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Juguetes por Coelum

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo:

¡Hola! Sí. Es tarde, lo sé xD Pero de verdad que necesitaba escribir algo. Desde hace ya unas semanas, tenía rondando en la mente la idea de transformar un fic Sasusaku a otro Sasunaru y... ¡Tashánnn! Resulta que alguien me pide que lo haga.

Lo cierto es que odio cambiar fics, pero justamente éste... ¡hay! Será porque principalmente "Juguetes" iba a ser un Sasunaru u.uU Pero luego me entró el trabe del siglo y lo cambié todo.

En fin, suerte que nunca llegué a borrar completamente el original :)

Espero que os guste. Mi opinión personal es que es algo triste...

 

JUGUETES

 

Frío y silencio era lo que llenaba la sala. La oscuridad les hacía compañía, ahogando cualquier resquicio de luz latente y sumiendo la entidad en una negrura insoluble.

Osos de peluche miraban aprensivos a las finas y férreas tiras de sedal que se mantenían sujetas a una enorme cruz de madera. Éstas estaban tensadas por mantener en el aire el peso de un cuerpo laxo.

El cuerpo de una marioneta.

—Sasuke, ¿por qué no empiezas? —preguntó en un susurro apagado—. Ya es la hora.

Su cabeza se vio inclinada hacia arriba. Una luz vaga y distante titiló en la oscuridad.

—Pero esta vez, no llores.

Iba a responderle algo. Cualquier cosa. No obstante, las palabras se negaron a salir. Se negaron a intentar romper la barrera inquebrantable que los separaba. El silencio era, a veces, la forma más efectiva de acercarse a Sasuke.

Una lágrima rodó solitaria por la mejilla de Naruto, iluminada por la fuente de luz color lavanda que desprendía la vela.

—Te pedí que no volvieses a llorar —sentenció el joven, mordaz. Tiró con fuerza de la cruz de madera hacia un lado haciendo que Naruto se moviese a su son, sin vida e incapaz de borrar la gota salada que erraba por su piel.

—No puedo evitarlo. Quererte tanto también me duele —sonrió tristemente.

Sasuke sacudió con rabia uno de los sedales cuando apareció su sonrisa, la cual pese a todo, seguía conservándose dulce y serena. La presión del hilo sobre la piel de Naruto hizo que una delgada línea roja corriera por el su antebrazo hasta llegar a su traje blanco, tiñéndolo de escarlata.

¿De dónde dominios saca la voluntad para seguir queriéndome?, se preguntó Sasuke, hirviendo de frustración.

Lo había intentado todo.

Absolutamente todo para alejarlo de él.

Y allí estaba ese niñato artificial, sonriendo bajo su cruz, esperando a que él le dijese algo, lo que sea. Era patético ver a alguien rebajarse tanto para no alcanzar nada. Naruto a veces resultaba como un lobo que aullaba a las estrellas, pero que nunca podría tocarlas.

—Sabes que lo nuestro nunca podrá ser, Naruto —murmuró el pelinegro con tono neutro. Movió de nuevo los hilos armónicamente y el joven quedó extendido en aire, al igual que un ave al volar—. Tú y yo jamás estaremos juntos. Sólo eres una marioneta estúpida e ingenua.

—¿Y por eso ya no tengo derecho a quererte? —Sasuke lo observó, irritado. Naruto prosiguió hablando—: Ser un muñeco estúpido... ¿Esa es la razón… por la que no me quieres?

—¡Cállate! —le gritó Sasuke, furioso. El joven rubio cerró los ojos; otra vez volvía a gritarle. Era inútil hacérselo entender. Siempre lo era. Siempre lo había sido. Sasuke parecía no escuchar nada de lo que le decía dentro de su burbuja de acero y hielo—. Deja de decir esas cosas. Tú no me quieres. Yo no te querré nunca. ¡¿Qué es lo que no comprendes?! ¡Sólo eres un juguete! No tendrías que sentir, no tendrías que llorar, no deberías amar.

No deberíamos hacerlo.

Sasuke movió la cruz de modo que Naruto pudiese mirarle. Éste simplemente volvió a curvar sus labios.

—¿Por qué no quieres aceptarlo? ¿Por qué no puedes aceptar mis sentimientos? —le espetó con amargura. El joven de mirada congelada estaba a punto de entrar en un ataque de histeria. Apretó aún más el sedal que estaba atado al cuello de la marioneta y la sangre volvió a correr, silenciosa como una sombra. Ante esto, Naruto clavó su mirada en la de él, desafiante—. ¿Crees que me importa el daño que me haces? ¿Qué me importa lo que soy? ¿Lo que quiera que seas? Me da igual, me da igual, me da igual…

—Cállate de una vez.

Por favor.

A Sasuke le dolía la cabeza nuevamente; cada tarde ocurría lo mismo. Siempre igual. La misma discusión, los mismos gritos… la misma sangre manchando el suelo. La misma visión desoladora de un chaval de ojos azules llorando su soledad. La misma cruda y asfixiante presión que le oprimía el corazón.

El mismo miedo a contar la verdad.

Por mucho que lo intentase, no había forma posible de parar aquella locura.

Y el tiempo jugaba en su contra. Tenía que parar aquella insólita situación antes de que fuese demasiado tarde para los dos, aunque ello significase una muerte oscura.

—Estoy harto. Cerraré la habitación con llave —dijo Sasuke de pronto—. Nadie volverá a pisar la sala, incluyéndome a mí.

