigo hasta el interior de la casa, donde con pereza empieza a balbucear el nombre de los cuartos.

- ...aquí está la cocina. Creo que este era un armario.- Abre la puerta para confirmarlo.- Sí, un armario. Por allá hay como dos habitaciones, y la escalera que lleva al piso de arriba.

- ¿Segundo piso? - Pregunto sorprendido, mientras dejo mi bolso a un lado del pasillo.

- Sí, no tengo idea para qué nos dieron una casa tan grande. ¡¿Acaso esperan que tengamos hijos?! - Aquello ha sonado más brusco y resentido de lo esperado.

En fin, solo faltaba confirmarlo, es obvio que a Takato le disgusta esta unión tanto como a mí.

- Entonces... ¿Cuál dijiste que seria mi habitación...?

- ¡Yo pude tener hijos propios! - Soltó de pronto mi compañero. Yo retrocedí asombrado por reacción tan inesperada, Takato por primera vez me miraba directamente a los ojos, con furia, con resentimiento y tristeza. - Míos... y de Mika-can.

De modo que él también tenía una amada. Por dios, esto es más complicado de lo que imaginé.

- Takato-san...

Lo llamé, pero el chico se había pegado a la pared opuesta, y lloraba silenciosamente.

- Como gustes... llora cuanto te plazca, eso no traerá ninguna solución. Yo me voy a buscar un lugar donde poner mis cosas.

Y me marché, enfadado con aquel niñato que se creía la única victima en aquel trato conveniente para nuestras familias, con el cual sellaron mi destino al de Takato.


* * *

¡No es justo! Sigo dándole vueltas al asunto y no me parece lógico, es estúpido.

En el fondo sabía que este día llegaría. Mis padres y los señores Kidokawa nos comprometieron cuando éramos apenas unos niños. Y la boda se programaría para la semana siguiente a mi cumpleaños número 18.

Nunca me importó realmente mi futuro, hasta que conocí a Mika, el primer día en mi escuela preparatoria. Ella es tan perfecta, que me resultó utópico que se fijara en mí. Y ahora la pierdo, ahora no la voy a tener más, por culpa de este arreglo con este chico extraño y demasiado parco para mi agrado.

Atsushi-san se ve demasiado indiferente, como si no estuviera sufriendo. Se ha largado por el pasillo y busca a ciegas donde establecerse.

* * *

Llevo un par de horas en esta casa. Ya me he establecido en un cuarto para mi solo y ahora estoy buscando algún lugar solitario donde pueda hablar por teléfono sin que nadie me estorbe, y encuentro una galería que da hacia el jardín trasero. Es precioso, la vegetación poblada y un estanque lleno de peces coloridos ocupan gran parte del terreno.

Saco mi teléfono celular y marco aquel número que conozco de memoria.

- ¿Atsushi, eres tu?

- Madoka, amor mió. ¿Cómo estás?- Pregunto con apasionada urgencia.

- Atsushi... Dijiste que no seria seguro llamar... - Contesto la fémina, angustiada.

- Eso no importa, estoy solo ahora. Te extraño mucho, Madoka te amo. No sabes lo horrible que es esto.

- También yo. Tú... esposo, ¿es una persona desagradable?

- No podría decirlo, hasta ahora casi no hemos hablado y se la pasa llorando por los rincones. Pero no quiero hablar de él.

Los siguientes minutos me dediqué a olvidar por unos momentos que estaba casado, simplemente hablé con Madoka, que aunque intranquila y angustiada, me hablaba exactamente como siempre. Como si nunca nos hubiéramos separado. Tan sumido en la charla estuve, que no me percaté de la presencia de Takato, hasta que estuvo prácticamente junto a mi.

- Hn, debo colgar. ¿Hablamos luego?

- Suenas extraño amor. Ese muchacho está ahí, ¿no es cierto?

- Si.- Confesé nervioso. Takato ya me había visto y se acercaba sigilosamente sin dejar de mirarme.

- Atsushi (llanto)... sayonara.

Y ella colgó. Se me encogió el corazón de solo imaginar su hermoso rostro lleno de lágrimas.

- Hn... Toma. - Rápidamente Takato lanzó una lata hacia mí, y con mis buenos reflejos la pude atrapar. Era una cerveza, él tenía una abierta que bebía de sorbos mientras se sentaba a mi lado en la galería del jardín.

- Gracias, Takato-san.

- Atsushi-san, estabas hablando con tu amada.- No fue una pregunta, sino una aseveración que hizo sin mirar a otro lado que no fuera el horizonte.

- Hai. - Admití.

- Lamento haber sido tan idiota antes, es que no me figuraba que también tú estabas sufriendo con esto. Como estabas todo serio y perfecto durante la ceremonia, y luego al llegar. Pensé que este matrimonio te daba lo mismo.

- Me da lo mismo.

El castaño se giró hacia mí, con sus ojos aun brillosos y sus cuencas coloradas de tanto llorar.

