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Tierra de Enigmas por akisuki

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Notas del fanfic:

 

Este es el segundo fic que subo a la pagina algo muy distinto a lo que he escrito hasta el momento, aun que tengo varias ideas no estoy segura de hacia donde se dirige realmente la historia, espero sea corta y que la disfruten.

 

Notas del capitulo:

Hola de nuevo, y de ante mano me disculpo por la ortografía me quede sin Word en mi compu. Así que no pude corregir bien la ortografía así que disculpen los horrores, y sin mas que agregar la historia

 

 

Se dice que cada persona tiene un doble idéntico en alguna parte del mundo.

Que existe la reencarnación.

O que hay quienes están destinados a conocerse.

Jamás he creído en cosas como esas, tras la muerte de mi mejor amigo cuando tenía 15 años, mi mente se hizo a la idea de que la muerte era el final de todo. Sabía que cuando alguien muere todo termina ahí. Lo que fue, lo que pudo haber sido, y lo que nunca será, el destino no existe, uno mismo crea su presente y su futuro, así de simple.

Eso creía, ésa era mi realidad.

Pero todo eso cambió y comencé a dudar de ello.

--------Ricardo-----

A Adrián mi mejor amigo, lo conocí a los 12 años y en poco tiempo nos volvimos inseparables, era la clase de persona a la que parecía que los problemas le resbalaban, no importaba que tan mal estuviera la situación siempre era capaz de sonreír y hacerme sonreír, eso era algo que me gustaba de él. La tranquilidad que me daba desapareció el día que falleció y jamás a lo largo de 24 años fui capaz de encontrarla nuevamente...incluso pensé que jamás volvería a tenerla.

Sí, es verdad, yo lo amaba, pero nunca se lo dije y quizás en alguna parte de mi corazón me arrepiento de ello. En realidad me arrepiento de muchas cosas.

La vida continuó y cinco años después me casé, al año de casados tuvimos a nuestro primer hijo, un varón al que llamamos Samuel y algunos años después a nuestro segundo hijo, Iván.

Mi esposa, Carolina, es una mujer atractiva, alta, morena y con una hermosa melena negra que siempre lleva totalmente recogida. De carácter fuerte y decidida, orgullosa (en ocasiones, demasiado), pero fue eso mismo lo que me cautivó. No era de extrañar que con semejante carácter tuviera tanto éxito en su vida profesional como abogada.

Por mi parte, a mis 39 años, ya tengo algunas canas que salen de entre mi cabello castaño, me agrada el aspecto que me dan, siento que me hacen lucir más sabio de lo que en realidad soy. Mis ojos de una extraña mezcla; verdes con ligeros rastros de miel, son motivo de expectación sobre todo por el hecho de que mi hijo mayor los heredó. Trabajo en una oficina, un trabajo para muchos aburrido pero para mí es extrañamente satisfactorio.

Esperaba que mi vida continuara así, sin más novedad que algún problema en la escuela de mis hijos o quizás algún caso importante de mi esposa.

Pero no fue así, y debí saberlo en cuento lo vi., pero no fue así.

La manera en que ocurrió todo fue bastante extraña, al menos para mí....

Una fresca tarde de domingo, parado en una esquina esperando a que el semáforo cambiara para poder cruzar al otro lado, alcé la mirada en el momento justo para encontrarme con unos ojos almendrados que me miraban. Por un momento, por un instante, por un segundo en el tiempo que me pareció eterno, sentí que Adrián había regresado.

El momento fue muy breve, la luz cambio y yo seguí mi camino sin darle importancia, convencido de que nunca más volvería a ver a esa persona, ¡qué equivocado estaba!.

Me estaba esperando en la sala de mi casa, ya me lo había advertido Sam, la noche anterior cuando dijo que invitaría a un amigo a pasar la noche, al principio me extrañó un poco que lo invitara a quedarse un domingo dado que el lunes debía ir a la escuela, pero nos aseguró que era a causa de un proyecto de la escolar y ya que ambos iban al mismo grupo no habría problema ya que se irían a clases por la mañana.

