Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Decisiones apresuradas por Aphrodita

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

En la habitación de Shun, su novio oficial aunque a escondidas, lo observaba con una sonrisa en sus labios, se encontraban dialogando sobre el invitado y su atípica forma de declarar su amor:

—No pensé que alguien pudiera llegar a hacer algo así —Comentó Shun derretido por haber presenciado tanto amor.

Aquello fue como una daga para el Cisne, quien borró la sonrisa de sus labios y bajó su mirada al suelo.

—Eso no significa que una persona ame mas...

Ni el supo que quiso decir en verdad, se sintió cobarde, temió aun mas que Andrómeda lo viese como uno, pero ¿Cómo hacerle entender que si callaba su amor era para protegerlo? No le importaba que Ikki lo moliese a golpes ante una confesión semejante, pero sí le dolería ver a su conejo destrozado de angustia. No era algo fácil de hacer, ir y decirle al Phoenix:

“Hey, ¿Sabes que? Estoy saliendo con tu otouto, nos revolcamos durante las tardes cuando tu entrenas”

Bueno, tampoco usaría esas palabras, pero de igual modo sería lo que el peliazul terminaría por interpretar. No soportaba la idea de verlo a Shun lastimado por la indiferencia, asco o rechazo de su niisan.

—¿Qué sucede Hyoga?
—A ti... —Pronunció el rubio —A ti te gustaría que yo fuese un poco como Frey ¿Verdad?
—¿Así de raro? —Andrómeda enarcó una ceja confundido —Me gusta tal cual eres.
—Me refiero a que... Déjalo ahí, mejor. —Se dio por vencido.
—Te amo Hyoga, y se que tu me amas —sonrió el peliverde —No necesito que ingreses por la ventana de la Mansión con una daga en la mano vociferando que vienes a reclamar mi corazón... —Pensar en eso casi le hace reír —Ni tampoco quiero que te enfrentes a mi niisan —Aquello ultimo lo dijo con seriedad.
—Gracias.
—Aunque admito —Continuó el peliverde —Que es muy romántico y arriesgado lo que hizo Frey... No existen hombres así, que se jueguen por el todo de una forma tan... tan...
—Bueno —Canturreó el ruso —Terminaré poniéndome celoso.

Cariñoso, acercó su rostro hasta el de Shun para poder besar sus labios, con algo de lujuria Andrómeda le correspondió colgándose de su cuello, sin embargo sintió una presencia muy cerca de su cuarto que pudo reconocer sin dificultad:

—¡Mi niisan!

Y sin mas empujó al pobre pato con tanta violencia que este fue a dar en el piso, así lo encontró Ikki quien lanzó una risa mal contenida.

—¿Qué te pasó pato? —Luego observó a su otouto.
—Se cayó —Respondió Shun sin saber que decir.
—¿Te caíste?
—Pues... —Balbuceó Hyoga incorporándose lentamente.
—¿Estabas parado y te caíste de pie? Que idiota, ganso... —Ahora si rompió a reír con ganas, el Cisne nada dijo, porque decir la verdad no podía, así que prefirió silenciar —Otouto, Saori está buscando quien acompañe a Frey a comprar algo de ropa, pero Shiryu se escondió, ¿Vas tu? Porque yo ni borracho, ni drogado ando con ese loco por la calle.

El peliverde asintió con una sonrisa, no tenía nada de malo salir a pasear un rato con el extranjero, de esa forma le mostraría la ciudad y de paso aprovecharía para llevarlo a Seiya con algún artilugio. Es que si, imaginarlo al Pegasus con Frey no sólo le arrancaba la risa fácil, sino que además le llenaba de energías y fuerza, porque ya no estaría solo con sus “retorcidos” gustos y tal vez, solo tal vez el también tomaría un poco de ese coraje para enfrentar a su niisan.

