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Call me by my name por DarkMoon0

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Notas del capitulo:

Yup, volví xD -x-

Y, cómo en el anterior fic, éste fue escrito para alguien (honestamente, estoy en deuda con el cielo, el infierno y el purgatorio .-.)  

En fin... -x- Notas y advertencias -x-

-Este One-shot tiene Lemon... (o un intento xD) y es un Ato/Ryo (No encontré fanfics de ellos en español ;O; -x- Así que si alguién sabe de alguno, le agradecería que me avise, todos los que leí estan en inglés .-.)

Otra aclaración, la mitad de las células de mi pertenecen al Fuji/Ryo (y la otra mitad a las fotos de ellos xD) sin embargo, mi segunda opción siempre va a ser la Royal..

Ahora sí a leer.   

 

Disclaimer: Ni Atobe ni Echizen me pertenecen. Son propiedad de Konomi-sensei 

Dedicado: Otori-chan. Te quiero mucho <3 

-xx-

 Call me by’ my name

(One-shot)

 

-xx-

 Se preguntó.

¿Por qué seguía a la rata arrogante hasta las canchas?

No tenía nada que hablar con la pequeña rata; pero… Atobe siempre tenía la última palabra en una conversación, o en una discusión. Pero, al tratarse de Echizen, lo segundo se hacía más creíble que lo primero.  

Fragmentos.  

Insólitos y lujuriosos fragmentos venían a su mente cada vez que se acordaba de ese chiquillo.  Una vez más, Keigo se encontró en su limusina con los ojos oscuros y azulados opacos. En lujuria y desesperación. Cada momento con él era efímero y, muchas veces, se encontraba pensando que quizá lo había soñado todo.  

¿Cuándo había despertado con Echizen a su lado? 

Nunca. Desde hacía un año que los encuentros escasos, tan escasos como con sus labios, lo dejaban tan vacío como en un principio. No era que le importara. Ore-sama sólo guardaba la preocupación y sentimentalismo hacia su persona y los integrantes de su equipo. Cómo Jiroh.  

Pero… con Ryoma todo era distinto.  

Era sudar arriba de su cuerpo, oír susurros que se mezclaban con gemidos. Los dedos fuertes aferrándose en su espalda y la nívea piel perlada, sudorosa.  

Sí, con la pequeña rata arrogante se trataba de adrenalina y lujuria.  No obstante, siempre los recuerdos venían con momentos dolorosos.  ¿Por qué no podía ser perfecto como lo era él? 

Ante ese último pensamiento, sacudió su cabeza con un poco de violencia y, volviendo al objetivo, se fijó por la ventanilla disimuladamente si Echizen continuaba en el camino predeterminado.  

No se había equivocado.  

El hecho de que Ryoma estuviese con una raqueta debajo de su axila le indicaba que sus pisadas lo conducían a las canchas de tenis callejeras. Obviamente, Keigo no tenía la más mínima intención de pisar ese territorio.  Para alguien como Shishido quizá, pero para él, definitivamente no.  

Era consciente de que debía aguardar para que la pequeña rata saliera de las canchas y se encontró a sí mismo recordando el porqué de su persecución.  

-x- 

Keigo sabía que era hora de que Ryoma tomara sus cosas y se fuera. Para romper con la tradición de hacerse el dormido. Expuso su voz, en tanto Echizen se acomodaba los pantalones.  

-Siempre tienes prisa ahn.  

Echizen pareció sorprendido y Keigo pudo determinar por la forma en que parpadeó que en verdad lo estaba.  

-Aa- se limitó a contestar el menor, tomando entre sus manos la remera arrugada, tras haberla buscado un rato- ¿No deberías estar durmiendo Monkey King? 

-Ore-sama no acepta órdenes de nadie- aún somnoliento, Atobe sonrió de manera arrogante mientras se incorporaba en la cama- Al menos yo no me mantengo despierto por otras causas.  

Esa provocación pareció haber surtido efecto en Ryoma, pues el mismo detuvo el trayecto de su remera y sus ojos felinos se clavaron en los suyos.  

Keigo estaba seguro que, tras los rasgos de arrogancia y superioridad de Echizen, el brillo en los ojos olivos carecía de expresión. Siempre era lo mismo y Atobe se estaba aburriendo de la situación.  

