Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi Amado Rival por oliver_espectro

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

De un golpe más, la chica lo hizo caer contra la arena.

El muchacho se paró temblando, casi sin energías.

 

-         Te tuve consideración por ser mujer... – Comentaba el muchacho mientras trataba de levantarse. Mientras de pie y a un nivel mas alto que él, June le observaba en su tembleque.

-         En batalla yo no soy mujer. Soy un caballero. – Le aclaró ella a él, tomando una distancia prudencial y no atacándolo mientras se levantaba. – Pero yo también te tendré consideración... – comentó mientras se alejaba del chico permitiéndole pararse. – Y esperaré a que estés listo para que continuemos el combate... – Se dio media vuelta hacia él. – Tómate tu tiempo. Con esto espero dejarte en claro que estás luchando con un igual...

 

June siempre ha sido así desde que la conozco, y no es para menos. He visto a mas de un contrincante subestimándola por el hecho de ser mujer, cuando ella ha llevado el mismo intenso entrenamiento que nosotros. Yo por eso la respeto. Ella ya es caballero, yo solo soy aspirante, merece mi admiración. Sé que es en parte por eso que la dejaron entrar en el torneo donde solo había varones, ya ella estaba preparada, además que se le notaba, estaba ansiosa por demostrar hasta donde era capaz de llegar una mujer.

-         No sabía que ella fuese a participar.

Comentó el chico a mi lado sacándome de mis pensamientos. Por un momento me había perdido en la lucha y había olvidado no tan sencillamente que él estaba a mi lado. Había puesto de mi parte de hecho para que esto fuera así, no quería que él notase que me estaba poniendo nervioso por su cercanía, pero a la vez no quería que se retirase.

-         Pues si, así es. Participa ya que ustedes tenían un chico mas que nosotros.

-         ¿Ella no está entrenando para la armadura de Andrómeda?

-         No. Ella ya es, el caballero de bronce del Camaleón.

Entonces Hyoga alzó las cejas sorprendido, y volteando hacia su compañero de entrenamiento a quien ya no le veía oportunidad de salir victorioso.

-         Pero... pensé que el santuario había mandando la misma cantidad de aspirantes a todos lados. ¿Se retiró acaso ese...?.

-         Murió... – le interrumpí con pesadumbre. – O al menos eso asumimos que pasó, porque nunca más le volvimos a ver...

-         ¿Cómo? – Hyoga creo, sintió pena por haber comenzado esta charla, pero ahora le intrigaba saber qué le había sucedido al chico. Seguramente él sabía que los entrenamientos no eran nada simples, pero los maestros siempre se aseguraban de que los caballeros estuviesen preparados para realizar actividades peligrosas.

-         Algunos dicen que fue Diente.

-         ¿Diente?

-         Si... ¡Oh, perdona!, en Siberia no han de conocer acerca de él. De hecho creo que es pura superstición de acá de la isla. ¿Ves a mi maestro Albiore?

Hyoga volteó hacia donde sabía se encontraba mi maestro sin camisa observando la batalla. Le pedí que se fijase en el collar que tenía, del cual guindaba un grandísimo diente blanco.

-         Ese es un diente de tiburón que encontramos una vez a orillas de la isla, justo por los días cuando Samir desapareció –

-         ¿Samir?

-         Así se llamaba el chico. – Aclaré. – Según lo que dice la gente, fue el dueño de ese Diente quien debió atacarlo. Se dice que es una bestia maldita, mucho mas grande que un tiburón blanco común y a diferencia de ellos, su color no es de un azul grisáceo sino de un rojo tierra y sus ojos son mas achinados y fieros, dicen que viene del mismo infierno.

Noté que Hyoga estaba sorprendido con semejante relato, yo también lo había estado cuando escuché esa historia cuando era mas chico, no fue agradable escucharla en esos momentos, aunque igual no era agradable repetirla ahora...

