Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi Amado Rival por oliver_espectro

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

- La propuesta estaba hecha y ambos aceptamos.

Esas fueron las palabras con las que culminaría el discurso de mi maestro, en el cual nos informaba, de la pronta llegada de extranjeros aspirantes a caballeros de bronce. Estábamos al mismo nivel, o al menos eso se suponía. Un caballero de plata como mi maestro y él mismo, aceptaron la idea de realizar un torneo y medir fuerzas entre los aspirantes. El espíritu de competencia podía hacer crecer el cosmos infinitamente... o al menos eso decían. Yo no estaba muy interesado en combatir, pero no tenía otra opción.

 

Mi maestro, era Albiore de Cefeo, caballero de Plata protector de la Diosa Athena. Nos avisó unas cuantas semanas antes de que llegasen los extranjeros. Ellos venían desde Siberia y según decían, eran muy fuertes, por lo cual nos hicieron entrenar mas duramente de lo común.

 

Odio batallar, eso a los Dioses les ha de constar. No le hallo sentido a la lucha, mas este es el destino que me ha tocado vivir, y al que me tengo que acostumbrar si quiero regresar con mi hermano. Peleamos por una causa: conseguir la armadura de Andrómeda. Y queremos conseguir esa armadura por otra causa: proteger a Athena y mantener la paz en el mundo. Y es eso precisamente lo que no entiendo. ¿Cómo buscamos la paz a través de la violencia?, ¿de la sangre y los combates?...

De cualquier forma, Ikki, mi hermano, me hizo prometerle que volvería con vida y con la armadura de Andrómeda y yo cumpliré con esa promesa, así como espero el logre cumplir con la suya y regrese de aquel lugar tan horrible al que ha ido para salvarme a mí. Y eso es una razón de peso que mas de una vez me ha hecho bajar la cabeza y ver como caen mis lágrimas en el piso, conseguir la armadura de Andrómeda es lo mínimo que puedo hacer por él. Y lo haré.

 

Por esa razón he estado entrenando aún mas últimamente, mas no sé qué pasará a la hora de comenzar el torneo, pocas veces he salido victorioso de los combates, pues mi propio conflicto interior no me deja concentrarme en la lucha. Me he ganando unas cuantos golpes y reprimendas por esta razón, sin mencionar las burlas de algunos compañeros que entrenan junto a mí. Y que se ríen cuando me ven caer. Todos, todos lo hacen.

Menos June...

 

Cuando he necesitado una mano, la suya ha estado ahí. Y por eso le estaré siempre, eternamente agradecido. Ella es mi amiga, y eso vale muchísimo para mí.

 

- ¡Levántate y pelea! – Me grita Leda, al verme tirado en el piso, titubeando demasiado con poderme levantar, haciendo demasiado esfuerzo. - ¡Hazlo! – Dice mientras lanza una pata muy bien acertada en mi estómago, la cual hace elevarme en el aire y caer de nuevo en el suelo.

Pero es a momentos como este al que me refería...

- Shun... ¡Levántate y pelea!. – Podía estarme diciendo lo mismo, mas no sonaba igual. A pesar de que June tampoco lo decía sino que lo ordenaba, entendía muy bien la intención con la que lo hacía. Ella quería verme ganar. Ella quería que yo fuese el caballero de Andrómeda porque ella conocía quien era yo y me apreciaba así. Ella... es quien me ha ayudado a mantener el ánimo en estos años de entrenamiento.

- Ahhh... veo que al fin te pones de pie. –

El tono de Leda, siempre tan despectivo. Es un caballero muy fuerte, pero a veces siento que subestima a su enemigo, es muy ego centrista.

- Al menos has progresado algo Shun, lástima que saber pararse no sea lo suficiente como para obtener la armadura de Andrómeda. ¡JAAAAAAA...! – Lanzó un grito acelerando hacia mí tomando impulso con su puño pero... - ¡Uhh...!

 

Se calló.