Oyó la risa sarcástica de Echizen y lo miró de manera más despierta.  

Aunque él no se quedó atrás y sus labios curvaron la misma sonrisa del prodigio.  

-Mada mada dane Monkey King, tus causas no son muy distintas que las mías- Echizen suspiró y con lascivia, se fue acercando hacia Atobe- De todas formas no es tu asunto. 

-Todo lo que le pertenece a Ore-sama es su asunto- Keigo tampoco cedía, a pesar de que Echizen ya estuviese demasiado cerca de él y sus labios a sólo centímetros de los suyos, no se movía de su sitio. 

-No soy tu mascota- Atobe creyó que iba a besarlo, contrario de sus expectativas, los labios carnosos y húmedos de Ryoma rodearon su pezón y su lengua trazo un camino alrededor del mismo, succionando hasta dejarlo erecto y punzante.  

-Ugh…   

-Hn. Eres más tolerable cuando estas callado Monkey King.  

Una sonrisa más por parte de Echizen y Keigo sintió las piernas de él abrirse y ubicarse entre sus caderas, aprisionándose contra su entrepierna, la piel de su abdomen tocar la de Echizen. Sin poder suprimir un gemido, tomó a Echizen de los cabellos y chocó los labios contra los suyos, abriéndolos ante el brutal roce y metiendo su lengua, sintiendo como Ryoma correspondía el beso moviendo sus labios y abriéndolos más.  

Nuevamente gimió cuando Echizen se sentó en sus caderas, sin romper el beso, y su propia entrepierna rozó la contraria. Oyó un jadeo y cómo la respiración se dificultaba… a él y a Ryoma.  

Echizen provocaba y él respondía.  

Echizen sonreía sarcásticamente y él lo hacía.  

No por imitar; a veces hasta Keigo se asombraba de lo perceptivo que eran ambos. Ambos respondían con la misma intensidad; sea quién fuese que iniciara el sexo.   

Y por eso Keigo deseaba que todo continuara así.  

No obstante siempre, en un determinado punto, Ryoma terminaba evocando otro nombre. Cómo si realmente él no fuera quién estaba en la cama, sudando, apretando su mano a la hora de la penetración, dejándose hacer y dejar que él otro hiciese.  

No, era otra persona. Otra imagen la que los ojos ahora opacos, licuados en deseo y lágrimas frustradas, deseaban ver.  

Cómo si lo ignorara.  

Cómo si no existiera.  

Era hora de hablar con la rata arrogante y recordarle que nadie, absolutamente nadie, ignora a Atobe Keigo.  

-x-

Cuando se despertó esa mañana, sólo las sábanas con fragancias impregnadas en deseo, lágrimas y sudor fue lo que encontró. Ni rastro de Echizen.  

El chiquillo se había, literalmente, esfumado.  

Atobe suspiró y ahora, lo que se preguntaba era ¿por qué cuando pensaba en Echizen sólo lo hacía con recuerdos? Algunos gratos y otros no tanto.  

Sin embargo… ese nombre quería borrarlo de sus labios a la hora que estaba con él. Era hora que enfrentara lo que sea que tenían.  

-¿Qué diablos haces tu aquí? 

-Hm. Esperar, ¿que te parece a ti ahn?- sin ganas de ocultar sus verdaderas intenciones- Aparte, el lugar es un sitio público.  

-Fuck you Monkey King.  

Keigo pareció escandalizarse un momento. No era normal que el chiquillo perdiera los estribos y dijera palabras tan… 

-No hables así, a Ore-sama no le agrada el uso de palabras barbáricas.  

-Mada mada…- respondió el chiquillo y le dio la espalda acomodándose la gorra- No tengo tiempo de lidiar con tu drama Monkey King.  

-¡¿Lidiar…con mi drama?!- los ojos de Atobe parecieron enfurecidos; no obstante suspiró e intento mantener la calma, él no debía colocarse a su altura-Mh… haz lo que quieras, sólo podrás ver mi rostro si te disculpas como se debe.  

-Hn- el prodigio pareció sonreír de lado y clavo los orbes olivos en los suyos- ¿En verdad crees que eso pasará?