No fue difícil engañarlo a Seiya, Shun solo le pidió que lo acompañase a comprar ropa, cuando salieron esa misma tarde, juntos hasta la entrada, allí estaba Frey esperándolos, vestido con un pantalón de tela con tonos oscuros y una camisa negra, y recién entonces el Pegasus comprendió, automáticamente dio la media vuelta:

—¡Seiya! ¿Adónde vas?
—No. —Fue lo único que dijo el castaño, su amigo detuvo su huida tomándolo de un brazo.
—Espera, iremos los tres...
—Yo no quiero ir con él —El Pegasus bajó su vista sonrojada al suelo, intuía lo que su amigo peliverde estaba queriendo hacer ya que sabia lo solo que se sentía llevando adelante una relación a escondidas con Hyoga.
—¿Por qué?
—Me pone nervioso.
—Eso es porque te gusta —Le picó con un dedo con el fin de molestarlo y lo logró.
—¡No es cierto! —Se defendió el menor rápidamente.
—Vamos Sei, míralo... —Pidió Shun —Está esperando por nosotros y está muy emocionado por salir a conocer Tokio en compañía tuya.
—Pero... —El Pegasus se encontraba al borde de una crisis de nervios mientras su compañero, sin ningún tipo de compasión, lo arrastraba empujándolo por la espalda.
—Pero nada... Yo iré con ustedes, no tienes nada que temer. —Consoló Andrómeda aunque no convenció demasiado al pony. —Además, míralo, nos esta esperando, si te das la media vuelta y te vas de esa forma lastimaras sus sentimientos.

Aquello era muy cierto, el castaño suspiró derrotado ¿Qué mas daba? Iría con ellos, Andrómeda tenia mucha razón, no podía darse la media vuelta e irse, lograría herir al extranjero y la verdad que no se lo merecía, era una persona muy agradable a pesar de su loquera.

A Seiya le costó entrar en confianza, pero Shun se las ingenió para sacar al verdadero Pegasus que había en su amigo. Era divertido salir con Frey porque todo, absolutamente todo le causaba asombro y sorpresa, desde las maquinas de refrescos, hasta los autobuses. Pareció un niño pequeño descubriendo un gran mundo.

Tuvieron que tomar el tren ya que el mismo los dejaba mas cerca del centro, el extranjero se limitó a seguir a los otros dos que, sin reparar en lo perdido que estaba el rubio, mantenían un rápido caminar.

Frey se perdió cuando un tren llegó y la gente bajó desesperada, una muchedumbre lo arrastró de vuelta a la entrada y aunque resistió la ola de gente no pudo divisar a sus compañeros, pero una mano lo tomó por el brazo, era Andrómeda quien pronunció un “Aquí estamos”

—Así que esto es el tren... —Susurró el rubio observando con detenimiento el largo anden.
—Ya lo perdimos —Comentó el Pegasus con un dejo de molestia, lo habían perdido porque Frey había desaparecido de pronto.
—Ya vendrá el próximo —Cuando el peliverde terminó de decir aquello a lo lejos se pudo ver el dichoso tren.

Frey se quedó obnubilado con ese monstruo metálico, cuando frenó frente a él, por instinto dio un paso hacia atrás, frunció su frente cuando las puertas se abrieron y se hizo a un lado para dejar pasar a la gente.

Shun y el castaño subieron rápidamente, sin embargo el nórdico que se encontraba algo ido tuvo que ser arrastrado hacia adentro por Seiya, justo antes de que las puertas se cerrasen.

Llegaron a destino sin mayores dificultades, Frey se sintió victorioso, había logrado su misión con creces, hasta el momento, aun quedaba comprar ropa. El centro era muy lindo y llamativo, lleno de negocios de todo tipo, en los cuales el invitado frenaba para curiosear; tardaron dos horas en llegar a un local que estaba solo a una cuadra.

Seiya ya para esas alturas se había olvidado que su pureza y castidad peligraba, se encontraba divertido explicándole al asgardiano como usar la maquinas de juegos o de refrescos. Fue en una tienda de comida donde Frey notó que el pañuelo de una dama había caído al suelo, lo tomó con rapidez y llamó a la mujer:

—Se le ha caído esto señorita... —Pero se quedó observando las facciones de la supuesta dama —Señor... Señorita...
—Gracias —Dijo con una mueca de disgusto y tomó el pañuelo para irse del lugar refunfuñando en voz baja.

El Pegasus a su lado no supo que decirle mientras que Shun rompió a reír estrepitosamente.

