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KAERU por Thai Maqui

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Notas del fanfic:

Aquí regreso con otro one shot, dedicado especialmente a Sakura Hatake y a todos los amantes de KakaNaru, ya que sus reviews en "Garo" me emocionaron mucho, espero que les guste, el título es volver a casa「帰る」

Notas del capitulo:

 

Es un Pov Kakashi

 

 

Iruka, el amor de mi vida se fue para siempre. Hace casi dos años, un conductor ebrio se subió a la acera quitándome mi razón de ser.  Todas las cosas que disfrutaba hacer antes de su partida, que me hacían sentir libre y en paz, ahora sólo me traen memorias, que por más bellas que sean, me recuerdan que ya no esta a mi lado.

Ahora, con 27 años me encontraba solo no hay diferencia todos los días me parecen el mismo, monótonos, aburridos, sin esa chispa que los convierta en algo especial. Mi familia y mis amigos siempre se esforzaban por consolarme y ayudarme a rehacer mi vida. Pero yo realmente no podía en aquella casa llena de vivencias.

Konoha se convirtió en una jaula de la que quería escapar. Así que busqué un nuevo trabajo que me permitiera irme a vivir a un apartamento que tenía en el País de la Ola. Allí el aire puro, el olor del mar y el sonido de las olas serían como un bálsamo, que ayudaría a curar las heridas de mi maltrecho corazón.

Encontré el trabajo ideal, que me permitiría disfrutar de mi soledad, me ofrecieron un puesto como asesor en la construcción de puentes, por lo que podría trabajar la mayor parte del tiempo en casa a través de internet. Todos me desearon buena suerte, pues entendían las razones de mi partida, esperanzados en que volviera pronto.

Salí de Konoha al anochecer dejando todo atrás. Por el camino decidí parar a tomar un café y echarle gasolina al coche. Entré al local y me situé en una mesita ubicada al frente del ventanal, le hice mi pedido al camarero y me senté a contemplar la extraña amalgama de personajes que estaban a mi vista mientras fumaba un cigarrillo.

Pero un detalle llamó mi atención. En la barra, cerca mío, se acurrucaba un muchacho de unos 15 años  que parecía estar aterido de frío con solo una pequeña mochila entre sus pies.

Mientras esperaba a que me sirvieran lo que había pedido, escudriñaba al pequeño que tomaba ansiosamente su bebida, al acabar, el camarero le dijo algo, a lo que reaccionó con cara de susto, supuse que no tenia suficiente dinero para pagar.

Me acerqué a la barra junto a él y sin darle mucha importancia le pregunté:

-¿Tienes algún problema? - pregunté y entonces pude verle bien. Su tersa piel canela, rasgos delicados y definidos con unas graciosas marquitas en las mejillas, el gorro de lana naranja que  cubría su cabeza dejaba entrever sus cabellos dorados suaves y brillantes, pero sobretodo unos hermosos y llamativos ojos azul zafiro, que reflejaban su cansancio y miedo.

-Es que no me alcanza dattebayo- respondió sacándome del trance.

- Oiga cobre esto también - le dije al camarero, que se volvió ligeramente mostrando una indescifrable media sonrisa.

-No de verdad, no se moleste dattebayo - habló nerviosos el ojiazul.

-No te preocupes, no es molestia, además, quizás te haga falta lo que tienes para más adelante - a lo que me sonrió ampliamente mostrando una cálida y deslumbrante sonrisa, me dio las gracias y al volver el mesero con el cambio lo guardé en el bolsillo y tras desear buen viaje me dirigí al coche.

Me senté y lo puse en marcha, pero me quedé unos segundos absorto mirando al volante, pensando en que habría traído a ese chico hasta éste lugar. Me sorprendí a mí mismo al hacer un esfuerzo por recordar ese inocente rostro - Bah, son tonterías- dije en voz alta, mientras abrochaba el cinturón de seguridad. De pronto, tres golpes secos sonaron en la ventanilla. Me sobresalté e intenté mirar a ver quien era, pero el cristal estaba totalmente empañado, por lo que, no sin cierto temor, decidí bajarlo. Mi corazón latió con fuerza al encontrarme de nuevo con ese hermoso ángel.