Atobe ni se inmuto, si algo había aprendido de Ryoma era el no prestar atención a sus provocaciones sin motivos. Así era Echizen, tenía labia para humillar pero, por fuera, continuaba siendo solo un chiquillo de dieciséis años.  

-No lo sé- sonrió con crueldad- Eso me lo contestarás tu rata.  

-Mejor que olvides esa posibilidad Atobe.  

Echizen permanecía inmóvil y los labios curvados se deshicieron de su rostro. Atobe parpadeó, era cierto que quizá esa posibilidad fuera casi efímera. No obstante, sus anteriores ideas habían pasado a un segundo plano.  

Ahora se sentía un poco herido.  

La indiferencia y la frialdad de Ryoma podrían haber llegado (sólo esta vez) a su pecho. Y, si él estaba herido, también haría que lo estuviese la pequeña rata arrogante. 

Era algo evidente que sus deseos porque todo siguiera como antes, no se iban a completar. Algo estaba cambiando entre ellos y Keigo no sabía que.  

-Eso lo veremos Echizen- respondió con calma y sonriendo, alejándose sin mirar por la ventanilla.  Si hubiese girado un poco su rostro, hubiese podido ver como el labio inferior de Ryoma era apretado entre sus dientes. 

-xx-  

-xx-

“Stupid Monkey King”  

Sí, por causa de su inesperada visita, él había perdido un importante juego. Escupiendo sólo palabras vulgares en inglés, Ryoma ingresó en su departamento. Agradecía vivir solo y no tener que tolerar la voz ruidosa de Nanjirou cuando la migraña parecía expandirse con rapidez en su cabeza.   

“Estúpido Rey de los monos” 

El que ya estuviese insultándolo en un solo idioma, significaba que la rabia se estaba disipando. Muy poco y muy despacio. Pero algo era algo. En verdad, esta vez, Atobe había traspasado la raya, con elegancia… pero lo había hecho y Ryoma no estaba en voluntad de cederle terreno.  

No, él no tenía que cederle terreno.  

El solo recordar como lo había seguido y la manera en que le había reconocido que lo hacía. Sin un argumento. Es decir… eran amantes, sólo eso. Ni siquiera podía adherirle el título “amigos” a su relación, o lo que quedaba de ella. Sólo dos contrincantes de hace años, que se encontraban fugazmente desde hace uno... en el papel de amantes. 

Fucking Monkey King” 

El hecho de emplear el inglés, le rendía cuenta que acordarse de Keigo en esos momentos, le hervía la sangre. Había arruinado cualquier cosa que tuvieran. O que podrían haber tenido.  

Echizen suspiró y se dejó caer en el sillón.  Todo se había vuelto tedioso con Atobe. Ya no era divertido y, mucho menos, estimulante en algún sentido. No obstante, Echizen sonrió con ironía viendo todo un año perdido delante de sus ojos.  

Y la traición.  Si, porque él no había comenzado con Atobe porque sintiera algo y sabía que Keigo tampoco sentía algo por él.  

-x- 

“Mada mada!” Se dijo en su mente mientras salía de las duchas de Seishun Gakuen. Todo ese tiempo que había pasado con Momoshiro había sido en vano. Bueno, sí eran buenos amigos pero él… sentía más.  

Sin embargo nunca tuvo tiempo de decírselo.  

No le había dado tiempo que cuando se quiso dar cuenta; ya Takeshi estaba manteniendo una relación con Kaidoh-senpai. Dolor. Era todo lo que Echizen podía sentir en esos momentos y odio hacia su mejor amigo.  

Pero… él no tenía la culpa.  

Nadie la tenía realmente.  

Además, considerando que tenía quince años, todavía podía conocer a alguien que le ofreciera algo más que una “amistad”. No habían pasado ni quince segundos de aquello, cuando se dio cuenta que estaba en la mitad de la calle, con el semáforo en verde.  

-¡Cuidado! 

Ryoma, como instinto, se tiró hasta la vereda y con sus ojos fijos en el asfalto, pudo distinguir a alguien salir de la limusina. 

-Serás incompetente. Ore-sama pedirá tu renuncia en su despacho.  

Para Echizen fue fácil reconocer la voz. No había muchas personas que hablaran de ellas mismas en primera persona.  