Lo había dejado sin aire al yo adelantarme y golpear su estómago. Cayó al piso tratando de recuperar el oxígeno. Admito que por un momento consideré el hecho de golpearlo allí en el suelo, como él solía hacerlo conmigo, pero es a esto lo que yo mismo me refiero, quiero buscar la paz, no a través de la violencia.

 

- ¡No... no te...vayas Shun!. ¡Esto... aún no ha terminado!... – Lo oigo decir entre jadeos en el suelo. Pero no le presto atención y continuo caminando en dirección inversa.

- ¿Estás seguro?

- ¡Claro que... URGHH!... – Fue allí cuando sintió que no había sido un solo golpe, sino unos cuantos los que le habían tocado y ahora después de unos segundos los sentía. Algunos golpes eran así, al menos así lo explicaba mi maestro.

 

No se levantó ni dijo nada más después de eso, aunque no llegase a estar inconsciente si estaba derrotado. Caminé hacia June con una sonrisa en el rostro al fin orgulloso de haber ganado, creo... que hasta podría jurar que ella también sonreía bajo esa máscara, con la que buscaba ocultar su feminidad.

- Bien hecho. Shun... –

Me dijo ella una vez que me había acercado.

Iba a agradecerle y a comentarle lo importante que habían sido sus palabras para mí cuando había estado en batalla, pero la voz de mi maestro interrumpió el momento y yo simplemente callé.

 

- Acompáñenme a recibir a los extranjeros. Cristal y sus caballeros, ya han llegado a la isla de Andrómeda. –

 

Eso hizo que de momento se me olvidase todo y mi mente se quedase en blanco. No sabía si emocionarme o entristecerme, mas igual la curiosidad y las normas de cortesía que tenía inculcadas me hicieron ir a recibir a los extranjeros.

 

Al llegar a la orilla pude observar como el barco anclaba en lo que podría llamarse el puerto de la isla. Un aire frío pasó por mi mejilla como si hubiesen traído a la misma Siberia en ese barco cuando a través de una escalera improvisada los pasajeros comenzaron a bajar. Eran chicos bastante distintos la verdad, al igual que nosotros que éramos mixtos y enviados de distintas fundaciones para entrenar para caballeros. Algunos de tez mas oscura que otros, cabellos y ojos de distintos colores. Fue cuando vi a un chico de cabellos rubios y ojos azules que me recordó que uno de mis compañeros en la fundación Kido, había sido enviado para Siberia. Y era él precisamente.

 

Mas no podía recordar con exactitud su nombre. Si bien aún somos jóvenes, antes cuando nos separábamos, lo éramos aún más, éramos niños. No habíamos pasado demasiado tiempo juntos.

 

Finalmente un caballero de cabellos grisáceos vestido con una armadura brillante como el mismo hielo y por debajo ropas de color azul se bajó de la embarcación, con la elegancia y porte de un caballero de su rango. Mi maestro, no vestido con su armadura sonrió y dio unos cuantos pasos a su encuentro.

 

- Bienvenidos a la isla de Andrómeda. – Dijo sin mucho escándalo para todos, para luego dedicar algunas palabras específicamente para el caballero. – No sabía que llegarían hoy Cristal, sino, me habría encargado de haberles dado una mucho mejor bienvenida.

 

Igualmente sonrió y habló ahora en general, para con todos los chicos aspirantes y para el mismo caballero Cristal.

 

- ¡Que pasen una feliz estadía en la isla de Andrómeda!. Espero que mientras estén aquí no solo se dediquen a entrenar y a medir sus fuerzas, sino que también puedan pasar un buen rato y compartir con los demás chicos, estoy muy seguro que habrán cosas muy interesantes que contar. – Volteó quedando de medio lado entre los muchachos siberianos y nosotros. - ¡Y esto va para todos!. ¡Que la pasen bien!.

 

Ese es mi maestro. Un hombre talvez demasiado sencillo, pero con un carisma y una calidez únicas. No hace falta que diga gran discurso para meterse a la gente en el bolsillo.

 

Por un momento me volteo a ver a aquel chico de cabellos dorados y aunque trató de disimularlo me di cuenta que él y un amigo a su lado de cabellos verdes me estaban observando. Talvez él también se había acordado de mí y ahora se lo comentaba, quien sabe. Talvez el tuviese mejor memoria que yo y recordase mi nombre.

