Cuando Andrew y Yoshitora se cruzaron en el baño de la estación eran perfectos desconocidos. Ni siquiera se miraron, ningunos captó la atención del otro... y ninguno pensó que sus vidas se entrecruzarían de la forma más extraña...
***
Al oír la llamada Eikichi se inquietó un poco. Desde donde estaba alcanzaba a ver la gente abordando nuevamente el bus, pero era el siguiente en la fila para pagar y no quería volverse sin los dulces que llevaba; esperaba poder llegar a tiempo. El viejo que estaba delante de él terminó de pagar y se alejó, Eikichi se apresuró a hacer lo mismo y correr al bus, antes que este partiera y lo dejara. Esa era sólo una breve parada en una estación-centro comercial en el medio del camino, y ahora seguirían varias horas del último tramo del viaje que los llevaba a ese hotel en las montañas.
Se apresuró a ocupar su asiento en el número 26, y se alegró de haber llegado antes que su sempai y así ocupar el asiento de la ventana (en el tramo anterior del viaje también habían peleado por ese lugar y Yoshitora lo había ganado). Éste aún no llegaba, dijo que iría al baño (donde seguramente había una cola muy larga), así que no tardaría en regresar. Y cuando lo hiciera no le quedaría más remedio que sentarse del lado del pasillo, pensó contento.
Desenvolvió un caramelo y miró por la ventana. Este era el primer viaje que hacían juntos... le hubiera gustado que se tratara de un lugar más animado, con discotecas y centros comerciales... en cambio iban a un hotel en las montañas. Era un lugar muy apacible y se decía que tenía una vista hermosa, pero era mayormente visitado por viejos y matrimonios mayores en busca de tranquilidad. La razón por la que habían elegido ese lugar es porque quedaba muy cerca de las ruinas de una vieja ciudad que constituía un gran patrimonio histórico; por eso, con la excusa de visitar aquellas ruinas como un trabajo para la escuela, estaban viajando allí. Era sabido que las calificaciones de Eikichi no eran muy buenas en Historia y Geografía, por eso a nadie le sorprendió que hiciera un trabajo extra para subir sus notas. No importaba que de verdad terminaría haciendo ese trabajo (seguramente Yoshitora le daría una gran mano), lo único que en ese momento le importaba eran los lindos días que pasaría con su querido sempai. Esperaba que no les tocaran días de lluvia... Justo pensaba preguntárselo a su sempai que ya había regresado.
- Semp... -dijo volviendo la cabeza de la ventana, pero se dio cuenta que no era su sempai quien se había sentado a su lado; era un hombre rubio que estaba leyendo algunos folletos.
- ¿Qué?... -Andrew levantó la vista de los folletos que traía en sus manos y se extrañó de ver otra cara distinta de la de Marcos a su lado. Por unos segundos se quedó con la boca abierta, y luego se paró rápidamente y se disculpó -Ah, lo siento, creo que me equivoqué de asiento -dijo y se dio la vuelta.
- Ah, está bien... -Eikichi volvió a mirar por la ventana. Pero el hombre pronto volvió.
- Disculpa... -llamó en un tono muy amable- pero creo que este es mi asiento. -Miró la bebida que antes había estado tomando, y el bolso de Marcos en el maletero.
- ¡Ah, perdón! -Eikichi se levantó pero vio sobre su cabeza el número 26 de su asiento- Eh... este es el número 26... -miró a su alrededor y descubrió con horror que ese no era el mismo bus en el que había venido. -¡Ay no, dónde estoy!
- ¿Estás bien?
- ¡Creo que me equivoqué de bus!- respondió asustado. Buscó nervioso su celular en su ropa, y descubrió que no lo traía encima. -Mi teléfono... mi teléfono...
- Ten -Andrew le ofreció el suyo al chico en apuros.
- Gracias -le agradeció desde el fondo de su corazón por ser tan buena gente. Lo tomó y pronto descubrió que no sabía el número de su sempai (lo tenía grabado así que para qué aprenderlo). -No puedo recordar el número...
- ¿Venías con alguien?
- Sí... ¿Hacia dónde va este bus?
- Al Hotel Dos Soles.
- ¡Yo también voy ahí! -se alivió un poco pero no mucho.
- Debiste equivocar el bus; hay dos contingentes viajando allá ahora. -Y sospechó que lo mismo le había ocurrido a Marcos a quien no veía por ningún lado. Tomando de vuelta su teléfono celular lo llamó.
