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Un amor que huye por Seiyaryu

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UN AMOR QUE HUYE  

El aire de konoha traía consigo una brisa cargada de melancolía. La melancolía del guerrero que representaba la fuerza y la unidad de un pueblo, y las esperanzas de toda una generación.

Naruto sufría, y su dolor era compartido por toda la villa… No hubo criatura viviente que no sintiera esa punzada en su corazón al ver la vacía mirada del joven y atractivo ninja que aún no podía recuperar la cordura.

Sasuke se había ido de nuevo, pero esta vez sin un motivo aparente. Orochimaru estaba muerto, Itachi ya no existía, la paz se avecinaba de forma clara pero cuando la alegría del portador de Kyubi era desbordante, su más preciada posesión se alejó… de nuevo. 

Su pobre corazón quedó como de piedra desde ese día. No podía soportar su ausencia, no le era posible enfrentarse a la vida de la villa sin tener al orgulloso guerrero a su lado. Las noches debía pasarlas en el tejado porque la cama en la que dormía le traía el recuerdo de Sasuke, aumentando su sufrimiento e inquietando al poderoso Kyubi.

Incluso el despiadado zorro de nueve colas estaba muerto de la ira al sentir que su portador era herido de esa forma tan descomunal. “Olvídalo mocoso, nos vas a dejar morir de pena”, le gritaba desde dentro la mítica criatura, en espera de hacer reaccionar al pobre rubio, pero nada funcionaba. Sakura, Ino, Hinata y Tsunade se debatían en miles y miles de charlas intentando convencer al chico de que se reintegrara a sus labores. 

-No puedo…- les respondía con su cabeza mirando al frío suelo. 

-Pero Naruto, es una misión rango A, será una gran aventura, y te dejaré ser el líder- le intentaba convencer la alumna de la Hokage. 

-Sakura-chan, te dije que no puedo, porfavor, no insistas- soltó mientras desaparecía en el aire, hundido en el más profundo dolor. 

Incluso para su mejor amiga era increíble contemplar ese estado en el que se encontraba. A decir verdad, le era complicado sacarse de la cabeza la idea de que Naruto era un idiota y un animal, pero ahora con esa mirada tan profunda y distante recaía sobre él un halo de superioridad divina que le permitía mostrarse como el sobrenatural hombre que era. 

Pero a él ese reconocimiento no le importaba… solo le importaba Sasuke; y al pensar en ese nombre sus dientes chocaban unos contra otros en una mezcla de rabia, frustración y dolor. Lo amaba tanto y a tal punto, que entregaría su vida con tal de verlo una vez más, de entregarse a una noche de pasión y dormir abrazado a su cuerpo. 

Y llegó a ser tal su problema que ni siquiera el ramen le interesaba. No había probado bocado en 6 días. Desde la mañana en que se alejó de su lado, Naruto esperó paciente a que el Uchiha regresara, pero eso nunca ocurrió.

No obstante, siempre estuvo sentado frente a la puerta de Konoha a la espera de verlo volver. Y en esa posición se encontraba cuando un pájaro color azul tormenta empezó a graznar en el cielo.

Tan solo al oírlo, el joven rubio sintió una oleada de chakra recorrer todo su cuerpo, revitalizándolo. Sasuke estaba llamándolo. Naruto bendijo una y mil veces al ave portadora de tan grandes noticias, y la siguió con toda su fuerza. Fue medio día de caminos sinuosos a la espera de poder verlo, hasta que el sereno pajarillo lo introdujo en un bosque espeso y peligroso.

Sin embargo, su huida dejó demasiado angustiados a los habitantes de la aldea oculta de la hoja. 

-Tsunade Sama, ¿Qué haremos?- preguntaba Sakura angustiada.

-Reúne a los 5 junnin más calificados, usa todos los chunnin y gennin que creas necesario, pero no pierdas a Naruto- le decía la hokage desesperada. Naruto era lo que ella más quería en el mundo; representaba a los seres que había perdido y no se hacía a la idea de pasar por eso una vez más. 