—¿Qué era eso? —Cuestionó el nórdico siendo arrastrado nuevamente por el castaño, si seguían frenando en cada negocio llegarían pasado y mañana a la Mansión.
—¡Jajaja! —Rieron a coro los dos japoneses.
—¿Era hombre o mujer?
—Ambas —Respondió Seiya con las mejillas doloridas de tanto reír.
—Que hermoso te ves con el rostro adornado por esa brillante sonrisa... —Se perdió Frey recordando lo enamorado que estaba, lo tomó por la cintura para besar sus labios.
—¡Espera Frey! —Se espantó el pony al ver la calle atestada de gente —¡Aquí no! —Intentó quitárselo de encima —¡Shun! ¡No te rías, ayúdame!

Pero el peliverde se encontraba apartado de la escena riéndose a mas no poder, no tuvo mejor idea que decir:

—Veo que sobro aquí, así que los dejo solos.
—Nooooo...
—¡No evadas mi muestra de afecto porque puedo llegar a morir de amor!—Gritó el rubio llamando la atención de algunos transeúntes, una madre tomó a su hijo pequeño y no supo si taparle los oídos o los ojos.

Al final Seiya logró convencerlo con una mentira, se dejaría, pero en la Mansión. Shun se ligó un coscorrón por no ayudarlo, pero hasta el Pegasus terminó riendo por el bochornoso momento que le tocó vivir.

Llegaron a la Mansión para la hora de la cena, solo habían comprado dos mudas de ropas, no más, ya que teóricamente Frey solo iba a quedarse por una noche más. Por eso, algo impaciente, Seiya increpó a Saori por faltar a su palabra:

—¡Dijiste solo una noche! —Susurró para evitar ser oído por el nórdico, nuevamente no era su intención herirlo.
—Yo nunca dije eso —La dama tuvo razón —¿Qué tiene de malo? —Cuestionó para luego acotar —Vamos Seiya, admite que no es taaan terrible, hasta es súper romántico —Como mujer, deseaba que su príncipe azul sea parecido a ese loco.
—Estas como Shun —El Pegasus entrecerró sus ojos.
—Además, no puedo echarlo —Finalizó la Diosa.

El castaño nada dijo ante esas palabras pues Athena tuvo razón. Frey se valía de su carácter tan amable para sacar provecho: Era técnicamente imposible echar a una persona como él.

Seiya salió del despacho de Saori derrotado y algo resignado. Había escapado durante todo lo que quedaba de la noche de las garras del extranjero ya que le había hecho la promesa de que se “dejaría” en la Mansión. Frey lo buscó por cielo y tierra hasta que lo halló justo en los pasillos.

—Frey... Ahora no.
—Te estuve buscando —Aclaró el rubio tomándolo de un brazo.
—¡Espera! —El Pegasus comenzó a ponerse nervioso pero su compañero no oyó su pedido y lo arrastró por la Mansión —Ahora no puedo...
—Necesito que me expliques algo —Interrumpió el asgardiano.
—¿Qué cosa? —Se extrañó el menor cuando llegaron a la sala.
—Eso —Señaló Frey
—¿Eso? —Repitió como loro —Eso es un televisor —Enarcó una ceja —¿Nunca has visto uno?
—He oído de su existencia —Respondió serio.
—¡¿Nunca?! —Seiya no pudo creerlo —No sabes lo que te has perdido... ¡Tu existencia no ha tenido sentido hasta hoy!

Era su labor demostrarle a ese extranjero la útil función de la televisión en la vida de uno. ¿Cómo podía ser posible que Frey no supiese como utilizar algo tan cotidiano como un televisor? Acaso ¿Vivió toda su vida en un termo? Aparentemente si, Asgard se asemejaba bastante a ello por lo menos.

De lo que sí sabia y mucho, era sobre caballos, Dioses nórdicos, el frío, las estaciones, las frutas, las verduras, la escasa vegetación del lugar, la fauna, la caza... No más. Bueno, solía leer mucho, pero la televisión le ofició la posibilidad de leer sin necesidad de tener un libro, era parecido, ver una película le llevaba a lo sumo dos horas nada mas. Aun así se dio cuenta de que prefería los libros.

Estuvieron toda la noche despiertos viendo televisión. El joven nórdico no podía salir de su asombro, podía informarse sobre el mundo con el noticiero, podía ver dibujos animados, documentales sobre animales que solo había visto en libros, y lo que mas le gustó fueron los canales de comida. Aunque Seiya prefería ver los canales de deportes, sobre todo aquellos donde muchachas con ropas ajustadas hacían ejercicios, dejó que el control lo tuviera su invitado.

