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El beso del sol por MiharuNatsuyama

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Andrew colgó el teléfono. Sólo había sido una simple confusión, nada grave. Pronto se reencontrarían.

- ¿Está bien si me siento aquí entonces? -preguntó Eikichi.

- Sí, claro -le sonrió Andrew.

Eikichi le pasó sus dulces y Andrew escogió un bombón de café.

- Gracias. ¿Cómo te llamas?

- Eikichi, ¿y usted?

Andrew sintió una punzada.

- Me llamo Andrew, y por favor no me digas "usted" que oír eso de un chico me hace sentir viejo...

- Ah, está bien... -Eikichi se sentía un poco apenado.

- ¿Estás viajando con tus padres?

- No, vine con un amigo -respondió el chico y Andrew vio claramente cómo al decir eso se sonrojaba haciendo ese par de ojos turquesa resaltar más sobre el rojo de su cara.

- Yo también vine con un amigo- le sonrió.

- ¿Por qué escogieron este lugar? -sintió curiosidad Eikichi.

- Bueno, a mí me gustan los lugares tranquilos... Además está ese festival...

- ¿Festival? ¿Qué festival? -se entusiasmó Eikichi. Si había algo como un festival, eso seguramente animaría mucho las cosas en ese lugar tan desolado.

- Habrá un festival dentro de tres días muy cerca de donde vamos -Eikichi sabía que había muchos poblados pequeños esparcidos por la ladera de la montaña- así que iremos con mi amigo. Claro, él aún no lo sabe... Creo que ambos hemos tenido nuestras dudas y espero que ahí se dé cuenta de... -no terminó la frase, porque pensó que estaba a punto de tocar un tema que no era recomendable tratar con el chico -¡Como sea, dicen que el hotel a donde vamos tiene una vista muy buena!

Y cambió de tema. Sólo más tarde mientras el hombre dormitaba en su asiento, Eikichi se atrevió a tomar uno de los folletos que antes había estado leyendo. El Hotel Dos Soles tenía una bella vista a un lago, y debía su nombre a que en sus cristalinas aguas se reflejaba el sol dando la impresión de que tenían dos soles a lo largo del día; era un lugar muy luminoso. Cada día el sol se ponía por un lado de la montaña, pero una vez cada dieciocho años se podía ver el sol ponerse directamente sobre el lago. Antiguamente los hombres deseosos de declarar su amor iban al pie de la montaña a contemplar el "beso del sol", el encuentro de esos dos soles... Con el paso de los años todo aquello había devenido en un festival pero algunas de las tradiciones aún se conservaban. Eikichi pensó que Yoshitora posiblemente no tenía idea de eso, y que sería lindo ir allí con él. Probablemente no se atrevería a confesarle sus sentimientos, pero si las parejas que iban allí eran bendecidas (lo decía en el folleto) eso era suficiente en su corazón.

Se oyó un golpe fuerte y el bus dio un pequeño salto; Andrew despertó y Eikichi se ganó un golpe contra el vidrio con el sacudón. El bus se orilló a un lado del camino. Andrew, Eikichi y muchos curiosos más pegaban sus caras a las ventanas; habían atropellado un venado o algo parecido y se había atorado en la rueda trasera. Ahora los conductores y alguien más intentaban sacarlo.

- Voy a ayudar- dijo Andrew.

En poco tiempo otras personas habían bajado del bus también para ayudar a quitar al animal (Eikichi también bajó de puro curioso). Lo sacaron al fin de un fuerte tirón... y entonces hubo un chirrido y todos corrieron: parecía que el bus se les venía encima. El bus no se cayó de lado pero sí comenzó a moverse... había quedado muy en la orilla y ahora bajaba rápidamente, llevándose todo a su paso. El aire se llenó de gritos hasta que el bus se detuvo al chocar contra un árbol. Los demás bajaron corriendo por el empinado y desigual terreno hasta donde había quedado el bus a pocos metros. Nadie había salido herido, sólo estaban muy asustados.

- Salgan todos, no es seguro quedarse adentro. Salgan, con calma -llamó uno de los conductores.

Debían pedir ayuda, y volver al camino, pero la mayoría de los viajantes eran personas de la tercera edad que no podían volver a subir por ese terreno tan desparejo... Uno de los conductores y la encargada llevarían al contingente por un rodeo hacia algún lugar por donde pudieran subir. Los que pudieran, volverían al camino por el camino corto y otros esperarían cerca del bus. Eikichi y Andrew fueron de los que volvieron subiendo por donde antes habían bajado y llegaron antes al camino. El rubio intentó llamar a emergencias, pero su teléfono ya no tenía señal allí. Suspiró; seguramente los conductores ya habían pedido ayuda por el radio, sólo tenían que quedarse allí a esperar para señalarles dónde estaban los demás. Se sentó en la banquina.

A los cinco minutos apareció un auto de algún lugareño y todos insistieron que debían pedirle ayuda y lo pararon; ya que habían visto a Andrew tan bien dispuesto antes, lo enviaron a él a hablarle. Andrew se acercó al auto y le explicó al conductor lo que había pasado, y le pidió que por favor lo acercara al lugar más cercano donde pudiera pedir ayuda. Éste accedió con gusto y Andrew subió al auto, no sin antes ser detenido por un par de manos que se aferraron de su ropa. 