-Como ordene- concluyó Sakura consternada mientras transmitía las órdenes y dispersaba, a todos los que creía capacitados, por el terreno del país del fuego. 

Sin embargo, nadie atravesaría la ruta por la que Uzumaki Naruto se encontraba en estos momentos, rodeada de monstruos que peleaban a nivel Junnin, y caminos completamente laberínticos. Y mientras él se dedicaba a seguir al ave que lo guiaba, iba recordando los últimos días junto a Sasuke. 

-Te amo… te amo tanto- le repetía abrazado a él mientras empezaban a dormir. 

-Y yo a ti Naruto- respondía- pero…- Ese pero dejó consternado al joven zorro como nada lo había hecho antes. Sus ojos quedaron abiertos de par en par, y su corazón se detuvo por completo. 

-¿P…Pero?- cuestionaba con miedo mientras se imaginaba lo peor. 

-No te preocupes- le dijo finalmente Sasuke- Supongo que debo arreglarlo antes de que esto empeore- fue lo último que pronunció, prosiguiendo a dormir y abrazarlo aún más fuerte. 

Y desde aquella noche, la última en su compañía, se corazón se hallaba quebrado en fragmentos innumerables. Porque no solamente se trataba de su amor y la razón de su existencia, era también todo lo que había arriesgado.

El hecho de haberse amado había generado una oleada de indignación por parte de todos los señores feudales. Su odio hacia aquellos nobles guerreros crecía día a día, hasta el punto de prohibirle a Tsunade cederle su título de Hokage a cualquiera de ellos, so pena de convertirla en una enemiga de Konoha y un ninja renegado.  

La misma gente del pueblo, aún admirándolos, fue cambiando su imagen respecto a la pareja, hasta el colmo de permitir que otros imbéciles los insultaran en público sin nadie que los detuviera.

Y cierto era que a Naruto eso no le preocupaba en los más mínimo debido a que desde antes se había acostumbrado al rechazo general, pero para el Uchiha aquella conducta le suscitó tal ira que incluso destruyó uno de los locales comerciales luego de que le dijeran a Naruto “zorrita”. 

Aquel hecho fue ampliamente propagado, pero no con la verdadera información. Se dijo que el joven de piel blanca se había lanzado hacia el comerciante sin ninguna razón, y seguro como resultado de un arranque de locura. Sin embargo, Naruto seguía indiferente debido a que lo único en su mundo era Sasuke y el cariño de sus amigos cercanos.  

-No te preocupes… esos idiotas pueden irse al diablo- le decía el rubio cada vez que el tema surgía entre ellos, y acto seguido se lanzaba hacia sus labios acabando completamente con la tensión del excelso ninja.

Sasuke solo podía reírle a esa cara tan tierna, y tragarse su rabia para reemplazarla por esa extraña devoción que se apropiaba de su mente al estar cerca al portador de Kyubi. Tsunade sin embargo se hallaba en completo estado de alerta. Las misiones solicitando que Sasuke o Naruto fueran los que las ejecutaran cada vez se multiplicaban, y sabía que solo la mítica fuerza de ambos, y la gran cantidad de dinero que generaban, detenía a los altos jerarcas para expulsarlos de la aldea. 

Eso la preocupaba, porque la tensión a su alrededor podría ocasionar pronto un conflicto en contra de su más preciada posesión en el mundo, y pasara lo que pasara, nunca permitiría que eso ocurriera. No obstante, fue mayúscula su sorpresa al saber que Sasuke se había ido del lado de su tierno casi hijo. 

Había querido con todas sus ganas partirle el cuello al Uchiha por hacer sufrir a Naruto, pero su prioridad era consolar al rubio, que seguro se hallaba destruido. Y ni siquiera con su más delicada actitud había logrado un avance… el dolor del pobre tenía proporciones casi tan grandes como las de su fuerza. Ella entendía  lo que aquello significaba, por eso se preocupó al saber que el rubio había desaparecido de repente.

Cuando la hokage pasó por aquel descomunal dolor intentó acabar con su vida deteniéndose siempre antes de conseguirlo; recordando aquellos episodios se sintió invadida por el terror al imaginarse que talvez el noble jovencito se hallaba en estos momentos intentando lo mismo. 

