Bueno, no necesito presentaciones seguro que me conocéis… seguro no… segurísimo. Aquí me hallo escribiendo contemplando el horizonte, al lado del acantilado que me vio morir. Esta noche otro a caído en mis manos lo tengo al lado, puedo ver su cara de espanto y terror.
Dejo de escribir un segundo y contemplo mis manos llenas del salado elíxir de la vida, amo ser salpicado por el fluido más dulce del ser humano. Me gusta escuchar sus respiraciones angustiadas cuando les ataco o los amarro con sogas, adoro cuando los delicados y frágiles huesos del cuello chasquean al ser cortados por el frío acero e incluso cuando uso mi fuerza contra sus frágiles cuellos, me vuelvo loco y siento una especie de orgasmo cuando atravieso su yugular, la sangre cayendo al suelo. Ese sonido al caer a tierra me enorgullece de veras, me llena de júbilo verlos caer… degollados e incluso estrangulados.
A estas alturas os preguntareis porque no estoy en un puto manicomio pero lo mío no es locura, es pasión… obsesión… adicción. Mis dos placeres ocultos, sexo y muerte peligrosa mezcla, me puedo comparar con una mantis religiosa. Los dos actuamos igual ellas al aparearse matan a el compañero tragándoselo, yo casi lo mismo cuando me “apareo” después de llegar al gran final, llámalo orgasmo me empiezan a entrar las alucinaciones y mi sentido de caza se despierta.
Miro mi mano que sostiene el cuchillo todavía esta manchado, saboreo la sustancia rojiza haciendo que mis ojos brillen del mismo color lo se porque me reflejo en la cristalina hoja. Sabe bien, joven y pura. Adoro su cuerpo muerto, toco con la mano su pelo castaño bajando la misma hasta la herida que yo mismo le hice; hundo mi mano y me manchó más todavía.
Soy la reencarnación del mal, el dios de la destrucción y el caos. Un ser sin sentimientos, frío y extremadamente violento. No tengo reparos en matar, ni piedad tampoco. Tengo control ante la gente normal, ya sean heteros, gays o bisexuales. Me adoran y no es para menos, soy un ser indestructible.
La culpa de todo lo que soy ahora es de mis padres por abandonarme en un oscuro y húmedo castillo lleno de ratas y mugre.
Cuando me “emancipé” ya empezaron a florecen mis instintos salvajes así que cada noche sigiloso y con unas gafas de infrarrojos me iba por la ventana y observaba como hacían el amor mis dos vecinos. Me los imaginaba siendo mis victimas y me montaba peliculitas mentales, sobre todo me gustaba una que todavía recuerdo… entraba de golpe y los degollaba en el acto u otra que me viene a la cabeza, estrangulaba al pelirrojo y le follaba al otro chaval. Después acabaría como todos, con una raja de lado a lado. Maldad siempre he tenido pero la canalizaba hablando con mi hermano o saliendo a pasear pero cuando “volé” de casa todo salió a la luz.
Pensareis ¿por qué siempre mata chicos? La respuesta es sencilla, son malvados y causan todo el mal en el mundo. Las mujeres no, siempre están sufriendo de todo. Humillaciones en casa, en el trabajo, en el ejercito, violaciones, acoso sexual… nunca mataría a una aunque en mi vida haya matado creo que ha dos o tres, seguro estaría muy enfadado pero nunca y repito nunca le haría daño a una.
Soy gay, activo y mi ex era un asqueroso marica pasivo y como le cogí mucho asco por eso mato siempre pasivos, yo les presto mi herramienta y ellos me prestan sus cuellos.
Pues no se que decir, esto es todo si me disculpáis voy a deshacerme de este precioso joven inerte.
Atentamente… a ti te lo voy a decir.