-¿Dónde esta ahn? 

Era algo evidente que Keigo buscaba el “cadáver” que ignoraba que siguiera vivo.  

Echizen tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no reírse en su cara.    

-Monkey King…- saludó, acercándose a él con calma y casi burla. Atobe permaneció inimitable unos segundos, parecía no tener en cuenta que a quién había arrollado, o estuvo a unos pasos de hacerlo, había sido al chiquillo. 

-¿Quién eres tú para hablarle con tanta libertad a Ore-sama ahn? 

O quizá lo miraba porque no lo había reconocido. Echizen sonrió y analizó a un incrédulo Keigo mirándolo como si fuese un desconocido. Y Ryoma pensó en divertirse un poco con Atobe, después de todo el dañado era él.  

En más de un sentido… 

“Momo-senpai” 

-Auch- fingió y, tras un gesto de dolor falso, se tiró en el suelo tomando su tobillo con ambas manos.  

-¡Espera! Ore-sama te llevará a un hospital.  

-Tú me la vas a curar, M-o-n-k-e-y K-i-n-g- deletreó, sin poder hacer el papel de adolescente herido y desamparado, simplemente no le salía.  

-…Esta bien- Keigo lo miró con perspicacia, había algo en el chiquillo que le era familiar, la forma de hablarle, la insolencia…- ¿No nos hemos visto antes, ahn?  

Ryoma pensó antes de contestar.  

-No lo creo.  

Atobe le dio la espalda y luego vio a Kabaji. Echizen se preguntó de dónde había salido… Realmente… después de tantos años de no ver a Keigo, se había olvidado del chico robusto. 

-x-

En ese entonces, no podía creer la fortuna de haberse encontrado con Atobe y que, tras ello, en el mismo día… hubiese perdido su virginidad. Y no por amor cómo muchas veces había pensado… 

-x-

-¿Puedes tener más cuidado? 

-¿Crees que alguien como Ore-sama esta preparado para este tipo de situaciones?- interrogó a su vez que los ojos oscuros y azulados le miraban con desconfianza, ya no como un desconocido y Ryoma comenzaba a perder la paciencia.  

Es decir, hacerse el herido y desconocido, no era algo que el egocentrismo de Echizen pudiese tolerar mucho tiempo más.  

Cuando la venda que Atobe estaba enrollando en el tobillo herido presionó un tendón, Ryoma suprimió un grito apretando sus labios.  

-Mejor llamaré a unos de mis sirvientes, espera aquí.  

-Ch’ Mada mada dane.  

Keigo detuvo sus pasos en la mitad de camino. Claro que Ryoma sabía que había hablado de más; sin embargo, reiterando, la paciencia no era de sus virtudes.  

-¡Rata!- exclamó un sorprendido e incrédulo Atobe.  

-Vaya, los monos tienen menos neuronas de las que creía- habló calmado y sonriendo con arrogancia habitual, en tanto Keigo respiraba para controlar su temperamento.  

Unos minutos tensos de silencio siguieron abarcando las paredes, en dónde Ryoma ya creía haber pasado su tiempo de diversión a costa de Monkey King. Después de todo, si le había ayudado a olvidar a Momoshiro unos minutos u horas.  

¿Cuánto tiempo estuvo en la mansión de Atobe? 

Cuando iba a ponerse de pie, descubrió que sí se había lastimado el tobillo después de todo. Pues, un dolor profundo le recorrió la pierna entera, logrando que se agachara y sus ojos se cerraran por las punzadas.  

-Quédate quieto. Ore-sama llamara a alguien.  

-Eres un inútil Monkey King- se burló desde su postura y Keigo optó por cargarlo en su espalda- ¿Qué demonios haces? 

-¿Qué crees que hago ahn? Estoy asegurándome que no estés más días en mi casa. 

Ryoma arrugó los labios en una mueca, antes de presionar el cuello de Atobe con ambas manos. La intención era ahorcarlo y que este lo soltara. Se sentía una mujer siendo cargado. 

-Bájame.  

La mala suerte de Echizen ese día se extendió hasta los pies de Keigo, que cayó enrollado en la alfombra, con él debajo.  Un silencio profundo, seguido por las coloreadas mejillas de ambos, ante la postura íntima que habían quedado en la caída. Ryoma sintió que el aire no le llegaba a los pulmones.