***
Marcos estaba molesto porque no podía encontrar su maleta por ningún lado. Revisó bien el maletero, y los maleteros cercanos en caso que la hubiera puesto allí por error pero no estaba. No podía ser que se la hubieran robado, ¿o sí? Miró a su alrededor con ojos desconfiados a todos los que estaban allí... y lo que descubrió no fueron caras sospechosas, sino caras completamente desconocidas...
- Señor, regrese a su asiento por favor -le dijo una de las encargadas.
- S-sí...-dijo nervioso y se apresuró a sentarse en el único lugar libre y hundirse en el asiento a causa de la vergüenza. ¿Posiblemente había abordado otro bus?
- ¿Puedo ayudarte? -oyó a su lado. Un chico rubio, más o menos de su edad le había hablado.
- Eh... ¿puedo quedarme aquí hasta que regrese tu acompañante? -le pidió; la encargada aún estaba cerca, y si se levantaba de allí le volvería a pedir que se sentara y tendría que decir delante de todos que ese no era su bus.
Como toda respuesta Yoshitora se encogió de hombros y siguió marcando un número en su celular. Primero comenzó como un suave zumbido, y pronto se hizo bien distinguible el tono del celular de Eikichi sonando en su mochila.
- Pequeño idiota...-murmuró entre dientes.
Yoshitora se tapó los ojos con una mano y suspiró. Se habían separado un momento y ya se había perdido... Seguramente Eikichi aún estaba en la estación; tendría que pedirle al conductor que regresaran por él. Se imaginaba a las señoras gordas protestando por los niños irresponsables y cómo les hacían perder el tiempo... pero era mejor ir a decirlo cuanto antes, era mejor regresar ahora que aún estaban cerca.
- Eh... ¿te pasa algo? -le preguntó Marcos, que había sido testigo de todo el episodio.
- No... Bueno, sí: mi amigo no abordó el bus, creo que aún está en la estación. Iré a pedir que regresen por él -hizo ademán de pararse justo cuando sonó el teléfono de Marcos.
- Bueno... ¡Andrew! -exclamó al oír su voz, asustado y aliviado a la vez- Sí... sí... me subí al bus equivocado. Sí, eso creo... está bien... ¿Eh? Sí, sí, aguarda... -se dirigió a Yoshitora- creo que tu amigo se subió al otro bus ¿quieres hablarle?
Yoshitora tomó el teléfono.
- ¿Eikichi?... Sí, ya... No hay nada que hacerle... Ey, tranquilízate: estamos yendo al mismo lugar, te veré cuando lleguemos allí ¿Cálmate, okay? Todo está bien.
Le devolvió el celular a su dueño, que dijo algunas palabras más y colgó.
Los dos chicos se sentaron; Yoshitora dejó salir un resoplido y Marcos se tiró hacia atrás en su asiento.
- ...Se equivocó de bus... ¿Se puede ser tan idiota? -y dándose cuenta que el chico que tenía al lado también había tomado el bus equivocado se apresuró a corregirse- Ah, no... es decir...
- Los dos se parecían mucho...-murmuró Marcos.
- Sí, son los dos iguales...sólo que uno es para los maricas.
Marcos no supo qué contestar de inmediato; el chico estaba diciendo que allí uno de los dos era marica. ¿Se refería a él? ¿Algo lo había "delatado"? ¿O por el contrario, le estaba diciendo que él mismo lo era?
- Es un chiste -le aclaró al ver la reacción lenta de Marcos.
- Ah, ya... -Marcos no sonrió. Volvió la vista al frente; ni siquiera tenía allí su maleta para buscar el libro que quería leer...
Yoshitora se puso los auriculares y cerró los ojos tratando de dormir, aparentemente. Si iba a tener los ojos cerrados, Marcos deseó que le cediera el lugar de la ventana.
- Faltan... poco menos de cuatro horas para llegar- comentó Yoshitora pasado un rato, chequeando su reloj- ¿Por qué no tratas de relajarte?- le sonrió. Había visto que su azaroso acompañante no parecía nada tranquilo, y que en cada curva buscaba un vistazo del bus que venía no tan lejos detrás de ellos.
- Sí...-trató de responderle la sonrisa y notó que hasta los músculos de su cara estaban tensos. Trató de aflojarse y tomar una pose más relajada en su asiento -Me llamo Marcos.
- Mi nombre es Yoshitora- le respondió este en tono grave, uniendo sus manos y haciendo una profunda reverencia. Y se rió cuando Marcos trató de imitarla, algo nervioso. Siempre le daba gracia la imagen que los extranjeros tenían de los japoneses.
Marcos se dio cuenta que le habían tomado el pelo; sí, seguro el chico se pasaba de relajado. Volvió a mirar por la ventana, deseando que esas cuatro horas pasaran rápido.