Guantes negros
El pequeño Ryou tiene una pesadilla.
Esa noche se fue a la cama temeroso de dormir, los sueños no lastiman, se repetía incansablemente, recostándose en aquella suave y cómoda cama nada aquí me puede dañar, decía varias veces antes de sonreírse a si mismo y al fin quedarse profundamente dormido...
Cuando de pronto unas manos suaves acariciaron su cuerpo, entreabriendo sus ojos, y allí estaba aquella silueta tan conocida y a la vez tan temida por aquel pequeño, no puede ver su rostro, no sabe quien es, tan solo ve a un cuerpo desnudo encima del suyo, tan solo una pista, unos guantes negros que aquel demonio se rehúsa a abandonar, desde hacia ya varias noches que los usaba...
Una sonrisa macabra se ve entre medio de las penumbras seguido de un escalofriante susurro, solo mío, dice todas las noches antes de comenzar a besar aquellos labios con brusquedad acariciando aquel pequeño cuerpo.
Aquella pesadilla lo hiere.
No por favor suplica Ryou mientras una melodía amarga escapa de su garganta, y una humedad extraña recorre sus mejillas liberando su dolor, aquel demonio tan solo sonríe, antes de comenzar a besar aquel inocente pecho bajando aun mas, acariciando las partes prohibidas del pequeño Ryou.
ahh un gemido escapa de aquella dulce boquita, el pequeño se siente avergonzado, pide perdón, se disculpa, deseando con ello que su tortura se detenga, pero aquella silueta vuelve a sonreír antes de abrir despiadadamente aquellas piernas, acomodándose entre ellas dispuesto a marcar lo que él mismo proclamo como suyo.
Penetra aquel pequeño y frágil cuerpo de una manera salvaje, sin molestarse en prepararlo, olvidándose por completo del dolor de ese pequeño y tan solo concentrándose en el placer infinito que produce el poseer aquel estrecho y virginal cuerpo, una pureza que solo aquel demonio se ha encargado de manchar y borrarla de aquel inocente niño.
Tiene miedo
Ya no mas...por favor...duele... me duele demasiado, los sollozos de aquel niño son apagados, su vista poco a poco se ha nublado oscureciendo aun mas aquel tenebroso lugar, el dolor es insoportable, y llora una vez mas, lo ha lastimado, una vez mas cae en la "inconciencia" de aquella pesadilla.
Abre sus ojos con pesadez, observando como la mañana caprichosa ahora adorna su habitación, su cuerpo yace lastimado entre las sabanas de aquella cama, le duele, sentándose dificultosamente en la cama, dejando escapar varios quejidos de sus inocentes labios, levanta las sabanas...
El pequeño Ryou despierta
Su mirada se dilata a más no poder, su cuerpo tiembla, los sueños no lastiman, susurra con desesperación antes de comenzar a llorar con amargura, asustado, a punto de tener un ataque nervioso y si es asi entonces... ¿Por qué las sabanas están manchadas con sangre? ¿Por qué mi cuerpo esta herido? le pregunta a la nada mientras continua llorando.
Aquel demonio vuelve cada noche y aquel pequeño no comprende el "porque"... ya no desea dormir, ya no desea sentir el dolor, pero no puede hacer nada para evitarlo.
Y llora... siente mucho dolor
Mira aquellas marcas en su cuerpo, mordidas, rasguños, moretones, chupetones, que adornan su piel misteriosamente, antes de dormir aquellas marchas no estaban, se levanta temeroso, su cuerpo tiembla, saca las sabanas manchadas con su sangre rápidamente llevándolas al baño y echándola a la lavadora, borrando asi cada rastro con el agua.
Se mete a la ducha e intenta con desesperación borrar cada rastro de aquella pesadilla, no era real, no podía lastimarlo, no era verdad, los sueños no nos hieren y aun asi su cuerpo le dolía.
Su inocente mente no podía entenderlo, después de todo un niño de tan solo 9 años no entiende aquellas acciones tan extrañas y anormales, su inocencia no permite interpretar el porque de todo aquello...
Desayunando con su familia, su madre le sonríe, su padre lee el periódico, y su hermano mayor ya se marcho a clases, continua comiendo tranquilamente, hasta que un chico de cabello blanco y sonrisa gentil lo saluda, el responde sonriendo, Bakura es un arrendatario, es un joven de 17 años que asiste a la misma escuela que su hermano mayor.
Ryou sonríe... cuando esta despierto es feliz
Todos terminan de comer la hora de partir a sus deberes a llegado, el pequeño Ryou espera su obento* sonriendo mientras tararea una bella tonada, ahora nada lo puede lastimar y eso le hace feliz, al menos es libre de aquel dolor por doce horas.
Bakura se despide de todos tomando su mochila, acomodándose su ropa y abrochando su gruesa chaqueta, perfecta para la mañana tan fría que reina en la intemperie.
Bakura, susurra la madre sonriente, olvidaste tus guantes en el baño, le entrega unos guantes negros de cuero, Ryou los ve, reconociéndolos de inmediato.
El pequeño Ryou descubre algo
Sus ojos se dilatan y su cuerpo tiembla, aquel ser que lo visita por las noches, aquel ser que lo lastima no es ni más ni menos que aquel gentil joven que en innumerables ocasiones lo había ayudado, no era posible, su inocente mentecita no lo puede asimilar. Aquel chico que antes le sonreía con dulzura ahora muestra una cara llena de maldad, relamiéndose los labios descaradamente mientras lo mira con deseo.
Ahora lo comprende... esta noche volverá a soñar
El rostro de aquel niño palideció, su madre pregunto si se sentía mal, pero no pudo responderle, estaba congelado, tenía miedo, estaba aterrado, y sin poder contenerlo su cuerpo comenzó a temblar.
Solo que esta vez ya no habrá necesidad de dormir
Llamare a un doctor, dijo la madre de aquel pequeño mientras lo dejaba solo con Bakura que solo sonrió con maldad antes de acercarse hasta Ryou y acariciar su rostro, tocando con sus dedos aquellos suaves labios, que ahora temblaban. No temas, ya te he dicho que me perteneces y nadie tiene que saberlo o ¿si?, lo miro amenazante.
El pequeño Ryou esta asustado y comenzando a llorar
Ahora que lo sabes, me será mas fácil el poder tenerte, solo mío recuérdalo siempre, beso los labios de aquel pequeño, su madre llego y miro que su hijo se veía aun peor, quizás solo necesite descansar, dijo aquel joven albino aun sonriendo de una manera insana, no por favor, suplico el pequeño, pero era inútil él lo sabia, sabia que no tendría escapatoria, estaba atrapado, aquella bestia regresaría y lo volvería a lastimar, aquel pequeño comenzó a llorar nuevamente, porque...
Su pesadilla... jamás terminara