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ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų -cambio de escena
Datos del fic:
∞ Titulo: “Presente”.
∞ Autor: Celen Marinaiden.
∞ Genero: Yaoi, one-shot, mención de Mpreg.
∞ Pareja: SasuNaru.
∞ Disclaimer: Naruto obviamente no es mío y ninguno de sus elementos me pertenecen, Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto. No escribo esto con fines de lucro (porque nadie en su sano juicio me va a pagar u.ú), hago esto solamente por diversión y quizás un poco de ocio. Y claro, porque soy una enferma del yaoi y adoro ver a Naruto enrolado con Sasuke xD
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Presente: En la época actual. Por ahora, en este momento.
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La persecución acababa de llegar a su fin, los dos enemigos que tan encarecidamente se habían enfrentado a la distancia y entre los escondites naturales que brindaba el bosque ahora se hallaban frente a frente.
Respiraciones agitadas y miradas de odio lanzadas al aire como polvo.
- ¡Al fin te tengo!
Fue el grito de una voz femenina lo que resonó a los alrededores, quebrantando el silencio. La joven chica apretó fuertemente el kunai que mostraba de forma amenazante a su enemigo. El cabello rojizo se movió con el poco viento que soplaba, mientras que sus ojos azules resplandecían con un rencor bastante puro y creíble.
El otro, un chico de cabello negro azabache, y ojos como la noche sencillamente soltó una risotada escalofriante ante lo escuchado, mientras que levantaba un poco más la espada que tenía en su mano derecha, dejando que la hoja resplandeciera con la luz del sol.
- Tus esfuerzos son tan patéticos... lo han sido todo este tiempo -escupió con vivo desprecio- Creo que dejarte vivir ha sido un error que pienso solucionar ahora.
La chica entrecerró sus ojos azules con frialdad, antes de mostrar su blanca dentadura en un gesto de molestia, dejando ver sus blancos y pronunciados colmillos.
- ¡No te lo perdono! -rugió ella- ¡No te perdono lo que tu padre hizo!
- Echarme a mí culpas que no me corresponden es una idiotez... sigues siendo una niña -espetó-.
- Claro que te corresponden -siseó la pelirroja- Jamás podré olvidar lo que tu padre le hizo al mío ¡Y tú vas a pagar por ello!
- Lo que Uchiha Sasuke haya hecho no tiene nada que ver conmigo -sus ojos negros se afilaron- ¡Olvídate ya de eso, mocosa!
- ¡Nunca! Te corresponderá a ti pagar por cada cosa que haya perdido mi padre a causa de él en el tiempo que lo buscó.
- Uzumaki lo hizo por su cuenta ¡Nadie le pidió que tratara de regresar a mi padre!
- Disfruta de estos minutos ¡Porque son los últimos de tu vida!
- Únicamente has sido una molestia ¡Y ya es hora de que desaparezcas!
Ambos se lanzaron fieramente contra el otro, arremetiendo sin piedad y desatando una batalla donde los golpes volaban y el sonido metálico de las armas al chocar inundó el ambiente, así como los gritos furiosos y de vez en cuando exclamaciones de dolor.
Unos instantes después sin embargo, una tercera persona se hizo presente en el campo de lucha, quedando calmadamente de pie a pocos metros de donde aquel par de jóvenes ninjas se batían en un duelo que habría de suponerse debía de ser a muerte. El recién llegado miró durante menos de un minuto la pelea, antes de cruzar los brazos y fruncir el ceño.
- ¡¡Kizuna, Itsu!!
Como si aquel sencillo grito hubiese sido un rayo cayendo sobre ellos, ambos contendientes dejaron de pelear al mismo tiempo, manteniéndose firmes en el lugar donde habían quedado y mirando directamente hacia la dirección donde se hallaba el recién llegado.
- ¿Qué pasa, otou-san? -preguntó angélicamente la pelirroja-.