- Yo voy con usted- pidió Eikichi agarrándole el brazo.

- ...Está bien -Andrew reconoció la misma mirada de Marcos en el chico, y entendió que no quería quedarse solo. -Y por favor no me digas "usted"... -suplicó bajito.

Eikichi subió al auto detrás de Andrew y partieron hacia algún lugar cercano.

***

Hacia el final de la tarde el otro bus ya se había detenido frente al hotel y todos estaban bajando. Yoshitora estiró bien los brazos y movió un poco el cuello, y Marcos se sobaba el trasero que se le había adormecido de tanto estar sentado.

Pronto vino la guía a recibirlos, pero los chóferes la llamaron y se quedaron hablando. La mujer tenía una cara preocupada, y algunos de los que estaban más cerca se sumaron a la conversación. Pronto el murmullo atrajo a otros y ahora había un pequeño cúmulo alrededor de los conductores. Marcos y Yoshitora se acercaron como los demás. 

- ¿Qué pasó?

- El otro bus. Es que descarriló...

- ¡¿EH?! 

- Sucedió hace veinte minutos; se salieron del camino y cayeron. No hay heridos de gravedad y la compañía ya envió la ayuda que necesitaban, pero hay diez personas desaparecidas y aún no las han encontrado.  

Todos estaban preocupados allí, pero ninguna cara estaba más pálida que la de Yoshitora o Marcos. Yoshitora fue el primero que pudo hablar.

- ¡¿Hace veinte minutos?! ¡Cómo es que no nos dijeron antes!- le gritó al conductor, y Marcos pensó que ese no era para nada el punto.

- No queríamos que nuestros pasajeros se alarmaran...

Y entonces todas las miradas se desviaron: un bus más pequeño estaba llegando con el contingente del segundo bus. Los chicos miraron atentamente y en silencio, con el corazón subido a la garganta. Pero no pudieron ver ninguna cabeza pelirroja ni ningún apuesto modelo entre los viejos decrépitos, serían fáciles de distinguir. Los conductores de ambos colectivos intercambiaron noticias, y se sumaron dos policías para empezar a discutir dónde comenzar a buscar a los que faltaban.

- Pronto oscurecerá, será mejor continuar la búsqueda en la mañana -llegó hasta sus oídos.

Marcos estaba a punto de protestar indignado cómo eran capaces de dejar a diez personas pasar la noche en medio de la nada, cuando Yoshitora se colgó la mochila en un hombro y se alejó de allí, tomando a Marcos de la muñeca y arrastrándolo con él.

- ¿A dónde? -le preguntó Marcos desconcertado.

- Tu amigo también está perdido ¿no? -sonaba preocupado, y a la vez molesto por la ineptitud de todos que no harían nada por buscar a los que faltaban, y él, Marcos, se sentía igual. Asintió decidido y lo siguió.

Nadie los vio marcharse.

- Están buscando a diez personas, no se fijarán si faltamos nosotros dos -dijo en voz alta, hablando para sí más que nada.

Sus pasos eran enérgicos; no se detuvieron ni hablaron en todo el trayecto. Cada quién tenía su mente y su corazón sumidos en sus propios miedos. Sólo después de un rato de caminar en silencio, si fue mucho o poco no lo sabían, Yoshitora soltó a Marcos, tiró con bronca su mochila a un lado y se sentó en una piedra que sobresalía un poco, hundiendo la cara en sus manos con los dedos enredados en el pelo.

Marcos no se atrevió a decirle nada y tampoco tenía tiempo para él: estaba demasiado mal con sus propias preocupaciones. Recordó su celular e intentó llamar, pero su teléfono no tenía señal allí. Lo guardó con desgano en su bolsillo.

Oscurecía rápidamente.

- ¿Hacia dónde crees que hayan ido?- preguntó Marcos después de un rato, rompiendo el silencio.

Sólo entonces Yoshitora levantó la cabeza y mirando para todos lados le contestó:

- La verdad... no sé dónde estamos nosotros...

Marcos dio una vuelta también mirando para todos lados y tratando de ubicarse, pero a donde sea que miraba todo le parecía igual. Yoshitora se había sentado apenas llegar y estaba seguro que estaba de espaldas al lugar por donde habían venido, pero de ninguna manera habían caminado en línea recta: habían viajado esquivando árboles, enceguecidos por sus ansiedades. Marcos por otro lado se había puesto a caminar de un lado a otro y ahora estaba bastante desorientado.

Pronto quedaron casi espalda con espalda mirando a todos lados. Y por la oscuridad que ya casi era completa o por su mala suerte, pisaron un suelo que se deshizo bajo sus pies y cayeron junto a una pequeña lluvia de terrones, raíces y piedras. Marcos pudo pisar algo y agarró a Yoshitora de la mano. Colgando, el rubio se sujetó de la raíz de un árbol que salía de la tierra seca y pudo subir hasta poder pisar algo, como Marcos.

Ya no podían subir...

Se quedaron en silencio mientras el sol se apagaba completamente en el horizonte. En el valle pudieron ver las luces de un pequeño pueblo, brillante sobre la negrura.

- Vamos allá- le dijo Yoshitora.

- ¿Crees que hayan ido ahí?

- No sé, pero nosotros sí. Tu teléfono no nos sirve y yo perdí mi mochila arriba; es el único lugar que nos queda.

Notas finales:

Pet:

Flash!:  


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