Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi mejor amigo por Zub_zero

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Mi mejor amigo. 

Mi padre siempre ha dicho que no hay mejor amigo que un peso en la bolsa y mejor compañía que una buena botella de tequila. ¡Que razón tenía! El dinero lo compra todo, aún la atención de la gente que te rodea. El tequila es el mejor remedio, aún para la pena más grande, el bendito tequila.

Es una de esas noches en las que todo parece conspirar en contra de mi cordura y mi buen juicio parece haberse tomado unas buenas vacaciones. Me meto en el mismo bar al que solíamos venir, ¿te acordarás de aquellos días? No lo creo, hoy en día tu mundo es otro y ni yo ni tu pasado cabemos en él. Te olvidaste de mi, pero yo no. Aunque quiero, aunque me desespero intentándolo, no puedo. Esta noche si que no puedo pasarla sobrio. Entro en el bar, que más bien es una especie de cantina y le pido al mal encarado encargado que me sirva un tequila doble, con limón y sal. Tal vez no debería beber, el beber solo hace que los demonios vuelvan. No, más bien solo un demonio, un maldito demonio de ojos azules y cabellos rubios, sonrisa cínica y actitud de me vale madre el mundo.

No es una buena noche. El pasado acecha y a mí no me viene en gana recordar.

Cuanto tiempo
Busqué tu cariño

Y anduve borracho
Borracho perdido
Por tanto quererte

 

Por dos años me dedique a intentar beberme todo el alcohol del mundo sin mucho éxito. Quería ahogar las penas, solo que las muy desgraciadas pronto aprendieron a nadar. En esos dos años aprendí un par de cosas: la primera que no podía tomarme todo el alcohol del mundo yo solo y la segunda que después de todo no valía la pena intentarlo. Es verdad, estaba desperdiciando mi vida de una forma estúpida... pero es que no había otra cosa que mitigara ese maldito dolor que me causaste, tú, él que se suponía era mi amigo. Tú infeliz al que maldigo de dientes para afuera y que le ruego a Dios vuelva a poner en mi camino aunque sea una vez más. Te largaste y me dejaste con un palmo de narices, imaginándome no se cuantas escenas sádicas contigo como víctima mi muy desgraciado amigo.

Te largaste de mi vida sin dar explicaciones, fiel a tu ingrata costumbre, prometiéndome el cielo y condenándome al purgatorio de tu abandono. Y es que tú siempre has podido hacer de mí lo que se te da la gana. Tienes más poder sobre mí que el mismísimo creador.  

 

Yo me acuerdo
Que estaba chiquillo
Y no iba a la escuela
Por que no aguantaba
Seis horas sin verte

 

Te conocí cuando ambos no éramos más que un par de mocosos y nos hicimos amigos. No sé cuando fue que empecé a quererte maldito, pero lo hice. Te quise, aún te quiero, mentiras, esto que siento por ti es más que querer, es algo que me corroe las entrañas y me hace maldecirte por haberte largado dejándome vuelto un idiota.

Siempre fuimos amigos, siempre. A pesar de todo y de todos, fui tu amigo y estuve ahí cada vez que te golpeaba la vida para levantar lo que quedaba de ti después de alguna desventura, de algún desengaño. De lo que fuera. Siempre detrás de ti cuidándote los pasos. Y tú ni siquiera te fijabas en mí... pero yo no te culpaba. ¿Por qué hacerlo? ¿Quién era yo para reprocharte ser como siempre has sido?

 

Siempre juntos creció mi cariño

Y un día me gritaste:
"Me gustan los hombres, me aburren los niños"

Y ahí te voy a quebrar, mi destino
Y en una cantina
Cambié mis canicas
Por copas de vino

 

Siempre supiste como volverme loco, ya fuera de niño con todas tus condenadas travesuras, o de adolescente con tus provocaciones. Siempre sabías que botón presionar para que yo terminara haciendo lo que tú querías que hiciera, para que te apoyara en lo que sea que se te antojara hacer por arriesgado que fuera.

Siempre estábamos juntos. Y yo siempre te quise, sí, te quise como algo más que a un amigo pero sin la inocencia de un amor de hermanos... siempre así, a tu lado mi maldito karma viviente. Siempre junto a ti, hasta que conociste al infeliz que te desgració la vida, ese idiota que te llenó los oídos con palabras bonitas y frases de novela barata, ese que decías era todo un hombre...

 

¡Que coraje me daba conmigo!
No tenía bigote
Ni traía pistola
Ni andaba a caballo

¡Que coraje me daba conmigo!
Yo andaba descalzo
Y a ti te gustaban las botas de charro

 

¿Y yo que era junto a ese? Nada, un niño dijiste, un niño que no podía darte aquello que querías: experiencia, dinero, lujos, malditos lujos que el hijo de un mecánico jamás pudo haberte dado. Y me quedé como idiota viéndote partir detrás de ese que con el tiempo demostró no ser más que un hijo de puta que te jodió la vida en mil y una formas. Y aún así no lo dejaste... confesaste que te habías enamorado. Y viniste a mí buscando consuelo... y a pesar de que en mi mente me había representado una y mil veces la imagen de mí mismo mandándote al demonio cuando vinieras de nuevo a mí buscando refugio... mi maldito corazón se dobló ante ti una vez más y te recibí con los brazos abiertos.