Sin embargo, Naruto jamás llegaría a hacerlo, no hasta que Sasuke le dijera en su cara que no lo amaba, y que todo eso que le repetía noche tras noche eran simples patrañas para llevarlo hasta la cama. Y mientras pensaba en eso y se deshacía de casi 4 monstruos a la vez, un extraño camino recién abierto entre la espesa selva apareció de la nada.

Lo siguió con cautela detectando varias trampas a la vez, y pasándolas con algo de dificultad.  Finalmente, al acabar el recorrido pudo llegar a un espectacular claro, rodeado de árboles frondosos y un paisaje sin igual. En todo el centro, una cabaña se erigía orgullosa, mostrando su capacidad de sobrevivir en medio de tan agreste ecosistema.

El rubio avanzó con mayor cuidado a la espera de alguna trampa, hasta que su nariz detectó un olor que lo transformó. 

-¡Ramen!- se dijo para sí mismo, sintiendo el peso de tantos días sin comer, por lo cual casi sin pensar, se encaminó velozmente hacia la entrada de la vivienda, deteniéndose justo en el momento en que su puerta se abrió. 

Todo flujo de sangre en su cuerpo se detuvo. Todo intento de respiración o movimiento no dio a lugar. Aquello que sus ojos contemplaban le parecía un sueño proveniente de la más espectacular fantasía. 

Sasuke se hallaba allí, contemplándolo directamente. Su mirada parecía distinta, como de una forma tan intensa que jamás creyó ver; parecía no haber dormido mucho, y lo mismo lo corroboraba la palidez particular con que se mostraba ahora. Naruto no se pudo controlar más, y de un salto quedó enfrente de aquel ninja al que tanto amaba, abrazándole sin medida.

Fue en ese momento en el que Sasuke flexionó sus brazos y respondió a aquel contacto con una fuerza que casi era asfixiante. Lo aferraba a su cuerpo como si necesitara de él para respirar, y sus manos se movían lentamente por toda su espalda. 

-Naruto…- le susurraba- Maldito Naruto- agregaba, a la vez que recostaba su cabeza sobre el rubio, en una forma tan dependiente que casi parecía otro. 

-Sasuke… ¿cómo fuiste capaz de irte sin mí?- le reclamaba el zorro despegándose un poco del abrazo para verlo a la cara y oír su explicación. 

-Porfavor, no me pidas explicaciones aún. Primero quiero que pases esta tarde conmigo- le dijo, a la vez que se hacía a un lado del marco de la puerta invitándolo a entrar. El ninja no se negó, pero pareció intrigado por la extraña forma de ser de su amado guerrero.

–Siéntate porfavor, en un momento te serviré el almuerzo- le dijo. Al instante siguiente, un gran plato de ramen era puesto frente a él, quien de inmediato lo devoró. 

-¿Quieres más?...- le preguntó Sasuke con su rostro algo sonrojado debido a la falta de costumbre en este tipo de trato hacia el rubio. 

-¿Cocinaste esto para mí?- le preguntó Naruto. 

-Claro… ¿ves a alguien más por aquí?- le respondió mientras tomaba el plato vacío y se dirigía a la cocina a llenarlo de nuevo. Este segundo plato fue comido con algo más de calma, debido a que también el Uchiha se hallaba comiendo y no quería terminar antes que él. 

-Te ves hambriento todavía, enseguida te traigo más- le dijo, pero en esta ocasión prefirió llenar el plato del rubio, y el suyo, debido a que de nuevo él también había recuperado el apetito. 

-No sabía que cocinaras tan delicioso-. 

-No era una habilidad que conocieras… pero espero que la disfrutes, porque no podré hacerlo siempre- respondió al cumplido con una sonrisa. Naruto estaba bastante extrañado; Sasuke jamás había sido tan expresivo ni efusivo en su vida, ni siquiera mientras hacían el amor o dormían juntos. 

-¿Porqué te comportas así?- le preguntó confundido el portador de Kyubi. 

-¿Así cómo?- inquirió confundido el Uchiha. 