Estar aplastado por el peso de Keigo no era para menos. 

-¿Tengo que decirte que tienes moverte?- habló como pudo y con la vergüenza alcanzando gran parte de su piel.  

Keigo no dijo nada y, en un intento torpe de levantarse, sólo cayó nuevamente. Rozando los labios del menor. Echizen se sonrojó aún más. Al notar esto, Keigo parpadeó incrédulo. Ahora que se fijaba bien en Ryoma, podía notarlo incómodo con la situación.  

-¿Ahora no me dirás que es tu primer roce ahn?- se burló, riendo de lado. No obstante, al ver que Echizen apartaba la mirada y sus ojos se volvían serios, confirmaba lo que terminaba de decir.  

-¿Es una broma no?- volvió a hablar ante el silencio del chico.  

-Ch’ No es algo que te importe Monkey King. 

Le tomó reaccionar ante las preguntas de Atobe, pero… su respuesta fueron sólo confirmaciones para Keigo y Ryoma tardó un poco en darse cuenta de sus fallas al hablar. Aunque, tampoco era que le importase demasiado.  

-Sólo me parece raro- dijo Keigo- Ore-sama siempre creyó que estarías con la nieta de tu entrenadora. A no ser que… 

-No te pedí hacer de psicólogo Atobe.  

-¿Te gustan las chicas verdad? 

Y Ryoma, olvidándose de la posición, guardó silencio. No era ese género el que prefería y, tras haberse enamorado de Momoshiro, sabía eso.  

-No es tu asunto.  

-¿Hombres?- Atobe parecía ignorarlo y Echizen no estaba confundido con respecto a eso.  

Ahora Keigo sentía más curiosidad por saberlo. No había nada que Atobe pudiese ignorar. ¿El por qué del interés? Atobe no lo sabía, sólo sentía la necesidad de saber que era lo que le gustaba al chiquillo.  

-Ch’ La respuesta siempre es la misma, Monkey King- respondió con arrogancia y sonriendo de lado, hace minutos que se había olvidado completamente de la postura en la que estaban.  

-Mm… entonces, Ore-sama lo comprobará.  

-¿A qué…? 

Los labios de Keigo comenzaban a suprimir sus palabras.  

Atobe lo estaba besando. 

Monkey King lo estaba besando.  

Cuando recibió la información, intento separarlo. Intentó hablar, gritar… Mala idea. Cuando hubo entreabierto los labios, la lengua de Atobe empujo la suya, devorándolo.  

(…) 

No supo cuando había correspondido el beso, tampoco cómo había llegado a la cama de Atobe completamente desnudo y Keigo en sus mismas condiciones.  

La boca de Atobe marcó un camino de saliva en todo su pecho, bajando hasta su ombligo y sumergiendo su lengua en el mismo; Ryoma ya había dejado de resistirse y había reemplazado los gritos por gemidos y jadeos.  

Dedos.  

Largos y elegantes habían encerrado su erección y comenzado a masturbarla con lentitud demasiado intolerable para Ryoma. Sus manos jalaron aún más el cabello grisáceo y su frente comenzaba a respirar.  

En tanto, las manos se retiraban de su hombría y los labios la abarcaron. Ryoma tuvo un espasmo. Sintió la lengua de Atobe humedecer el extremo de su miembro y comenzar a succionar simulando embestidas. Su cuerpo reaccionó por instinto y sus caderas embistieron en la boca de Atobe cada vez con más fuerza. 

-Mmás rápido… 

Keigo aprovechó la adrenalina del más joven y, separando un poco sus labios, retiró con uno de sus dedos los primeros fluidos del miembro de Echizen y penetro con uno de ellos la entrada del menor.  

La espalda de Ryoma se encorvó, la mezcla de dolor y placer era demasiado para él.  

-Tal… vez, duela un poco…- advirtió Atobe como pudo. 

-No… importa- respondió Echizen y Keigo observó, ingresando otro dedo y comenzando los movimientos circulares, como Ryoma respondía.  

