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Mi Amado Rival por oliver_espectro

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Esa tarde él me ayudó a parar y caminó conmigo por unos instantes. Después del problema con Leda, Isaack el amigo de Hyoga decidió ir a informar a mi maestro. Yo le comenté que no hacía falta, él ya estaba al tanto del comportamiento y forma de ser de Leda era algo bastante constante y ya en otras ocasiones le habría reprendido por eso, pero ellos insistieron y en parte me resigné y dejé ir a Isaack... había algo dentro de mí que quería que me quedase solo con Hyoga, talvez simplemente tenía curiosidad ya que él  era alguien que conocía.

 

-         Gracias... – fue todo lo que me limité a decirle al chico una vez que ambos no sentásemos en un tronco frente a la orilla.

-         No tienes por qué agradecerme, los caballeros se suponen estamos para eso... para ayudar a quien lo necesite. – Me dijo él ladeándose para verme el rostro. Me miró intrigado y en parte consternado y siguió hablando. - ¿Pero por qué no lo atacaste?. ¿Por qué permitiste que te siguiera golpeando?.

Me quedé en silencio mirando la arena. A veces me sentía estúpido al decir esto, pero era la verdad de por qué no lo hacía, no había otro motivo.

-         Porque no me agrada la violencia... – le admití. – Y no creo que sea a través de ella que debamos buscar la paz. –

El hizo silencio, yo no le veía al rostro, no sé si me habría entendido o al contrario estaría pensando que soy un pobre loco, un cobarde, o un idiota. Mis mejillas se enrojecieron, no sé por qué con él el admitir esto me hacía sentir vergüenza.

-         No creo que sea a través de los golpes que debamos enseñar a no ser violentos. – Dije subiendo la mirada tomando valor para encararlo, el me miraba extrañado, como si no pudiese comprender del todo mis palabras o como si hubiese algo que aún le intrigara. De cualquier forma me sentí algo intimidado por su mirada y bajé la cabeza nuevamente.

Fue allí cuando pude ver un pequeño relicario que guindaba de su cuello y caía en su pecho.

-         ¿Qué es esa cruz? – le pregunté extrañado. El bajó la mirada la tomó con una mano la observó un momento y le extendió un poco para que yo la tomase y la viese mejor.

-         Es un regalo de mi madre. Y es el recuerdo de un hombre... que creo, pensaba igual que tú.

Me encontraba observando la cruz cuando esas palabras me cayeron por sorpresa y causaron aún mas intriga en mí. Subí la mirada y no hizo falta decir nada, el pareció leer en mis ojos.

-         Él predicaba y nos hablaba que cuando nos golpeasen una mejilla, ¿por qué no colocábamos la otra?. – No entendía del todo sus palabras así que volteé de nuevo hacia el horizonte hasta que él volvió a hablar y me hizo verle de nuevo. - ...Pero tú lo acabas de hacer con ese chico. Y eres la primera persona que veo que lo hace...

 

Tampoco hizo falta que me dijese mas palabras para que yo pudiese captar en su mirada algo de admiración, eso me hizo sentir algo mas de vergüenza, yo no me creía tanto como para ser admirado o mucho menos comparado con un señor como del que él hablaba. Bajé la mirada y observé un poco mas la cruz avergonzado y busqué cambiar de tema.

 

-         Que bueno que has podido conservarlo... – Le comenté, eso pareció de repente sacarlo de su embelesamiento pero un aire triste cruzó su rostro, me sentí culpable. - ¡Perdón!. Perdón disculpa yo... ¡yo no quise hacerte sentir mal!.

-         Tranquilo... no es tu culpa es solo... que aún tengo algunos recuerdos, nada agradables. – Hubo silencio unos instantes únicamente interrumpido por los quiebres de las olas cerca de nosotros. – Esta cruz me la dio mi madre y yo, como todos los de la fundación soy huérfano y... por un momento, recordé aquel barco donde mi madre se hundió y... pues... disculpa, no quiero aburrirte hablando de eso. – Me sonrió, mas sus ojos advertían con soltar algunas lágrimas las cuales él trató de disimular volteándose hacia otro lado y limpiándose como si algún sucio le hubiese entrado en el ojo.

Igual me sentí mal por habérselo nombrado, pero me dio ánimo para confesarle que teníamos mas de una cosa en común.

-         Yo también guardo algo... que creo, es de mis padres... –

El volteó interesado de nuevo hacia mí y yo me saqué de debajo de mis ropas, ese extraño medallón que estaba conmigo desde que tenía memoria.