Así lo entretuvo bastante y se salvó de la situación. De vez en cuando lo observaba de reojo, pero volvía su vista a la televisión cuando el rubio posaba su mirada en su persona... No iba a ser cosa que le recordase su promesa.

—Dime Frey... ¿Cuándo tienes pensado volver a Asgard? —Intentó no sonar descortés, no quiso darle la impresión de que lo molestaba estando bajo el mismo techo ¡Aunque fuese en parte verdad!
—Pues... —El aludido tomó una gran bocanada de aire para luego suspirar —Mi situación es algo delicada allí
—No entiendo.
—Digamos que tengo las puertas de Asgard cerradas.
—¡¿Qué?! —Luego de notar la expresión de tristeza en el rostro de su compañero, el Pegasus se corrigió para sonar menos deprimido —¿Qué? ¿Por qué?
—¡Yo no pienso volver de todos modos! ¡Aunque requieran mi presencia!
—¿Qué sucedió?
—Es que en Asgard no pudieron comprender mi amor... Solo mi querida hermana me dio su bendición y para mi es suficiente.
—¿Quieres decir que tu? —El castaño no podía creerlo —¿Por qué hiciste algo así?
—¿Qué cosa?
—¿Y si yo te rechazaba? —Cuestionó duramente, al darse cuenta de sus propias palabras se volvió a corregir —Quiero decir, ¿Has pensado que harás si yo te rechazo? ¿Adónde iras? Fue muy precipitado hacer semejante cosa por nada.
—Para mi no es así joven Pegasus... —El semblante de Frey se ensombreció —Para mi no es poca cosa conquistar tu amor.
—¿Te has detenido a pensar un minuto lo descabellado que es...?
—Te ves... —Interrumpió el rubio con un murmullo —Tan hermoso, tan imponente cuando la ira domina tu persona...
—No empieces —Se enojó aun mas el menor —¡No Frey! —Exclamó cuando el otro se le tiró encima para robarle un beso.

Estuvieron forcejeando unos cuantos minutos hasta que Seiya logró quitárselo de encima:

—¡Ya es tarde... Es hora de dormir!.

Dijo para escapar y lo hizo, se fue como caballo de carreras por las escaleras rumbo a su cuarto para luego poner llave. Era cierto, afuera comenzaba a ser de día y los pájaros despertaban con su canto matutino, lo mejor era irse dormir.

La situación para el Pegasus no podía ser peor, ¿Qué significaba que Frey no pudiese volver a Asgard? ¡Que iba a quedarse en la Mansión! La cabeza del castaño daba vueltas, nunca antes se había metido en un embrollo semejante.

Se despertó, o se durmió, no supo en realidad si alcanzó a dormirse, pensando en el nórdico y en como hacer para hacerle entender que no quería saber nada con él y que nunca querría. Afuera se escuchaba el movimiento de los inquilinos despiertos, era hora de levantarse.

Cuando el castaño llegó a la cocina saludó a todos sin discriminación, sentándose a la mesa junto a Hyoga, Shiryu y Shun. Frey se encontraba muy entretenido con el horno microondas:

—¿Qué te sucede loco? —Cuestionó Ikki sin tapujos.
—¿Tienen otro televisor en la cocina?
—Jajajaja... ¡Serás idiota! —Rió el Phoenix de manera hiriente sentándose a la mesa junto a su otouto.
—Ikki... No seas tan cretino —Censuro Seiya muy severo para luego acotar con calma —No Frey, es un horno microondas, sirve para calentar comida y bebidas.

El nórdico, contento por aprender algo nuevo, se sentó con una sonrisa junto al Pegasus, así empezaron a desayunar, con calma y sin prisa, pero Hyoga, notando lo resignado que estaba su amigo con la situación, pronunció en son de broma:

—¿Para cuando el casamiento?
—¡Hyoga! —Exclamó el pony rojo de ira.
—Ignóralo amor —Dijo Frey en son de consuelo. —Solo lo dice para importunarte.
—¡Lo sé!... ¡Y tu no me digas amor!
—Pero si lo eres —Contradijo el nórdico.

Ikki negó con su cabeza y se puso de pie para dejar la taza vacía dentro de la bacha.