-Hola, ¿qué quieres? - comenté haciendo un ojito feliz.

-Me preguntaba si podría llevarme dattebayo - susurró tímidamente.

-¿Dónde vas? - inquirí - Pues, al sur - me contestó, di un largo suspiro para luego continuar.

- Puedes dejar tus cosas en el asiento trasero - y de un salto se dirigió a la puerta del otro lado, se sentó mientras pasaba su mochila a la parte trasera. Se acomodó, y mostrándome nuevamente su preciosa sonrisa, alargó su mano y expresó:

 - Hola, soy Uzumaki Naruto - se presentó y alargué mi mano derecha hasta tomar la suya era pequeña y suave, aunque estaba helada.

- Hatake Kakashi un placer, ponte el cinturón - contesté dirigiéndome a la carretera.

-¿Adónde vas tu?- comentó rompiendo el silencio.

-Al país de la Ola es un lugar maravilloso, tranquilo y soleado - expliqué, tenía una agradable sensación de calidez mientras conversaba con Naruto.

 -¡Sugoi ttebayo! debe ser muy bonito - gritó mientras hacia gestos con sus manos  que lo hacían ver realmente adorable.

- Hai y dime ¿Vas a reunirte con tu familia? - inquirí curioso.

-No -dijo secamente, pude ver por el rabillo del ojo como bajaba su rostro.

-Lo siento. No quería molestarte -no pasa nada ¿Y tu? ¿Tienes alguien allí?.

-No, también voy solo, hace poco falleció mi koi y quería alejarme un poco - simplemente no me lo creía, hace diez minutos que lo conocía y ya sabía lo que era realmente importante en mi vida. Había algo en su rostro y su voz que me daban esa tranquilidad que hacia tiempo no sentía. Siempre he sido muy reservado en el aspecto personal, pero él me provocaba a abrir mi alma sin oponer resistencia.

- Gomenasai - exclamó incomodo creo que mis palabras lo afectaron un poco.

-Bueno, háblame un poco de ti ¿Cómo llegaste hasta aquí?- le dije en tono conciliador para hacerlo sentir mejor.

- Estaba harto de todo mi tutor me insultaba y golpeaba todo el tiempo - habló entrecortado, suspirando presa del cansancio.

-¿Y tus padres? - indagué esperando su respuesta.

-Ni idea no los conozco soy huérfano ttebayo- tras decir esto, lanzó un sonoro bostezo, por lo que decidí no buscar mas conversación. Se acomodó en el asiento y se durmió pacíficamente.

Al amanecer mi cuerpo se quejaba de las horas de volante, por lo que decidí detenerme a desayunar. Tan pronto detuve el motor se despertó.

-¿Hemos llegado? - Preguntó con los ojitos aun entrecerrados.

-No, pero creo que deberíamos parar a desayunar.

-No...gracias...yo no...- dijo visiblemente desorientado.

-Venga no seas así vamos al restaurante y comes algo - Entramos en el local y luego de convencerlo, se decidió a pedir algo de comer, por la forma en que consumía el ramen, pude comprobar que hacia mucho que no comía "Kiu: que inocente siempre come así". Yo disfrutaba viendo como lo hacia, hablábamos de cosas triviales me preguntaba por el mar, que no conocía, mi trabajo, etc. Cuando acabó volvió a quedarse avergonzado y con la cabeza gacha mientras yo pagaba la cuenta yo le sonreí bajo mi bufanda para hacerle ver que no me importaba.

Hora y media mas tarde llegamos a la aldea amemizu(*). Yo le había dicho que allí era más fácil que encontrase algún trabajo, por lo que decidió quedarse. Me dio las gracias y se marchó sin más, me quedé unos instantes pensativo mientras lo veía alejarse. A pesar de lo poco que sabia de el, me despertaba gran ternura sentí que se fuera y  resignado me hice a la idea de no volverle a ver.

