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Crimson Lake por Nanaka

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Finalmente llegaron las tan esperadas vacaciones. Tuvieron unos días para preparar todo lo que necesitarían llevar. Pensaban quedarse en una pequeña pensión que se había construido recientemente no muy lejos de Crimson Lake. Cuando llegó el día los tres estaban bastante emocionados. El trayecto hasta el lago fue largo, y tardaron casi ocho horas en llegar, teniendo que hacer varias paradas a lo largo del camino. Cuando por fin llegaron a la pensión estaba anocheciendo.
***
- ¡Hola! ¿Hay alguien?- los tres jóvenes entraron en el pequeño edificio, encontrándose con una vacía recepción.
- ¿Creéis que habrán salido?- preguntó Kyoko mirando por toda la sala.
Un ruido arriba llamó su atención, y un chico, aparentemente de su edad, bajó corriendo las escaleras, tropezando en el intento y yendo a parar a los brazos de un sorprendido y algo asustado Reiji.
- ¡Perdón!- el joven se soltó rápidamente y se inclino un par de veces disculpándose.
- Esto... ¿sabes dónde está la encargada?- preguntó Kyoko mirando divertida al chico.
- Mi madre tuvo que salir pero yo me encargaré de atenderles... ¿son ustedes los huéspedes que llegaban hoy?
- Los mismos... ¿quién eres tú?
- Me llamo Honda, Ran Honda, mi madre y yo estamos encantados de tenerles aquí esta semana- el joven les indicó con un gesto que lo siguieran y los llevó hasta sus habitaciones.
- Habían pedido dos habitaciones si no recuerdo mal, son éstas- Ran les sonrió y les mostró los cuartos. Eran bastante grandes. Se veían limpios y bien cuidados, y las vistas que tenían eran hermosas, aunque no se llegaba a divisar el lago.
- Vaya... Crimson Lake queda más lejos de lo que pensábamos- murmuró Kyoko.
- ¿Eh? ¿Van ustedes al lago?- los ojos del joven encargado se abrieron como platos.
- Claro... ¿A dónde iríamos si no?- se burló Reiji.
- Pero... ¿Están seguros de querer ir? ¿No han oído lo que se dice de ese sitio?
- Pues claro que sí, pero no creemos en esas cosas, ¿a que no chicos?- preguntó Kyoko, sonriendo como siempre.
- Está bien, hagan ustedes lo que consideren más oportunos.
El joven pelirrojo les habló un poco de las normas generales de la pensión y ya se había hecho de noche cuando bajaron a la cocina para que Ran preparara algo de comer para los huéspedes.
- Bueno, ¿mañana qué haremos? Vamos al lago... ¿verdad?- preguntó Izumi, emocionado como un chiquillo.
- Sí... pasaremos el día allí y después ya veremos... – contestó Reiji, sin mostrar mucho entusiasmo. Sin embargo eso era sólo fachada, en el fondo se alegraba de pasar unas vacaciones con su pareja... aunque con su hermana de por medio lo iban a tener más difícil para estar juntos.
- Reiji... tierra llamando a Reiji... cariño, ¿te pasa algo?- preguntó su hermana preocupada. Llevaban unos minutos hablándole y él no contestaba.
- ¿Eh? Ah no, estoy bien.
Ran apareció en ese momento para avisarles de que la cena estaba ya lista, y los tres fueron a la cocina.
Cuando estaban terminando, la propietaria de la pensión entró y les saludó, les dio la bienvenida y se aseguró de que estuvieran cómodos y que no necesitaran nada. Resultó ser una mujer no muy mayor y bastante seria y tranquila, aunque no por eso desagradable ni antipática. Cuando hubieron cenado todos, los jóvenes subieron a sus habitaciones. El día había sido agotador y necesitaban descansar para poder madrugar al día siguiente. Habían decidido pasar todo el día en el lago, y necesitaban llevar la comida y el desayuno. El único problema era que no podían llevarlo todo, por lo que Ran se ofreció a ayudarles. Tendrían que despertarse temprano para aprovechar al máximo el tiempo.
Por su parte, a Reiji no le hacía mucha gracia que Ran les acompañara... Se había dado cuenta de que se ponía muy nervioso cuando estaba cerca de ellos, y a veces lo veía sonrojarse sin motivos aparentes, estando también cerca Izumi y él. Por eso dedujo que al pelirrojo le gustaba Izumi, y no iba a permitir que intentara quitárselo. Tenía que reconocer que Ran era bastante bonito. Pelirrojo, rostro de facciones delicadas, hasta femeninas se podría decir. Y unos ojos de un color miel que llamaban la atención de cualquiera que lo mirara. Además llevaba el pelo largo, justo como a él le gustaba. En otras palabras, aunque nunca lo reconocería, estaba celoso. Celoso de que le pudiera quitar a SU Izumi... Y celoso de que se hubiera fijado en su novio y no en él. ¿Extraño? Tal vez... Ahora, de momento pensaba disfrutar de sus vacaciones con Izumi, lo demás quedaba en un segundo plano.
Así, pronto cayeron todos en un profundo sueño, que permaneció inalterable hasta que la dueña de la pensión los despertó a la mañana siguiente.
Se dieron prisa en arreglarlo todo y en una hora y poco mas ya lo tenían todo listo para salir.
Izumi y Kyoko reían alegremente, comportándose como niños pequeños. Por su parte, Reiji se aseguró de que no les faltaba nada y llamó a Ran para que los ayudara.