-         Yo... ni siquiera tengo una imagen o un recuerdo de mis padres estaba muy pequeño, pero... – sonreí. – Creo que al menos debo estar contento de que tengo a mi hermano y... este medallón. –

Se lo mostré a Hyoga y el pudo ver las escrituras de “Tuyo por Siempre” que este tenía, de repente pareció contestarse, dándose cuenta de que no estaba solo, de que podía ser entendido y que una bella amistad podría estar a punto de nacer.

 

Me observó con esa hermosa sonrisa con la que me había visto la noche anterior tras la fogata. Yo no tuve mas remedio que corresponderle de la misma forma. El juego de colores del ocaso una vez mas le favorecía a su imagen tan encantadora.

-         Me caes bien Shun... ojalá seas tú quien se convierta en el caballero de Andrómeda.

-         Tu a mí también Hyoga. Jaja... serías un grandioso caballero.

 

El sonido de las olas volvió a ser el dominante del momento, el viento siguió moviéndose, el sol terminaba de ocultarse mientras el cielo se tornaba oscuro y yo me daba cuenta de que mirar a los ojos a una persona podía mantenerme entretenido por un largo tiempo, como nunca antes me había pasado.

 

-         Bueno... creo...que ya es hora de irme... – fue él quien rompió el silencio, no me había dado cuenta pero ya se había hecho oscuro, él tenía razón. Volteé mi mirada hacia otro lado algo avergonzado ahora que estaba consciente de mi embelesamiento. – El maestro Cristal nos regaña si llegamos tarde. No estamos en casa jeje...

Le sonreí, comprendía perfectamente, a pesar de que yo si estaba en casa también tenía que cumplir con dicha norma.

-         Fue un placer hablar contigo. – Me comentó. Me provocó incluso decirle que hablar era lo menos que habíamos hecho pero mejor no decir nada y no dañar tan bonito momento. Yo le asentí con el rostro, me levanté junto a él del tronco y observándole le extendí la mano.

-         ¿Amigos? – me adelanté yo esta vez a ofrecer mi confianza, aunque ya parecía habérsela ganado, era una persona de unos grandiosos sentimientos, él observó mi mano como si le estuviese ofreciendo el mar entero o incluso el cielo.

-         ¡Amigos!. – Dijo estrechando mi mano con entusiasmo y fuerza.

 

Me causó gracia lo que pasase en los segundos siguientes, pues simplemente me daba la impresión de que ninguno de los dos quería soltar la mano del otro, igual que como pasaba con nuestras miradas, ninguno queriendo dejarlas, ni desviarlas, pero había que hacerlo.

 

-         Creo que ya es hora... – fui yo quien dijo esta vez.

-         Si... bueno jeje... Adiós. –

-         Adiós... – le sonreí.

-         Suerte en el combate de mañana y... por favor, no te dejes derrotar. – Me comentó, lo cual me hizo recuperar mi sonrojo nuevamente y bajar la cabeza, pero para mi sorpresa el me tomó del mentón y me subió el rostro. – Hazme ese favor... – Me dedicó una hermosa sonrisa que yo no sé por qué hizo que me emocionara demasiado, por un momento creí que me abrazaría muy fuerte pero fue en ese momento cuando me soltó, se dio media vuelta y se alejó con pasos cortos.

-         Adiós... – le dije una vez mas con un suspiro, la verdad es que ahora comenzaba a dudar mas que nunca el poder ganar el torneo, nunca podría combatir contra un caballero como él, o al menos eso llegué a pensar. Tomé aire una vez más y regresé hasta los dormitorios de nosotros los aspirantes.

 

Para mi sorpresa, había alguien que me estaba esperando en el dormitorio de los chicos, y no era precisamente un chico...

-         June. ¿Qué haces aquí?

-         Quise venir a recordarte tu promesa. No quiero que te dejes vencer mañana en el torneo.

-         No lo haré June. Cumpliré con lo que me pediste, talvez... ya sea hora de que me tome en serio el calificar para caballero.

-         Así es... además quisiera advertirte, porque sabes que en caso de descalificar a todos los siberianos te tocaría luchar contra los calificados de la isla de Andrómeda. –

Eso me extrañó. Y no precisamente porque fuese así ya que al fin y al cabo era un torneo amistoso e individual mas que grupal. Sino... el tono en que June lo dijo, pude notarla preocupada.

-         ¿Qué quieres decir con eso?