De los ojos de Echizen saltaron lágrimas de placer frustrado, al sentir como los dedos rozaban su próstata al entrar y salir de él. Abrió las piernas aún más y Keigo se colocó entre sus caderas.  

Sus labios ya estaban en el pecho de Ryoma, succionando y lamiendo uno de los pezones; mientras su pulgar presionaba el otro. El chico de cabellos verdosos empezó a sentir su respiración más pesada y la necesidad de callar sus gemidos, mientras esos dedos lo llevaban a la cúspide del placer.  

Cuando un tercer dedo se unió a los otros, Atobe masajeó su propia erección y se colocó encima de Ryoma.  

Lo besó a medida que iba entrando un poco en él.  

Echizen rompió el beso para sollozar en silencio. Dolía demasiado, se abrazó a la espalda de Keigo y éste a él, para calmarlo.  

Cuando las embestidas lentas y el dolor punzante había desaparecido, ni Echizen ni Atobe pudieron suprimir sus gemidos. Prestando atención al miembro del chico, Keigo comenzó a masturbarlo, sintiendo como la entrada de Ryoma presionaba cada vez su erección. Echizen no sólo empezaba a sudar cada vez más, el miembro de Keigo golpeaba su próstata cada vez que lo envestía y sabía que no pasaría mucho más tiempo.   

“Momo-senpai” 

Oyó, sin embargo, no era que le importaba. Sólo era sexo, por más que Ryoma hubiese resultado virgen.  

Echizen respiró hondo y su cuerpo se relajó, al sentir la propia eyaculación de Atobe en su interior, explotó en un gemido lánguido en la mano de Keigo. No lo abrazó, por más su cuerpo temblara y Keigo ya estuviera recostado a su lado, tratando de recuperar su respiración.  

Sólo había sido sexo para ambos.  

Y el nombre de su senpai había salido de sus labios en el momento en que sus ojos lo traicionaron y en vez de verlo a Atobe, habían visto a Momoshiro.  

-x- 

Tras ese momento, Ryoma había dejado de prestarle atención a cosas tan abstractas como los sentimientos. No obstante, Echizen era consciente que con el transcurso del tiempo y los encuentro cada vez más frecuentes con Atobe, ya no veía a Momoshiro.  

Y seguía pronunciando su nombre.  

Su nombre… 

“Ch’ ¿por qué?” 

En su interior, sabía la respuesta. Pero estaba lejos de admitir… Tras el dolor que había pasado con Takeshi, Ryoma se había cerrado y decir el nombre de Momoshiro era parte de la monotonía y poner una barrera entre Atobe y él.  

Después de todo, Monkey King nunca había mencionado sentimientos.  

Y él tampoco.  

Ninguno.  

Una punzada le atravesó el pecho y Ryoma tuvo ganas de golpearse la cabeza. Sentía cosas por Atobe. ¿Sentía? 

“Maldición” 

El puño de Ryoma golpeó la madera de la mesa ratona y lanzó más maldiciones en su mente. ¿Para que demonios había analizado el tema? En un impulso, Echizen volvió a tomar las llaves entre sus dedos.  

-xx- 

-xx- 

Atobe se había precipitado con su conducta. Lo tenía en cuenta. No debía haberlo seguido y mucho menos, haber quedado en blanco cuando lo había visto con Momoshiro.  

¿Qué hacía con Momoshiro? 

¿Por qué no le había dicho que iban a encontrarse? 

Keigo estaba conociendo lo que significaba ser posesivo. Ryoma era de él, después de todo, después de un año. Sin embargo… ¿qué significaba él para Echizen? 

Esa rata arrogante y despreciable.  

¿Por qué se hacía esas preguntas ahora? 

“Ore-sama esta confundido” 

Se tiró en la cama y suspiró hondo. Todo, su relación con Ryoma, su inestabilidad emocional y la del chiquillo, estaba terminándolo de confundir. Sobre todo Echizen; en momentos lo ignora, en otros lo insulta en inglés y en otros… pronuncia el nombre de Momoshiro cuando esta íntimamente con él. Y él… ¿por qué se molestaba? Nunca le había interesado antes.  

Las almohadas le sirvieron para callar lo que significarían groserías, pero… las mismas comenzaban a asfixiarlo. Y un peso que conocía muy bien estaba sobre su espalda.  