Satisfechos mi esposa y yo dimos el permiso.

En cuando volví a casa, Samuel me llamó para presentármelo, me tomó totalmente desprevenido verlo ahí sentado en la sala charlando alegremente con Carolina, mi mente me jugó una mala pasada y por un instante, a quien vi, fue a Adrián.

-Papá, te presento a mi amigo- me dijo Samuel totalmente ajeno al shock en el que yo me encontraba, vi a su amigo mirarme y ponerse de pie para saludarme.

-Mucho gusto señor, me llamo Andrei- de haber dicho que su nombre era Adrián, estoy seguro de que hubiera salido corriendo de mi propia casa (aunque en ese momento ganas no me faltaron), me ofreció la mano y yo le respondí con un fuerte apretón.

-El gusto es mío Andrei, me llamo Ricardo- lo miré por primera vez detenidamente y no pude evitar sentirme como un idiota, yo, lo había confundido con Adrián, y ¡ni siquiera se parecían!!!!!

Adrián, era de piel clara y cabello castaño claro casi rubio, sus facciones aún eran aniñadas, medía como mucho metro sesenta, mientras que Andrei media más de metro setenta y tres, claro está que cuando Adrián murió no había alcanzado su estatura definitiva y no tengo forma de saber cuál hubiera sido su altura. Andrei, en cambio, tenía la piel morena como si estuviera levemente bronceado, el cabello casi negro como el de mi esposa, y su rostro ya era el de todo un joven.

Lo único que esos dos tenían en común era el color de los ojos; un café almendrado y ¡por amor de dios!, ¿cuántas personas tenían los ojos de ese color??

En verdad, me sentía como un estúpido.

Agradecí que ambos tuvieran el trabajo escolar pendiente ya que inmediatamente después de las presentaciones, Samuel y Andrei subieron a terminar su tarea. Iván se encontraba en su habitación, probablemente jugando a los videojuegos, así que, nos quedamos solos Carolina y yo en la sala (en verdad me sentí mejor). No era que Andrei me desagradara pero el hecho de que lo hubiera confundido con Adrián me hacía sentir incómodo con su presencia, quería tratarlo lo menos posible.

-¿Pedimos algo para cenar?- me preguntó Carolina, a pesar de ser domingo había pasado la mañana en el comedor revisando documentos y otras cosas que no entendía, así que suponía que no tenía ganas de cocinar y a decir verdad yo tampoco.

-Claro- respondí sentándome en el sofá- ¿qué quieres pedir?- pregunté mientras la tomaba de la mano y la traía hacia mí, quería sentirla cerca, necesitaba sentirla cerca.

Terminamos pidiendo pizza, después de hacer la llamada Carolina comenzó a contarme cosas sobre el caso en el que trabajaba, yo la oía pero no la escuchaba. Al rato llegó la comida, solo Iván comió con nosotros mientras veíamos una película en la televisión, en ocasiones hacíamos bromas sobre la trama de ésta y eso me ayudó a olvidar lo que había pasado hacia unas horas.

Ya pasada la media noche, toda la casa se encontraba a oscuras, me resultaba imposible conciliar el sueño, junto a mí, Carolina dormía profundamente, debía estar muy cansada, no era que yo no lo estuviera pero mi mente se rehusaba a descansar. Cada vez que cerraba los ojos aparecían ante mí, unos ojos almendrados, en ocasiones de Adrián, en ocasiones de Andrei y en otras me era imposible distinguir a quien pertenecían.

Me levanté para ir a la cocina, necesitaba un té o un café o algo que me calmara. No necesité encender las luces hasta que llegué a la cocina, puse una tetera con agua y me senté a esperar que hirviera el agua, aún no decidía que tomar.