- Sentí mucha pena cuando Samir desapareció... él también luchaba por volver con su hermano... y me imagino cual será la sorpresa que Hamir, su hermano, se llevará cuando no lo vea regresar... – Volteé hacia Hyoga. – Samir no paraba un instante de hablar de su hermano, y siempre que podía nos mostraba un medallón que había ganado de pequeño en una competencia junto a él...

 

-         ¡KYAAA!... –

El grito de June al lanzar un último y acertado golpe al chico nos hizo volver la atención nuevamente a la batalla. El muchacho cayó de nuevo a la arena de donde esta vez no se levantó, sino pasado el tiempo estipulado en el suelo. June fue la ganadora.

 

-         ¡Bravo June!. – Le aplaudí levantándome de donde estaba sentado. Ella ,al primer lugar donde volteó a ver fue a donde yo estaba, y pude claramente intuir que debía estar sonriendo bajo la máscara. Me acerqué para felicitarla y desearle suerte en los siguientes combates, ella al igual que todos luchaba sin vestir su armadura, mas no le hacía falta.

 

Después de felicitarla, regresé a donde estaba Hyoga (quien por momentos creí me esperó en todo ese tiempo) y a partir de ahí no nos separamos en todo lo que quedaba del día. La verdad es que me era bastante agradable hablar con él, era una persona muy atenta y cálida casi como lo había sido June conmigo todos estos años, pero... él tenía algo que me hacía verlo diferente a como veía a June.

Con él sentía nervios, me sonrojaba y me perdía viéndolo. Además de agregar el hecho que por esos días había pensado demasiado en él, como si ellos fuesen los primeros extranjeros que nos visitasen, como si él hubiese sido el único que vino en ese barco. Mi atención estaba puesta por completo en su “no se qué”...

¿Será porque tenemos tantas cosas en común?. Llegué a pensar que era por eso, no me costó demasiado el darle el título de “Amigo”, será porque al fin y al cabo estaba ansioso por dar un título a mi relación con él.

 

-         ¿Qué significa June para ti?.

Se atrevió esa noche a preguntarme Hyoga y pude casi leer en su mirada que esa era una pregunta que le había estado carcomiendo durante toda la tarde. A mi me dio algo de vergüenza responder a esa pregunta, la verdad era que yo mismo estaba confundido con eso. Me daba miedo ya decir algo, después de aquella intimidante conversación con June la otra noche.

-         Pues... – comencé, tenía que responder. – Ella es alguien a quien... aprecio mucho. – hice una pausa pero él aún me observaba expectante, tenía que continuar. – Ella ha sido, siempre quien... me ha apoyado acá y... quien me ha consolado en mis momentos tristes... la quiero como... – lo pensé mucho. – como una hermana...

 

Hyoga volteó asintiendo tranquilamente observando el mar oscuro frente a nosotros nuevamente, ya no expectante, como si hubiese conseguido la respuesta que quería saber.

 

Por un momento hubo silencio y solo escuchamos el viento soplar suavemente, moviendo nuestros cabellos, mientras algunas de las olas que terminaban de llegar a la orilla nos mojaban los pies. Era de noche y estaba oscuro, pero no teníamos ganas de acostarnos aún, o al menos yo no.

 

-         ¿Por qué?. – hablé yo esta vez. - ¿Por qué me haces la pregunta?.

También me carcomía la duda, pero en si no sabía qué era lo que yo mismo estaba esperando que se me respondiese. Hyoga hizo un gesto sin importancia.

-         Por nada... – comentó volteándose hacia mí. – Solo por... conocerte... mejor, supongo. –

 

Creí notarlo algo nervioso, igual que como yo lo estaba, mas sin embargo no quise quitarle la mirada de encima, justo como la otra vez que habíamos hablado. Él en un comienzo pareció extrañarse ante mi mirada fija en sus ojos, pero correspondió nuevamente mi mirada sin voltear de ver los míos. Nos quedamos así unos instantes, hasta que él comenzó a apretar los labios: tenía ganas de reírse, y con ese contacto visual tan íntimo que teníamos ya hecho, me fue imposible no contagiarme de esas ganas de reír. Yo también apreté mis labios y él al notarlo le dieron mas ganas de reírse...