El pelirrojo no había hecho comentarios pero la idea de acercarse a aquel lago le ponía bastante nervioso. Cuando ocurrió la llamada “Tragedia de Crimson Lake”, él ya vivía por aquella zona y los hechos los afectaron mucho. Esa zona era muy tranquila y nunca ocurría nada. Por eso cuando desaparecieron aquellos dos jóvenes en esas aguas, sin encontrarse cadáveres, la noticia se extendió enseguida y el lago se llenó de periodistas. Después de que pasara un tiempo y el asunto fuera perdiendo importancia, los habitantes de los pueblos cercanos empezaron a temer acercarse a Crimson Lake, y así fue como nació la maldición del lago.
- ¡Eh! ¡Es para hoy!- lo volvió a llamar Reiji, un poco enfadado.
- ¡Perdón! Ya voy...
La dueña de la pensión los despidió, y le dio permiso a Ran para quedarse allí si quería, por lo menos para descansar antes de regresar.
Kyoko se mostró conforme y enseguida empezó a tratar al pelirrojo como si lo conociera de toda la vida. Izumi también estaba de acuerdo, pero sabía que su pareja no lo estaba en absoluto... se podía decir que si las miradas matasen, Ran y su madre habrían muerto en aquel mismo momento. Eso le molestaba, Reiji y sus estúpidos celos... pero por otra parte le hacía sentirse feliz, sabía lo mucho que el moreno disfrutaba cuando estaban juntos. Lo entendía porque a él le pasaba lo mismo. Sonriendo para calmarlo se le colgó del brazo y empezó a bromear con él. Ya llevaban un buen rato de camino y el bosque se iba haciendo menos espeso. Al cabo de una hora llegaron por fin. Ciertamente, lo que se contaba de aquel lugar no era falso. Como si de un paraíso en la tierra se tratara, Crimson Lake era un lugar digno de ser retratado. Una gran variedad de árboles, plantas y flores rodeaban las cristalinas aguas, que apenas se agitaban. Por la zona este había una zona parecida a una pequeña playa, una franja de arena no muy extensa pero lo bastante como para poder instalarse ahí sin dificultades. Las aguas eran tan trasparentes que desde la orilla se podía ver lo que había en el fondo a unos siete u ocho metros de distancia como si estuvieran al lado mismo.
Los jóvenes dejaron sus cosas en la orilla y se acercaron al agua. Ran lo hizo con cierta precaución, como si esperara que las aguas lo fueran a devorar. Kyoko sonrió de forma traviesa. Su hermano la miró mosqueado. Odiaba esa sonrisa de su hermana, desde que recordaba, siempre la usaba cuando iba a hacer alguna trastada. Lentamente fue retrocediendo y colocándose detrás de Ran, quien estaba tan nervioso que ni se dio cuenta. Izumi, que estaba al lado de Reiji, tampoco se enteró hasta que un horrendo grito y un chapoteo lo alertaron.
Kyoko había empujado al pelirrojo al agua, y se reía en la orilla. Reiji se llevó la mano a la cabeza, algo avergonzado por la actitud de su hermana. “¿Cómo se puede comportar así teniendo casi 26 años?”
Ran salió a la superficie gritando y pidiendo auxilio. A Izumi le dio pena y lo sacó de allí. Ya fuera, el pobre pelirrojo estaba más pálido de lo que podría ser normal. Kyoko al notarlo se disculpó. No era su intención asustarlo tanto, sólo lo hizo para que se diera cuenta de que en aquel lago no pasaba nada raro.
- Pues elegiste un buen método, cielo- la regañó el moreno.
- Lo siento, Ran, perdona- se disculpó la chica, mostrando su sincero arrepentimiento.
- Estuvo mal... ¿Pero ves que no pasó nada? Lo que ocurrió aquí hace años fue un accidente. De acuerdo, fue muy raro, pero no tiene que ver con el lago, podía haber pasado aquí o en cualquier otro lugar, Ran- Izumi intentó tranquilizarlo con sus palabras. Aparentemente lo logró.
- Eso es cierto... Pero la gente se atrevió a venir después dijo que...
- Exacto. “La gente dijo que...” ¿A ti te lo contó alguien? ¿Han habido pruebas que confirmen esas cosas?
-...
- Claro, eso es porque no han ocurrido tales cosas. Así que no te preocupes, hoy te quedarás con nosotros aquí y vas a disfrutar como un crío, ¿sí o sí?- preguntó la joven morena, fingiendo ponerse seria.
Izumi asintió, y los tres miraron a Reiji, esperando a que éste diera su opinión.
- Que se quede... Pero que no moleste- accedió al fin, a regañadientes. Izumi lo abrazó y le dio un beso, lo que provocó que Ran se sonrojara y apartara la vista, y que Kyoko sonriera sinceramente.
“Por mucho que la gente lo considere antinatural o asqueroso... Por mucho que digan que estas cosas no deberían pasar... ¿Alguna de esas personas ha podido contemplar una escena como ésta?” se preguntó ella, observándolos con un sentimiento de felicidad y cariño hacia esos chicos que la desbordaba. Izumi se separaba sonriente, y Reiji fingía estar molesto por haber hecho eso delante del pelirrojo. Sin embargo, los dos se querían mucho... Demasiado a veces. Por eso, Ran, aunque algo triste y sorprendido, también esbozó una sonrisa, leve pero sincera.
Así, con el sol ya alto y el viento calmado, las aguas del lago provocaron ondas, y los árboles susurraban un canto hermoso, que relajó las almas de los allí presentes. Mirando su reflejo en el agua, el joven pelirrojo sonrió.

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