—¡No! No, por favor… —el rostro serio pero amable de Naruto se contrajo en una mueca de pánico al ver las intenciones de su amo—. No me dejes aquí solo. No te vayas sin mí —tiró con toda la fuerza prácticamente inexistente de su brazo izquierdo y agarró milagrosamente la cola de la chaqueta de Sasuke cuando éste pasaba a su lado.

—Suéltame —masculló, inquieto.

—Por favor… Sasuke —sus ojos no eran más que vidrios rotos, húmedos y brillantes—. Yo de verdad te quiero. Créeme. Quiero estar contigo aunque nunca llegues a corresponderme. No me importa si me haces daño, tan sólo… no me abandones.

¿Por qué...?

—Joder, suéltame.

—… no.

¿Cómo? ¿Cómo se las arregla siempre para herirme de esta forma? Que se calle. No quiero escucharlo. Me duele.

—Si aprecias tu brazo, lo harás. Te he dicho que me sueltes, ¿no lo entiendes?

—¿Es que no lo entiendes tú? Me da igual perder un brazo, me da igual podrirme en esta habitación, me da igual que no me quieras ¡Lo único que me importa es estar contigo! Porque yo, Sasuke, te quie...

El joven pelinegro prácticamente temblaba. Sus orbes grises de abrieron desmesuradamente al notar cómo cierto movimiento en su espalda reducía la velocidad de forma alarmante; el tiempo se le estaba evaporando. Le envió una mirada híbrida; quizá furiosa, quizá entristecida a Naruto, agarró su mano y la apartó de su chaqueta de un fortísimo empujón.

—¡Mientes! Tú no puedes quererme. ¡Un juguete que no puede poseer emociones es incapaz de querer a nadie!

Que fácil hubiera sido todo de ser así...

La cruz, los hilos que antes fueron transparentes, ahora eran rojos. El traje que antes era de un blanco impoluto, ahora era rojo. Los ojos de la marioneta que antes eran de un azul chispeante, amable y sincero, ahora eran dos pozos oscuros cuan noche sin estrellas.

Tras deshacerse del joven rubio, Sasuke alcanzó el umbral de la puerta, dispuesto a cerrarla para siempre. Sin embargo, un sonoro y hueco crujido caló en la sala llamando su atención.

—¿Por qué… no me crees? —el cuerpo inerte de Naruto se adivinaba tirado en el suelo. Sasuke supuso que los hilos que lo sostenían se habían soltado o roto—. Aunque sea una marioneta, un títere, un juguete… ¿es que no tengo derecho…? ¿No tengo derecho a quererte, Sasuke? ¿No tengo derecho a querer estar junto a ti? —el joven de ojos azules levantó un poco la cabeza sin saber cómo, observándole con un dolor inaguantable—. La eternidad es demasiado larga como para permanecer solo, y la muerte, también.

Sasuke sintió una extraña mezcla de remordimientos, pena y angustia recorrer su cuerpo. Era un despreciable. Un ser cruel y sin escrúpulos. ¿Por qué le hacía todo eso a Naruto? Justo a él. ¿Por qué lo dejaba sufrir y no le contaba la verdad?

Uno de los osos de peluche miró a Sasuke, hostil.

No.

Se negaba a aceptarlo.

Él no podía quererle. No tendría que quererle. Pero entonces, ¿por qué lo hacía? ¿Cómo era posible que su corazón ya de por sí muerto cobrara vida al pensar en él?

Los juguetes no amaban, eso le había dicho. Pero también sabía... que era otra mentira.

Porque él lo amaba con locura.

Siempre lo había hecho.

—Perdóname —su voz se deshizo en un nudo. Naruto abrió desmesuradamente los ojos, incapaz de asimilar qué era lo que pasaba—. Todo este tiempo me he portado mal contigo. Me negaba a admitir lo que sentías por mí, y también rehuía de mis propios sentimientos. Me negaba a aceptar que un ser estúpido como yo, estuviese tan enamorado de algo tan lleno de vida como tú.

—¿Sasuke…?

—Lo siento tanto, Naruto —Sasuke se acercó a él y lo abrazó con fuerza, manchando su cara y sus labios con la sangre que aún brotaba por las heridas del joven rubio—. He sido tan injusto contigo... —se desabrochó la chaqueta y se quitó la camisa, mostrando una graciosa palanquita de cuerda a la espalda. Los ojos de Naruto se desbordaron de lágrimas.

Un títere.

Un títere que amaba secretamente a una marioneta.

—N-nunca me dijiste lo que eras.

—Perdóname.

—¿Y por qué ahora…?

Sasuke reprimió un mirada furtiva hacia su débil y casi inmóvil palanca de cuerda.

—¿Qué más da eso ahora? —acarició los suaves labios de Naruto, perdido en ellos—. Dijiste que no querías que te dejara solo, ¿o no?

—Te quiero —fue lo único que dijo.

Sasuke sólo sonrió –ya lo sabía– y besó su boca lentamente.

Instantes después, la luz lavanda de la vela se consumió, sumiéndolo todo otra vez en oscuridad. La negrura atravesó como una daga las dos figuras que se querían en silencio, rodeadas de sangre, sedal deshilachado y un abrazo, dando y recibiendo sentimientos prohibidos para los de su naturaleza mecánica y artificial.

Una marioneta rota y desgastada que estaba locamente enamorada sin saberlo de un títere, y un títere sin cuerda que no podía vivir sin su secretamente amada marioneta… cerraron los ojos en un último beso.

Posteriormente, cierto osito de peluche sonrió.

 

 FIN

Notas finales:

¡Mil gracias por leer! *Reverencia* :)

Ojalá os haya gustado.

(Reviews?¿?¿) ^0^

ATTE,

Coelum


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