 

Quien sabe como sería él.

De cualquier forma esa tarde no hablamos. Cuesta un poco romper el hielo al principio y creo que tanto para los chicos de la isla como los de Siberia, nos representaba un gran esfuerzo tratar de socializar con los otros chicos. Al menos que fuese hablar de combates y técnicas, como ya para la noche algunos compañeros míos habría logrado empezar a entablar conversación con otros.

 

Mas yo no... la verdad es que era bastante tímido.

Talvez las condiciones estaban dadas esa noche del primer día de bienvenida, una fogata en el centro de un círculo (o cuadrado) formado por troncos en los que nos sentamos. El sonido de las olas quebrándose muy cerca y el del fuego consumiendo las ramas que habían servido para encenderlo.

 

June estaba sentada a mi lado charlando conmigo. La verdad yo sé que no se iba de allí solo por no dejarme solo, para ella no era muy difícil entablar conversaciones y hacer amigos, a pesar de ser seria en el entrenamiento era también una persona muy cálida y amistosa. Mi maestro Albiore parecía charlar con un amigo de toda la vida, con el maestro Cristal. Ellos obviamente no eran recién conocidos, talvez se hubiesen visto durante los entrenamientos en el santuario, talvez porque ambos eran caballeros de plata.

 

Leda y Spika, mis compañeros, charlaban junto al chico de cabellos verdes que había visto al lado del muchacho de la fundación. Pero él no estaba con ellos... él estaba...

Él estaba observándome en silencio, del otro lado de la fogata. No lo había visto. Cuando observó que mi mirada le devolvía la suya volteó el rostro hacia otro lado, talvez algo avergonzado. Y aún con ese sentimiento a flor de piel volteó y me observó con un solo ojo, algo cohibido aún, como si me estuviese pidiendo permiso para observarme.

Eso me hizo gracia, la verdad se veía algo... ¿gracioso?.

 

Lo que sé es que yo no le quité la mirada de encima y eso pareció darle confianza para terminar de voltear y devolverme la mirada sonriendo. Ahora fue a mí quien por alguna extraña razón esa sonrisa me hizo cohibir y mojé mis labios tratando de colocar un gesto serio en mi cara, él pareció tratar de hacer lo mismo sin romper el contacto visual. El fuego entre nosotros dos le daba un color a su piel bastante bronceada e interesante. Lo vi titubear a un lado de su boca, tratando de aguantar la risa. Eso me dio cuerda a mí quien también traté de contenerla apretando los labios. Pero a medida que se hacía mas obvio nuestro intento por contener la risa, también se hacía mas difícil el retenerla. Hasta que finalmente el pareció rendirse y me sonrió, yo hice lo mismo, la verdad era que tenía una sonrisa muy...

 

- ¡Shun!. ¿No me estás prestando atención?. –

La voz un poco mas alta de June, me hizo volver a escucharla y romper el contacto de vista con el chico de cabellos rubios.

- Oh.... oh, perdóname June, creo... creo que me quedé... distraído observando... el fuego. – No sé por qué le mentí de esa manera y sin pensarlo, pero le mentí. Ella me veía a través de su máscara tan inexpresiva. Me observó unos instantes en silencio antes de suspirar. – Prométeme que no te vas a dejar ganar mañana en el torneo. –

Apreté un poco los ojos, la verdad es que podía prometerlo pero... no estaba seguro de si podría cumplirlo, no me consideraba tan fuerte, June decía que eso era lo que me hacía perder, mi predisposición a la lucha, mi falta de esperanza, el subestimarme tanto. Sin embargo se me hacía muy difícil... volteé mis ojos de nuevo hacia el frente para ver tras la fogata, pero él ya no estaba ahí, el chico de cabellos amarillos, ojos azules y piel tostada a la luz del fuego, ya no se encontraba frente a mí.

- Prométemelo Shun. – Repitió June, sacándome una vez mas de mi embelesamiento.

Suspiré.

- Lo prometo...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).