Uno de los pétalos del cerezo cayó y se posó sobre la nariz de Morinozuka sin que él se diera cuenta.
-Takashi...-profirió Honey despertándolo -tienes un péatlo de cerezo en la nariz.
-¿Qué? Ah...-dijo Mori bostezando, y levantó una mano para quitárselo, pero su primo se le adelantó
-Ya está -dijo Honey mostrando el pequeño pétalo en la mano, y esbozo una gran sonrisa.
-Ah...gracias, Mitsukuni -dijo Mori, y se volvió a recargar en el tronco del árbol.
Estaban sentados en uno de los jardines del Ouran, bajo un frondoso cerezo, su lugar favorito de toda la escuela. Lo había sido desde que que ingresaron al instituto, y siemore que tenían tiempo libre iban a descansar debajo de su sombra.
-Oye, Takashi, ¿estás dormido? -preguntó Honey abrazando a Usa-chan
-No -contestó Mori sin abrir los ojos
-Emmh... ¿A que hora dijo Tama-chan que fueramos al club?
-Despues de clases, como siempre... ¿cómo es que lo olvidaste, Mitsukuni? ¿Acaso te sucede algo? ¿Está todo bien?
-Claro que si Takashi. Es sólo que estoy un poco distraído -contestó Honey sonriendo
-Mmmh...-fue la única respuesta de Mori.
Sabía que algo no andaba bien desde hacía una semana. Entreabrió los ojos y vio a Honey abrazando a su inseparable conejito, con la mirada perdida.
Abrió los ojos por completo y miró la copa del cerezo encima de él.
Era primavera, y estaba colmado de flores. No entendía por que su primo no estaba radiante, si era su estación favorita y se ponía en extremo feliz desde el comienzo hasta el fin de la misma.
Lo conocía perfectamente... y sabía que algo definitivamente andaba mal. Pero en esta ocasión, no tenía ni la mas mínima idea de lo que le ocurría a Honey; no había tenido problemas con ninguno de sus amigos, e incluso milagrosamente había hecho las paces con su hermano.
Entonces... ¿por qué? ¿Por qué todo el tiempo Honey tenía la mirada vacía y parecía estar ausente? Algo no encajaba.
Se sentía impotente al no poder hacer nada por Mitsukuni. Pero mas que nada, le dolía verlo asi. Hubiera sido capaz de dar lo que fuera por regresarle su sonrisa, por verlo emocionado con el más mínimo detalle, por que volviera a la normalidad...
Le dolía ver sufrir a su pequeño y amado primo.
Amado.
Sí, amado.
Antes le costaba aceptar sus sentimientos, por que le confundían un poco. Pero con el tiempo fue haciéndolo, aunque no los demostraba por completo.
Se había dado cuenta de ellos hacía muchos años, un día que, mientras jugaban, con una gran sonrisa, Honey pronunció su nombre.
-Takashi...
Desde entonces, se había dedicado a protegerlo con más esmero que antes, y a amarlo en secreto, procurando no demostrar mas sentimientos de los necesarios, pero... en esta ocasión no podía evitar sentir dolor en el pecho al ver así a Honey. Realmente quería hacer algo. Realmente quería ayudarlo. Realmente...
-Mitsukuni...
-Dime, Takashi -contestó Honey con la voz apagada.
Su primo lo miró esperando a que dijera algo, pero Mori no articuló una palabra. Se limitó a rodear a Honey con sus brazos, en un cariñoso pero firme abrazo. Le pareció notar un poco de color en las mejillas del pequeño, pero cuando volvió a mirar no estaba sonrojado.
-Vamos a clases, Takashi, que se nos hace tarde.