- No hace falta que llore para demostrar que estoy triste. Después de separarme de Madoka, todo me da igual, incluido este matrimonio.

- No es tan fácil como dices... apuesto que ahora mismo te mueres por ir con ella. No te culpo, yo desearía ahora mismo estar con Mika en lugar de contigo.

- ¿Siempre dices todo lo que piensas?

- Solo desde este estúpido casamiento. - Sonrió sardónicamente y me ocasionó una risa ligera.

- Te recordaba más tímido.

- ¿Te acuerdas de mi? Yo a penas si pude reconocerte cuando te volví a ver. Yo tenía unos ocho años cuando nos conocimos... y tu unos... ¿Diez u once? Eras mayor y yo te seguía a todos lados... Jajaja... que pesado te habré parecido.

- No tanto.- Confesé sonriendo de lado. Los ojos de Takato comenzaban a secarse, y ya no se veía tan angustiado como en la mañana. - Entonces, ¿Qué haz hecho todos estos años? Sigues en preparatoria. ¿No?

- Hai. Estoy en último año. Mmm... Déjame pensar. No hago mucho, soy estudiante regular, practico arquería y soy el presidente de mi club, y estoy enamorado de la chica más genial de todo el instituto, Mika Tenjou. ¿Qué hay de ti, Atsushi-san?

- Estoy en la universidad, estudiando leyes y me va bastante bien. Me gusta tocar el piano y salir a correr, por muchos kilómetros... despeja mi mente. Y hasta hace unos días estaba saliendo con una compañera, Madoka Shimizu.

- Madoka... es un hermoso nombre. Seguramente será muy guapa.- Me sentí algo enternecido de escuchar aquello, porque en realidad Madoka era preciosa.

Llevado por el momento busqué en mi billetera una fotografía de ella, que siempre traigo conmigo.

- Esta es de cuando fuimos a la playa, en nuestras últimas vacaciones juntos.- Se la pasé y él de buen animo la aceptó.

- Es como yo lo decía, que afortunado.- Takato se entretenía mirando los detalles de la fotografía, donde el viento costero agitaba el cabello largo y castaño de Madoka. Era una de las mejores fotos, su sonrisa tímida traspasaba el papel y aquellos ojos cafés tan brillantes le daban aire de niña traviesa. - Mira, esta es Mika.

Repentinamente sacó una foto de su bolsillo. Estaba algo arrugada y tenía signos de lágrimas sobre ella.
En la imagen salía Takato, sonriendo radiantemente, y junto a él una chica bellísima como si fuera una modelo o actriz. Sobrecargada de maquillaje para mi gusto, pero si preciosa, rubia y de ojos claros, con una presencia que dejaba a Madoka muy rezagada.

- Tu novia es despampanante.

- Ex-novia.- Aclaro con amargura, dándole un nuevo sorbo a su trago, acabando de lleno su contenido.

- Tal ves no deberías tomar tan rápido...- le aconsejé, pues vi sus mejillas sonrojadas y supe que aquella era señal inminente de que el alcohol estaba afectando su sistema.

- Atsushi-san, si por mi fuera verías a Madoka-san todo lo que quisieras. Y yo podría seguir con Mika-chan... Pero mi familia seguirá nuestros pasos muy de cerca, y cualquier signo de que este matrimonio no se lleve a cabo como uno normal, harán nuestra vida imposible para cambiarlo.

- Lo sé...

Esa tarde continuamos hablando hasta altas horas de la noche sobre nuestras cosas. Y pese a que Takato seguía pareciéndome un niñato llorón, me sorprendí al notar que de hecho no era un mal sujeto. Un poco hablador para mi gusto, pero seguía siendo una buena compañía.


* * *

Las semanas pasaron para Atsushi y para mi, y lejos de todo pronóstico, mi vida volvió a la vieja rutina escolar. Estar casado parecía no hacer la diferencia. Por las mañanas me despertaba él, porque yo soy demasiado duro de levantar y como durante las primeras horas soy un zombi, es Atsushi quien prepara el desayuno.
Él es bastante diferente, ordenado hasta el extremo... le gusta que todo esté limpio. Ha acogido como suya uno de los cuartos libres para huéspedes, y yo me quedé con la que seria nuestro cuarto matrimonial (que es más grande y cómodo por cierto).

Cada quien continua el día con sus obligaciones, yo voy a clases y Atsushi me acompaña hasta la estación de trenes cumpliendo su papel de esposo dedicado. Luego de eso sale a correr y no tiene clases sino hasta el mediodía.

En la escuela es todo bastante normal, aunque inevitablemente Mika y yo nos hemos alejado. Al principio, nos escondíamos en algún rincón para estar juntos pero luego esos encuentros fueron disminuyendo. Hasta que un día ella llegó enfadada a clases, y no quiso continuar con nuestra relación a escondidas debido a que alguien de la familia Kidowaki le había amenazado. Yo me enfadé mucho, aunque no con Atsushi, el pobre no tenía la culpa.

