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¿Y aún lo preguntas? por Aome1565

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Notas del fanfic:

Emm... bueh...

la idea, los personajes i demas cosas son mias -w-

Notas del capitulo:

Bueno o//o despues de una decada i media (?) aome vuelve publicando algo producto de su pateticidad...

al tema que trate sea al principal lo saque de un secreto contado en tusecreto.com.ar, pero el tiro me salio por la culata i no me quedo como quería... TwT

igual espero que guste >//////<

 

ah... *w* el fic va dedicado a blair!.. aome te adora (=

 

 

 

 

 

 

 

¿Y aún lo preguntas?..

 

By: Aome...

 

 

 

Eran las 4.55 de la madrugada y Josiah despertó sobresaltado. El llanto de su bebé resonando en todo el apartamento lo obligó a saltar de la cama. Sin tener en cuenta que moriría de frío salió del cuarto descalzo y sin abrigo más que el pijama, pero al pisar el pasillo cayó en cuenta que él no tenía un bebé...

 

Era la cuarta vez esa semana que le pasaba lo mismo. Tenía veinte años y tranquilamente podría estar casado y con un niño de unos meses, pero siquiera tenía una novia.

 

Su mirada se volvió de pura angustia, sus ojos verdes se inundaron de lágrimas y un sentimiento, mezcla de desesperación y desconsuelo, se alojó en medio de su pecho. Se sentó en el suelo alfombrado, recostándose por la pared fría; se abrazó las piernas mientras trataba de evitar que las lágrimas cayesen. No sabía por qué le ocurría eso, ni que fuese una chica con excesos de instinto maternal, pero su vida en ese instante tenía un gran hueco que, inconscientemente, sabía que podría rellenar con el amor de un hijo.

 

 

Mientras Josiah trataba de calmarse, desesperando más al estar sumido en tanto silencio, cinco pisos más arriba que su apartamento, un niño de nueve meses lloraba sin consuelo en brazos de su padre, que en ese momento tenía unas ganas tremendas de llorar. Su prometida los había abandonado a él y a su hijo.

 

Al borde del llanto, Ashley se sentó en la mecedora de la sala, junto a la ventana, observando cómo la nieve iba, poco a poco, cubriendo las calles. Empezó a mecerse levemente, intentando que el pequeño se calmase, pero no había caso, aparte de que ahora al llanto se le había sumado un hipido.

 

 

Josiah, casi dormido sobre sus rodillas en la misma posición de todas las noches, empezó a oír un leve llanto. Se sintió delirar. Era una sensación tan rara, pero no pudo evitar salir de su apartamento y empezar a subir las escaleras lentamente en un intento de oír en qué piso de ese silencioso edificio se encontraba aquel niño que lloraba tanto.

 

Cansado de subir escaleras y muerto de frío llegó al octavo piso, donde ya no escuchaba nada, razón por la que se sentó en el borde de la escalera, algo desanimado y sintiéndose patético por dejarse llevar por su imaginación. Tironeó de sus cabellos castaño oscuro y soltó un bufido. Cuando iba a volver a bajar las escaleras, un llanto un poco más potente empezó a sonar y la puerta del departamento B de ese piso se abrió, dejando ver a un hombre de unos veintitantos años con un bebé en brazos que lloraba de forma monótona y cansina. De los ojos celestes e inyectados en sangre del padre del niño empezaban a caer lágrimas de desesperación.

 

El de los ojos verdes se acercó al mayor, observándolo fijamente, como pidiendo permiso para aproximarse.

 

-¿Puedo? -preguntó el castaño, estirando levemente ambos brazos hacia el bebé. Aquel hombre de cabellos rubios y mirada cansada, envuelto en un albornoz y con las pantuflas al revés, cedió su niño a aquel extraño con una mirada brillante y serena. Había dudado un poco al principio, pero la falta de horas de sueño empezaban a pasarle factura y sentía que si seguía oyendo ese llanto su cabeza explotaría.

 

Josiah cargó al niño recostándolo en su pecho, con la cabecita en su hombro y recargado sobre un brazo. Lo rodeó con una mano por la espalda y empezó a moverse con pasividad mientras tarareaba con suavidad un tierno arrullo, cerrando los ojos y sonriendo al sentir al pequeño aferrarse a la camisa de su pijama mientras dejaba de llorar lentamente.

 

Los ojos de Ashley se agrandaron y un jadeo de sorpresa escapó de su garganta. Era increíble que lo que él no pudo hacer en toda la noche un extraño hiciera en apenas un par de minutos.

