Llovía como siempre desde hacia tiempo, tenia el piso de la casa repleta de recipientes con agua, parecía un campo minado, la casa olía a orines de gato, había basura y ropa tirada por todas partes y lo único que parecía hecho para una persona era la habitación, la cama enorme de dosel con las cortinas rojas y las sabanas negras de seda parecían hechas para un rey, miro a su alrededor y sintió de nuevo el peso de la soledad, de nuevo ese sentimiento de asfixia, entro al baño y para variar las luces parpadeaban, era el ambiente mas deprimente del mundo, se miro en el espejo y lo que vio fue lo mas denigrante de todo, estaba pálido, flaco hasta decir basta, los ojos vivaces y feroces aun, pero ya sin esa hermosa chispa dela que eran dueños meses atrás, miro con asco la enorme cicatriz del rostro, odiaba lo que veía todos los días, ese rostro reclamándole ese estúpido precepto que guiaba su vida siempre.
-Todo o nada… susurro mientras se cubría la mitad del rostro con la mano.
Saco un arma de la parte posterior del pantalón y disparo al reflejo del espejo. Ojala tuviera los cojones para hacérselo el mismo. Salió del baño y se puso el abrigo, no quería estar un momento mas en ese lugar, en cualquier lugar estaría mejor que en esa pocilga que llamaba casa…
Había cesado de llover por arte de magia, eso le hizo sonreír por primera vez en mucho tiempo, seria una buena noche. Camino por calles vacías y oscuras, llego a varios bares y bebió todo lo que le dio la gana, paso por las calles inundadas de mariposas nocturnas dispuestas a posarse sobre o bajo de ti por unos cuantos billetes, se le acercaron varias pero el las mandaba a la mierda no quería eso, no quería pagar por sexo, aunque como varias de ellas afirmaron, pagarían por tenerlo entre sus piernas una noche. Era demasiado oscuro, demasiado atrayente, esa cicatriz no hizo si no incrementar la hermosura de la que era poseedor, esa sonrisa y esos ojos envenenados invitaban a la perversidad y la enfermedad, seria una buena adicción pensaron varias de ella observándolo caminar.
Camino mas rápido de lo normal alejándose de las luces de neón que enmarcaban las alas de esas relucientes mujeres, estaba furioso, no sabia la razón pero lo estaba, comenzó a patear un bote de basura lo mas fuerte que pudo hasta reducirlo a nada, maldijo todo lo que pudo, cuando el bote ya no sirvió para esa poco edificante tarea continuo con la pared haciéndose trizas los puños contra ésta, tan concentrado estaba en su pelea contra ese enemigo inerte que no se percato que unos intensos ojos verdes ocultos en unos extraños lentes lo miraban con cierto asombro y fascinación.
Entonces sintió la mirada inquisidora de su único espectador y le dedico una otra siniestra, haciendo que el cuerpo de aquel se estremeciera.
-¡¿Qué carajos me ves?! dijo después de detenerse y limpiarse con las manos ensangrentadas el hilo de saliva de su boca.
-Nada, solo me preguntaba que culpa tenia el bote y la pared de tu frustración, respondió el otro bajando la mirada y sonriendo.
Se sintió desnudo y vulnerable, se sintió más frágil que nunca y deseo con todas sus fuerzas poder aniquilar a ese tonto que le había hecho recordar la mierda de la que huía...
-¿Cuánto?, dijo con cierto recelo.
La sombra sonrió y un extraño brillo en sus ojos le dio aún más voluntad que sus palabras. Se levanto lentamente manteniendo media espalda recargada en la fría pared de aquel callejón y sacando las caderas para que se le notara el precio.
-Quinientos dólares la hora.
El joven con la enorme cicatriz que instantes atrás se había sentido tan transparente solto una carcajada que se escucho hasta el mismísimo Infierno mietras veía con desprecio a aquel pobre prostituto que lo veía con una sonrisa cinica y desafiante.
-Debes estar loco si crees que alguien pagaría eso por ti, dijo un poco mas calmado el rubio de la cicatriz.
-Es lo justo, respondió secamente el otro.
Lo miró bien, los ojos verdes como plantas recién nacidas. La piel nívea y el cabello a rojo vivo como aquellas llamas que lo han consumido toda su vida. Las facciones demasiado delicadas, el cuerpo delgado y agil… bien merecía ese precio.
Se dio la vuelta sin decir nada, tal vez el remedio a esa frustración estaba allí frente a él. Costaba, pero le salvaría la vida esa noche.
-Vamos…
El chico pelirrojo sonrió triunfante y camino detrás del rubio mientras lo iba devorando con la mirada, algo había alrededor de aquel joven que lo hacia sentirse vulnerable, desde que lo vio furioso pateando ese bote se sintió profundamente conmovido por ese ser, debía estar demasiado solo para llegar a esos extremos.
Sonrió y bendijo por primera vez eso que hacia… seria estala tercera ocasión que se vendería, pero por primera vez lo disfrutaría.
…Y mucho, susurro sonriendo aun mas mirando el trasero de aquel hombre que le miraba de reojo con una sonrisa maliciosa.