-¿Cómo entraste ahn? ¿Haz venido a pedirle disculpas a Ore-sama? 

-Por la ventana y no- contestó, dándolo vuelta y haciendo que los ojos chocaran con los de Atobe- Ch’ te ves mal- se burló.  

-… Te recuerdo que estoy en mi habitación y, hasta unos momentos, disfrutando de mi intimidad ¿qué haces aquí rata? 

-Vine a comprobar algo Monkey King.  

-Si es algo en lo que Ore-sama pueda… ¡! 

Ryoma le robó un beso intenso. Demasiado intenso.  

Atobe se pregunto a dónde iría todo y a dónde quería llegar el chiquillo. Sin embargo se dejó de preguntar cuando las intenciones de Echizen fueron demasiado obvias.  

(…) 

“Keigo… Mmas” 

Sí, eso había sido lo que había escuchado de sus labios en ese momento.  

Su estúpido nombre y por ello, se sentía estúpidamente completo.  

Por una vez en un año. Atobe se podía sentir satisfecho en todos los aspectos que el sexo pudiese tener y con Ryoma. Ya que con él nunca se había sentido así de completo. Y… ahora entendía más de lo que procesaba.  

No obstante, cómo era habitual, estaba esperando que Ryoma se levantase y se fuese. No lo hacía.  

Un minuto, dos minutos, tres minutos y Echizen continuaba respirando a su lado. En su nuca.  

-¿Por qué no te vas ahn?- interrogó desconfiado. 

-¿Acaso quieres eso Monkey King?

-… A Ore-sama no le interesa lo que hagas.

-Entonces, duerme.  

-Ore-sama exige una explicación. Irrumpes en mi casa, inicias “esto” y luego me dices “duerma” 

-Ch’ eres demasiado ruidoso Monkey King- Ryoma se incorporó y le sonrió con arrogancia, para luego besarlo con tranquilidad.  

Los ojos oscuros de Keigo se cerraron y sus manos tomaron el cuello de Echizen, para atraerlo más. Sin lugar a dudas los labios del chico le estaban transmitiendo algo. Demasiado cálido y agradable como para rechazarlo.  

-¿Quieres intentarlo? 

Atobe sabía a qué se refería Ryoma. Era impresionante cómo se entendían con palabras que se ignoraban en una oración. Los orbes, olivos y profundos, le miraban expectantes y serios. Y él se encontró a sí mismo mirándolo de la misma forma.  

Era algo evidente que Echizen había dejado atrás sus sentimientos por Momoshiro.  

-Ore-sama estará dispuesto a intentarlo si dejas de llamarlo Monkey King. 

-Tal vez…  

-Consideraré eso como un sí.

Keigo no dijo nada más. El chiquillo se había dormido en el espacio de su hombro y cuello, con su brazo rodeando su pecho. Se sentía bien; Atobe sabía que ahora iba a dormir tranquilamente, sin dudas en su cabeza.  

-Ch’ mada mada… 

Aunque tendría que arreglar el hecho de que Echizen tuviese la última palabra. 

Omake 

Un año después 

-x- 

-Te había dicho que nada de rosa. 

-Ore-sama debe verse bien; más en una situación así.  

-Sólo conocerás a mi estúpido viejo- Ryoma detenidamente a Atobe- ¿Y esas rosas? 

-¿Que tienen las rosas?- Keigo las miró y sonrió- Mantienen mi presencia, además ¿qué hay de malo con ellas ahn? 

Echizen suspiró cansado.  

-Ch’ Mada mada dane Monkey King.  

Atobe nunca pudo hacer nada con el sobrenombre que había escogido su novio.   

-xx- Fin.    

Notas finales:

Por fa... no le cierren las puertas a esta pareja por este intento fallido de Ato/Ryo -x- Hay demasiados fics preciosos y con más tema que este intento -x-

Podrán haber notado algunas cosas en inglés como "Monkey King" o "Fuck" xD -x- Es que, como dije, todos los fics de ellos que leí estan en inglés y algunas cosas, como frases ya me quedan u.u

Otori espero que te haya gustado, así como a cualquier persona que... leyó a pesar de ser otra pareja rara en mi lista de cosas raras xD

Reviews? xD 

 


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