Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi Amado Rival por oliver_espectro

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

No era tanto como hablaba aquel chico. Por la mañana y en la misma orilla de anteriores combates no me fue demasiado difícil el esquivar sus ataques.

-         ¿Eso es todo lo que sabes hacer Leda?. – Me reí descaradamente en su cara.

La verdad es que no me agrada el ser así con alguien con quien compito, o al menos no con un contrincante respetable, pero este muchacho ya había demostrado no tener nada de respetable. Comenzó a lanzar golpes y patadas con mayor velocidad y furia, pero aún sin demasiado esfuerzo detuve su patada y le inserté un golpe en el rostro que lo hizo caer en el agua.

Obviamente todos se rieron.

Y más... cuando salió con un alga enredada en los cabellos.

 

- Desgraciado. – Logré escucharle, cuando habló entre dientes, yo solo sonreí junto a los demás.

 

Alzó sus brazos y entonces el aire comenzó a alborotarse. Me coloqué en posición de defensa, al fin parecía ponerse interesante...

 

-         Pudiste esquivar mis golpes, pero no pasará lo mismo con mis técnicas... y mucho menos de ésta, que es nuestra técnica mas poderosa. –

 

Perfecto. Si esquivaba la técnica “mas poderosa” de aquel chico de una buena vez, las demás técnicas no serían problema alguno. Este era un chico tan directo y a la vez tan tonto... no hacía nada de lo que era “estudiar al contrincante”. Estaba desesperado por estar haciendo el ridículo, y como todo muchacho creído y egoísta lo que más le importaba era salir bien parado, y recuperar su posición del “manda más” tan rápido como fuera posible jaja... Hasta él mismo necesitaba demostrarse eso...

 

-         ¡Vapor nebuloso!. –

 

El aire comenzó a moverse y a incrementar su fuerza pero no era suficiente, cerré los ojos y sonreí.

 

-         ¿Eso es todo?. –

-         Jaja... – se rió él. – Idiota... ahora, intenta moverte. – Dijo con tal seguridad, después de todo, esa era la intención.

Yo abrí los ojos y moví los brazos con total naturalidad.

-         ¿Eso es todo? – repetí.

Su cara era como para tomarle una foto. Se podía leer por completo en sus ojos el “estoy fregao”. Pero bueno, mejor ser compasivo con el muchacho, ojalá que con esto ya aprendiese la lección.

 

-         Creo que aún tienes demasiadas cosas que aprender Leda. Y lo digo sin querer pecar de ego centrista. – Bajé la temperatura del aire considerablemente. – Pero tus errores han sido de los mas básicos, ni siquiera tienes un motivo verdadero por el cual luchar, te has precipitado lanzando tu última técnica, e incluso delatas tu sorpresa al verte finalmente derrotado... lo lamento. –

 

Trató de disimular todo ahora que yo lo decía con un gesto molesto en su rostro, pero de nada le sirvió, le señalé con un dedo y de una vez lancé el ataque.

 

-         ¡Aurora Boreal!. –

 

Pedazos de granizo y del aire frío se encargaron no solo de rasgarle sino de dormir todos sus músculos, hasta hacerlo parecer un dormido con los ojos abiertos. Con toda la intención lo dejé caer en la arena y no en el agua, para que no se ahogase. Cayó boca abajo, así que solo tuve que colocar mi pie sobre su espalda para evitar que se levantase en esos débiles intentos por hacerlo, por apenas el tiempo requerido.

 

-         ¡Isaack ha sido el campeón!. – Declaró el maestro de la isla, Albiore.

 

Hubo bulla como siempre por parte de los de mis compañeros de Siberia, pero por otro lado pude notar lo atónitos que estaban los muchachos de la isla de Andrómeda. Al parecer aquel chico era o uno, o incluso me atrevería decir, el más poderoso de todos ellos.

¿Sería por miedo?. ¿O sería verdad?.

De cualquier forma, de esto ser real no debía entonces por qué preocuparme, al contrario, esto demostraba que sería pan comido y que habría sobreestimado a los aspirantes de Andrómeda.

 

-         Muy bien hecho Isaack. – me dijo Hyoga, a quien me extrañó no verle con su “nuevo amiguito” Shun.

Todos estos últimos días le había jugado muchas bromas con eso, diciéndole que me había cambiado por “ese” y haciendo incluso gigantescas escenas de celos jaja... todo bromeando como siempre. Él, tanto como yo tenía derecho a hacer amigos, ese era uno de los principales motivos por los que según el maestro, habíamos venido a la isla.

 

De cualquier modo, después de todas las felicitaciones, la bulla y demás, me enteré del día de mi próxima batalla: ¡MAÑANA MISMO!.

 

Eso, si yo hubiese estado demasiado cansado, se llamaría: mala suerte. Pero menos mal, Leda había sido mas palabra que hechos, e incluso me había hecho subestimar nuevamente a los aspirantes de Andrómeda, más cuando me enteré del nombre de mi contrincante, mis antenas volvieron a marcar “alerta”... era June. La única chica inscrita en el torneo...

...Y si se me permite decirlo, una de las mejores combatientes de la isla que había visto hasta ahora. Incluso Hyoga me había comentado que ya ella era caballero de bronce, mis posibilidades entonces volvían a verse reducidas, mas no demasiado, yo no era más, pero tampoco menos. Y así mismo era como la chica quería que la viesen, porque por algo le había hablado así al chico con el que había peleado antes...