-Así… tan gentil y amable- 

-¿No te agrada?- preguntó algo desanimado. 

-No, no, espera… no es eso…- le respondía rápidamente- es solo que no estoy acostumbrado, pero me encanta este nuevo tú. Y fue así como después de 17 platos de ramen, ambos se dieron cuenta que empezaba a oscurecer. 

-Sasuke, yo lavaré los platos- le dijo el rubio al ver que el chico se disponía a dejar todo en orden.  

-No te preocupes, no es complicado y lo haré pronto… ¿porqué no tomas una ducha mientras tanto?, así te relajas.- le respondió, a la vez que se ponía frente al fregadero dispuesto a lavar lo que con tanto esmero había preparado para él. Sin embargo, no bien hubo sumergido sus manos bajo el agua del lavaplatos, unos brazos se aferraron a su cintura y sintió que Naruto se recostaba sobre su espalda. 

-Te amo tanto… tanto…- le susurró el rubio al Uchiha, en un acto casi reflejo y por impulso descontrolado. Sasuke sonrió, tomando aquellas manos y apretándolas entre las suyas. 

-Naruto, porfavor, aún no te apresures… si me permites un par de segundos, dejo esto limpio y tomo esa ducha contigo- le dijo, a la vez que echaba su cabeza hacia atrás y le daba un beso en la mejilla. 

-Está bien, pero no tardes- respondió mientras buscaba el baño en aquella casa nueva y se desnudaba con afán y empezaba a girar el grifo del agua caliente. Efectivamente, segundos después de estar bajo el agua había sentido que un cuerpo ingresaba con él. Abrió sus ojos para contemplar un espectáculo que siempre le pareció sobrenatural. Sasuke se hallaba completamente desnudo, exhibiendo la musculatura obtenida con tanto entrenamiento, y una sonrisa como ninguna. 

-Seis días sin ti y ya casi olvidaba como eras desnudo- le dijo el Uchiha mientras se acercaba aún más y besaba sus labios con suma fuerza e intensidad. Naruto abrió su boca en busca de mayor contacto y permitió que ambas lenguas se degustaran en un juego de serpientes. 

-Sasuke… te extrañé tanto- le decía el rubio abrazándolo por la espalda y juntando sus cuerpos bajo la regadera, haciendo que aquel segundo fuera como el más preciado en sus vidas.  Acto seguido, sus manos iniciaron un recorrido angustiante por la anatomía del otro, a la vez que sus besos subían de intensidad.

Su afán de devorarse era tanto que casi el simple roce los iba a hacer eyacular. Aquel abrazó juntó sus grandes miembros, arrancándoles gemidos. 

-Espera, espera- le pedía Sasuke, intentando parar al rubio en su ataque. 

-No puedo detenerme…- le respondió. 

-Quiero que sea distinto… porfavor, solo vayamos a la habitación después de terminar de bañarnos- le pidió. 

-Sasuke… me estás matando al pedirme eso- se quejó Naruto.

-Anda, solo un par de minutos; hay algo que siempre había querido hacerte- le dijo, a lo que el zorro simplemente se limitó a sonrojarse. 

-Eres un pervertido- le dijo entre risas. 

-No es lo que te imaginas- contestó, mientras entre sus manos ponía algo de shampoo y luego acariciaba la cabeza de Naruto. Aquella sensación era deliciosa para el rubio. Las manos de Sasuke se movían suavemente por entre sus cabellos, sacando abundante espuma y relajándolo muchísimo. 

-Por dios, esto es realmente bueno- se limitó a decir mientras Sasuke cumplía su fantasía de bañar con sus propias manos aquellos sedosos cabellos. Naruto tomó el jabón y lo usó en ambos, hasta que casi al mismo tiempo decidieron que era suficiente y se enjuagaron la espuma.

El agua continuó cayendo hasta dejarlos con una sensación de frescura inigualable. Luego de esto, Sasuke tomó un par de toallas para amarrar con una su cintura y con la otra la de su querido ninja. Luego tomo un par más, para ponerla sobre sus hombros mientras a su vez secaba el cabello del portador de Kyubi. 

