Otro año, otro día en soledad, me parece curioso que la ciudad conserve su ruido habitual, aunque tu ya no estés aquí... creo que soy el único que te extraña. Mas que nada, extraño esos días de diversión en los que no estaba solo, y podía ver tu rostro sonriente, tu hermoso rostro...tan pálido, tus hermosos y adormilados ojos mirándome con dulzura. El signo de interrogación a mi razón de vivir sigue presente... sigo preguntándome: ¿por que sigo aquí?, si tu eras el único argumento que tenia para seguir viviendo. Sin embargo te fuiste.... solo quiero morir, desaparecer, o volverme loco... me da igual, algo que me mantenga alejado de tus recuerdos, o.... cerca de ti....
*~
-disculpe señorita, usted me podría decir donde está...mm- miro el papel que traía entre sus manos - el gimnasio?-
Era nuevo, no sabia nada de aquella escuela, solo sabia que tenia que encontrar luego el gimnasio, o si no llegaría tarde a su primera clase de futboll, aunque realmente no le importaba mucho llegar tarde,sin embargo, tenia un mal presentimiento.
- si niño, está por ese pasillo lo ves?- dijo la profesora apuntando hacia el fondo del corredor. A Akira le pareció una especie de desprecio, ¿acaso lo estaba tratando de ciego?, ¿tonto o algo por el estilo?, al parecer, su ego no lo ayudaba en las relaciones sociales.
Sin responderle, Akira se dirigió a paso rápido hacia el gimnasio, no sabia la clase de chicos que había en esa escuela, pero si eran grandes y muy rudos, no quería problemas ni con ellos ni con los profesores. Al llegar se encontró con un enorme gimnasio, mucho mas grande que el de su antigua escuela, repleto de jóvenes jugando al football, sin embargo, el ver a una chica en el campo lo sorprendió bastante. Se aproximó hacia el que paresia el instructor y le pasó el papel que llevaba entre las manos.
- Suzuki Akira...- se presentó cortante, dirigiendo una fría mirada a la cancha.
- si, ya veo...bien, y sabes jugar?- preguntó el maestro mirándolo de pies a cabeza. La verdad, Akira no tenia la pinta de un Atleta, no poseía una prominente estatura, y su cuerpo era extremadamente delgado.
- ¿como que si se jugar?, obvio que juego, y muy bien para que sepa..- se cruzó de brazos molesto - usted debería preocuparse de no tener chicas en su equipo...- refunfuñó apuntando la cancha.
- ¿a quien le dices chica?...feo- un joven alto, de apariencia imponente, aunque esto no lo dejaba de hacer parecer una hermosa chica, se había parado justo atrás de Akira.
*~
No volveré a reír, me siento lastimado, triste... solo quiero verte, quiero tenerte aquí a mi lado. En el lugar que nos conocimos, je.. ahora que lo recuerdo, el día que nos conocimos no fue lo mas hermoso, pero aun así me sentí nervioso, tu belleza era incomparable con la de cualquier chica. Ah, quise estar siempre contigo, fué así desde el principio, en verdad te amé.
*~
- ah, resultaste ser chico..- la voz de Akira tomó un tono entre nervioso y presumido.- y ¿sabes jugar?.
-para tu información, flacucho, soy el capitán del equipo- rió con aires de superioridad el otro chico.
-ja!, seguro te tuvieron lastima...
- seguro...juguemos, el que gana se hace el capitán y le da clases personalizadas al otro - dijo fijando su mirada en la del joven Akira.
- trato..- le dió la mano en señal de: "trato hecho", y se dispuso a irse.
-espera un momento flacucho..¿tu nombre?..
-Akira, ¿el tuyo?
-ja!, tienes nombre de niña...Takashima, para los amigos shima..
*~
Nombres, quien nesecita nombres cuando se está besando, pero..ahora yo si nesecito un nombre, un nombre por el que la gente me llame desde sus bocas vacias, sin ningun sentimiento de por medio. Sin embargo, cuando mi nombre resbalaba de tus labios, yo sabia que estaba lleno de cariño, o tambien podia ser tristesa, lujuria...placer, lo que fuera, pero eso me gustaba, me gustaba oir mi nombre pronunciado por ti, por tu dulce y ronca voz, era tan irrecistible, tan tierna. Creo que fuiste una persona muy expresiva, con el solo hecho de escuchar tu tono de voz, yo podia saver lo que sentias o lo que tratavas de decirme, a tal punto de que alfinal solo bastaba cruzar las miradas para saver lo que queriamos decir. Ahora que lo pienso, me gustaria no nesecitar nunca mas mi nombre, para estarte besando infinitamente, sin embargo he cambiado tus besos por mi nombre...gran error.