Trate de verle el lado lógico al asunto, quizás el resultado de nunca haber hablado sobre Adrián hacia que mi mente lo proyectara inconscientemente en otra persona, era una posibilidad.

Ahora… ¿porqué en Andrei?¿quizás porque fue la primera persona con ese color de ojos que vi...?

¡Qué tontería era esa! A diario, veo a personas con el mismo color de ojos que ellos. Debía haber otra explicación más sensata y razonable.

Me sobresalté al escuchar un ruido detrás de mí, me giré y en ese momento supe que debí haberme quedado en la cama, Andrei se encontraba en el umbral de la cocina, mirándome fijamente como si supiera que estaba pensando en él, ¿cuánto tiempo llevaría ahí?

-¿No puede dormir?- me preguntó con una sonrisa mientras se acercaba a mí y se paraba junto al banco donde yo estaba sentado.

-Parece que no soy el único- le respondí con una sonrisa para ocultar mi desconcierto al verlo.

-En realidad, me levanté para ir al baño y cuando salí vi la luz encendida, así que vine a ver quién era- rápidamente mi mente recordó el trayecto de mi habitación a la cocina y estoy seguro de que la luz del baño se encontraba apagada, igual no lo desmentí.

-Entonces lo mejor sería que volvieras a la cama, mañana tienes que madrugar- dije en un disimulado intento por deshacerme de él.

-No se preocupe por eso, estoy acostumbrado a desvelarme-

No me funcionó, lo único que me quedaba era ser cortés con él ya que era el amigo de mi hijo y no tenía la culpa de lo que yo sentía por él.

-Ya veo, ¿entonces quieres tomar algo?- pregunté cuando la tetera soltó un ligero silbido, me apresuré a apagarla antes de que el ruido fuera más fuerte- hay té de manzanilla y café, o ¿quizás prefieres un vaso de leche?- cuando terminé de decir eso, me di cuenta que había sacado dos paquetes de té, dando por hecho que yo quería té.

- El té suena bien- me dijo mientras miraba los adornos de la cocina, pensándolo bien su respuesta era más que obvia, ¿café a la una de la mañana? y ¿el vaso de leche?, sólo tenía doce años. El té era mejor, ayudaría a conciliar el sueño y era ligero, así que no le caería pesado, era lógico.

Serví el té, y volví a mi lugar después de entregarle su taza y acercarle la azucarera por si quería endulzar su bebida, debía terminar rápido mi té para poder volver a mi habitación, ya no me importaba que no pudiera dormir.

¿Terminaron su tarea?-pregunté para evitar sentirme incómodo por el silencio, no pude evitar sonar como su papá.

-Sí señor, la terminamos después de cenar- me sentí muy viejo cuando me dijo eso, pero no me molesté en decírselo o en pedirle que no me llamara así.

¿Qué podía hacer, pedirle que me llamara por mi nombre? esa era una línea que no estaba dispuesto a cruzar, lo mejor era mantenerlo alejado.

-Por cierto, ¿podría decirme su edad?-

-39- respondí, no le vi nada extraño a la pregunta hasta que vi su reacción.

-¡22 años de diferencia!!!- exclamó mientras se levantaba de golpe de la mesa y tiraba la taza derramando el contenido sobre la ésta, ¿qué demonios le pasaba?

Como un acto reflejo tomé algunas servilletas y me apresuré a limpiar el té antes de que cayera al piso, Andrei se limitó a ayudarme, al parecer bastante apenado por su reacción.

-Lo siento- se disculpó mientras tiraba a la basura los restos del papel- es que en verdad me sorprendí-

-¿Por mi edad?- pregunté, pero al momento me surgió otra duda y no tardé en hacérsela saber-¿porqué te importa tanto la diferencia?-

Andrei palideció por un instante, pero enseguida se recobró y me miró a los ojos antes de responder:

- Es que pensé que era más joven- al instante me sonrió y supe que no mentía, aunque era extraño, por mi apariencia las personas solían aumentarme la edad.- (aunque a mí eso de la edad no me importa)-

¿Qué demonios significaba eso?