-Te lo juro que pareces otra persona- le decía el rubio sintiéndose al fin correspondido como quería por parte del amor de su vida. 

-Supongo que es el famoso “efecto Naruto”- contestó, mientras lo guiaba hasta la habitación. Una vez allí, el rubio se sentó en la amplia cama, mientras Sasuke continuaba con su tarea de secar aquellos cabellos. 

Al acabar, Naruto se dio la vuelta y contempló una vez más ese rostro tan altivo que adoraba. Lo tomó entre sus manos y lo besó con una pasión desmedida. Esta vez él mismo se deshizo de ambas toallas, y dejó expuesto el cuerpo desnudo de los dos. No paró de besar ni un solo segundo aquellos labios, y acomodó su masculinidad entre las piernas de Sasuke casi por instinto. 

Las manos del Uchiha se paseaban a su antojo por la espalda del rubio, y de vez en cuando se deslizaban hacia su trasero, momento en el que apretaba con fuerza. De una sola estocada, y preso de la euforia, el joven zorro se enterró en su compañero haciéndolos ir al cielo. Su vaivén era fogoso, furioso y rápido, y casi ni daba tiempo a mayores contemplaciones.

No hubo espacio para la lentitud o la tranquilidad, parecían solo dos animales revolcándose. Juntos imprimían tal fuerza que en unos cuantos minutos arrojaron su semilla en el otro sin poder siquiera notar el momento previo a que ocurriera. 

-Te amo… te amo- decía el rubio aún sumergido en ese mar de besos que por primera vez en mucho tiempo no se atrevían a romper. 

-Nunca lo harás más que yo… no podrás amarme con esta misma intensidad- fue la respuesta de Sasuke, quien se dio cuenta segundos después que su miembro respondía de nuevo. En esta ocasión fue Naruto quien se sentó sobre el regazo del Uchiha, y esperó a que aquella erección se completara.

Al verlo, se clavó sobre él sin esperar a que alguno se acostumbrara, y de nuevo un frenesí de emociones los envolvió. No hubo poder para detenerlos, ni cordura para retener los gritos y gemidos que se propagaron. Las embestidas fueron violentas, y de nuevo la presión y el afán del momento los obligaron a eyacular antes de 10 minutos al cabo de los cuales se dieron por temporalmente satisfechos. 

Naruto cayó sobre el pecho de Sasuke, quien de inmediato lo cobijó con sus brazos y permitió que lo besara cuanto quiso. Al fin decidieron meterse bajo las cobijas, desnudos como estaban, pero abrazándose fuertemente y mirándose fijamente. 

-Es hora de mi explicación- le pidió el rubio, a lo que Sasuke respiró profundo y cerró los ojos, tomando algo de impulso para responder. 

-Naruto… yo construí esta cabaña con mis propias manos, y desde hace algún tiempo he estado equipándola con lo que necesito para llevar una vida cómoda; sin embargo, nada tendrá sentido sin lo más importante… que eres tú- le dijo. 

-Claro que sí Sasuke, este será como nuestro lugar de vacaciones, el rinconcito alejado del mundo- le respondió sonriente., pero la seria cara del Uchiha le hicieron cambiar la expresión. 

-No, Naruto. No va a ser un sitio temporal, quiero que este sea nuestro hogar.- le dijo, haciendo que el rubio quedara con sus ojos como un par de platos. 

-Pero, en konoha ya tenemos casas, y estamos cómodos en ellas- contestó. 

-Lo sé, lo sé muy bien- fue la respuesta algo triste del ninja, que solo hasta ese día se mostraba de nuevo vulnerable- Pero, en konoha no puedes amarme, la gente no respeta lo que sientes por mí ni lo que yo siento por ti. Vivimos escondiéndonos para evitar problemas, y tenemos que limitar las horas en que nos vemos y nos amamos, y eso no puedo soportarlo. Me fui de la aldea porque nadie te da el respeto que te mereces, y si oía un solo insulto más iba a destruirlos a todos, tal y como al idiota de las verduras- le dijo de forma fría y pausada. 