- ¿Acaso nos estabas buscando? -secundó el pelinegro, con una voz totalmente diferente a la que le había dirigido a la chica-.
Una de las cejas de Sasuke Uchiha tembló, mirando alternativamente primero al ojinegro más joven, para después mirar a la ojiazul.
- ¿Qué se supone que estaban haciendo? -la voz de Sasuke casi silbó con el viento-.
- ¡Jugábamos!
- ¿Jugaban? -cuestionó el Uchiha-.
- ¡Sí! -repitió la pelirroja- Éramos algo así como enemigos a muerte y... eso...
- Ah, entonces... ¿Están aquí jugando en lugar de estar donde su padre les dijo que tenían que estar? -cuestionó Sasuke-.
- Eh... bueno... ya...
- ¡Íbamos para allá! Eso ¿Verdad, Itsu? -preguntó con cierto tono desesperado el pelinegro menor-.
- ¡Claro, Kizuna! ¡Para allá íbamos! -respondió la chica, agitando su mano al aire-.
- Ya veo... -Sasuke sonrió torcidamente- Espero entonces que tengan una mejor excusa para su padre que la que me han dado a mí.
Tanto Kizuna como Itsu voltearon a verse, sonriéndose de la misma forma en la que se sonreirían un par de condenados a muerte que ya se han resignado completamente.
ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų ŞaşΰŊąrų
Naruto Uzumaki tenía una vida maravillosa ciertamente. Era el Sexto Hokage -el más grande de sus sueños estaba realizado por fin-, un shinobi por demás inigualable que se había ganado el respeto de todos a base de su esfuerzo, estaba casado con la persona que amaba -y que asombrosamente le amaba también- y tenía cuatro maravillosos hijos que adoraba con cada parte de su ser.
Pero a veces aun teniendo una vida perfecta, las personas podían llegarse a enojar como por ejemplo él, que justo en aquel momento se encontraba sentado en su silla de Hokage, frente a su maravilloso escritorio y teniendo a un precioso bebé de ojos azules y cabellos negros en cada una de sus piernas... lo que daba un encantador numero de dos. Frente a él, estaba Kizuna, su hijo de quince años que recientemente se había graduado de jounnin con altos honores, y a su lado estaba parada Itsu, su pequeña de trece años que estaba ya por convertirse en chuunin y era la líder de su equipo. Sus hijos mayores, sus orgullos.
- ¡¿Dónde carajo se supone que han estado?! -gritó el Rokudaime por toda la habitación-.
Bueno, a veces también nuestros propios orgullos son capaces de hacernos enfadar.
- Les dije... les dije claramente que los quería aquí a las nueve ¡A las nueve de la mañana! ¡Y ya son las dos de la tarde! Y si me salen con alguna estúpida excusa como que han estado exorcizando a su abuelo por toda la aldea, primero torturare a Kakashi por decirles tonterías y después... ¡Los obligare a los dos a pasar nuevamente una semana tomando lecciones en la clase de Konohamaru!
- Pero, oyaji... -intentó Kizuna-.
- ¡Nada de “oyaji”! ¡Soy Hokage-sama en este momento'ttebayo!
- Pero, Hokage-sama... -esta vez intentó Itsu-.
- ¡Nada! ¡¡Guarden silencio que aun no termino!!
Cualquiera se habría sentido atemorizado por aquel tono que estaba usando el respetable Hokage con los chicos, pero afortunadamente no el par de bebés que sostenía, los cuales comenzaron a balbucear y a reírse como si encontraran todo eso como una feliz distracción.
- ¡Son sus hermanos! ¿Tanto, maldita sea, les pesaba venir a cuidarlos?
- No es eso, verás... lo que pasa es que... -pero la pobre Itsu no encontró que más decir-.
- De acuerdo... -Naruto inspiró aire con profundidad- Son molestos, babean mucho, lloran como el demonio y desesperan como el mismo infierno, pero ustedes eran iguales y yo nunca me escape por evitar cuidarlos, y puedo cuidarlos a ellos también, pero quiero que ustedes lo hagan... son sus hermanos y no los quieren. Estoy harto de esos tontos celos que les tienen.