Mi orgullo se fue al carajo y me dije que todo iba a ser como antes, o tal vez, solo tal vez, en esta ocasión si te percatarías de lo que despertabas en mí. Pero no fue así. Te largaste de nuevo para correr a sus brazos.  No he sabido de ti en más de tres años. Supongo que estarás bien, de no ser así habrías vuelto a buscarme. Solo espero no equivocarme.

Ya son las dos de la mañana. Demasiado para una noche. Demasiados recuerdos como para resistir la tentación de sumergirme en el alivio del alcohol, ese que le he jurado a mi madre que no volveré a probar, aunque por dentro se retuerza mi ser clamando por al menos una copita de tequila. No puedo ahogar tu recuerdo en alcohol maldito rubio... maldito Milo.

Me voy a casa, no estoy ebrio, pero quisiera estarlo. Así al menos me quedaría dormido pronto y no pensaría en ese maldito rubio que se olvidó de mí como de tantas cosas, de tantas promesas, de todo lo que fuimos juntos.

Fui dejando que el tiempo pasara
Luché contra todo
Sentí que los años caían en mi espalda

Y una noche que no te esperaba
Volviste en silencio
Y le diste un beso a mi boca cerrada
No te quise decir que te fueras

 

Camino por la calle arrastrando los pies, maldiciendo mi patética existencia. Doy vuelta en la esquina para arribar a mi solitaria calle. Las dos de la mañana. Nadie en la calle, nada ni nadie más que un condenado coche que no conozco. Seguro que buscan a mi padre, es el único mecánico que hay en los alrededores. Habrá que desengañarlos, el viejo no esta. Me acerco a la puerta con la llave en la mano. Estoy cansado y en lo único en lo que pienso es en dormir.  Llego hasta la puerta y sin mirar atrás introduzco la llave en la cerradura.

- Camus. - dice alguien a mis espaldas. Esa voz... esa voz la reconocería en el mismísimo infierno. Es él. Pero... no, no debo dejar que me acorrale de nuevo, que me enrede en sus mentiras y su encanto. ¿A quien quiero engañar? Si lo que más quiero es que él este a mi lado, como antes.

- Milo. - digo y le miro al rostro... dejándome hipnotizar por ese par de turquesas que tiene por ojos. - ¿Qué haces aquí?

- ¿No es obvio que solo estoy aquí por ti? - sin querer una risa incrédula sale de mis labios, se oye hermoso pero no por ello deja de sonar a mentira.

- Quisiera creerte... pero te conozco.

-Por Dios Camus... déjame entrar y hablemos. - dice, yo me dejo llevar por su perverso encanto y dejando el orgullo y mis rencores de lado le franqueo la puerta... tal vez esté cometiendo un error, pero siempre he sido de lo más idiota cuando estoy contigo, y esta no será la excepción. Parece desesperado. No sé que busca aquí... ni que puedo yo ofrecerle como para que haya dejado su mundo de lujos y placeres para venir al  lugar del que escapó por estar infestado de pobreza. Apenas he cruzado la puerta y me recibe con un demandante beso. Abro los ojos cual si fueran platos, por un segundo la idea de rechazarle cruza por mi mente... pero al final el deseo de cumplir el anhelo guardado por tantos años me hace olvidarme de todo.

- Maldito infeliz... ¿qué crees que estás haciendo?

- Nada que te disguste, según puedo ver... y sentir... - dice entre risas... ¡demonios, esto es humillante!, sus manos me acarician como si toda la vida lo hubieran hecho, con maestría y dándome un placer que jamás espere sentir, al menos no con él.

 

Ni quise que vieras
Que estuve escribiendo
Mil veces tu nombre

Solo se que te puse en mis brazos
Dejé que mi orgullo se hiciera pedazos

Al fin ya era tuyo

 

Ya no lucho por detenerlo sino por tenerlo más y más cerca. Entramos a mi cuarto, él empujándome y yo sin saber como reaccionar. Dejo que me empuje contra la mesa, esa misma en la que tantas veces se quedó dormido. Solo entonces reacciono y recuerdo el montón de cartas que le he escrito en los últimos tres años y no me he atrevido a enviar. Él no debe verlas. Atrapo sus caderas y le jalo hacia mi cama, él se ríe, Me mira de esa forma tan suya, tan única y comienza a besar mi cuello. Me toma, si, justo como lo he deseado desde que tengo memoria, me aprisiona entre sus brazos y me posee con afán desmedido. Siento su ardiente miembro clavarse en mis entrañas... y yo ya no pienso, ya no siento nada que no sea su piel sobre la mía, es como si mi cuerpo y mi mente se hubieran disociado y me obligaran a omitir todo pensamiento coherente. Siempre quise esto y ahora que lo tengo, ¡maldita sea que voy a disfrutarlo! Le aprisiono entre mis piernas y comienzo a moverme como si el demonio me poseyera y tal vez así sea. Gimo descaradamente su nombre mientras intento no atender a nada que no sea él entre mis piernas. Me dejo llevar, total, ya mañana tendré tiempo de maldecirlo y gracias a su irrupción en mi vida, tendré el pretexto ideal para embriagarme de nuevo todas las noches.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).