Los primeros días en el País de la Ola fueron agitados, eran muchos papeles que arreglar, acostumbrarme a la rutina del trabajo y realizar los quehaceres de la casa, pues no quería contratar a nadie, al menos de momento. Paseaba durante horas por la solitaria playa, meditando sobre mi vida, recordando los buenos momentos que nunca volverían e intentando imaginar que seria de mi ahora. A veces recordaba a Naruto, su preciosa sonrisa y sus ojitos traviesos.

Dos meses después volvía a casa de madrugada luego de la revisión semanal de la obra. Faltaban pocos metros para llegar a mi casa cuando una sombra bajó de la acera para cruzar la calle, cayendo en el capó del auto frené en seco, por un instante pude ver en mi mente el rostro de Iruka mientras aquel mal nacido lo atropellaba. Aterrorizado salí del coche y me dirigí a esa persona, que había caído al suelo a pesar de no haberla tocado. Estaba tumbado en posición fetal, así que con todo cuidado lo giré. Mi corazón dio un vuelco al notar quien era.

-¿Naruto?- inquirí mientras él abría levemente los ojos.

-¿Kakashi san?- habló con un hilillo de voz y perdió el conocimiento.

Lo cargué en brazos y lo introduje en el coche segundos más tarde volaba al hospital, al llegar, tuve que responder a un millón de preguntas y por fin, me permitieron pasar a verle. Se encontraba en una camilla de urgencias, dormido y con una intravenosa puesta pregunté por su estado al medico de guardia y me dijo.

-Verá está deshidratado, creo que hace mucho que no come nada está bastante débil - explicó mientras acomodaba sus anteojos.

-¿Puedo hacer algo? - inquirí con tono preocupado.

-Pues poco, la verdad necesita descansar y comer, está agotado ¿Sabe donde podemos localizar a su familia?.

-Ni idea sé muy poco sobre él -En ese caso avisaremos a asuntos sociales.

-¿Asuntos sociales? eso significa que lo llevaran a algún albergue o algo así ¿no? - definitivamente no me sonó nada bien.

-Es cierto no es nada agradable que lo lleven a algún sitio así pero aquí no puede quedarse y dudo que sobreviviera en las calles. A menos que...

-¿A menos que? - respondí un poco alarmado temía lo que iba a decir a continuación.

-A menos que alguien se haga cargo de él - sentenció el doctor.

-Está bien, yo cuidaré de él - dije sin pensar, realmente quería protegerlo.

-Gracias a Dios me alegra oír eso - habló satisfecho el doctor-  acompáñeme a mi despacho le explicaré que dieta debería hacer para que se recupere satisfactoriamente - sin más le seguí a su oficina.

Realizó una lista de alimentos que debía darle y me dio algunos consejos de cómo tratarle al acabar, me dio la mano y habló - dentro de un par de horas podrán irse ojalá hubiera en este mundo más gente como usted todo sería más fácil.

Estuve esperando durante dos horas hasta que apareció un enfermero con Naruto en una silla de ruedas estaba demacrado, pálido e increíblemente delgado. Sus suaves rasgos habían pasado a ser cadavéricos. Me asusté un poco, pero tras intercambiar unas palabras con su acompañante fui por el coche. Entre ambos lo acomodamos en el asiento trasero y partí hacia mi casa no dijimos nada en todo el trayecto él estaba consciente, pero permanecía mirando sus rodillas, notablemente apenado.

Al llegar a casa lo tomé en mis brazos él me rodeó con los suyos. Fue muy fácil cargarlo dado su poco peso y lo acosté en la cama de la habitación que había designado como cuarto de invitados.

Me di cuenta que estaba muy sucio, su ropa parcialmente desgarrada y su cabello, totalmente enredado comencé a desnudarlo con el firme propósito de darle un baño pero detuvo mis manos.

-¿Qué haces? - preguntó con un ligero sonrojo en sus mejillas.

- Necesitas un baño - contesté ocultando mi malestar.

-Déjame puedo solo ttebayo - habló zafándose de mi agarre.

-No, no puedes - repliqué, se le notaba sumamente débil.