- No estamos celosos -respondió a eso Kizuna con un tosco gruñido- Es sólo que... ¿Por qué tuviste que tenerlos? ¿No bastábamos nosotros?
- Sí -agregó la pelirroja- Siempre creí que tú y otou-san eran felices con nosotros dos ¿Tan malos hijos somos?
Un molesto vuelco atacó el estomago del rubio, quien repentinamente se sintió una criatura rastrera vil y ruin al tratar así a sus hijos mayores, sin embargo, al mirar a su par de bebecitos gemelos, con sus sonrisas sin dientes y sus manitas regordetas que se abrían y se cerraban en su dirección, Naruto supo que en aquel momento tenía que ser vil y ruin aunque le pareciera cruel. Ya que de otra forma, iba a tener cuatro hijos que no iban a quererse entre sí.
- Son unos hijos magníficos, dattebayo -el tonó del ojiazul se suavizó- Los mejores, tanto que en ocasiones no me siento digno de tenerlos y me digo que un monstruo como yo no debería ser tan feliz, ni tener una familia tan perfecta. Y también me digo que no merezco siquiera tocar a estos dos bebés, pero los considero como una bendición, tanto como ustedes. Su papá y yo los amamos a todos por igual ¿Por qué piensan que los hemos cambiado?, cuando ustedes se enamoren y se casen, entonces yo tendré que decir que nos han cambiado a nosotros para tener otra familia, porque ya no quieren a su vieja familia ¿Sería justo que dijera eso?
Ahora definitivamente Itsu y Kizuna se sentían como los malvados villanos del cuento. Era cierto que la idea de tener a un par de bebés babeantes era de lo más odioso, y que todo el tiempo siempre estaban rechazándolos, pero no significaba que verdaderamente no los quisieran... tal vez únicamente habían estado buscando la atención de sus padres, pese a que a su edad ambos perfectamente sabían que era una tontería comportarse de esa forma.
- No, oyaji -habló finalmente la ojiazu- Nosotros jamás los cambiaríamos a ti y a otou-san ¡Los queremos! No podríamos cambiarlos por esposos o hijos.
- Aunque tuviéramos otras familias jamás dejaríamos de querer a nuestros padres -prosiguió Kizuna-.
- Entonces... ¿Ahora lo entienden?, no queremos a Raion y a Tora más que a ustedes dos, mocosos torpes.
Kizuna sonrió desviando la mirada, mientras que se pasaba el dedo índice por la nariz como si quisiera limpiarla pese a que no estaba manchada, por su parte, Itsu también sonrió mientras que jugueteaba con su lóbulo derecho con los dedos.
- ¿Y qué hacen allí todavía? -preguntó Naruto después de un silencio- ¡Sus hermanos aun están esperando a que los cuiden aunque sea un rato'ttebayo!
Itsu soltó una carcajada y fue la primera en ir corriendo a tomar un bebé en brazos, mientras apretaba suavemente la pequeña nariz del mismo.
- Aunque estés feo voy a cuidarte -se rió la pelirroja- ¡Pudiste ser rubio como oyaji! Los morenos son gruñones ¡Tú no vayas a ser así!
- ¡Oi! -Kizuna llegó a su lado y le plantó un golpe en la cabeza-.
- ¡Itai! -la ojiazul volteó a mirar su hermano mayor haciendo un puchero, para después mirar a las pequeño que tenía en manos- ¿Ves a lo que me refiero?
Kizuna desvió la mirada, antes de que Naruto -quien ya se había puesto de pie- le pasara al otro bebé, el cual tomó con menos entusiasmo que su hermana, pero no menos cuidado.
- Si cuando crezcan les gustan los chicos será tu culpa ¡Podrías arruinarles el gusto por las mujeres!