—¡No Frey! —Nuevamente Seiya se veía forcejeando con el extranjero —¡Aquí no! ¡Están todos!

Pero eso no convenció al enamorado, insistió para darle un beso, tanto, que terminó dándole uno en la comisura de sus labios, el Pegasus ya estaba harto de seguir soportando esos arrebatos por lo que exclamó:

—¡No puedo corresponderte!
—¡¿Por qué?! —Investigó dolido.
—Porque... Porque —¿Qué podía decirle para convencerlo realmente?.

Ya le había dicho que no le gustaban los hombres, le había mentido diciéndole que en realidad era mujer, y hasta le había confesado que era zoofilico y que su amor era correspondido por un Ovejero Alemán a la vuelta de la Mansión, pero ni todo eso logró engañar y convencer a Frey.

—¡Porque estoy saliendo con Shun! —Fue lo único que pudo decir, lo único que le vino a la mente en ese momento.

Hyoga se quedó con la tostada en la boca, Shun lo asesinó con su mirada aunque bien merecido se lo tuvo por burlarse anteriormente del castaño, mientras Shiryu reía sin detenerse, Ikki observaba la escena algo ajeno.

—Eso es mentira —Contradijo el nórdico —El joven Andrómeda tiene depositado su amor en el joven Cisne.

Ahora sí, el corazón del mentado ruso se aceleró tanto que pensó que iba a tener un paro cardiaco e iba a caer muerto en la cocina, Shun se puso de pie súbitamente como si hubiese tenido una descarga eléctrica en el trasero y el Dagón dejó de reír atorándose con su saliva.

—Y el joven Cisne le corresponde —Finalizó terminando de asesinar metafóricamente a los oyentes en aquella cocina.

Seiya se sintió muy culpable por lo que había logrado, pero por otro lado satisfecho ya que Frey se había cansado de forcejear con él.

—¿De donde sacas semejantes ideas? —Intentó disimular el Pegasus por el bien de la pareja.

Ikki, sin decir nada, sin ninguna expresión en su rostro, se fue del lugar atravesando con calma la puerta vaivén. Shun dio unos pasos pero se detuvo para observar el rostro de su chico, quien con una expresión y un asentimiento de cabeza, lo alentó a ir detrás de su niisan.

—Lo siento... ¿Incomodé a alguien con mis palabras? —Se lamentó el nórdico.
—No Frey, no te preocupes —Consoló el pelilargo —Era hora de que las cosas se aclarasen en este lugar.
—¡A mi si me incomodas! —Se sacudió el pony para después salir corriendo.

Por otro lado, Ikki se encontraba en su cuarto acomodándolo un poco, en realidad disimulando que hacia algo para aparentar tranquilidad. Así lo encontró su otouto quien ingresó sin golpear, llamándolo apenas, con duda y algo de temor:

—Niisan...
—Shun...
—Sobre lo que dijo Frey...

Al ver los ojos de su hermano, el peliverde supo que lo mejor era mentirle, decirle que eran todas boberías, que no se preocupase, pero antes de que Shun pudiese acotar, el peliazul se le adelantó:

—Lo sé Shun... Ya lo sabia.

Andrómeda se quedó con su boca abierta, por eso Ikki continuó.

—Ustedes... ¿Ustedes creen que yo soy idiota o algo parecido? —Cuestiono no con dureza, mas bien con tristeza —¿Tanto me subestiman?
—Lo siento niisan... Es que no queríamos... No quería que tu te sintieras mal por...
—Me hubiera gustado enterarme... Mejor dicho —Se corrigió —Me hubiera gustado confirmarlo por ti, por boca tuya... O al menos por boca de ese ganso cobarde.
—Perdón. No sé que decir —Se lamentó el peliverde bajando su vista al suelo. —¿Desde cuando lo sabes?
—Creo que desde siempre —Bufó algo resignado —A ese se le han volado los patos por ti desde que eran niños, siempre fue algo rarito.

Shun tomó aire y tosió para quebrar el silencio que se había instalado entre los dos.