 

-¿Cómo se llama? -preguntó el más chico, intentando ver los ojitos cerrados del bebé ya dormido.

 

-Cemil... -susurró el rubio, llevando una mano hacia la cabeza del niño. Luego, y sin poder resistirse a hacerlo pero obviamente desconociendo la razón y desconcertado por lo que creía el cansancio estaba haciéndole, deslizó esa mano por el cuello de quien cargaba al niño, para luego acariciar la mejilla del mismo-. ¿Y tú?

 

-Jo... Josiah -susurró el de los ojos verdes, sonrojándose un poco al notar esa mirada tan potente sobre sí. No entendía qué era lo que lo causaba, pero su corazón empezó a latir de forma desaforada, su cara ardía y no podía quitar la mirada de esos ojos celestes que tan extrañamente lo observaban.

 

-Soy Ashley... -dijo el mayor, sonriendo ante la reacción del otro-. Ven, pasa. No irás a quedarte ahí lo que resta de la noche. -Rodeó a Josiah de la cintura, intentando no incomodarlo ni incomodarse, con un brazo y lo ‘obligó' a ingresar en el apartamento, que estaba levemente tibio debido a la calefacción encendida.

 

Cuando ambos estuvieron dentro y la puerta cerrada, el rubio lentamente fue quitando a Cemil de los brazos del dueño de los ojos verdes que lo veían sin parpadear y se lo llevó a una de las habitaciones, susurrando un leve ‘espérame ahí'. Colocó al bebé en su propia cama, rodeándolo de almohadas mientras lo veía con una dulzura demasiado inusual en él, y regresó donde Josiah, que se restregaba los ojos como un niño en medio de la sala mientras un leve escalofrío lo recorría.

 

-¿Tienes frío?

 

La voz de Ashley lo sobresaltó. Cuando se giró a verlo lo vio apoyado por la pared, al final del pasillo, con al albornoz semi-desatado y las pantuflas aún al revés.

 

-Bueno... yo tengo frío, pero tú tienes las pantuflas mal puestas -respondió el castaño y empezó a reír, cubriéndose la boca para evitar hacerlo demasiado fuerte.

 

-¿Quieres algo que esté más desencajado que mis pantuflas? -preguntó el de los ojos celestes, acercándose al más chico. Sabía qué era lo que iba a hacer, pero lo que no sabía era por qué lo haría. Esa mirada tímida que el otro le dirigía desde que apenas se habían visto lo tenía obnubiladamente confundido.

 

-Mmh... ¿Qué será? -En los labios del chico se dibujó una sonrisa juguetona mientras veía a Ashley acercarse.

 

No entendía qué era lo que él quería ver desencajado, lo observaba acercarse con un leve sonrojo en sus mejillas y sus ojos celestes brillando de forma traviesa, pero no sabía qué iría a hacer. Hasta que lo tuvo demasiado cerca, rodeándole la cintura en un abrazo suave mientras lo besaba delicadamente.

 

Josiah sintió cómo el calor del mayor lo envolvía rápidamente mientras sus labios eran levemente devorados. No sabía qué hacer, cómo reaccionar, todo había sido demasiado rápido, pero dejó de pensar y cerró los ojos, dejando que sus instintos hiciesen lo que debían. Sus brazos se elevaron como por arte de magia hacia la nuca del rubio y su boca de abrió. Un beso vehemente, casi absorbente. Terminó sólo porque a ambos les faltaba el aire.

 

-¿Quieres chocolate caliente?.. Estás muriendo de frío -susurró el rubio muy cerca de su oído, haciéndolo temblar.

 

-Mmh... bueno -asintió el de los ojos verdes, sonrojándose al sentirse tan vulnerable aún entre los brazos de ese que acababa de besarlo, y que volvió a hacerlo un par de veces más antes de dirigirse a la cocina.

 

Un rato después, ambos estaban sentados en el sillón de doble plaza de la sala, envueltos en una misma frazada mientras bebían chocolate caliente. Afuera todavía nevaba, no iría a amanecer tan temprano siendo pleno invierno y ellos no comprendían cómo habían llegado a estar como estaban ahora, casi abrazados.

 

-¿Qué... qué hacías a esa hora en la escalera?.. No creo que el llanto de un bebé haya atravesado cinco pisos, ¿o si? -preguntó Ashley, acariciando la mejilla del menor con el dorso de su mano. Quería, realmente quería saber por qué actuaba de esa forma tan cariñosa con el chico apenas conociéndolo.