- ¿Qué dices, idiota? -gruñó la ojiazul totalmente indignada-.
- Bueno... eso es lo que dice Sai-sensei que pasó con oyaji, Tsunade-obaa-chan fue la responsable.
- Pero Sai-sensei también dice que Kiba-san esta enamorado de su perro y no por eso vamos a creerle.
- Uno nunca sabe -Kizuna se encogió de hombros sosteniendo a su hermanito-.
Naruto soltó entonces una carcajada escandalosa, que hizo que los bebés también comenzaran a soltar risillas en brazos de sus hermanos mayores.
- En ese caso ¿Quién tuvo la culpa de que a su padre no le gusten las mujeres? -cuestionó con diversión Naruto-.
- Sakura-san -respondieron los dos al mismo tiempo-.
El rubio ahogó una carcajada mientras que negaba rápidamente con la cabeza en un intento por despabilarse.
- Eso dice Sai-sensei -se defendió sonriendo a medias la pelirroja- Imagínate que tengas una tipa medio bestia que quiere que la beses ¡Eso ha de dar miedo!
- Menos mal que Sakura-san ya no parece tan bestia como Sai-sensei nos la describe -Kizuna asintió a sus palabras- A mí también me suena horrible.
- Suficiente ¡Anden los cuatro a casa! Si siguen aquí no voy a terminar con mi trabajo, dattebayo.
- Oh, pero oyaji ¡Echarnos la culpa de eso es algo patético! -acusó el ojinegro-.
- ¡Sí, otou-san lo dice todo el tiempo! -secundó la hermana-.
- ¡Fuera, ahora!
- A oyaji no le gusta que le digan la verdad -canturreó la ojiazul-.
- Oyaji no es bueno con ese tipo de verdades -cabeceó el moreno-.
- Sigan con eso, y su próxima misión será limpiar el bosque de los Nara.
Eso definitivamente bastó para que Itsu y Kizuna diesen una gran sonrisa para seguidamente decidir desaparecerse por la puerta a velocidad record, mientras que se escuchaban los chillidos emocionados de los bebés, que como buenos hijos de shinobi, adoraban la velocidad y los giros bruscos.
Naruto entonces sonrió, pensando en que realmente no merecía a esos cuatro hijos tan maravillosos que tenía, y que amaba hasta lo imposible.
- ¿En qué habré estado pensando cuando les puse a Sai como su maestro? -preguntó el rubio al aire- ¡Fue una tontería!
- Te doy la razón.
El Hokage ni siquiera se molestó en girarse, porque sabía perfectamente que Sasuke acababa de hacerse presente, después de haber estado escondido -sí es que se le podía llamar de esa forma- afuera en el techo, mientras que él se había dedicado a reprender a sus hijos.
Con un ruido seco, el Uchiha indicaba ahora que ya se hallaba dentro de la oficina del ojiazul.
- Fue mala idea, lo sé -Naruto se encogió de hombros, volviéndose a sentar- Pero al menos no lo hizo tan mal ninguna de las dos veces, tienes que reconocerlo.
Sasuke sonrió con cierta burla y avanzó hasta colocarse junto al Rokudaime, tomando asiento sobre la superficie del escritorio, y Naruto pensó que definitivamente el traje de jounnin le quedaba la perfección, pero claro, no tanto como a él le quedaba el sombrero de Hokage.
- Como siempre, estuviste tan... profesional con los chicos -se rió sin disimulo el ojinegro-.
- Eres un desgraciado -respondió Naruto, recargándose más en su silla, mirando a su esposo con fingido enojo- ¿Por qué siempre soy yo el ogro malvado y tú el padre genial que les enseña técnicas grandiosas?
- Porque soy fantástico y asombroso ¿Necesitas más?