-¡No soy ningún invalido dattebayo!- gritó a manera de contestación.

Se sentía indignado al verse tan a mi merced, por lo que le solté y empezó a desvestirse trabajosamente, cuando se quedó solo con sus boxers, lo ayudé a levantarse, caminamos despacio hasta el baño y lo senté en un taburete mientras llenaba la bañera. Una vez que estuvo el agua tibia me ofrecí a ayudarle, pero avergonzado con la idea de que permaneciese allí mientras terminaba de desnudarse, me dijo que lo dejase solo.

Salí del baño dejando la puerta entreabierta por si me necesitaba y se lo hice saber me senté cerca y fumé nerviosamente un cigarrillo. Al poco rato me acerqué a hurtadillas y pude oír como lloraba.

-¿Estás bien?-Pregunté muy preocupado - ¿Naruto?

-No puedo - dijo entre lágrimas- no puedo ni levantarme ttebayo, gomenasai.

Lloraba impotente con la cabeza fija en las baldosas del suelo, decididamente lo tomé por debajo de las axilas para levantarlo, lo cargué y deposité en la bañera mientras le sacaba su pequeño boxer me miraba totalmente ruborizado, resuelto a terminar la situación lo antes posible, tomé champú y lo unté en su cabeza, al limpiar la abundante espuma vi relucir nuevamente su dorado y suave cabello. Contento por el resultado, tomé la esponja y comencé a lavarle la cara, el pecho, los brazos, le tomé de los hombros para inclinarlo hacia delante, procediendo a enjabonar su espalda y levanté una de sus piernas para continuar.

Hasta ese momento no me había dado cuenta que estaba recorriendo todo su cuerpo con mis manos a mi antojo su tacto era muy suave y delicado produciéndome una erección, y a él pareció gustarle también las caricias que le proporcionaba, emitiendo suaves suspiros.

Cuando acabé, sonrió agradecido y más relajado, vacié el agua de la bañera y abrí la llave de la ducha dispuesto a enjuagarle. Ahora podía deleitarme plenamente con la visión de su cuerpo, era realmente precioso, sublime a pesar de su exagerada delgadez "TM: recuerden que no esta recuperado". Cada músculo perfectamente perfilado y su aroma a vainilla que estremecía mis sentidos. Le sequé con una toalla y al finalizar lo cogí en brazos, me encontraba totalmente excitado con el contacto de su exquisito cuerpo mientras me dirigía a su recama, allí lo recosté y arropé.

Luego preparé un poco de ramen que tanto le gusto y le di de comer en la cama, al terminar se quedo profundamente dormido con su carita totalmente en paz.

Me retiré a mi habitación y me acosté, instintivamente vinieron a mí las imágenes de su cuerpo desnudo, intenté recordar el tacto de su piel entre mis dedos. De pronto recuperé la conciencia y me sentí verdaderamente mal, estaba fantaseando con aquel indefenso angelito que había despertado en mi deseos que nunca debería tener.

Esa inocencia me cautiva, me hace estremecer si tan solo le pudiera hacerle saber lo que siento. Quisiera tenerlo aunque fuera una sola vez a mi lado, sin temores, sin remordimientos, sin acusaciones, que me permitiera recorrer su figura con mis dedos, poseerlo en cada rincón de su ser. Yo no me permitiría caer en la bajeza de hacerlo mío sin su consentimiento.

Pasó dos días durmiendo no quise salir de casa por si se despertaba de rato en rato me asomaba a su cuarto y lo observaba dormir placidamente.

Al despertar se levantó y salió al salón con una camisa mía, que yo había dejado allí para él, como un camisón. Yo trabajaba frente al ordenador cuando lo vi reflejado en la pantalla, sin volverme siquiera le hablé -¡Buenos días, dormilón!.

-¿Cuánto he dormido?- musitó, estirándose para desperezarse.

-Como dos días - contesté - ¿Cómo te encuentras?

-Un poco cansado - comentó sentándose en la silla cercana a mí.