—¿Estas enojado?
—Pues... Un poco, pero ya se me va a pasar.
—Bien... —Otro silencio incomodo —No quise ocultártelo, como siempre te cayó mal Hyoga, pensé que al saber que no solo estaba con un hombre sino con él, te ibas a enojar como nunca.
—Si ese rubio toda la vida me ha caído mal es justamente por mentiroso y farsante... ¡Jamás! Jamás fue capaz de decirme lo que sentía por ti. Escondiéndome las cosas como si yo fuese algún tipo de monstruo capaz de asesinarlos.
—No te enojes con él, solo lo hizo por mi... Para que tu no te enojaras conmigo.
—Lo sé también, por eso aun sigue con vida, que si no...

Con esas ultimas palabras, dichas con un poco de ternura, demasiado viniendo por parte del pollo insensible de la casa, Shun sonrió abiertamente.

—Dejaremos la charla para mas adelante.
—¿Qué charla? —Se extrañó el peliverde
—¿Cómo “que charla”?, Debo hablar contigo mas a fondo sobre el tema, ahora no... Porque todo es muy reciente.
—Entiendo —Se acercó a su hermano con precaución e investigo —¿Puedo abrazarte?
—Claro Shun... ¿Por qué no? ¿Desde cuando me tiene que pedir permiso para eso?

Con esa conversación, Andrómeda se había quitado un gran peso de encima y había recuperado la confianza otra vez, en si mismo, en su niisan y en su relación con Hyoga. Al final Ikki terminó admitiendo que la locura de Frey se le había pegado un poco... Logrando ablandar su corazón de pollo. No era algo tan grave como todo aparentaba ser.

Seiya por su lado se encerró en su cuarto todo el día, aunque a mitad de la tarde tuvo que salir de su guarida en busca de comida. Había logrado escapar de Frey pero ¿Por cuánto tiempo mas podían estar así?

El necesario hasta que el nórdico lo entendiese de una buena vez.

El Pegasus se preparó algunos emparedados, tomó una jarra de jugo y subió otra vez a su cuarto, dejó todo sobre el suelo y cuando dio la media vuelta para cerrar la puerta se encontró con Frey en el marco.

—¡AAAH! ¡FREY!... —Exclamó blanco como papel de calcar —¡No me des esos sustos, hombre!
—Lo siento Seiya.

El semblante del nórdico se notaba aun mas apagado que antes, cansado, entristecido. El castaño frente a él guardó silencio, esperando sin bajar la guardia, algún arrebato por parte del otro, sin embargo el rubio volvió a disculparse.

—Lo siento Seiya... Lamento todas las molestias que te he ocasionado —Tomó su mano derecha con dulzura, Seiya se lo permitió aunque con algo de duda.
—Frey...
—He venido... —Pronunció con calma —He venido a reclamar tu amor... Por eso no me iré de aquí hasta que me des una respuesta.
—Etto... —El Pegasus tragó grueso —Frey...
—Solo así podré irme en paz —Se arrodilló a sus pies.
—Levántate —Pidió el castaño sonrojado pero su compañero lo ignoró.
—Solo cuando obtenga una respuesta podré seguir mi camino... En soledad o acompañado por ti.

Seiya tomó aire y se quedó unos segundos pensativos hasta que una vieja leyenda golpeó su mente en ese momento, aunque siempre le pareció algo estúpida la historia, podía sacar provecho de ello:

—Corresponderé tu amor solo...

Frey se puso de pie con su rostro nuevamente iluminado.

—Solo si me consigues una rosa azul del enorme jardín de la Mansión.

Como un rayo el nórdico asintió y desapareció rumbo al jardín. El Pegasus no supo si reír o llorar, su enamorado, sin pensar en el incoherente pedido, había desaparecido en busca de una rosa que no existía.

Pero mejor, así lo entretenía un buen rato y de paso, tuvo que admitirlo, fue una manera de decirle que no sin lastimar por demás sus sentimientos. Satisfecho el castaño se arrojó en su cama para leer una revista hasta quedarse dormido.

Cuando el mas joven de los Kido despertó no imaginó lo que su pedido había desencadenado. Un caos en la Mansión, absolutamente todos se encontraban buscando a Frey.