...Lo siguiente fue una cadeneta, hasta que finalmente estallamos de la risa los dos, como unos estúpidos o como unos borrachos, hasta el punto de que se nos saliesen las lágrimas sin motivo alguno. Era una risa sin sentido pero la risa mas auténtica de mi vida.

 

...Y sin embargo, con todo y eso... no le quité los ojos de encima.

 

Poco a poco ambos fuimos recuperando el aliento y la seriedad, apretando los labios, con aún la amenaza de sonreír. Yo me puse derecho y él me imitó. Me acerqué un poco a él retador y él hizo lo mismo, pero juntando sus piernas al lado de las mías. Tocándose ambas. Era un simple y sencillo contacto pero a mí me hacía estremecer. Podía sentir un cosquilleo suave en mis piernas, talvez debido a sus pocos, cortos pero suaves vellos en las piernas apenas cubiertas por una bermuda, al igual que las mías. De todos modos... esto parecía ser un juego que me agradaba bastante...

...y que me agradó aún más, cuando comprendimos que cuando dos personas se miran de la forma en que nosotros nos mirábamos, es porque ya hemos tomado una decisión, así nosotros mismos no nos hayamos dado cuenta.

 

Por inercia nuestros rostros se fueron acercando, mientras cualquier rastro de risa se quedaba atrás, sentí como el viento hacía que sus cabellos se vinieran hacia mí, haciéndome cosquillas en el rostro, y en un momento pude sentir el aire caliente de su respiración. Mis labios se abrieron por si solos también, como si de repente sintiesen sed a la par de que mis ojos se cerraban y veían cerrarse los de él, mi tronco echándose lenta y ligeramente hacia delante esperando aquel suave contacto...

-         ¡Shun es tarde, ¿por qué no has llegado a...?!

 

Nos separamos bruscamente antes de que nada pudiese suceder, asustados ambos por esa voz, a quien encontré rápidamente de donde provenía: June estaba observándonos desde entre los árboles, debía acabar de llegar.

...Y habernos visto.

 

La muchacha no dijo mas nada, solo se dio media vuelta y salió corriendo por entre los árboles.

 

-         ¡June espera!. – La llamé, entendiendo lo mal que se debía sentir ahora por mi culpa. Yo era un idiota. Me sentí culpable, después de todo ella siempre se había encargado de hacerme sentir bien y yo... le pagaba con esto. Mas sin embargo fue inútil ella se fue sin hacerme caso, estaba dispuesto a seguirla por unos instantes pero me detuve... tampoco quería dejar a Hyoga solo.

 

Mis ojos se aguaron. Volteé a mirarle y el se encontraba cabizbajo viendo la arena, luego subió el rostro y me habló suave pero claro.

-         Ve ... síguela... – me dijo, tampoco muy alegre.

-         No quiero dejarte solo.

-         Es tu hermana ¿no?. No debes abandonarla... aunque, creo... ella no te ve del mismo modo.

 

Suspiré. Hasta él se había dado cuenta en ese poco tiempo y yo con tantos años conociéndola no había sabido interpretar sus gestos conmigo, me sentía nuevamente estúpido siempre era yo el que cambiaba la palabra inocente por ignorante y rayaba en lo pendejo. Nunca me voy a perdonar eso...

 

-         Gracias... Hyoga... – Le agradecí por disculparme antes de darme media vuelta y tratar de alcanzar a la muchacha.