-Bueno se te pasará, te prepararé algo de comer -no te molestes ttebayo tengo que irme ¿Donde está mi ropa? - inquirió buscándola con la mirada por la habitación. 

-En la basura - dije sin retirar mi vista de la laptop.

-¡ Nani, es lo único que tengo!  - chilló con tono molesto.

-Tranquilo mañana iré a comprarte algo tu ropa estaba fatal - note su sorpresa ante lo dicho.

-Pe...pe...pero...- intento objetar  - Nada de peros ahora siéntate, toma ésta manta para que no cojas frío enseguida vuelvo.

Percibía como me seguía con la mirada mientras preparaba la mesa e iba y venía de la cocina cuando todo estuvo listo le miré con mi ojito feliz.

-Ven a comer ¿qué esperas? - expuse, ofreciéndole una silla para que se sentará.

Se sentó y cuando tomó la primera cucharada sin levantar la vista del plato murmuró -¿Por qué haces esto ttebayo? - porque sí, no me preguntes por que, pero quiero ayudarte - hablé seguro de mi mismo.

-No quiero molestarte, ahora que estoy mejor mañana me iré - comento resignado -¿Te irás a dónde? - cuestioné turbado - No sé ya veré.

-De eso nada tú te quedas aquí hasta que estés bien del todo entonces veremos - exclamé firme sin derecho a reproches. Cabizbajo, dejó caer una lágrima por su rostro me acerqué a él y le acaricié el cabello entonces se abrazó a mí rodeándome con sus cálidos brazos por la cintura.

-Tranquilo ya pasó verás como todo sale bien - continuó así unos segundos más, hasta que le indiqué que se enfriaba la sopa, por lo que siguió comiendo mientras unas lagrimillas caían por sus zafiros.

Yo le observaba desde el sofá cuando acabó, se ubicó junto a mi y tras dedicarme una de esas sonrisas que tanto me cautivaban se recostó en mi regazo, tras lo cual, volvió a dormirse mientras tanto, con mi mano acariciaba levemente sus dorados mechones que cubrían su rostro. Era tan tierno que casi lloré de la emoción, hasta que el sueño me venció a mi también, algún tiempo después sentí como se levantaba, tapándome con la manta que hasta entonces le cubría, para luego acurrucarse entre mis brazos.

Pasé toda la noche en vela pensando, las ideas agolpaban en mi mente era tan agradable su compañía sentía deseos de tocarlo, acariciarlo, amarlo. Era un hombre que hasta hacía muy poco ni contemplaba la posibilidad de este tipo de relación y que él solo veía en mi la figura de aquel padre que, añoraba, por lo que tendría que olvidar este amor que estaba naciendo.


Los siguientes días fueron de lo más placenteros fuimos a comprarle ropa y prometió que me la pagaría lo antes posible charlábamos durante horas de cualquier tema. En cuanto se repuso salíamos a pasear por la playa, nos tratábamos amistosamente, sin reparos en demostrar cariño del uno por el otro. Por las noches, mientras veíamos la tele, se recostaba en mi hombro o mi regazo a veces tomaba mi mano mientras yo acariciaba sus dorados cabellos. Nunca intentaba ir más allá, acepté la idea de que tan solo sería mi amor platónico no quería acabar con esa maravillosa situación por intentar llegar más lejos.

Una noche lluviosa mientras permanecía recostado sobre mí, se levantó abruptamente lo cual  me sorprendió. 

- Tengo que irme - suspiro con voz melancólica -¿Qué?- respondí aun no salía de mi asombro.

-No puedo seguir así eres demasiado bueno conmigo dattebayo, creo que ya he abusado demasiado de tu generosidad.

-Pero que dices ¿a dónde vas a ir? ¿qué vas a hacer por ahí? ¿qué voy a hacer yo sin ti? - esto último lo dije sin pensar, me había descubierto ahora si que me dejaría.

Se incorporó dejando su rostro a la altura del mío con el semblante serio de pronto, soltó una sonora carcajada yo me sentí increíblemente estúpido mi cara debía ser un poema, en mi vida había sentido tanta vergüenza.