-Debo tener la edad de tus padres- fue lo único que se me ocurrió decir, y nuevamente me sentí como un idiota.

-No tanto- respondió ahogando una carcajada y otra vez por un instante no era Andrei quien reía sino Adrián.

Tras limpiar, Andrei se despidió y se fue a acostar dejándome solo y confundido en la cocina.

---------Andrei------

Cuando volví a la habitación de Samuel, éste seguía dormido, no se había dado cuenta de mi ausencia.

Nuevamente me acosté en el suelo sobre el tendido que Sam había puesto para mí. Me quedé con la mente en blanco mirando el techo de la habitación, y entonces lo supe, en realidad lo supe desde que lo vi parado en la sala de la casa, cuando se presentó y me estrechó la mano. Ahora sólo lo había confirmado.

Cuando me sonrió al verme llegar a la cocina toda duda desapareció.

El padre de mi mejor amigo, un hombre 22 años mayor que yo, con esposa y dos hijos. Él, Ricardo, es a quien estoy destinado a amar, lo amé incluso antes de saber su nombre, lo amo ahora que lo sé, y lo amaré pase lo que pase.

No me importa que me llamen soñador o iluso, que se burlen si quieren, si pudieran sentir lo mismo que yo siento, sabrían que tengo razón.

---------Ricardo------

Cuando amaneció estaba despierto, casi no había podido dormir en toda la noche, y estaba feliz de que por fin hubiera llegado la hora de levantarme de la cama, no soportaba seguir acostado mirando el techo. Prácticamente brinqué de la cama antes de que sonara el despertador y me apoderé del baño que había en nuestra habitación antes de que Carolina tan si quiera hubiera abierto los ojos.

Sin ninguna clase de ritual me desvestí y me metí bajo el chorro de agua caliente de la ducha con la esperanza de que el agua caliente me ayudara a relajar mis músculos, por un momento fui capaz de olvidarme completamente de Andrei y de todo lo que me causaba.

Lamentablemente el momento fue breve ya que mi esposa también debía usar el baño, me apresuré en terminar y abandoné el baño sólo con una toalla alrededor de mi cintura. Tan pronto como lo abandoné, Carolina tomó posesión de él,

Como un autómata me vestí, ni siquiera estoy seguro de como logre que mi ropa combinara, al igual que siempre me vestí para ir a la oficina, tomé mi maletín al mismo tiempo que colocaba una corbata en mis hombros y sin más preámbulo salí de la habitación verificando que tanto Samuel como Iván se hubieran levantado ya, sus habitaciones se encontraban vacías así que supuse que así era.

Bajé a la sala y dejé mi maletín en el sillón más próximo a la puerta y entré en la cocina mientras me arreglaba la corbata.

Entonces recordé a Andrei, se encontraba ayudando a Sam a preparar el desayuno. Algo extraño, si me lo preguntan, generalmente él no cocina. Al igual que Iván siempre desayuna un plato de cereales mientras que yo como pan tostado mientras bebo mi dosis diaria de cafeína.

-Buenos días- saludé haciendo notar mi presencia, observando curioso que era lo que preparaban al tiempo que ponía la cafetera.

-Hola papá- me respondió Iván, al parecer tan desconcertado como yo de ver a su hermano cocinando.

-Buenos días señor- dijo Andrei mientras me sonreía, Samuel estaba demasiado concentrado cuidando que no se le quemara el pan francés que tenía en la sartén para responderme.

No pude evitar notar como Andrei me miraba con disimulo de los pies a la cabeza, aproveché que tenía que sacar unas tazas de la alacena para verificar mi vestimenta y comprobar que todo estuviera en orden, sólo me hubiera faltado que la bragueta del pantalón estuviera abierta o que me hubiera calzado dos zapatos diferentes, pero no fue así.