Naruto reviró los ojos, sonriendo después. Todos creían firmemente que Naruto era quien consentía a sus hijos y siempre era blando, mientras que Sasuke era quien los enderezaba y siempre se mantenía firme, desde luego este tipo de pensamiento venía directamente de la idea popular de que así debía de ser, teniendo en cuenta el carácter de cada uno. Sí entonces el resto supiera que las cosas en realidad eran a la inversa, seguro que no dejarían de sorprenderse.
- No, ya sé que sigues siendo el mismo bastardo presumido que a los doce.
- Yo no presumía, que resaltara el hecho de que era mejor que tú es algo diferente.
- No me quieras tanto, teme -Naruto suspiró fingidamente- Pero aun no me explico como es que Itsu y Kizuna me soportan, yo no me soportaría, dattebayo.
- Ellos te adoran, usuratonkachi -dijo, y una cierta expresión melancólica de adueñó de sus facciones- ¿Sabes a que estaban jugando hoy?
- ¿Ponle las colas al zorro? -preguntó ingenuamente-.
Sasuke ahogó una risa y negó con la cabeza.
- Hace años que no hacen eso -aclaró el moreno- No... estaban jugando a... bien, Kizuna era mi hijo, e Itsu era tu hija, y hasta donde pude entender, ella estaba buscando a Kizuna para vengarse de él, supuestamente por las cosas horribles que yo te había hecho a ti.
Los ojos azules del rubio se abrieron bien, mientras una mueca sorprendida aparecía en su rostro.
- Ah... ¿Cómo cuando convencieron a los chicos para disfrazarse de Akatsuki? -inquirió, ya sin sorpresa- Esa vez jugaron a ser los defensores de Konoha o algo así... todavía me pregunto como es que las arreglan para convencer a los demás de ser los malos y ellos los buenos... aunque también esta esa vez que Kizuna estaba jugando a ser tú, e Itsu fingió ser Itachi así que él la persiguió por toda la aldea supuestamente porque era un vengador e iba a cumplir su objetivo. Ya ni recuerdo la cantidad de destrozos que hicieron.
El Uchiha guardó silencio, pareciendo bastante ensimismado en sus pensamientos. Naruto le observó sin poder evitar que una sensación de malestar se adueñara de él, hizo el amago de extender una mano hacia el ojinegro pero se detuvo, sin saber realmente que era lo mejor que podía hacer.
- Oi, quizás no ha estado bien que deje a Sai hablar tan a la ligera de esas cosas con ellos -dijo finalmente-.
Sasuke negó con la cabeza, meciendo sus mechones negros. Se enderezó después, regalándole una muy ligera sonrisa al rubio.
- Nosotros también hemos hablado con ellos del tema y no es algo que debamos de ocultar. No estoy orgulloso de lo que hice antes... y menos de lo que paso cuando me fui y tú... -las palabras parecieron atorarse, sin embargo continuó aunque ya no de la misma manera- Pero son cosas que ya no importan, creo que hemos hecho un buen trabajo, Naruto. Si nuestros hijos son capaces de jugar en el presente con las cosas que fueron nuestras desgracias, entonces eso quiere decir que lo hicimos bien.
Una sensación de paz recorrió entonces al ojiazul, dándose cuenta de que el ligero momento de desazón de Sasuke había desaparecido, lo que quería decir que las culpas del pasado eran ya tan fáciles de borrar con un simple soplido de la actualidad.
- Tienes razón'ttebayo -asintió él- Pero aun hay algo que me preocupa... ¿Por qué nuestro hijo de quince años sigue jugando con su hermana? Y además ¿Por qué ella también juega? Que yo recuerde, a su edad ninguno de nosotros, ni Sakura o los demás jugaban.
- Inocencia, dobe -respondió con sencillez- A pesar de lo que han visto y hecho en sus misiones, ellos todavía tienen Inocencia y además, han tenido una infancia tranquila, así que pueden darse el lujo de seguir siendo niños mucho más tiempo del que tú o yo pudimos serlo, además, nunca los hemos reprendido por eso y tú siempre juegas con ellos.
- Eso es diferente -el rubio se rascó la mejilla derecha, mientras miraba hacia otro lado-.