—¡Seguramente esta solo! ¡En la ciudad! —Exclamó Saori fatalista —¡Sin dinero! ¡Sin saber como usar un baño publico! ¡Con frío, con hambre, con sed! ¡CON MIEDO!
—Tranquila Saori... Sobrevivirá —Sentenció Ikki sentándose en el sillón, muy divertida la búsqueda pero ya estaba cansado.
—¿Frey no ha regresado? —Preguntó el Pegasus bajando las escaleras, apenas en un murmullo, sintiendo la culpa dominando su ser.
—Ha desaparecido en la noche y aun no ha regresado. —Respondió Shiryu buscando debajo del sillón ¿?
—¿Han buscado en el jardín? —Pronunció Seiya al borde del suicidio.

¡¿Cómo pudo hacerle algo así a un hombre tan bueno?! Frey era único en su especie, era correcto, amable, bondadoso, romántico. ¿Cómo pudo hacerle eso a la única persona que había demostrado amor por el? ¿Qué aseguraba estar dispuesto a dar su vida por él? Nunca, nadie, había dicho algo semejante por su persona.

—No se preocupen, entonces... —Acotó Hyoga —Shun está buscando por allí... ¿Qué creen que le pudo haber pasado?

Seiya guardó silencio y se sentó en las escalinatas esperando por el peliverde y alguna noticia del rubio. ¿Y si se había ido para siempre? ¿Y si jamás iba a volver por él? Quizás se había dado por vencido, se había dado cuenta que las flores azules no existen.

—Para mi que volvió a su planeta natal —Respondió el Phoenix tomando el diario —Deben haberlo venido a buscar ayer en la noche en un plato espacial.

El castaño hundió su cabeza entre sus piernas. ¿Por qué comenzaba a sentirse tan desesperado? ¿Con tantas ganas de llorar y de salir corriendo?.

—¿Qué te sucede Seiya? —Shiryu lo observó con una sonrisa —Volverá —Susurró en son de consuelo.
—Estaré en mi cuarto, si saben algo de él, avísenme —El Pegasus se puso de pie y desapareció rápidamente para esconder su creciente dolor y así poder arrojarse sobre su cama.

¡La única, la primera persona que le demostraba un poco de amor y él hacía algo semejante! No, si los Dioses les daban pan a los que no tenían dientes. Pasaron varias horas hasta que la puerta del castaño fue golpeada.

Con desesperación Seiya se puso de pie y abrió la puerta preguntando impulsivamente:

—¡¿Alguna noticia de Frey?!

Pero se quedó con la boca abierta al ver al mentado rubio del otro lado, vistiendo nuevamente sus extraños ropajes, tan comunes en Asgard y con el cual el siempre lo recordaba.

—Frey... —Susurró el Pegasus, para luego bajar su vista y notar las lastimaduras recientes en sus manos —¿Estas herido? Déjame ver... Son... —Ahora si, la culpa lo estaba matando —Espinas...
—Lo siento joven Pegasus —Se lamentó el nórdico con una triste sonrisa —Busqué durante toda la noche, entre las hermosas rosas, abundante y enérgicas que rodean la mansión, bajo la luz de la luna como única compañera... Pero no hallé una azul.
—Porque no existen —Espetó el castaño entre dolido e indignado.
—Lo sé... —El rubio bajó su vista derrotado. —Pero quise hacer el intento, por ti...
—Oh... Frey.
—Solo conseguí esto —Sacó de entre sus ropajes una rosa de tela, de color azul —En realidad fue gracias al joven Andrómeda, quien en la feria me ayudó a buscar una artificial.
—Gra—gracias —Balbuceó tomándola entre sus dedos.
—Supongo que... No cuenta como valedera... Por lo tanto deberé seguir mi camino.

Seiya lo observó con sus ojos sumamente aguados y enmarcando una gran sonrisa que adornó su juvenil rostro, lo abrazó con fuerza como para no dejarlo ir nunca. La flor azul cayó al suelo cuando Frey lo tomó por la cintura depositando un beso en sus labios, un tan ansiado, esperado y merecido beso.

Apenas un contacto superficial de bocas, muy tenue e inocente y por demás cálido que sirvió como un pacto entre los dos. El nórdico se sintió victorioso, tenía consigo el amor de su querido Pegasus, que tan terco como él, no se había dado por vencido, algo que había aprendido del mismo castaño algunos años atrás en la batalla contra Dolbar:

Persevera y triunfaras.
Notas finales:   

Seh, ya encontré el guión de diálogo.

 

Muchas gracias por leer.

 

22 de Febrero de 2008


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).