El pantalón de pinza color claro iba a juego con la camisa blanca y la corbata que había seleccionado al azar, lo zapatos negros perfectamente boleados, como de costumbre me había puesto el reloj de pulsera que me había regalado Carolina la primera navidad que pasamos como marido y mujer, en resumidas cuentas, todo estaba en orden.

-¿Y ese milagro de que estés preparando el desayuno?- pregunté a Samuel en un intento por desviar mi atención de su amigo.

-Es que ya se acerca el Apocalipsis- me respondió Iván con afán de molestar a su hermano, me reí con disimulo mientras escuchaba un pitido de la cafetera anunciando que estaba listo el café, me serví un poco y me senté junto a Iván mientras escuchaba a Samuel responderle.

-Cállate renacuajo- y encogiéndose de hombros me respondió- me dieron ganas-

Claro, lo conocía demasiado bien como para creerme esa excusa, lo que pasaba era que quería causarle una buena impresión a su amigo y por alguna razón eso me molesto un poco, pero no me resulto difícil disimularlo.

Bebí mi café mientras Iván y Samuel empezaban una pequeña pelea verbal, típica entre ellos, así que no me molesté en detenerles. De vez en cuando Andrei se unía a ellos con algún comentario sarcástico en ocasiones del lado de Iván otras del lado de Samuel.

Sabíamos que Carolina aún tardaría en bajar así que Samuel sirvió el desayuno a todos los presente y dejó la ración para su madre en el microondas. Yo, aproveché para servirme más café y cuando volví a mi lugar con la taza llena, noté que Andrei ocupaba un lugar frente a mí, eso me dificultó un poco el desayuno.

Comí rápidamente para poder salir disparado de la casa, pero cuando estuve a punto de terminar Samuel dicto mi sentencia.

-¿Papá, podrías llevarnos a la escuela?- me preguntó- estuve a punto de negarme con alguna excusa tonta pero mi lengua me traicionó.

-Claro- respondí deseando darme una patada.

Se dieron prisa en terminar su desayuno para poder irnos. Carolina bajó justo a tiempo para despedirnos, así que tomé mi maletín del sillón y después de que Samuel le dijera dónde estaba su desayuno salimos de la casa para subirnos al auto.

En cuanto subimos encendí la radio para distraerme, a mi lado Samuel cambiaba las estaciones en busca de algo que le agradara, en la parte posterior del auto Iván y Andrei estaban enfrascados en una charla sobre un tema que no comprendía en absoluto, así que decidí prestar atención a la carretera y no a sus voces.

Dejamos primero a Iván ya que su escuela era la más próxima y cinco minutos después llegamos a la preparatoria donde estudiaban los dos mayores.

-Nos vemos en la tarde- se despidió Samuel saltando fuera del coche con su mochila al hombro.

-Gracias por todo señor- pude ver gracias al espejo retrovisor la sonrisa que Andrei me dedicó antes de bajarse del automóvil. En cuanto escuché la puerta cerrarse me aleje del lugar rogando no tener que tratar nuevamente a ese chico.

-----Andrei----

-Gracias por haber preparado el desayuno- le dije a Samuel mientras ambos nos dirigíamos al salón de clases.

-No fue nada- me respondió de buen humor con una alegre sonrisa de oreja a oreja, no puede evitar sentirme mal.

Estimaba a Sam, en verdad que si, sin duda era el mejor amigo que tenia pero no podía quererlo como él me quería a mí, y menos después de haber conocido a su padre.

Hacía meses que sospechaba, pero en la mañana las dudas desaparecieron, mientras arreglaba mis cosas, antes de que saliéramos a la cocina lo había pillado mirándome a escondidas.

Ahora sí, ya podía afirmar sin lugar a dudas que yo le gustaba a Samuel, eso sí que iba a facilitarme las cosas.....

Maldición!!!! Ahora, ¿qué se suponía que debía hacer???