 

-La verdad es que... bueno, suena algo tonto, pero... -Hizo una pausa en la que bebió un sorbo más de su taza de chocolate y continuó: -Hace varias noches que despierto porque mi bebé llora y no hay quien lo levante, pero cuando ya estoy fuera de la cama me doy cuenta de que yo no tengo un bebé... y es gracioso, porque siquiera novia tengo... bah, no tengo novia porque hasta hace un mes tenía novio y... -terminó diciendo en un susurro, completamente sonrojado de estarle contando aquello a alguien a quien recién conocía. Se contuvo de finalizar la frase al ver la mirada que el otro le dirigía.

 

El de los ojos celestes lo veía de forma enternecedora, moría de ganas de abrazarlo como si fuese un niño pequeño. Él nunca había sido de demostrar esa clase de debilidades, pero ese chico movió dentro de él algo que estaba completamente estático desde hacía mucho.

 

-Pero dime... por qué... ¿por qué Cemil lloraba tanto?.. O sea... ¿Y la madre del bebé? -preguntó el menor, algo cohibido.

 

-Tendría que contarle todo desde el principio... y lo haré... -Soltó un bostezo antes de empezar a relatar: -Conocí a una chica que no sólo me movió el piso, sino que también cambió mi mundo. Lo nuestro era una relación extraña y ella no quería compromisos, pero con el paso del tiempo yo supe que era la indicada... y nos comprometimos al saber que esperábamos un bebé. Esos nueve meses fueron los más felices de mi vida, la experiencia de tocar ese vientre tan crecido y redondeado y sentir a esa personita dentro de otra es algo maravilloso... Cemil nació y todo entre ella y yo era color de rosa, hasta que hace un par de meses que empezamos a discutir de mala manera, pero yo pensé que iba a ser algo pasajero y no veía la realidad... hasta que ella me abrió los ojos cuando, con una maleta en la mano, cerró de un portazo la puerta del apartamento. Entré en pánico cuando oí, en la habitación, el llanto del niño... Y así ha llorado desde que ella se fue... algunas veces hasta yo tengo ganas de llorar... -Se llevó una mano directamente a los ojos, intentando secar las lágrimas que empezaron a caer para evitar que se notaran.

 

El castaño pareció derretirse de ternura al ver así al otro, entonces dejó su taza de chocolate caliente sobre la mesita de centro y se removió un poco hasta quedar sentado sobre las piernas del dueño de los ojos celestes, abrazándolo con fuerza y sin contenerse. Inmediatamente sintió los brazos del mayor rodeándolo.

 

Estando así juntos sintieron cómo esos espacios vacíos que sentían parecieron desaparecer. Buscando un poco más de contacto separaron sus rostros y volvieron a juntarlos en un beso. De forma lenta y tierna jugaban a no sentirse solos, a reconocer a ese que cabía perfectamente en los huecos que sentían en el pecho. Pero era muchísimo más que eso, porque con verse a los ojos sabían que algo especial había cuando se miraban, que no era una calentura, que era algo fuerte lo que tenían.

 

Se separaron y clavaron su mirada en la del otro, sabiendo que era lo que estuvieron buscando, que no había que decir ni hacer nada más para saberlo.

 

El rubio llevó sus frías manos al pálido pero sonrojado rostro de Josiah, que hizo lo mismo.

 

-¿Qué es esto, eh?.. Nos conocemos hace apenas una hora, pero ya hasta nos sentimos el uno para el otro -susurraba Ashley mientras acariciaba esas mejillas coloradas. Se sentía tan confuso... desde hacía noches que lloraba por aquella que lo había dejado solo y con un niño, pero ahora, como salido de algún lugar mágico y especialmente para él, aparecía ese jovencito que lo observaba tiernamente-. Yo no buscaba nada y ahí estabas...

 

-Pero yo si buscaba algo... y encontré más que eso. Aunque es demasiado raro que ni bien nos conozcamos y ya estemos tan... ¿acaramelados? -La cara del castaño se deformó en una mueca graciosa.

 

-Entonces...

 

-Pensémoslo bien antes de apresurarnos -dijo el de los ojos verdes sonriendo y bostezando a la vez-. Igualmente vendré a ayudarte a cuidar a Cemil.

 

-Pero... ¿puedo besarte? -preguntó el mayor, sonrojándose levemente.

 

-No tienes ni que preguntarlo... -Josiah se inclinó sobre el rubio y besó sus labios con suavidad para luego acomodarse mejor en el sillón y quedar dormido apenas al cerrar los ojos.