-No sabía que te afectara tanto- le contestó Naruto haciendo que su mano acariciara el rostro del ninja. 

-No me afecta lo que digan de mí, pero el solo pensar que alguien intenta insultarte me hace querer arrasar con cada ser vivo que conozco- sentenció- Naruto, es tu elección volver después de esta noche a la villa, o quedarte conmigo. 

-Sasuke yo… 

-Espera, antes de que respondas quiero decirte que sé a la perfección lo que sientes. Naciste y creciste solo con la ilusión de ser el Hokage y entiendo muy bien lo que significa para ti; no debes preocuparte si decides regresar, créeme que entenderé que serás más feliz allá y me siento bien al saber que te encuentras a gusto, pero yo nunca regresaré a Konoha, jamás- le espetó de forma final, haciéndolo poner un rostro pensativo. 

Segundos después se llevó la mano a la barbilla, inquietando sobremanera al joven uchiha, quien de inmediato entendió que no podría luchar contra el gran sueño del hombre al que amaba. 

-Sabes… creo que debo ir a konoha- le dijo el rubio, haciendo que el corazón de Sasuke dejara de latir- después de todo, no traje nada de ropa, y si voy a pasar el resto de mis días aquí necesito por lo menos tener que ponerme- concluyó con una sonrisa. 

Sasuke no soportó más y se lanzo a sus labios sin poder pensar en algo distinto. Su corazón pasó de 0 latidos a 1000 por segundo, al saber que su querido rubio si aceptaba. Naruto también lo abrazó con gran fuerza y le transmitió todo aquello detrás de esa decisión: amor y devoción profunda, entrega total y completa convicción de que su futuro no podría ser mejor.

Al día siguiente, un ave color azúl entró por la ventana de la Hokage y dejó sobre su escritorio una nota. Al leerla, la gobernante sintió una profunda alegría y emoción: 

Querida Tsuname-sama: 

A través de esta ave podrás enviarnos las misiones que nos corresponden. También a través de ella enviaremos el informe y esperaremos nuestro pago. A partir de hoy no estaremos disponibles en la villa pero sí atentos a cualquier cosa que pueda ocurrir. Espero que comprendas nuestra decisión y la apoyes. 

¡Todo salió a la perfección! 

P.S: Ya que no seremos Hokages podemos sugerirte a Sakura-chan, aunque estamos seguros de que en ella pensabas. Salúdalos a todos y diles que estamos tan bien que no necesitamos nada más. 

Sasuke y Naruto – Jounnins de Konoha 

Algunas horas más tarde, Naruto y Sasuke contemplaban abrazados por la ventana el paisaje, y hacían planes para adecuar ese sitio de mejor forma, eso si es que las misiones los dejaban. El graznido del ave los obligó a ver al cielo y segundos más adelante, antes de que desapareciera, una nota cayó en sus manos. 

Queridos Naruto y Sasuke: 

SON UNOS MALDITOS IMBECILES INCONSCIENTES. ¡NO SE IMAGINAN COMO NOS PREOCUPAMOS TODOS AQUÍ!. ESPERO QUE SU INSENSBILIDAD VAYA CAMBIANDO CON EL TIEMPO O MORIRAN MUY PRONTO, SEGURAMENTE A MANOS DE SAKURA O DE MI.

P.S: Claro que había pensado en mi alumna, de hecho, ¿quién les dijo que alguno de ustedes estaba opcionado para ser Hokage? Jejeje… en espera de mayores noticias. 

Tsunade – Madrina de matrimonio   

-Creo que nos está dando su bendición- le dijo el rubio al Uchiha. 

-No esperaba otra cosa… ella sabe que era el mejor partido para ti- respondió con una sonrisa besándo sus labios. 

-No te creas tanto… después de que casi me matas de la angustia logré recordar lo detallista que ha sido Gaara conmigo- dijo el zorro con la lengua afuera. 

-¡¡¡NARUTO!!!- gritó Sasuke exasperado por el comentario mientras empezaba a perseguir a su amado guerrero, hasta atraparlo y arrastrarlo a la cama a cobrarle una venganza. 

Una dulce venganza.


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