Sé que lo mejor sería distanciarme un poco de Sam para no darle esperanzas, pero de hacer eso, ¿qué excusa podría poner para ver de nuevo a Ricardo??

Entramos al salón de clases, ya había varias personas en él, así que aproveché para iniciar una conversación, sobre la tarea que debíamos entregar ese día, que se prolongó hasta que llegó la hora de comenzar las clases. Antes de empezar a prestar atención al profesor de matemáticas Sam me miró y me sonrió.

-"Perdóname amigo mío, pero la persona de quien estoy enamorado es de tu padre"- pensé antes de apuntar las formulas que el profesor anotaba en la pizarra, en mi libreta.

La clase trascurrió lentamente y no pude maldecir al desconsiderado que había programado matemáticas para las primeras horas, bonita manera de empezar el día.

La siguiente hora fue biología, y posteriormente química y finalmente el anhelado descanso, varios nos reunimos para almorzar, no tardamos en comprar nuestra comida, en su mayoría pura comida chatarra como refrescos y papas fritas con hamburguesas.

Cuando ya nos encontrábamos armados, nos instalamos en la parte posterior de la escuela para iniciar el ataque.

-Tengo sueño- comentó con desgana Martín, mientras bostezaba, generalmente era una persona con mucha energía así que no pude evitar extrañarme por su cansancio pero igualmente los demás no perdieron oportunidad para bromear con él.

- Es un milagro que no te durmieras en clase del chorrito- ese era el apodo del profesor de matemáticas, habíamos bautizado con apodos a casa uno de nuestros profesores en honor a alguna característica o peculiaridad que poseyeran.

-Cierto- secundo Sam mientras bebía un sorbo de su refresco de lata- además su clase es bastante aburrida-

-El que si se durmió fue Sergio- acusé burlonamente, sabía que mis palabras eran ciertas lo había visto cabecear un par de veces durante la clase, y no fue necesaria mi explicación ya que el rubor que cubrió las mejillas del pelirrojo me dio la razón instantáneamente.
Las burlas no se hicieron esperar y el descanso trascurrió sin más.

Cuando nos disponíamos a volver al salón, Sergio y yo nos quedamos algunos pasos detrás del resto del grupo, lo miré de reojo. Sergio era el más bajo de estatura de los cinco que usualmente nos juntábamos, tenía el cabello castaño rojizo y cuando le daba el sol las reflejos rojos de su cabello se intensificaban, por lo que le solía decir que él era pelirrojo, aunque sabía perfectamente que no era así, me gustaba molestarlo.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- me dijo con voz baja, evidentemente no quería que el resto del grupo lo supiera, asentí mientras ambos disminuimos la velocidad de nuestros pasos para alejarnos disimuladamente del resto del grupo.

-¿Pasó algo anoche?- preguntó mirándome fijamente a los ojos, anteriormente le había comentado mis planes de pasar la noche en casa de Sam, pero no entendía el por qué de su pregunta.

¿A mí?- dije saliéndome por la tangente y vi que me respondía afirmativamente- "sólo encontré al amor de mi vida"-pensé- no nada, ¿por qué la pregunta?-

-Te noto cambiado- eso sí que era tener dotes de observación, había tratado de ocultar los recientes descubrimientos y el pequeño se había dado cuenta, aún así fingí demencia senil.

-Pues no, no me paso nada, ni idea de que es lo que me ves diferente- dije con una leve risa que se detuvo cuando noté que su mirada se volvía más gélida.

-Andrei- cuando dijo mi nombre sentí un escalofrió recorrer mi espalda- era malo mintiendo-

-"Sólo a ti"- pensé mirando en otra dirección para ocultar mi sonrojo por ser descubierto.

 

Notas finales:  

¿Que tal les pareció? Jejeje ojala me digan que les parece y así me apuro a escribir el segundo capitulo jajaja lo se soy chantajista.

por poco y no subo el capitulo, nunca habia batallado tanto para hacerlo, en fin

Un beso y un abrazo y gracias por leer


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