-         Me carcome la idea de que te tocase luchar contra Leda. Está de peor humor y mas insoportable que nunca. Y siento miedo de pensar, que podría llegar a pasarse de la raya contigo, fingir que es una accidente y...

-         June... ¿Estás preocupada por mí?

Ella ladeó la cabeza hacia otro lado, aunque tuviese la máscara parecía que mi pregunta o mi mirada le hacía intimidar.

-         Así es Shun... – me admitió finalmente. – No me gustaría que te pasase nada malo. Y creo que sabes por qué...

-         Si lo sé June, y te lo agradezco, mas no me dejaré ganar por Leda. Sé que te preocupas porque eres mi amiga y yo mismo como amigo te prometo que no me dejaré derrotar.

-         No Shun... no lo sabes.

El modo en que dijo esto también extrañó, me estaba hablando de un modo inusual, no comprendía del todo a qué se refería, talvez tuviese una idea vaga, pero mi mente parecía no creerlo.

-         Mi aprecio por ti va mucho mas allá de eso...

Me quedé en silencio anonadado con esas palabras, no sabía a donde llegaría mi amiga, nunca la había oído hablar así, pero su modo de hablar daba a entender que era algo muy serio, posó su mano en la máscara que cubría su rostro, casi sin quiera darme tiempo a reaccionar. Mi corazón latía aceleradamente, no pude creer en los pocos segundos que duró ese movimiento, que iba a hacer lo que hizo...

...Se quitó la máscara y me observó.

 

Según la tradición, las mujeres caballero al servicio de Atenea deben utilizar una máscara que represente el dejar de lado su feminidad para así convertirse en fuertes guerreros sin escrúpulo o sensibilidad alguno. El ser mujer, el ser vista sin máscara representa la máxima de las humillaciones, consideraban que ser vistas sin ropa era menos vergonzoso que ser vista sin máscara. Solo había dos opciones para aquellos que lograsen verle el rostro a una amazona... una era matarlo. Y la otra, era amarlo.

 

Me quedé anonadado viendo su rostro, no tenía palabras, no sabía que decirle. June para mí representaba un gran cariño, si la amaba pero... no sé si del mismo modo que me amaba ella a mí. ¿Era el mismo?. ¿Podría funcionar algo entre nosotros?.

 

-         Shun... – me volvió a hablar sacándome de mis pensamientos. – Espero que ya entiendas, porque eres tan importante para mí. Y lo que significaría que te dejases derrotar en las batallas del torneo... por favor, pon tu máximo empeño y demuestra que mereces ser campeón.

-         June... –

-         Solo haz eso por mí, nos veremos mañana. –

 

Sin decir mas nada se dio media vuelta se colocó la máscara y se alejó a paso rápido del lugar, sintiendo vergüenza talvez. Dejándome con un nudo en la garganta y sintiéndome tanto o mas intimidado que ella, no sabía que pensar, ni que decir. Estaba muy confundido.

Pero había una cosa que al menos ahora tenía claro... y esa era, que por nada del mundo debía dejarme ganar en el torneo...

 

 

-         ...

-         ...

-         ¡Después del saludo ceremonial de combate amistoso!. ¡Se da inicio al primer combate del torneo!. ¡ÉXITO!.

 

Ambos, Yamil y yo habíamos hecho un pequeño saludo inclinando nuestros troncos y ahora era momento de colocarnos en posición de combate. Mi maestro había hablado y ahora solo debíamos esperar a que se quitase de en medio y dijese...

-         ¡YA!....

 

En seguida y sin aviso alguno, el aspirante siberiano se lanzó contra mi, lanzando sus mejores golpes y patadas. Los cuales pude bloquear defendiéndome con los brazos y echándome tan solo un poco para atrás. Una patada alta fue el momento que aproveche para lanzarlo por los aires y alejarlo. Él no caería ni saldría herido, esa no era mi intención en ese momento, pero al menos si estaría alejado.

 

Comencé a mover la cadena que tenía en mi brazo dándole vueltas con mi mano derecha. A los aspirantes de la isla de Andrómeda se nos permitía el uso de estas en el torneo, ya que nuestro entrenamiento había sido en gran parte con ellas. Se decía que la cadena de Andrómeda tenía vida propia y millares de habilidades que utilizar. Pero mientras tanto, yo tenía que usar y entrenar con una cadena normal, común y corriente.

... De mí dependería el hacerla sorprendente.

 

Cayó el chico, de pie en el suelo, fue mi momento de atacar.