Al volver de clases mi compañero todavía estaba en la universidad, así que yo me dedicaba a limpiar un poco y hacer algunas de mis tareas. En ocasiones Atsushi venía a mi cuarto y estudiábamos juntos, resulta que él es un cerebrito y me ayudó demasiado en los últimos meses.
Cuando no toca estudiar, yo practico con mi arco en el jardín mientras él estudia en la galería. Creo que su simple compañía me motiva a mejorar.

Y en la noche, después de que yo haga la cena (sí, sí, Atsushi me está enseñando a cocinar), jugamos shogi. Ya sé que suena a hobbie de un par de ancianos. Pero es una pasión que tenemos en común y me entretiene.


Esa tarde llegué a nuestra casa, bastante agotado porque había tenido reunión con el club.

- Tadaima.- Saludé al entrar.

- Okaeri, Takato.- Escuché a mi compañero responderme desde la sala, conjunta a la entrada.

Yo me dirigí hacia allí, donde encontré a Atsushi sentado en el sofá con la tv encendida, mientras hablaba por teléfono. Yo dejé mi bolso de lado y fue hasta el sillón, donde me desplomé a lo largo, acomodando mi cabeza sobre las piernas de Atsushi. Comencé a hacer zapping mientras oía algunas palabras de la charla telefónica.

Atsushi se veía ofuscado, más serio que de costumbre, tenía ese tic sobre la ceja izquierda que solo ponía cuando yo estaba a punto de ganarle en el ajedrez. Llevaba el cabello castaño oscuro, corto y húmedo como si recién se hubiera duchado. Y sus ojos azules se perdían en la nada, estaba muy concentrado en la charla, pero a la vez acariciaba mi cabello distraídamente.


- Se siente bien...- Murmuré, llevando voluntariamente mi cabeza más cerca de su mano.

- Deacuerdo.Ya hablaré con él, adiós. - Finalmente colgó y me quedé mirándole, curioso.

- ¿Hablaras conmigo?

Asintió y con la otra mano libre empezó a masajear mi cuello. Aquello me estaba relajando exquisitamente.

- Tu madre habló temprano, sonaba bastante molesta pero no me dijo por qué. Dice que necesita hablar con ambos y viene mañana mismo.

- ¿Molesta? Esa mujer... ¿Y con quién hablabas ahora mismo?

- Mi hermano mayor... Pensé que tal ves él sabría algo, pero prefirió no decírmelo.- Atsushi se encogió de hombros y suspiró derrotado.

- ¡Waahh que maldito! - Se me escapó decir, pensé en el hermano mayor de mi compañero. Se parecían tanto que daba miedo, aunque... Atsushi a mi parecer es más atractivo. Pero básicamente ambos tienen esa personalidad parca y son tan silenciosos, a veces uno no sabe que están pensando. Bah... casi nunca lo sé. - Hn... ¿Crees que sea por Mika-chan?- Se me ocurrió repentinamente, y debí poner algún tipo de mueca rara porque al mirar para arriba Atsushi se estaba sonriendo.

- Quien sabe... ¿Sigue viéndote con ella?

Llevó ambos pulgares a mis sienes y yo empecé a reír como idiota, por las cosquillas.

- Jajaja... Atsushi me da cosquillas.- Reclamé y él se disculpó, pero no apartó sus manos solo hizo menos presión.

- No me haz contestado.

- Ah... la he visto pero casi no me presta atención, esa amenaza la tiene muy enojada. ¡Maldita familia y yo que quería tener a Mika conmigo! - Comencé a girar sobre el sillón haciendo un berrinche, necesitaba demasiado a mi novia, la abstinencia de besos y abrazos me estaban haciendo delirar. Giré hasta caer sobre la alfombra y tomé el control remoto para buscar mis caricaturas favoritas. - ¡Yeah! Están dando este que tanto me gusta...- Exclamé demasiado eufórico como para ser solo un programa, y es que últimamente me aferro a cualquier cosa que me de felicidad.

El silencio producido por Atsushi me obligó a girarme para verlo.

- Ne... ¿Pasa algo?

Me miraba fijamente, como admirado o divertido por algo, aunque serio como siempre.

- Pareces un niño a veces. - Confesó y yo me sonrojé al instante, porque no era la primera vez que alguien me decía una cosa como esa.- Voy a hacer la cena, con permiso Takato.

- ¡Espera, Atsushi-kun dijiste que me enseñarías a hacer curry! ¿Puede ser hoy?- Me levante ansioso y corrí hasta la cocina, donde él ya se encontraba. Me sonrió al verme entrar alborotadamente.

- Pero va a tocar que vayamos a comprar algunos ingredientes. - Convino, revisando las gavetas de la cocina.

- ¡Hai! ¡Let´s go entonces!

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