 

La encontré oculta detrás de un árbol siguiendo los rastros de su cosmoenergía. Su máscara en el suelo mientras se pasaba una mano por el rostro limpiándose las lágrimas. Lentamente caminé hasta dar media vuelta a aquel árbol y quedar frente a ella, quien ya no hizo intento de huir, pero se tapaba el rostro con ambas manos, no para que no viera su rostro, sino para que no viese sus lágrimas.

-         Déjame... – fue lo que me dijo con su voz entrecortada.

-         No puedo hacerlo. – le respondí. – No puedo dejarte.

-         Ya se me pasará Shun ¡déjame!. – me ordenó ahora mas alto. – He sido yo la que se ha equivocado, ilusionándome sola. ¡Déjame y no te preocupes por mí!.

-         No puedo no preocuparme por ti June, porque en esta isla has sido tu talvez la única que lo ha hecho por mí. – Esta vez no recibí respuesta, creo que ella ya no tenía voz. Me acerqué y tomé sus manos con las mías para lo cual ella no resistió con demasiada fuerza y pude ver su bello rostro una vez más, ahora cubierto en lágrimas y con gesto triste, ella no merecía sufrir así. – Espero... espero algún día puedas perdonarme, por lo que viste hoy... yo... yo no sé que me pasó.

-         Eso no me importa Shun... es tu derecho estar... con quien gustes, es solo que... – se mordió el labio. – me hubiese gustado que esa persona...fuese... –

No pudo terminar de hablar pero entendí perfectamente así que no hice nada mas que abrazarla, sintiéndome muy mal.

-         Oh, June... como, como me gustase poder... evitar tu sufrimiento. Si tu quisieses... Si tu me lo pides, yo estaría contigo por siempre... solo para hacerte feliz... yo te debo mucho June, y no soy nadie que merezca hacerte infeliz.

-         ¡¿VES?! – Me dijo separándose molesta de mí y golpeándome con el puño en un hombro, como si hubiese dicho algo que la ofendiese. - ¡Por hablar así fue que me enamoré de ti!...

Yo quería esconder la cabeza en el suelo.

-         Pero... tu tampoco mereces ser infeliz Shun. Y... si a mi lado... será así, pues... entonces prefiero que... que te vayas con otra persona. – La admiré mucho en esos momentos, no debía ser fácil decir lo que estaba diciendo y mucho menos tan pronto.

-         June... – fui a abrazarla nuevamente pero ella colocó una mano en mi pecho y me alejo.

-         No. – me pidió. E hizo una pausa tratando de tomar el aire de nuevo y volver a aparentar la chica fuerte que era bajo la máscara. – Yo comencé a darme cuenta de esto desde aquella vez que hablamos Shun, solo que... no quería aceptarlo, como a veces uno se ciega a aceptar las cosas. – Tomó la máscara con su mano. – Eres una persona muy noble... dispuesto a sacrificar tu propia felicidad, por la de tus seres queridos. – dijo mientras me acariciaba el rostro subiendo la mano que tenía en el pecho hasta él. – Pero no mereces que yo te pida algo así... – se colocó la máscara y a partir de ahí, habló con mas convicción. – Así que muchas gracias Shun. Solo espero que seas feliz con quien debas serlo, con ese chico... o con alguien mas...

Se levantó y trató de volver a irse apurada.

-         ¡June!. – le grité, yo aún no quería terminar la conversación. – Prométeme... que me vas a olvidar.

Ella se detuvo.

Sabía muy bien por qué se lo pedía. Era un trato, si ella decidía poner de su parte para ser feliz yo también lo haría. Solo aceptaría dejarla si ella aceptaba poder continuar sola. Hubo un silencio profundo y ella habló solo esa vez mas antes irse.

 

-         No sé prometer en vano. Shun... –

 

Sin más, salió corriendo y esta vez no se detuvo por nada que yo le dijese. Esa noche me acosté sintiéndome bastante mal, sin poder dormir en toda la noche. No es para nada agradable ser la causa de la infelicidad, de una querida amiga...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).