 

Sin más sacudí mi cabeza, ya me estaba perdiendo nuevamente en mis pensamientos. Cuando volví a la realidad, me encontraba con una frazada en mis hombros y la fogata en frente, era de noche y me encontraba allí como siempre, mientras todos solían hablar, jugar, reír... o como Hyoga y Shun... perderse...

 

Ninguna noche había prestado atención a esto, pero esa noche en particular me dio curiosidad. ¿Por qué se perdían tanto?. Una idea llegó a pasar por mi cabeza y me hizo sonreír, ya había visto demasiado embelesamiento en mi amigo. Últimamente andaba mas... “disperso” de lo normal, no sé si esa era la palabra... tenía una suspiradera rara de vez en cuando y una mirada perdida...

Pero no, no debía ser eso. Me dije para mis adentros mientras volteaba hacia el lugar donde recordaba haberlo visto cuando “desapareció” con aquel muchacho.

 

La curiosidad mató al gato. Y la duda me carcomía a mí.

Me metí por entre las palmeras, y recorrí un buen espacio hasta que pudo sentir sus lejanas cosmoenergías... juntas... seguí escondiéndome entre las palmeras hasta que los vi en silencio, oculto en la oscuridad. No llegué a entender lo que se decían, excepto la palabra “ayer” que tanto repetían los dos...

...Y mis ojos se quedaron consternados, cuando los vi como lentamente se acercaban y compartían un lento y muy suave beso, como dos principiantes... bueno, eran dos principiantes.

 

Me oculté mas entre los arbustos, esto no quería perdérmelo. Lentamente me fui acercando para poderles escuchar.

 

-         Me gusta como besas. – Admitió Hyoga en un tono súper cursi, que me servirá para molestarlo durante los próximos .... mmm... 500 años...

-         Tú también lo haces muy bien... jeje... – dijo el muchachito tan cerca de él, con ese mismo tonito, mientras colocaba un brazo rodeándole la cintura mientras Hyoga hacía lo mismo, a la vez que acostaba su cabeza en el hombro del chico y este la suya en la cabeza del rubio.

-         Me alegra mucho que hayas venido, desde Siberia. – Admitió el muchacho que yo no conocía tan bien. Ambos parecían contentos, y profundamente calmados, hasta que algo pareció romper de repente el momento, pues Hyoga levantó su rostro y le preguntó.

-         ¿Qué pasa?...

El muchacho bajó el rostro y suspiró.

-         Es June... me siento mal por ella. –

Hyoga bajó el rostro, el parecía también compartir el sentimiento.

-         Lo sé... – dijo muy bajito, apenas lo escuché. – Pero... creo que nosotros no podemos hacer nada. En... esas cosas, solo el tiempo puede hacer algo... al menos, eso dice mi maestro.

-         Talvez tu maestro esté en lo correcto. – Comentó Shun volteándose hacia Hyoga, semi-sonriendo y así, pudiendo yo verlo de perfil, ya que me encontraba justo detrás de ellos. Hyoga le encaró también y le acarició el rostro. – Es solo que... siento que es injusto que mientras ella se sienta tan mal, yo esté pasando aquí un... un momento tan feliz como éste...

 

Se notaba que no hallaba el modo en concreto de cómo explicar lo que sentía, pero Hyoga con suma paciencia y tranquilidad le agarró del mentón de nuevo impidiendo que lo bajase y buscando su mirada.

 

-         No te sientas mal por eso, Shun... – le dijo lentamente. – Recuerda también que... después de que termine el torneo, talvez... no nos veamos más...

Eso pareció de momento asustar al chico quien subió la mirada súbitamente, pero Hyoga lo sujetó de nuevo con fuerza.

-         Talvez... – recalcó de nuevo en sus palabras. – Solo quisiera... que nos permitiésemos ser felices, juntos, al menos por éste momento.

 

Ahora si había dejado sin habla al muchacho de cabellos verdes. Hyoga parecía ser todo un experto. Tomando del mentón volvió a acercar su rostro y darle un beso esta vez, algo mas largo y profundo...

 

...Con razón.

Acá era a donde se perdían todas las noches. Venían a darse los besos en este (debo admitirlo) magnífico paisaje natural, desde el ocaso hasta al anochecer. Yo acababa de conocer un área donde yo no podía darle consejos a Hyoga, sino que al contrario podía pedirle clases, en el área de conquistar. Era todo un galán. Un casanova.

 

Me quedé entretenido viéndolos un tiempo más, aún sin salir demasiado de mi sorpresa. No desagradable para nada. Una bonita sorpresa, al menos el viaje le había servido “muy bien” a mi amigo... aunque... aunque talvez ese amor solo llegase hasta aquí...

Nosotros los caballeros, no estamos hechos para tener una vida normal. Y eso él lo sabe.

A partir de ese momento, me propuse con mas ánimo el ganar la armadura del cisne, así él no sería caballero y podría devolverse y vivir una vida “normal” con este chico tan querido.

 

Los observé hasta que se hacía demasiado tarde. Cada vez mi amiguito llegaba mas tarde, pero es que seguramente cada noche llegaba a atreverse a ir mas lejos con el chico. ¡Todo un depredador!. ¡Definitivamente necesito que me enseñe!.

Perdí mi mirada en el mar donde me pareció ver alguna que otra aleta particular y bostecé unas cuantas veces antes de finalmente tomar mi decisión, pararme con sigilo e irme a dormir. Dejando de una vez solos, y sin espiar a ese par de tortolitos...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).