-¿Qué has dicho? - indagó en tono divertido.

-¿Yo?, nada solo que, en fin, que no tienes donde ir, y a mi no me...

-Calla - susurró poniendo su dedo índice en mi boca entonces, ya calmado, pero con una increíble sonrisa, acercó lentamente sus labios a los míos y me besó suavemente.

Me siento en el cielo, por primera vez desde aquello  me siento feliz. Su frágil y pequeño cuerpo encajando a la perfección con mis brazos y sus labios húmedos y cálidos acariciando los míos son lo más cerca que he estado del paraíso. Todas esas noches de amargura infinita se alejan, ahora que lo siento tan cerca de mí. Este beso ha borrado cualquier otro pensamiento o preocupación en mi mente, él la ocupa por completo, llenándome de dicha.

Tras un momento de sorpresa reaccioné besándole apasionadamente, acariciando  con mi lengua la suya, mordisqueaba sus labios y le abrazaba con tal pasión como si se fuera a escapar de mis manos. El no se había quedado quieto me desabrochaba la camisa con desesperación rozando mi torso con sus suaves dedos. yo sentía que iba a estallar del éxtasis, bajé hasta su cuello, que besaba y saboreaba con deleite mi ángel echaba su cabeza hacia atrás y gemía de placer.

Sin mediar palabra me levanté con él abrazado, mientras aferraba sus piernas a mi cintura, fundidos en un ardiente beso, me dirigí hacia mi cama y sin soltarlo lo acosté sobre su espalda. Le besaba furiosamente, estrujando su apetecible culo, mientras me movía lascivamente rozando nuestros miembros en un exquisito frenesí. En un momento de lucidez, paré y contemplé fijamente sus preciosas orbes que me miraban tiernamente.

Le despojé de su camiseta y seguidamente atrapé con mi boca uno de sus rosados pezones, que ya estaba duro por la excitación , recorrí con mi febril lengua y mis avidez manos desde el pecho al ombligo mientras desabrochaba sus pantalones, quitándolos de un tirón, así como sus boxers  y me quedé embelesado observando esa hermosísima visión.

Estaba ahí, con las mejillas sonrosadas, su respiración agitada, susurrando  leves jadeos, su piel canela desnuda, resplandeciente por las gotitas de sudor que recorrían cada parte de su delicada figura, regalándome una de sus bellas  sonrisas, anhelando que continuase a lo que no hizo falta que rogase para que lo hiciese.

Acaricié sus testículos con una mano, mientras con la otra masturbaba su miembro suavemente, deslicé mi lengua desde la base hasta su glande y  me lo introduje en la boca iniciando un enardecido vaivén. Él estaba tan excitado que llegó al clímax súbitamente, su esencia embargó mi cavidad aumentando mi excitación, luego procedió a desnudarme, apartándome las manos cuando trataba de ayudarle.

Cuando al fin estábamos los dos desnudos quedamos frente a frente de rodillas, me abrazó tiernamente mientras yo recorría con mis manos su espalda y ese culito maravilloso se soltó y agachó hasta llegar con su boquita a mi falo que estaba totalmente erecto. Empezó a acariciarlo con sus labios con una suavidad y maestría infinitas, mientras yo gozaba, empecé a tocar su virginal entrada, haciendo entrar mis dedos previamente ensalivados ocasionando un gemido ahogado a causa de lo que tenía en su boca.

Lo voltee dejándolo bocabajo e inmediatamente acerqué mi lengua iniciando mi beso negro. A cada lametón se arqueaba y movía las caderas levantándolas, por lo que facilitó mi intrusión. Yo ya no podía más tenía que hacerlo mío. Me recosté sobre él, dejando la punta de mi  miembro en la entrada de su ano. Suavemente le hablé al oído  -Quiero poseerte - Yo también quiero ser tuyo, quiero sentirte dentro - fue su respuesta.

