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Lapso y Redención por Colourless Glance

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Lapso y Redención  

"Dónde dejar mis ojos

cuándo augurarles una estación amable

Quiero decir:


lo que muero cada noche

mis huesos torcidos por abrazar una sombra".

A. Pizarnik, Antología  

 

El tiempo cambia, el mundo cambia, las estaciones cambian, ¿pero no es todo tan sólo un ciclo? Se repite continuamente, sin ser jamás igual al anterior. La felicidad no es eterna, claro que no, lo sabía. No es otra cosa, tal vez, que un pequeño intervalo en el círculo constante de sufrimiento, o de la nada que rodea la cotidianeidad. La luz entre la oscuridad de la vida. Pero esa metáfora casi vulgar no dejaba de representar algo, ¿qué es acaso la luz sino un símbolo de lo que amamos y disfrutamos e intentamos mantener constante por siempre? 

Cantaba obsesivamente a ese cambio, a ese ciclo, deseando en secreto que aquello fuera una especie de exorcismo que los mantuviera exentos de él. ¿Uno puede cansarse de la felicidad? No lo sabía, no le había alcanzado el tiempo para comprobarlo. 

Y ahora, mientras el huracán de sucesos se abalanzaban sobre él (tan sólo era ‘él’, ya no existiría ese ‘nosotros’ al que había llegado a acostumbrarse), no podía dejar de lamentar una y otra vez el caos en el que se veía sumergido. Pero todo caos no es otra cosa que un nuevo orden por venir, y el orden se establece sobre las bases del anterior. Había tenido la posibilidad de optar. El cielo o el infierno. Y él había tomado la decisión, sin estar muy seguro de a cuál de ambos se estaba aferrando. 

Instintivamente pasó la mano por su rostro, sin darse cuenta de que las lágrimas se le habían secado hacía horas. No tenía sentido llorar en estos momentos, sin embargo sentía el ardor en sus ojos como si aún lo estuviera haciendo. Había elegido el camino de la expresión, de su voz y sus poesías transformadas en canciones, la luz del escenario y la constante exposición a la que tanto temía. A cambio había entregado lo que más atesoraba. Había vendido su libertad, su visión defectuosa, y ahora las cosas parecían tener menos color que antes. 

Había supuesto que podría medir la magnitud de su decisión por el dolor que le causara Tenía demasiado dolor en su interior. Muchas cosas buenas surgen de él, es una fuente de inspiración, pero el precio es alto. Se preguntó si verdaderamente había valido la pena pagarlo. 

Era tarde ahora para arrepentirse. Utilizaría todo lo que le había dejado como arma para evitar el olvido, se impondría la máscara que él había elegido y vestiría el sufrimiento con un aire de melancolía para ocultarlo, se valdría del lenguaje encriptado del que tanto disfrutaba para seguir compartiendo sus perspectivas. ¿Cuánto de su antiguo yo quedaría en su interior? ¿Realmente podrían aseverar, como lo habían hecho hasta ahora, la concordancia en sus interpretaciones del mundo? 

Sacudió la cabeza con ira, y sintió el cabello golpeando su rostro, lo apartó, con mucho más cuidado del necesario, y sus manos se sintieron extrañas acariciando sus facciones. 

‘Sakura’ susurró, y el eco de ese nombre en su preciada voz le provocó miedo. Se forzó a sonreír, imaginando cómo se vería aquella expresión; pero de ningún modo la supuso una mueca. No. La sonrisa se vería perfectamente contorneada en sus labios. Sólo sus ojos lo delatarían, serían tristes, se verían cansados, con las ojeras disimuladas por el abundante maquillaje que siempre llevaba sobre el rostro. A él le gustaban sus sonrisas, su rostro durmiente. Intentaría mantenerlos, en honor a quien los amaba; pero el sueño y la felicidad le parecían tan esquivos ahora… 

Recordó su vida antes de Sakura; muchas veces se había supuesto feliz, pero no podía recordar con exactitud esos momentos. Tal vez el más antiguo que venía a su mente con claridad era durante los comienzos de L’arc en ciel, cuando la antigua banda aún no tenía a sus cuatro miembros actuales, si es que todavía podían considerarse de ese modo. 

Los años con Sakura habían sido los mejores de su vida, exacerbados con la amistad, la popularidad creciente, la sensación de falsa libertad. Había creído que todo aquello sería eterno, o había preferido no pensar en qué vendría después. Pero el cambio lo había arrastrado con toda la fuerza de la desprevención.  

¿Volvería todo alguna vez a ser como antes? No, no hay dos primaveras iguales, ni dos otoños, ni dos inviernos. Tampoco los veranos se repiten exactos. Y es en esa fluctuación donde se vuelven únicos los momentos, se hacen irrepetibles, es necesario atesorarlos. ¿Porque ganan fuerza, le dan sentido a la vida? Es necesario conocer el sufrimiento para valorar el placer; y nunca antes había sentido una angustia tan intensa. Pero así como su felicidad no había sido eterna, el dolor tampoco podía serlo. La primavera volvería, después de aquel acalorado verano, y el invierno que parecía haber precedido al otoño; se instauraría con más fuerza que la anterior, fortalecida por la distancia y el duro invierno que se disponía a superar. 

Sonrió espontáneamente esa nueva sonrisa que acababa de establecerse en sus rasgos. 

La vida es un ciclo, se dijo, sólo es cuestión de esperar el tiempo suficiente para que la estación regrese una vez más.   

Notas finales:

Hola! Este es el primer fanfic que publico (y uno de los pocos que tengo terminados). En realidad, como tantos otros fics, este nació como una idea de alguna madrugada de las tantas en las que uno trasnocha y, extrañamente, lo escribí casi todo de golpe (aunque sufrió varias modificaciones después) Espero que les haya gustado, y que dejen sus comentarios (please), se aceptan críticas de todo tipo!!!

 BYE!!!


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