-         ¡KYEEE!... –

 

Lancé y moví con velocidad mis cadenas contra él, pero al parecer era un muchacho bastante elástico, flexible, hábil y veloz. Se hacía a un lado cada vez que mi cadena se le acercaba, mas aún cuando podía defenderse no podría atacar, esa era mi táctica.

 

Podía defenderse de una de mis manos ocupada en el control de la cadena pero no en la otra la cual tan libre y campante pudo golpearle en el estómago y hacerlo chocar con una gigantesca piedra que había tras sí.

 

...Eso debió haber sido un golpe fuerte. Cosas como esa a mi no me agradaban ni entrenando. Detuve el movimiento de mi cadena y le hablé.

 

-         Ríndete... y no saldrás herido.

-         Jamás muchacho. – Me comentó incorporándose, aunque con sus músculos temblando por el impacto. – Solamente te subestimé.

 

No me quedaba otra, yo había hecho ya muchas promesas con el mismo fin, convertirme en el caballero mas fuerte de la isla de Andrómeda. Por Ikki, por Hyoga y por June yo no me daría ni siquiera el derecho a titubear.

 

Nuevamente el aprovechó para acercarse a mí sin rodeos y sin tiempo para pensar en una defensa, mas no hacía falta, la posición en la que yo me encontraba ya, no le favorecía para nada, pero eso él no lo sabía.

 

...Lástima, yo no quería lastimar a nadie.

 

Sin más, subí de un solo golpe la punta de la cadena con mi mano derecha y la subí en diagonal hacia mi hombro izquierdo. Debido a su velocidad no pudo evitar que la onda de la cadena le diese de lleno en el rostro y lo hiciese caer de nuevo contra la roca.

 

Se golpeó en la cabeza y cayó al suelo al parecer inconsciente (ojalá que no algo peor). Esperé algunos instantes a que se levantase pero no lo hacía, debía estar desmayado pero igual no iba a dejarlo morir allí en caso de no ser así, me acerqué corriendo hacia donde él estaba, pero esta vez SÍ caí en su truco...

Me tomó del cuello levantándose de golpe y me elevó unos centímetros del suelo, nuevamente se había ido directo al grano. Él era mas alto que yo y ahora se aprovechaba de eso. Observé mi cadena y me sorprendí al darme cuenta de que ésta estaba congelada, inservible. Fijé la mirada en el rostro manchado en sangre y apretado por el esfuerzo del chico.

-         Subestimé tu poder mas no tu espíritu. No tienes valor para derrotar a un enemigo. Y en este caso me temo tu nobleza será tu mayor debilidad... –

Mis ojos se apretaron observándolo extrañado, él ya se creía ganador, pero esta vez y por consideración por él mismo, no lo dejaría levantar. Eché mi cuerpo hacia atrás tomando impulso y lo pateé con fuerza haciéndolo volar hacia atrás, enterrándolo en la roca la cual se hizo polvo ante el contacto con su cuerpo.

 

Caí al suelo acariciándome el cuello, el cual había sido apretado con fuerza. Observé que el chico nuevamente trataba de levantarse tembloroso, pero cuando logró hacerlo volvió a caer, esta vez para no levantarse más en un buen tiempo...

 

-         ¡El aspirante Shun ha sido el triunfador!. – Dijo el maestro Cristal.

 

Escuché algunos gritos (¡Bravo!), algunos aplausos. Algunos se acercaron a felicitarme. Yo sonreí en parte por cortesía, en parte por algo de orgullo, me preocupaba pero estaba seguro de que el muchacho podría recuperarse. Si ya yo mismo había soportado a golpes peores jaja... los aspirantes a caballero creo que estamos acostumbrados a eso.

 

-         Excelente Shun... – Escuché que me dijo una voz a la cual no pude evitar voltear para observar de quien era. Y para mi sorpresa... era la de él. – Tendré que entrenar mucho si me tocase luchar contra ti. – Me sonrió y yo no pude evitar hacerlo.

-         Creo que más me tocaría hacerlo a mí, Hyoga. Porque dudo que en esa batalla me vayas a apoyar como hoy jaja... –

-         Quien sabe, lo cierto es que no te subestimaría como lo ha hecho Yamil. – Me dio dos palmadas en la espalda. – Buen combate. –

 

Sin más siguió caminando, permitiendo que las otras personas que se encontraban a mi alrededor me felicitasen. Lamentablemente a algunos de ellos ni les escuché, ni recuerdo lo que me dijeron, pues mi mirada y mi concentración simplemente y por algunos momentos se perdió en el hermoso andar, de ese chico tan elegante cual magnífico cisne.


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