Haciendo un poco de presión sentí como mi glande se habría paso con dificultad, en su estrechez, emitió un gritito, pero yo ya no podía más y empecé a empujar quedando totalmente dentro. Empecé las lentas embestidas que fueron tornando frenéticas a medida que en su rostro se reflejó un infinito placer, clamaba desesperadamente en mi oído, pidiendo más, cada vez más fuerte, a lo cual arremetía salvajemente.

Se escuchan nuestros gemidos por toda la casa, anunciando el cercano clímax, pude sentir como clavaba sus uñas mientras se corría entre nuestros vientres a la vez que yo lo hacía en su interior.

Nos tumbamos en la cama abrazados, en una muestra de afecto era tierno y tranquilizador, lleno de amor.

Durante unos instantes medite la situación, mi expresión y las lágrimas que corrían por mis mejillas debieron parecerle suficientemente esclarecedoras. El recuerdo de aquella persona con quien por última vez hice el amor, me desbarató por completo. Se dio la vuelta e incorporándose hasta quedar de rodillas en la cama, me abrazó apoyando mi cabeza contra su pecho mientras me acariciaba el cabello, decía suavemente  -Shhhh, tranquilo está bien, a partir de ahora yo estoy contigo - y así caí en un profundo sueño.

A la mañana siguiente desperté solo, salté de la cama y busqué desesperadamente por todo el apartamento, no estaba, se había marchado, ni siquiera había dejado una nota. Vi mi cartera sobre la mesa y observé que faltaba algo de dinero en ella, me maldije una y otra vez por lo que había sucedido. Lo había perdido. Quizás se asustó, pero estaba seguro de que él también lo deseaba.

Paseaba de arriba abajo por el cuarto como un león enjaulado, a veces tenía la tentación de salir a la calle a buscarle, pero para que. Se había marchado de mi vida como llegó, por sorpresa. Mi vida había vuelto a romperse cuando aún no había logrado recomponer sus pedazos.

Me maldije, lloré, golpeé las paredes de pura rabia, hasta que al fin, exhausto y abatido, me derrumbé en un rincón.

De pronto, algo me sacó de mi letargo, oí que alguien introducía unas llaves en la cerradura, me incorporé ansioso mirando hacia la entrada y ahí estaba, cargaba varias bolsas de plástico en las manos, alzó la mirada y sonriendo habló.

-He ido al supermercado ttebayo no había de nada - al ver mi rostro pálido y demacrado se puso muy serio, y continuó - perdona que te haya cogido dinero de la cartera, es que no quería despertarte, no te enfades onegai.

Caminé hacia él y le abracé tan fuerte que dejó caer las bolsas de la compra, lloré tan desesperadamente que ni siquiera me di cuenta de que le estaba haciendo daño.

Haciendo un gran esfuerzo, logro separar su pecho unos centímetros de mi, y confuso me preguntó.

-¿ Kashi koi qué es lo que te pasa?

-Creí que...pensé que tu...al no verte esta mañana supuse que te habías ido.-respondí confundido sin poder dejar de sollozar.

Con una suave sonrisa y los ojos brillantes me respondió -¿Irme? ¿a dónde? ¿Dónde voy a estar mejor que con la persona que amo dattebayo?.

*******

Un año después volvimos a Konoha, a pesar de la tranquilidad del mar, decidí regresar para enfrentar mi pasado, el cual ya no era tan doloroso estando Naruto a mi lado.

Mis amigos Tsunade y Jiraya al igual que mis primos Sasuke e Itachi Uchiha nos recibieron con los brazos abiertos, aceptándolo y siendo muy querido por todos.

Ahora estamos visitando la tumba de Iruka, dándole las nuevas buenas, dentro de tres meses seremos padres. Naruto estuvo de acuerdo en ponerle tu nombre, en tu honor, pues sabe que fuiste un gran hombre a pesar de no haberte conocido y espera que nuestro primogénito sea igual.

El pasado ya no me atormenta, he podido encontrar nuevamente la felicidad y he aprendido que debo disfrutarla con toda  intensidad. Tomando tu mano mientras me regalas tu bella sonrisa, veo hacia el futuro, que es brillante y lleno de prosperidad.

owari「り」

 

Notas finales:

 

 


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