- También sigues siendo un mocoso -sentenció-.
- ¡No empieces, Sasuke-teme!
Aquella contestación bastó para que Sasuke supiera que tenía la razón. Así que agachándose y alargando su brazo tomó al otro por la nuca y lo jaló hasta él, colocando sus labios sobre los ajenos y no tardando ni dos segundos en aventurar su lengua a la otra boca. Naruto no dudó en corresponder y colocó sus manos sobre los hombros del moreno inclinando la cabeza a un lado permitiendo que el beso se ahondara con más facilidad. Apenas se separaron unos instantes, mirándose a los ojos con aquella adoración que únicamente se dedicaban el uno al otro.
- ¿Qué te parece la idea de un quinto hijo? -preguntó con cierto tono lúbrico el ojinegro- Somos tan jóvenes todavía.
- Hmn... claro, treinta y cinco... tienes razón, otro hijo más no esta mal -se rió rozando sus labios con los ajenos- Pero ahora tú vas a explicarles porque a parte de Tora y Raion tuvimos otro.
- Con gusto.
Nuevamente volvieron a besarse, rozando sus lenguas con esa pasión ya acostumbrada que bien conocían y que muchos podrían decir que podría rayar en lo indecente.
Pero antes de siquiera pudiesen comenzar a disfrutar a plenitud del beso y la cercanía del otro, la puerta de la habitación se abrió, haciéndoles separarse con inconformidad, únicamente para encontrarse a su pequeña tropa de hijos en la puerta.
- Fingiré que no vi esto -dijo Kizuna, resoplando y logrando que un mechón negro de su frente se levantara en el aire gracias a esa acción-.
- No seas odioso -replicó Itsu, sonriendo- ¡Estaban tan lindos!
- Eso dices tú porque eres una pervertida, ero-nee-chan.
- ¿E... ero-nee-chan? -preguntó, mientras uno de sus ojos azules temblaba- ¡¿Pero como te atreves a...?!
- ¿Se les ofrecía algo? -preguntó Sasuke, quien había girado sobre el escritorio y los observaba con diversión-.
- Ahem... sí -carraspeó la pelirroja- Nosotros veníamos porque... eh...
- Queríamos saber como... como... -continuó nada seguro Kizuna-.
- ¿Sí? -animó el rubio-.
- ¡¿Cómo se cambia un pañal?! -gritó a viva voz la ojiazul, extendiendo hacia delante a un bebé, el cual agarraba firmemente- Ya nos íbamos cuando recordamos que... ¡Que no sabemos hacer algo tan espantoso!
- Vaya ninjas que son -dijo Sasuke, tratando de no reír-.
En cambio, Naruto si comenzó a reír mientras que se ponía de pie regalándole una sonrisa que escondía un poco de maldad a su esposo. Llegó hacia donde estaba su hija -que era el vivo retrato de su abuela, Kushina, según le había dicho Tsunade-, y tomó con suavidad paternal al bebé que ella traía, quien al instante se fue a sus brazos retozando de gusto.
- No es tan difícil y por eso su papá, siendo tan buen ninja, fantástico y asombroso... ¡Les va a enseñar!
Al escuchar las palabras del rubio, una mueca casi imperceptiblemente de sobresalto apareció en la cara de Sasuke, quien con sencillez la ocultó perfectamente. Ahora ya comprendía la sonrisa que le dedicó Naruto, pero de igual forma se arreglaría para cobrárselas después.
Mas, cuando miró a su familia que estaba completa frente a sus ojos, Sasuke no pudo hacer otra cosa más que sonreír con autentica felicidad, sin molestarse en esconderlo. Porque aquella visión era una que siempre guardaría, como un celestial recordatorio del presente, que opacaba completamente cualquier dolor del pasado.
Incluso tener que cambiar pañales era parte de esa alegría.
¸,ø¤º°°º¤ø,¸ FiNiTe ¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,