 

 

El reloj marcaba las 6.45 de la mañana y el llanto del bebé empezó a resonar en el apartamento. El castaño de ojos verdes despertó sobresaltado, con la intención de salir corriendo a buscar a su bebé, pero recordó que él no tenía un bebé... pero tampoco tenía un novio y mucho menos dormía en el sofá.

 

En ese momento recordó lo que había pasado un rato antes y al ver que Ashley no despertaría aún, fue a buscar a Cemil, que sentado en la cama lloraba viendo hacia la ventana.

 

-Hola, bonito -susurró el chico, tratando de llamar la atención del pequeño sin asustarlo, pero al verlo éste se giró hacia él y extendió sus bracitos sin dejar de llorar.

 

Josiah lo cargó en brazos y le sonrió a la vez que empezaba un suave vaivén intentando tararear el mismo arrullo que resonaba en su cabeza desde que ese llanto del bebé que no tenía lo obligaba a saltar de la cama.

 

Cuando se dio cuenta el pequeño ya estaba dormido y desde la puerta el rubio lo observaba embelesado.

 

-¿Cómo lo haces?.. Yo traté con remedios caseros, compré el libro de uno de esos pediatras famosos, busqué en la web y hasta llamé a una abuela a medianoche para intentar calmar a ese pequeño demonio que no me dejaba dormir... y ahora llegas tú, un extraño hasta hace un par de horas, y como si lo tocaras con una varita mágica o le dieras un sedante logras dormir al niño... -decía el mayor, atónito pero aún con sueño-. Fue una noche demasiado larga y extraña, creo que estoy soñando y tú no debes ser real...

 

-Sea o no real, creo que mejor vuelvo a casa y me acuesto de nuevo -susurró el castaño mientras acostaba nuevamente al bebé en la cama. Se atrevió a dejar un  pequeño beso en su cabecita para luego salir de la habitación, pasando junto a Ashley, que pareció no haberse inmutado, aunque en realidad esperaba que el más chico dijera algo.

 

Escuchó la puerta abrirse y cerrarse y recién ahí reaccionó. No iría a dejar que el causante de la confusión que sentía ahora se fuese así como había llegado.

 

El rubio corrió hacia el pasillo, fuera de su apartamento justo a tiempo para ver al menor empezar a bajar las escaleras.

 

-¡Espera! -gritó y corrió hacia él. Cuando lo tuvo de nuevo frente a él, sólo lo abrazó con fuerza-. No me dejes -susurró dolido y con la voz quebrada.

 

-Pero... yo no tengo nada contigo... no digo que no me gustaría, pero... déjame pensarlo y... -Pero el de los ojos verdes dejó de hablar, extrañado por la actitud del otro que parecía haber empezado a llorar. En ese momento entendió que Ashley era más sensible de lo que parecía ser y que aún le dolía el que su novia lo haya dejado solo, pero tenía miedo de hacerse a la ilusión de creer que en tan poco tiempo se había enamorado de él.

 

-Sólo... sólo no me dejes... porque, ¿sabes?, aunque te conozca sólo hace un rato, puedo decir que me gustas -decía el de los ojos celestes, aflojando un poco el abrazo, hablando un poco con ironía, como si todo eso fuese una broma.

 

Se besaron de forma lenta y suave, como si fuese el primer beso que se daban, reafirmando con fuerza sus brazos alrededor del otro. Pero, por tercera vez esa madrugada, empezó a oírse a lo lejos, dentro del apartamento del mayor, el llanto de ese bebé, el causante de que ellos estuvieran besándose en ese mismo instante.

 

Interrumpieron lo que estaban haciendo y empezaron a caminar apresuradamente hacia la residencia del rubio, pero Josiah se detuvo a mitad de camino.

 

-¿Puedo... puedo quedarme contigo? -preguntó el chico, tímido, sin atreverse a mirar a esos ojos celestes que lo observaban ilusionado.

 

La pregunta tenía algo así como un doble sentido. Por un lado y principalmente se refería a poder quedarse a cuidar al pequeño que no dejaba de llorar, pero las ansias y el deseo de compartir más de un par de horas con ese rubio del que ya se había enamorado estaban ahí y no podía ignorarlas.

 

Ashley comprendió cualquiera de todos los sentidos que esa pregunta pudiese tener y sonrió.

 

-¿Y aún lo preguntas? -respondió con otra pregunta antes de tomarlo de la mano y tironear para llevarlo hasta el apartamento...

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Me dejan un rr por compasion al menos? TwT

xDD


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